El Holocausto contado por los sobrevivientes
MARZO 1933 EL BROTE DE UN PODER MACABRO
Sima Gutsztein – Polonia / (Paraguay) No sé cómo comenzar, porque hay demasiadas cosas para contar. No se esperaba que se podía sobrevivir; nadie nos creyó, porque no supimos nada lo que era afuera, nosotros solamente lo que era adentro, no supimos lo que pasa. Recién después de la guerra supimos qué paso y cómo era la guerra. ¿Me entiende? Pero nosotros encerrados no sabíamos. Era muy difícil
Pierre Wolff – Francia / (El Salvador) En el ‘33 empezó el Movimiento Nacional Socialista alemán por el dictador, que era en ese tiempo Hitler. Y terminó con la Segunda Guerra Mundial el 8 de mayo de 1945.
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) Hitler llegó al poder (eso yo supe de mi madre porque yo no había vivido todavía), porque Alemania perdió la guerra, perdió las colonias en África, y tenía un gran desempleo; y entonces cuando un país está tan mal, mi mamá entonces cuenta que el dinero absolutamente no tuvo ningún valor.
Hitler no atacaba tanto a la religión en sí, sino a la raza. Él quiso la “raza pura”, y no éramos de esa “raza.” Nunca se había hablado de razas en Alemania, nunca.
Hans Peter Katz – Austria / (México) Cuando Hitler lanzó lo que después fueron las leyes raciales de Núremberg, puso en los austriacos… él era austriaco de nacimiento, pero en los austriacos encontró muy buenos aliados: “Eso es muy buena teoría del Führer (de Hitler), y vamos a sacar a los judíos.”
iza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Esto se fue forjando de a poquito, premeditando todo de antemano. Esto fue una industria premeditada y preparada.
SEPTIEMBRE 1939 COMIENZA LA OPRESIÓN
Hans Peter Katz – Austria / (México) Hitler entró, gran júbilo entre los austriacos, dos días de vacaciones fueron decretadas para celebrar el triunfo de perder la independencia, de la entrada del ejército alemán a Austria, aunque parezca hoy risible.
Al tercer día de volver a la escuela, el Director nos dijo: “Y no pueden ustedes ir a la escuela, porque esta escuela es únicamente para ‘arios,’ así que tal vez habrá oportunidad de una escuela judía, pero por lo pronto tomen sus cosas y ya no regresen el día de mañana.” Entonces para mí fue la aparición del antisemitismo.
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) El antisemitismo polaco era muy terrible.
Hans Peter Katz – Austria / (México) En 1940 Alemania atacó a Bélgica. La pareja con la que estaba yo, y otra pareja de judíos también, decidieron refugiarse en Francia. Después nosotros seguíamos huyendo de los alemanes, pero llegó un momento donde los alemanes ya estaban delante de nosotros; los alemanes estaban motorizados, los franceses iban a caballos o en camiones. Nos quedamos en una especie de rancho abandonado por sus dueños.
Después de haber huido de los alemanes un mes y medio, regresamos a Bruselas. Los alemanes ayudaban inclusive a la gente a regresar, porque ellos estaban interesados en que las carreteras quedaran limpias de refugiados para que pudieran ellos mover sus tropas.
Francisco Witcher – Polonia / (Argentina) Se terminó nuestro dinero, no pudimos comer, no tuvimos medios para salir afuera, porque nos hubieran entregado enseguida; porque por cada judío que entregaban los nazis, le daban un kilo de azúcar como premio. Esto pasó en muchos lados, y había mucho antisemitismo en Polonia; tenía que ver con la Iglesia Católica, que muchos prelados hablaban contra los judíos.
Pierre Wolff – Francia / (El Salvador) Esa amiga que perdí vino desde Polonia para refugiarse en Francia, creyendo que se podía salvar. Porque empezó primero en Polonia, las leyes antijudías y todo eso, pero poco a poco con la ocupación alemana en toda Europa, esas leyes también llegaron.
Stella Feiguien – Polonia / (Argentina) Era muy duro todo, muy difícil, porque teníamos que trabajar y no nos pagaban nada. Y gracias a que trabajábamos podíamos comprar comida un poco, porque nos daban bonos; pero era muy difícil, porque antes de todo, cada momento teníamos miedo. Yo me recuerdo que dos veces vinieron alemanes a revisar nuestra casa y sacaban lo que querían. Era muy tremendo. No tenías un minuto de tranquilidad. Miedo, miedo, miedo…
Cilli Reines – Ucrania / (Colombia) “¿Qué pasa?, ¿por qué no me dejan entrar?” —“Tú eres judía.” Era un golpe, imagínese para mí, una amiga de tantos años. —“Tú eres judía, tú no puedes entrar a mi casa.”
Max Wagner – Rumania / (Colombia) Papá tenía un amigo con el cual crecieron juntos, hicieron la vida juntos; era un muchacho ortodoxo. Una noche vino el muchacho a la casa, y le dice: “Siéntense, tengo una noticia muy triste, Haskel. Dentro de un mes usted ya no puede estar acá a donde está en este momento. Si no se va de Kadafindeshki*, lo van a matar; y si se queda, me matan a mí, porque yo soy el jefe nazi del pueblo.”
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) Para los profesionales, para los médicos, fue muy difícil, los sacaron de su trabajo en las clínicas; para los abogados fue muy difícil, mi mamá tenía un hermano que era abogado en Múnich, no podía ir a los juzgados.
A mí, las niñas me decían: “Usted judía… ¡váyase!” o le quitaban a uno las cosas… me escondieron las cosas. No me hicieron daño así, pero yo estuve siempre muy triste y lloraba en el recreo; y las niñas entraron a la hitlerjugend, se llamaba eso (las Juventudes Hitlerianas), eran en sus uniformes, y uno así.
Cilli Reines – Ucrania / (Colombia) Ese era el miedo de uno, por ser judío nada más.
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) Cuando a nosotros nos sacaron el 9 de noviembre del colegio, también, nunca más podían ir a las universidades. Nunca. Es que era… siempre después hemos pensado que Hitler nos quiso al principio alejar de toda cultura, por eso nada de colegio, nada de universidad, nada de teatro, por ejemplo, nada de esto. Nos quiso alejar de estudiar, de mejorarnos, y también de ganar para vivir.
Jaime Segal – Besarabia, Rumania / (Panamá) Ya había comenzado la guerra entre Alemania y Rusia, entonces el Gobierno rumano ya era un Gobierno pro-nazi y ya venían sembrando el odio contra los judíos, aunque todavía no se metieron directamente sino sólo a nivel, digamos popular; exaltaban pues el pueblo contra los judíos pero no llegaron a alterar la vida cotidiana, entre comillas.
Hubo un pacto firmado de no agresión entre Alemania y Rusia. Como consecuencia de ese pacto los rusos ocuparon a Besarabia y también obtuvieron una parte de Polonia oriental, y los alemanes se tomaron un pedacito de Polonia occidental.
En el momento en que entran los rumanos de nuevo a Besarabia, nosotros estábamos bajo un régimen ruso stalinista, que ya fue una época negativa, de mucho estrés para la familia, porque de acuerdo con los comunistas todas las personas que tenían posesiones de tierras eran considerados burgueses, y por ser burgués eras candidato a ser enviado a Siberia.
Entonces, todo el año ‘40 que había ocupación rusa, vivíamos en la casa todo un periodo de gran angustia y de miedo, de que cualquier noche se presentara la policía secreta rusa y nos embarcara hacia Siberia.
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) Vino el dueño del apartamento y dijo que no podíamos seguir viviendo allá, que él quería tener el edificio limpio de judíos. Entonces vino una ley que uno tenía que dejar la vivienda. ¡Y otra vez a buscar!
Hans Peter Katz – Austria / (México) En 1941 los judíos fueron obligados a llevar la estrella amarilla cocida a la ropa. Me recuerdo: yo estaba muy orgulloso como si tuviera una medalla, me fui a caminar a los bulevares y a las calles principales digamos, de la ciudad de Bruselas. Y me insultaban, no me pegaron pero me insultaron: “Ese sucio judío…” Los belgas aprendían de los alemanes.
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) Había un periódico que se llamaba Der Stürmer (El Antisemita). Y eso lo compraron mucho, y dibujaban los judíos como personas muy feas físicamente. El odio era tanto, tanto. ¿Por qué? Porque él dijo que si estamos, Alemania no se podía recuperar.
Jaime Segal – Besarabia, Rumania / (Panamá) Al entrar el ejército rumano, inclusive uno de los tíos de mi papá salió todo contento a saludar a los rumanos, porque lo estaban saludando de los comunistas, y como eso fue en las primeras 48 horas que había toque de queda, él fue el primero de los que cayó de la familia. Y el otro detalle del pogrom es que en las primeras 72 horas hubo una matanza de judíos en nuestra ciudad, de aproximadamente unos cincuenta y tanto.
Entran los rumanos y nos encontramos con que, en vez de sentirnos liberados, se convierten en aliados de los nazis y hacen ese pequeño pogrom.
JUNIO 1939 INVASIÓN, GUERRA, PERSECUCIÓN… CAPTURA
Pierre Wolff – Francia / (El Salvador) Ellos invadieron Polonia en septiembre del ‘39, después invadieron en el ‘40 a Francia, y casi todo Europa fue ocupado por las autoridades alemanas. Una vez que estaban establecidas las autoridades alemanas, ellos sacaron leyes antijudíos especialmente, antirracistas, era también contra los gitanos. Y los judíos tenían que – o la ley que salió, que todos los judíos (a partir de, no me acuerdo si son de 6 ó 7 años) tenían que ponerse una Estrella de David, con fondo amarillo, y que decía en el centro: JUIF, que es el equivalente a judío en francés. En España fue neutral, ahí no pasó nada, y tampoco en Portugal, ese es un país que era neutral durante la Segunda Guerra Mundial.
Así llevamos esa estrella para distinguirnos de los no judíos; teníamos todos, usamos nuestro chaleco y la famosa estrella. Y además tuvimos que presentarnos a las alcaldías con nuestra ID, nuestra tarjeta de identidad; y nos pusieron un sello: “judío.” Y al mismo tiempo sacaron leyes que usted no podía, digamos, ir al cine, que no podía ir a campos de fútbol o a parques, que no podía salir después de las 6:00 ó 7:00 de la noche, no podía. Había horas limitadas. Usted podía ir a un almacén entre las 2:00 y 3:00 de la tarde, y no podía a las 5:00 de la tarde; eran horas que tenía usted que respetar porque arriesgaba…
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) El 1º de septiembre empiezan las clases en el hemisferio norte, y ese día Hitler invade Polonia. Y las primeras bombas cayeron sobre nuestra ciudad. Y ahí se cayó de mis manos el portafolio, se cayeron todos mis sueños que se hicieron añicos.
Simón Burstein – Polonia / (Panamá) Nosotros hemos caído en el sector ruso. Entonces la guerra nos llegó un poquito más tarde. La invasión de Alemania - Polonia se realizó en el 1939, y a donde nosotros vivíamos llegó en el año 1942, o sea, yo tenía 2 años y medio cuando llegó la guerra a mi lugar. Es ahí donde empezaron todas las peripecias.
Regina Engelberg – Polonia / (Guatemala) Hitler atacó Polonia después que había atacado ya otros países, pero que él sólo hablaba mucho que va a atacar y atacar.
Al fin vino el día en que atacó Polonia, y yo vivía en una ciudad grande: Łódź; y cuando oímos los bombardeos creíamos que eran los ejercicios de los soldados polacos, pero ya era Hitler que bombardeaba Polonia.
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) Desgraciadamente en 1939 cuando estalló la guerra, los nazis atacaron Polonia desde el primer momento. Estoy en este momento viendo... Estuvimos en familia, yo agarraba a mi papá del pantalón porque era la más chica…: “Papá, ¿qué pasa, papá?” Papá: “¡Están bombardeando!” Yo ni sabía qué es bombardeo, porque vi los aviones en el alto, y yo gritaba: “¡Papá, papá! ¿qué pasa?” “No pasa nada. Estos son nuestros.” Un polaco decía: “Son nuestros, son nasz, nasz.” “Hacen en este momento (dice) deporte para ver cómo van a andar contra los alemanes.” Pero después cuando empezaron a bombardear Varsovia ya no eran nasz, ya eran de los nazis.
Este momento nunca se me borró de mi mente. No había agua, no había panadería, no había nada para comer; de noche era bombardeo de artillería, y de la mañana, empezaron la mañana y la tarde de bombardear.
Stella Feiguien – Polonia / (Argentina) Pocos días después de junio de 1939, empezó la guerra: alemanes querían ocupar Polonia, los rusos también; pero hicieron un… cómo se dice… decidieron que la mitad de Polonia iba a pertenecer a Rusia, otra mitad a Alemania. Nuestra ciudad, Bialystok, tenía (digo) suerte de pertenecer a los rusos.
Entraron alemanes a todo Polonia, ocuparon, y los rusos debían escaparse hasta Rusia, y era algo tremendo. No me recuerdo bien si era… me parece junio año ‘41. Y apenas llegaron los alemanes a Polonia, a Bialystok, dieron orden que teníamos que ir a los guetos. El gueto era un lugar donde solamente vivían judíos. En Bialystok había 60.000 judíos y 40.000 polacos; y era una parte de ciudad, la peor, más pobre, malas viviendas.
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) No sabíamos a dónde ir, porque toda Varsovia estaba en llamas, bombardeada; y ellos tiraban estas bombas, que cuando caía la bomba de incendio, sulfato, no sé, y entonces empezó a caer el fuego de un lado, de otro lado, de otro lado. No era en este momento donde se caía la bomba, era en el momento donde se caía y después se desparramaba por todo lado; así que hemos vivido dos o tres meses hasta que ellos invadieron Polonia.
Sigmund Halstuch – Polonia / (Colombia) Cuando estalló la guerra… primero entraron a la ciudad los rusos, Unión Soviética; estuvieron del ‘39 hasta el ‘41, porque a Polonia la dividieron entre Rusia, o sea, la Unión Soviética y Alemania.
En el ‘41 estalló la guerra entre ellos. Entonces al poco tiempo entraron los alemanes a la ciudad.
Y yo estaba sentado en el balcón leyendo un libro cuando de repente vi a los muchachos esos de la Gestapo pegándole a mi mamá.
Helene Gutkowski – Francia / (Argentina) Cuando empezó la guerra mi papá se alistó (como muchísimos hombres) como voluntario, y después de algunos pocos meses Francia fue derrotada; o sea, no hubo necesidad de ejército, así que empezó la vida en París, desde el ‘40 hasta el ‘42, hubo una vida, digamos, con cada vez más persecuciones, más limitaciones, más prohibiciones; pero en general mucha gente logró escabullirse y sobrevivir, hasta la famosa Rafle que tuvo lugar en julio del ‘42 y que a partir de este momento la gente ya se dio cuenta de que había que realmente tratar de esconderse porque la cosa se ponía muy mal.
Salomón Faschler – Polonia / (Costa Rica) Una mañana aparecieron carros con alto parlantes, diciendo que todos los judíos deben de presentarse en la plaza principal de la ciudad, porque de lo contrario, si se quedaban en la casa, serán fusilados. Entonces, toda la población se fue desplazando hasta ahí.
Helena Finkelstein – Ucrania / (Colombia) Primera acción… fue en octubre 10; principiaron a llegar a las casas, tumbar las puertas y se llevaban a la gente. Primero llevaron toda la inteligencia, que son médicos, abogados, maestros, a la Gestapo para entrevistarlos; cientos los soltaron después de 24 horas y el resto se los llevaron, ¿a dónde?, para matarlos.
Salomón Faschler – Polonia / (Costa Rica) Y casi todos mis hermanos estábamos juntos; pero debido a la gran cantidad de gente y debido a la violencia que se desató contra la población, gente… es decir, soldados y policías armados con perros, perros que se le tiraban encima, entonces se produjo un verdadero caos y las familias se separaron.
Jaime Segal – Besarabia, Rumania / (Panamá) Ya a partir de la tercera semana vino la etapa de que ya oficialmente las autoridades rumanas nos avisaron que teníamos que prepararnos para salir de la ciudad toda la población judía. Previamente nos hicieron ir a las afueras de la ciudad en un depósito de madera, a todos los judíos; cosa aprovechada por el populacho y los antisemitas para sacar la mayor parte de nuestras pertenencias. Ahí pasamos varios días; y después nos permitieron regresar a nuestro hogar, y lo que nos quedaba teníamos que prepararnos y llevarlo en carretas tirados por caballos; y así tuvimos que emigrar desde nuestra ciudad para dirigirnos hacia Transnistria (es una región en la parte oriental de Ucrania).
Salomón Faschler – Polonia / (Costa Rica) En esto yo diría que fue todo el día, porque movilizar a cientos de miles de personas, yo no sé exactamente cuántos, pero aquello era un mar de gente. La ciudad donde nosotros vivíamos era básicamente una ciudad judía, una población mayoritariamente judía. Y al final llegó un momento debido ya a los disparos y muertos y perros por todas partes, yo entré al baño, pero aproveché de que el baño tenía como un alto, me subí al alto, y me quede ahí dormido hasta el día siguiente.
Cuando yo desperté (bajé de ahí con mucho cuidado), estuve viendo lo que estaba pasando, pero ya no había nada… A muchos se los llevaron. Caminé como… yo calculo unos 10 kilómetros. Y así logré llegar hasta el bosque.
Jaime Segal – Besarabia, Rumania / (Panamá) En las carretas sólo podíamos ir los niños, los viejos y los enfermos. La gente adulta, sana, iban detrás, es decir, eso era lento el desplazamiento.
Como fue en los meses de otoño, es decir, que había muchas lluvias, lodo, etc., ese recorrido duró como dos semanas; y en el camino pasamos ya frío, lodo, lluvia, toda la situación desagradable que se pueda imaginar. Y en el camino, de hecho, murieron enfermos, la gente enferma, algunos viejitos y también algunos niños pequeños fallecieron en el camino. Claro, se quedaron ahí sin enterrar.
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) Corríamos de un techo a otro, que estaba prendida una casa; mi papá me gritaba: “¡Guinucha!” Porque en polaco me llamo Guinucha. Me agarraba de la mano, me gritaba: “¡Skocz! ¡skocz!” Que quiere decir: “¡Salta!” Me tenía de la mano de un balcón a otro, y me decía que yo salte. Le dije: “¡Papá, tengo miedo!” “¡Papá (gritaba), tengo miedo!” Dice: “¡Te van a matar si no vas a saltar!” Y así saltaba de un techo al otro.
Regina Engelberg – Polonia / (Guatemala) Así comenzó la historia muy dura de este día. Ya no había colegios y fue que todo ya cambió, la vida ya cambió, ya estábamos encerrados; bueno, quiero decir, de noche ya no se salía, ya todo oscuro; y así llevó un buen tiempo, ya escaseando la comida; en la ciudad de noche, a media noche, corríamos sin luz a buscar pan para el otro día, había colas en las panaderías, de una vez escaseó todo.
Y así seguía de mal en peor, guerra, no tardamos mucho en la ciudad que ellos decidieron (los alemanes) meter a los judíos de la ciudad grande en un gueto, completamente arrodillados, con púas; y pasar por un puente que ya no había ningún contacto con la gente no judía.
SEPTIEMBRE 1938 LA NOCHE DE LOS CRISTALES ROTOS
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) Teníamos mucho miedo porque sabíamos que el Grynszpan había matado al secretario de la embajada; enseguida todo el mundo pensó: “Eso sí nos va a costar caro.” Pero no sabía mucho y estaba de afán, era noviembre, todavía era de noche, y mucho frío; y me vestí rápido para ir al colegio, así que hasta que yo llegué del colegio no me di cuenta de nada.
Pierre Wolff – Francia / (El Salvador) En París, en Francia, en 1938, un judío polaco que estaba refugiado en Francia, asesinó el tercer secretario de la Embajada de Alemania en París, él se llamaba Ernst vom Rath. Cuando esa noticia llegó a Alemania, ya había acá judíos, habían matado uno de sus diplomáticos, empezaron a quemar almacenes judíos, a matar judíos, a quemar sinagogas y todo eso.
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) Y estuve allá en el colegio cuando me llamaron y me dijeron que había llegado mi madre. Yo me asusté muchísimo, porque ella nunca, nunca, había ido al colegio, ni lo conocía; eso no se acostumbraba, que los padres fueran. Y ella vino y me dijo: “Mira, te tienes que traer tus cosas, tú no puedes volver allá porque ya te lo explico, eso me dijeron mis vecinos, y vamos rápido.” Me fui con mis cosas. Y entonces en la calle sí yo vi la verdad. ¡No! Los muebles volaban por las ventanas, los vidrios de los almacenes rotos, las mujeres en las calles gritando, llorando. Eso era tan, tan terrible. Ni hablar de comida que se conseguía, y ya sabíamos que la sinagoga estaba en llamas, y también almacenes y casas, y… una total destrucción.
Hans Peter Katz – Austria / (México) Después en Viena vino la Kristallnacht, eso fue el 30 de septiembre de 1938, donde turbas de malhechores, en ningún uniforme, se dedicaron a romper todos los aparadores de cristal, de vidrio, de las tiendas de judíos, y poner con pintura blanca: “judío”; y la policía no hacía nada; o sea, sabían perfectamente que eran agitadores o algo, en civil.
Después de esto, mi papá tenía una tienda de artículos de seda en el centro de la ciudad, y quedó destruida, los aparadores, y robaron lo que había a portada de mano; y emigró, mi papá emigró ilegalmente a Francia, atravesando la frontera entre Alemania y Bélgica, y Bélgica y Francia, lo cual, pues era aparentemente muy difícil pero mi padre lo logró.
SEPTIEMBRE 1938 EL KINDERTRANSPORT
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) El kindertransport empezó después de la Noche de los Cristales Rotos, enseguida después. El día después, el Barón Rothschild y el del cine, Richard Attenborough (que hizo la película de Gandhi), dijeron: “No podemos salvar la gente pero podemos salvar niños.” Entonces empezó él… no sé qué hizo que habló con las autoridades alemanas para que dejen salir niños.
Hans Peter Katz – Austria / (México) Mi mamá añoraba a su esposo, y supo que se estaba organizando en Viena un transporte de niños judíos para Bélgica, autorizado por la Gestapo, o sea, autorizado por las autoridades alemanas; hubo que esperar como tres semanas. Después nos confirmaron a mi mamá y a mí, que yo podría ir en ese transporte.
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) Yo sé que todos tenemos que agradecer nuestra vida a esa secretaria. Sí. Ella hizo listas donde sabe que hay niños y nos mandó a nosotros, mi amigo y otros adolescentes, que vamos de casa en casa donde hay niños y preguntamos a los padres si quieren mandar los niños a Inglaterra, a familias inglesas, y que los niños van a estar allá bien, y van a estar vigilados, y todo va a ser muy bonito. Y algunos no quisieron, otros sí quisieron. Y eso pasó en todas las ciudades: en Frankfurt, en Berlín, en Stuttgart, en las ciudades grandes. Y el primer transporte salió todavía en diciembre, y fue de Viena; más o menos 10.000. Muy pocos días antes de la guerra. Los niños que fueron y los padres dijeron: “Escríbanos, escríbanos,” nunca podían escribir, ya no había comunicación.
Hans Peter Katz – Austria / (México) Mi mamá me llevó a lo que quedaba de la sinagoga principal. Cuando rompieron los cristales, al mismo tiempo incendiaron todas o la mayor parte de las sinagogas; entonces recuerdo, el recinto existía, estaba ennegrecido por el fuego que le pusieron, y ahí, empleados de la misma comunidad judía con un brazalete amarillo, nos preparaban para el viaje.
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) Entonces la Gestapo nos dio una lista: qué podían llevar los niños, cuánta ropa interior, cuánto esto, cuánto lo otro, juguetes, todo. Con esa lista fuimos a las casas y después le dijimos a los padres: “Tal y tal día salen. Tal y tal día ustedes tienen que estar en la estación de trenes.”
Hans Peter Katz – Austria / (México) Nos pusieron una etiqueta de cartón con nuestro nombre, la ciudad, la edad, fecha de nacimiento, origen (creo); era como un cartón y arriba como celuloide para que no se echara a perder. Después entraron unos uniformados de la SA (todavía no había SS) y dijeron a las mamás que se despidan de sus hijos porque no pueden ir a la estación; y efectivamente, se despidieron las mamás llorando. Y llegaron unos camiones del ejército, camiones verdes del ejército alemán,
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) Y en Frankfurt yo ya tenía que estar lista con los niños. Y pobrecitos, ellos ni sabían a dónde iban. ¿Usted se imagina eso tan triste? Si yo lo pienso y yo no sé... Eso no es humano. Miraban por la ventana. Y los padres se achicaron y se achicaron. Y el 80% de los niños jamás volvieron a ver sus padres, quedaron huérfanos.
Hans Peter Katz – Austria / (México) Y al cabo de tres días duró, el tren atravesó toda Alemania; llegamos a Colonia, una ciudad gótica, antigua; y de ahí otra vez camiones del ejército vinieron a buscarnos. ¡Ah!, es interesante, el tren nunca paraba en una estación donde había pasajeros. Los alemanes en todo tiempo tendían a que el público no se enterara de los movimientos de judíos o de represión a judíos.
En Colonia fuimos llevados otra vez por los camiones del ejército a un asilo de niños muy, muy bonito, muy limpio; nos esperaban las señoras del asilo, nos pudimos bañar después de tres días, y nos dieron bien de comer.
Después supimos que hubo algún problema administrativo para atravesar la frontera, eso se resolvió en tres días; y fuimos otra vez a la estación y ahí ya subimos a un tren belga en lugar de un tren alemán; y ya sin supervisión de la SA (Sturmabteilung). Y en el tren había enfermeras de la Cruz Roja Internacional; y nos llevaron, al cabo de dos horas, a una casa de campo muy grande con jardín, en la que estuvimos dos meses muy bien atendidos.
Éramos 405 niños en el transporte. La Cruz Roja en el Inter le pidió a la comunidad judía de Bélgica que básicamente los judíos vivían en dos ciudades: Bruselas la capital y Amberes el puerto.
Y después de dos meses nos llevaron ya en el camión, en sus pullman muy elegantes, camiones turísticos, a uno de los grandes hoteles de Bruselas. Nos colocaron como pieza de ajedrez, con un propósito: para que la gente que viniera a escoger a los niños, pudiera circular y vernos de frente, de lado y atrás.
Hasta que se quedó parado delante de mí una pareja, más o menos de 55 a 60 años de edad; hablaron entre sí, me miraron. Luego llamaron a una de las señoritas, que era una enfermera de la Cruz Roja, con un bloque de pedido, y ya estaba yo vendido a la pareja.
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) Poco después de la guerra salieron listas grandes, de familiares que buscaron a sus familiares. Y esas listas las pusieron en los árboles, en las paredes, por donde andaba uno. En Cuba todavía hay una, había listas… ya cuando uno sabe que se perdió la guerra. Y cuentan los niños que cuando acabó la guerra se fueron a las listas a ver si encontraban a los padres, y no. Fue una época muy, muy terrible, y muy triste.
JUNIO 1941 FORMACIÓN DE GUETOS
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) Apenas entraron, el barrio de los judíos quemaron; y nosotros, la casa, quemaron todo, todo; y había una sinagoga muy grande en Bialystok, y juntaron mucha gente allá y lo quemaron adentro en la sinagoga, con la gente junto. Y después entró en gueto y había que estar en gueto, y nos pusieron la estrella amarilla, y no podía salir afuera del gueto.
Cilli Reines – Ucrania / (Colombia)
Yo me puse siempre la Estrella con orgullo; soy judía. Qué importa, pongo la Estrella. Un día me cambié de vestido y no me di cuenta y no puse la Estrella, iba con mi amiga y el hermano de ella era médico. Cuando ya casi entramos a la casa, de lejos vinieron los gendarmes y se dieron cuenta que no tenemos… nos sacaron de la casa. Primero le dieron a él con la culata, diez en una mano, diez en la otra, después mi amiga, después a mí; por tres semanas no pude cerrar la mano, se me hicieron hematomas acá, pero no me podía ni desvestir ni vestir porque las manos estaban hinchadas; pero uno pasa por todo y resiste.
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Nos llevan a las mujeres, niños y ancianos a camiones; y los hombres, ahí a partir de los 13 años los muchachos caminando. Era 60 km más hacia al Este, a otra ciudad donde formaban el gueto. No sabíamos a dónde vamos. Pero previamente, antes de movernos, antes de moverse los camiones, hicieron pasar al frente a los notables, que era un rabino, dos médicos, un abogado, y algunos intelectuales más; y los fusilaron en nuestra presencia, ahí en la plaza. Este fue el primer paso del descenso al infierno.
Jacobo Brod – Polonia / (Colombia) Con la ocupación alemana necesitamos todos desocupar nuestros apartamentos y pasamos al gueto y estuvimos en el gueto de Łódź; allá mismo, ese era… no una concentración de judíos, era como un campo de trabajo; en el gueto de Łódź se concentraron alrededor de seiscientos mil judíos, que trabajaron en diferentes e inimaginables profesiones, desde zapateros, sastres, hasta joyeros y hasta falsificadores de moneda.
Cilli Reines – Ucrania / (Colombia) De ahí nos sacaron de la casa; era el 11 de junio de 1941, y regresamos en el año 1945. Nos dijeron: “Cojan las cosas, lo que puedan en la espalda, y salgan”; y nunca más volvimos a la casa. Primero a pie hasta Kashica (son 30 kilómetros de mi ciudad), después de ciudad en ciudad. Nos quedamos en Sivolozka un pueblo en Ucrania.
Allá nos metieron en unos galpones bastante grandes. Éramos mil ochocientas personas, quedamos vivos ciento ochenta, el resto murió de tifoidea, mi papá también murió en ese tiempo.
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) La Gestapo era lo peligroso, más peligroso. La SA no era tan peligrosa, pero la SS fue muy peligrosa. Esa era de los uniformes negros, y la SA de los carmelitos, y la Gestapo no se reconocía (iban sin uniforme).
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Los llevaron caminando y se divertían con ellos por el camino, y el que no podía caminar les hacían caminar de rodillas y más de uno quedó muerto en el camino. Así nos trajeron al gueto.
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) Donde nos permitían comprar comida la compramos, y lo peor era comprar el carbón, porque las estufas uno lo calentaba la casa con carbón. No nos quisieron vender el carbón. Y dijo mi mamá, y yo creo que ella tenía toda la razón: “Si eso sigue, nos morimos de frío y de hambre.”
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) El que tenía joyas, pieles, entregar las radios… un aparato de radio en aquel entonces era una joya, no cualquiera tenía. Se entregó todo esto a los nazis antes de sacarnos de nuestro pueblo.
Yo empecé a sufrir ya hambre desde el año ‘41, porque en el gueto, si conseguíamos algo… a los hombres los llevaban para trabajos forzados y arreglar caminos, lo peor que había; y por eso traían un cuarto de pan, los nazis les daban.
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) También lo terrible fue de ese invierno, porque fue un invierno que teníamos que entregar no solamente toda la plata (plata, no dinero, sino cubiertos), lo que uno tiene. Y teníamos que entregar toda nuestra ropa de invierno: abrigos, sacos, todo. Imagínese, con ese invierno tan terrible. Inhumanos, inhumanos.
Helena Finkelstein – Ucrania / (Colombia) Faltaba la comida; uno que tenía plata compraba al mercado negro, y si no tenían plata: aguantaban hambre.
Jaime Segal – Besarabia, Rumania / (Panamá) Mis padres para poder sobrevivir se fueron a trabajar al campo de los campesinos locales, quienes les pagaban con alimentos o con cantidades mínimas que apenas nos permitió sobrevivir. Claro, terminamos desnutridos y en condiciones muy lamentables.
Lo básico de la alimentación eran los vegetales del campo: papas, maíz, algo de pan y de trigo, y vegetales que se traían de los huertos de los campesinos; eso era lo básico. Pero muchas veces que no alcanzaba suficiente para todos, comíamos la concha de la papa; se ponía, uno los ponía al fuego para matar el hambre. Entonces, muchas veces comíamos sólo una vez al día, o dos veces al día.
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Mi mamá era la mayor de todas las hermanas. De manera que éramos siete. Nos otorgaron una pequeña piecita y dormíamos en el piso. Cuando uno se tenía que dar vuelta, tenían que darse vuelta los siete.
Dentro de todo, esto todavía era un paraíso, porque estábamos todos juntos, todos estaban con vida; y era, como siempre, ¿qué es lo último que se pierde? La esperanza; pensábamos que algún día esto va a terminar. Y enfermedades, no había medicinas, nada, había mucha mortandad; cada día traían de otros pueblos de alrededor también, gente, hacinándonos; pero con todo esto, esta chispita de esperanza siempre vivió en nosotros.
Stella Feiguien – Polonia / (Argentina) Después de ser - no tanto tecnología pero no nos faltaba nada. Y cuando teníamos que ir después a este lugar tan horr- tan feo; y yo no podía creer. En una pieza teníamos que dormir mi mamá, mi hermana, yo, y una cocinita chiquita.
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) Entré en el departamento de mis primitos. Estaban dos en la cama. ¡Dios mío!… Y uno saca la mano y me dice: “¡Guinucha, Guinucha! Mirá, mi hermano me comió la mitad de la mano.” Le dije: “¿Sabes qué pasa? Si vos lo vas a hacer no te voy a traer ninguna una comida más.” Y él dijo: “¿Sabe? Es tan rica la carne, tan rico los huesitos.” Entonces le dije: “¡No lo hagas más!” Le dije: “Trae la ollita, te voy a dar un poco de comer.” Me sacó la ollita. Al día siguiente yo fui a verlos, estaban los dos muertos. Pero esa cosa yo nunca puedo sacar de mi mente. Esto te hablo del gueto de Varsovia.
Stella Feiguien – Polonia / (Argentina) Cuando empezó la guerra ya empezaron a venir de Varsovia mucha gente, se escaparon de Alemania, y vinieron a parte que ocupaban los rusos; y un día en nuestro colegio apareció un muchacho muy lindo, Mietek, que vino de Varsovia con su mamá y su tío.
Mietek empezó a andar con mi amiga Sonia, se querían mucho. Cuando estuvo en Varsovia, se dio cuenta que la mamá se hizo católica con hermanas, él también ya tenía papeles, con la plata le hicieron papeles; y volvió a Bialystok para buscar a Sonia, se casaron el 15 de septiembre de 1942. Y después Sonia se fue con Mietek, ya tenía papeles como católica.
Un día yo entré a la casa de ellos porque también en gueto vivíamos cerca. Y Mietek me dijo: “Stella, te quiero comentar algo, escúchame bien: Quiero que vayas conmigo a Varsovia y no vas a vivir más en el gueto.”
—“Mietek, ¿qué estás hablando? ¿Cómo voy a dejar a mi mamá y mi hermana?”
Nunca me podré olvidar cuando él me dijo: “Stella, cuando vayas a estar en el tren, que van a Treblinka, a cámara de gas, vas a gritar: ‘Mietek ¿dónde estás? ¡Sálvame!’ Pero ya va a ser tarde.”
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) Al principio eran como 100 calles el gueto, y había nazis que entraban en el gueto así como eran dueños de la vida de uno.
Simón Burstein – Polonia / (Panamá) Uno sale del gueto: “¿Dónde nos vamos a esconder?” Ahí comenzaron otras peripecias, porque mis tíos, mi familia, conocía muy bien el lugar de ese pueblo, entonces ellos siempre buscaban dónde poder hacer un hueco y esconderse; o sea ellos hacían huecos en lugares cerca de ríos, para que no nos falte el agua; y en la noche salían a robar comida, a veces conseguían, a veces no conseguían. Y así durante todos los 2 años y medio fue eso. Había gente que sabía que nosotros estábamos vivos, que eran ex empleados de mis tíos, ellos sí los recibían y a veces le daban pan, para poder sustentarme a mí, otras veces le daban grasa de chancho, con eso me sustentaban a mí, y eso así traspasó la vida, con sustos, peligros.
JUNIO 1944 EVACUACIÓN DE GUETOS
Helena Finkelstein – Ucrania / (Colombia) Después vino declinación del gueto, llevaron a todos en trenes o caballos, yo no sé, porque nos dejaron en nuestro apartamento, a toda mi familia mataron.
Pierre Wolff – Francia / (El Salvador) En abril del ‘44, es decir, en pocos meses antes del desembarque de los Aliados en el norte de Francia, en Normandía, que era el 6 de junio. Allá en abril (abril, mayo, junio), tres meses antes, las autoridades alemanas junto con la Gestapo, que era la policía secreta alemana, juntamente con la policía francesa que ya colaboró también con las autoridades alemanas… No hay que olvidar eso, que no solamente había los alemanes sino también había una policía francesa que colaboraba con los alemanes.
Los alemanes vinieron a arrestar a mis padres; pero en ese momento uno no sabía que había cámaras de gas, no se sabía, yo no lo sabía. Uno cree que iba a un campo de concentración como un campo de prisioneros de guerra, ¿verdad?, y después que la guerra termine uno está libre otra vez; pero nadie se imaginaba, ¿quién se imagina cámara de gas? Yo, a mí no me entraba eso.
Simón Burstein – Polonia / (Panamá) Cuando los alemanes rodearon el gueto, comenzó la correría, comenzaron los disparos y la correría; la gente salía del pueblo, salía, salía…; y mi mamá, mis tíos y la tía también, comenzaron a correr para fuera, y mis tíos cuidándolas.
Sigmund Halstuch – Polonia / (Colombia) Entraron y se llevaron un poco de gente, se llevaron a mi hermano, a mi abuela y mi tía. A mi hermano lo soltaron porque dijeron que disque era para trabajo, era joven; y los abuelos, abuelas, se las llevaron, supimos después que los llevaron en trenes como de ganado…
Simón Burstein – Polonia / (Panamá) Como esa zona era muy conocida por mis tíos, mi tía, mi mamá; había bosques, granjas, ríos; entonces ellos sabían exactamente dónde podían esconderse. Parece que buscaban los huecos donde cavaban los topos, donde hacían sus madrigueras; y eso es lo que mis tíos a veces buscaban, las madrigueras de los topos para poder nosotros entrar.
En una ocasión, en una madriguera, no sé si era en una de topos o que ellos cavaron, estábamos escondidos nosotros, los cinco conmigo; ellos estaban durmiendo y yo estaba despierto; de repente vi una mano (y eso me acuerdo), yo vi una mano metiéndose; nosotros éramos tan flacos, que una mano gruesa no podía pasar por donde esa persona metió la mano; metió la mano y quería tocar algo ahí, porque el sospechaba que había judíos escondidos en ese hueco, y no conseguía a nadie; ahí desperté a mi mamá, mi mamá vio eso, me calló ahí: “Tranquilo, tranquilo”; y pasaron unos minutos, como el hombre no encontró, se fue.
Cuando anocheció un poco, mis tíos dijeron: “Nos vamos de aquí.” Agarramos y nos fuimos a buscar otro hueco, cavamos no lejos de allá. Pero en la noche del día siguiente oímos una explosión. El polaco que estaba buscando dónde estaban los judíos, trajo alemanes, ellos agarraron con dinamita o granada, metieron adentro y explotaron ese hueco; y ese fue el tipo de miedos que nosotros hemos pasado.
Raquel de Gedalovich – Ucrania / (Colombia) Un tío mío, que parece que pasó la Primera Guerra Mundial, hizo un escondite en el bosque, donde uno entraba por entremedio de un árbol abajo de tierra, a un búnker. Era oscuro, con lámpara de gas, de petróleo; sólo de noche se salía. No, era horrible.
Sigmund Halstuch – Polonia / (Colombia) Mamá quería suicidarse. Andábamos con veneno en el bolsillo, xianuro de potasio, que eso era lo más escaso que había, pero la señora del laboratorio (que era muy amiga) los consiguió; pero yo le decía a mi mamá que yo quería vivir.
Simón Kaplan – Argentina Yo estaba a 20 kilómetros; hicieron un pozo, los fusilaron y los taparon. Eran bosques de pino, kilómetros y kilómetros, y allá los mataron a todos. En Rudna había un lugar que se llamaba Gorki. Gorki son montañitas. En esas montañas había jardines de pinos; y allá hicieron un pozo el 11 de noviembre del año ‘41 y los mataron a todos, los fusilaron y después lo taparon con cal.
Sigmund Halstuch – Polonia / (Colombia) Ya viendo que casi iban a acabar con matar a todos, salimos, nos fuimos. Y estuve allá primero en un establo, como 9 meses algo, en un hueco. Él separó en un taller que él tenía allá, hizo 80 centímetros una pared falsa y abrió como un túnel desde la alcoba de él, debajo de la cama, para pasar a ese espacio; y allá estuvimos como 9 meses sin salir, sin ver luz, nada, sufriendo de hambre muchas veces, porque cuando la señora del que nos escondió, peleaba con él, no nos daba de comer a nosotros.
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) Ya no había ni dónde esconderse. En el bosque, eso le quiero decir, en el bosque yo me escondí muchas veces.
Helena Finkelstein – Ucrania / (Colombia) Principiaron llevar, tocar las casas, puertas, todos nos escondimos de los sótanos; entonces principiaron a sacar la gente de las casas, llevarlos por la calle principal de la ciudad, que llevaba hacia el cementerio judío, ¡pero nadie sabía qué estaban haciendo en el cementerio! Allá estaban haciendo huecos grandes para hacer matanzas. Pudimos ver de nuestro apartamento los grupos de la gente que llevaban con los niños, bolsillos en la mano y soldados alemanes, y los llevaban al cementerio.
Salomón Faschler – Polonia / (Costa Rica) Los guetos, que fue el primer lugar donde aislaron a los judíos, pues rápidamente desaparecieron, porque ya toda la gente o fueron ejecutados o los mandaron a campos de concentración.
Helena Finkelstein – Ucrania / (Colombia) En el cementerio tenían que desvestirse. Cuando llegaba sábado dijeron: “Hacemos otro día”, entonces los mandaron para la casa; y los sobrevivientes de esta matanza nos contaron: los hicieron desvestir y uno por uno tuvo que brincar a la fosa. Los que volvieron vivos, porque salieron de la tumba, ¿de tumbas, cierto?, contaron lo que pasó. Muchos niños quedaban sin padres, huérfanos; entonces las familias que no estaban desbaratadas cogían estos pobres huerfanitos para darles de comer y criarlos.
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) Había en Bialystok, que lo clavaron a un hombre en un clavo la cabeza. Hicieron cualquier cosa. No eran gente, era peor que… un animal no hace eso. Era terrible, terrible. Mataban por matar, con ametralladoras; era así, así.
Y cuánta gente lo hicieron vivos y los tiraban en el pozo, los taparon. Todavía no estaban muertos. En 5 metros ahí, después tiraron a la tierra ahí.
Regina Engelberg – Polonia / (Guatemala) Así la gente comenzó, los jóvenes, a desintegrarse porque no había comida, y comenzaron muchos a desintegrar, a enfermarse, a morir mucha gente joven. Aparte de estas muertes los alemanes llegaban al gueto, hicieron un comando de la misma gente judía que les ayudaban, como policías comandos, les ayudaban (por lo menos recibían sus raciones de comidas), pero nunca aseguraban su vida tampoco. Recogían mucha gente en el gueto para llevarlos a Auschwitz a matar, a quemar, primeramente: gente grande, niños chiquitos, llevaban por mayor; esto fue la desaparición de tanto judío que, usted sabe, mataron 6 millones.
Ester Majchel (hija de Gueña Wajntraub) – Polonia / (Costa Rica) Una hermana de mamá los acompañó porque ellos no eran casados. Cuando se casaron en la frontera con Rusia, la hermana de mamá se devolvió donde la familia, y después ellos se enteraron de que al día siguiente de que ella volvió los mataron a todos.
Regina Engelberg – Polonia / (Guatemala) Lo más duro, fue lo más triste, que en el gueto cuando sacaban gente, nadie sabía; era mejor para nosotros, y no sabíamos dónde los llevaban; creíamos sobrevivir por allá, en algún lado trabajar. Después se supo la verdad.
Francisco Witcher – Polonia / (Argentina) Mi padre fue ejecutado por policía polaca. Pasó la noche. Al otro día avisaron a mi madre que venga a ver el cadáver de la aldea donde estaba la policía polaca; en cada municipio, todo Polonia, era el destacamento. Y lo vio muerto, y volvió, y nos dijo que somos huérfanos de padre.
Pasamos la noche en silencio, nadie lloró, nadie habló; y al día siguiente, llegó una orden de abandonar la aldea y a concentrarse cerca de una ciudad pequeña donde vivía una familia de mi tío, que eran diez hijos y un nieto; y esta ciudad era abierta, no era gueto.
Ahí supimos que nos llegó la hora, al final era los últimos (digamos) asentamiento judíos que fueron liquidados por todo su contenido; y también nos tocó a nosotros, junto con los demás judíos de esta pequeña ciudad, que era de dos mil o poco más judíos, de alrededor y de allá.
Jaime Segal – Besarabia, Rumania / (Panamá) En la zona de Transnistria había como 116 campos de concentración; y precisamente los rumanos no habían adoptado el sistema de exterminio con hornos o con fusilamiento, pero sí ellos adoptaron el sistema de irnos exterminando progresivamente por hambre, por enfermedades, por maltratos; y de vez en cuando, si había alguna concentración, aprovechaban y mataban a unos cuantos, nos fusilaban por cualquier motivo, digamos, banal.
Francisco Witcher – Polonia / (Argentina) Los mayores hablaron entre ellos; eran tres o cuatro: mi madre, mi tío, y dos vecinos, también familiares de mi tío; y decidieron después, llegaron nosotros, ya era tarde, viernes, dijeron así: “Hemos elegidos los diez, nosotros, los más aptos para sobrevivir,” porque en este piso de tablas hay un sótano, donde se usaba para guardar todos los tubérculos y todo lo demás, para pasar el largo invierno crudo en aquella zona; fueron preparados para diez, que parados podían caber diez parados; entre los diez estuve yo, mi hermana, dos primos y los demás.
“Cuando llegue el momento fatídico bajen esto; y los que sobrevivan, que no olviden que cuenten lo que paso acá y lo demás”; y así fui. A la madrugada estaba oscuro, ya escuchamos los tiros, los gritos: “Salgan rápido”. Todo fue rápido; y corrían, y escuchamos que llegaron también a la casa; todas las casas de judíos fueron marcadas.
Entre los diez soy el único sobreviviente que quedó; y este es el legado que estoy cumpliendo como sobreviviente de los diez, y en homenaje a mi madre; porque para ellos y los demás, los hijos, empezó la agonía dolorosa y muy difícil de explicar, separando los hijos de la madre, los hombres de las mujeres. Ahí empezó el final.
DICIEMBRE 1942 LLEVADOS COMO MANO DE OBRA
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) Era también cuestión de esta ruleta rusa, porque tenía todos los días para llevar al trabajo, que venían trenes de Hungría, de Checoslovaquia, de Eslovaquia, de todos lados.
Bombas como yo hice, granadas, aviones, canalizaciones; era manos libres, no le pagaban nada, no le daban de comer; qué le importaba, tenían todos chicos de 14, 15 años, todas las chicas, que aprenden; que yo aprendí a hacer todo esto.
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) Mientras que estuve en Stuttgart, la Gestapo vino al apartamento, y también de los otros amigos que estuvieron conmigo, que nosotros no podemos estar sin colegio y que tenemos que trabajar para la Gestapo. Fuimos con él a una oficina donde había varias personas que conocimos.
Mientras yo estuve en la oficina por las mañanas o a veces por el día, por lo menos, nunca me ocurrió que me podían sacar.
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) Y mi papá era pintor de casas, y él trabajaba en la Cruz Roja afuera del gueto; él tenía permiso para entrar y salir; y yo salía de un agujero para comprar algo, y después yo iba allá para comprar, para llevar al gueto las cosas.
Regina Engelberg – Polonia / (Guatemala) Entonces instalaron el gueto, con muchas fábricas, pero no estaban construidos ningunos edificios, solo arreglado bastantes lugares para que traigan máquinas; y trabajamos para los alemanes. Esto fue buena cosa, porque de todos modos por este trabajo nos mandaban comida para no vivir y no morir, no era comida, escaso todo.
Los edificios estaban provisionados muy sencillos pero cabían muchas máquinas y hacíamos mayormente uniformes para ejércitos de los alemanes; así fue muchos años, desde el mero principio; y eso era mejor que no haya esto, porque si no, era pura llevar a la gente a la matanza; pero los que servían todavía los dejaban en estos lugares a trabajar, les convenía.
FEBRERO 1943 CAMINO A LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) A nosotros nos agarraron el 5 de febrero, y estuvimos allá parados, y después la noche pasamos en el tren, y el 6 salimos y el 7 en la mañana llegamos a Birkenau, el 7 de febrero de 1943. Y yo tengo número acá.
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) Los alemanes en Berlín iban a mandar a campos de concentración no solamente los judíos, también los casados con judíos. Mischehe. Misch es mezclar, y ehe es matrimonio. Y ya los hombres, como 90 – 80, ya estaban en una cárcel. Y las mujeres se pararon en frente de la cárcel y no se iban. Por días y días. Eran como 90 mujeres. Y eso creció y creció, y había miles. Hasta que Hitler dijo: “Ya no se puede más, déjenlos.”
Jacobo Brod – Polonia / (Colombia) Y así nos mandaron de un campo al otro, una parte a pie, otra vez nos metieron en trenes; dos horas adelante del tren, después de dos horas atrás, y nos descargaron en el mismo sitio; y así llegamos al campo de Buchenwald.
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) Antes de Auschwitz Birkernau, yo estuve en Lublin, Majdanek, que nos llevaron no sé cuánto tiempo, nos llevaron con el tren ida y vuelta; éramos como sardinas unos encima de otros; y esos gritos de la gente que era tan mal adentro en los trenes, les daba claustrofobia; porque era un olor que uno hacía sus necesidades, tenía que estar así adentro en los vagones, peor que animales nos llevaban. La gente gritaba, se cortaban las venas, adentro la gente pisaba encima del otro y gritaban, golpeaban. Entonces abrían el vagón donde se gritaba, y salía la primera tanda que se abría el vagón, y empezaron ¡tututu! Rompían y mataban la mitad de la gente, y se caían.
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Viajamos en los vagones durante dos noches y tres días con dos baldes para necesidades; en un vagón donde entran sentados, bien apretados, 50, nosotros éramos más de 100, uno sentado arriba del otro. Muchos ancianos muertos, hubo una cantidad de muertos. Cuando llegamos a Birkenau, Auschwitz, cuando abrieron esas compuertas se cayó esa masa hedionda.
David Feuerstein – Polonia / (Chile) Yo tenía un carácter, ¡fsh!… defender y todo esto, y luchar. Tenía 16 años y medio, 17. Me puso… De 1000 que viajamos de Auschwitz-Birkenau, a esto, tres días y tres noches: 200 murieron en el camino, sin higiene, en estaciones pararon para limpiar y esto otro.
(…) Mandaron de vuelta a Auschwitz-Birkenau. Y quedaron 200 personas… Estuvimos allá 10.000 personas, la mayoría judíos franceses, de Salónica, de Corfú, de Atenas, la mayoría de Salónica; de 14, 16 años todos.
Muchos perecieron, casi el 90%, porque ellos hablaron laddino. Y alemanes, eso es Gestapo, todo, que cuidaron a nosotros, no entendieron, ni nosotros podemos entendernos, con la mano si… Yo especialmente tenía moral obligación darle a estos chicos griegos. Y había un SS que cada día mató uno, en agua esto.
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) No, ¿escapar del campo? Eso era imposible, imposible. Porque estaban vigilando de todos lados. Usted sale y ya lo matan. Y aparte, escapar, ¡a dónde va a ir! Yo por ejemplo como judío, yo escapo, ¿a dónde voy a ir?, ¿voy a entrar a su casa? Usted tiene miedo. Si la agarran, mire: en su casa la matan a usted y a su familia, que no tiene nada que ver; usted arriesga la familia y su vida.
MARZO 1943 LA SELECCIÓN
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Nos separaron los hombres de las mujeres. A los hombres llevaron a un lado. A las mujeres empezaron a seleccionar. Y mujeres, niños, ancianos, todos subiendo a los camiones para – a dos cuadras estaban las cámaras de gas; pero todo con engaño, hasta el último momento. No sabían a dónde van.
Stella Feiguien – Polonia / (Argentina) Estuve, me parece, tres meses en Pawiak… y un día nos llevaron con trenes a Majdanek. Majdanek, a campo de concentración, donde había judíos y polacos; y me recuerdo cuando nos trajeron a Majdanek, nos llevaron antes de todo a los baños; y yo me recuerdo que ya en aquel entonces sabíamos que ellos - alemanes gasificaban a los judíos; y antes de baños vimos mucha ropa, inmensos… Y yo digo: “¿Por qué hay tanta ropa?” Después sabíamos que era ropa de los judíos que les hacían sacar todo, porque ellos entraban y en el mismo baño donde uno se bañaba, les ponían gas.
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Nos desvestimos, hubo que dejar toda la ropa, nos raparon la cabeza; y yo de repente veo - mi tía estaba detrás de mí. A mí me tatuaron con 33502 y a ella con 503.
Jacobo Brod – Polonia / (Colombia) Cuando la selección, cuando nos mandaron a la ducha, pero allá recibimos agua, no gas; y cuando salimos de la ducha me entregaron unos harapos, me entregaron una chaqueta que tengo hoy día en mi poder, que es decir, se encuentra con una película de testimonio mío para mi bisnieto.
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Al día siguiente cuando ya nos llevaron rapadas y desnudas, después de esto nos tatuaron y nos hicieron correr como dos cuadras por la nieve, desnudas, a las duchas; y de las duchas no sabíamos qué va a salir: agua o gas. Corriendo dos cuadras así, por la nieve. Felizmente salió agua. Y después nos dieron unos trapos para ponernos.
AGOSTO 1943 LAS CÁMARAS DE GAS
David Feuerstein – Polonia / (Chile) Fuimos allá 75 de nosotros, directo a cámara de gas, la selección, cinco, estuvimos dos días y dos noches en barracas, desnudos, sin nada, para ir a la selección. Los 75 que fueron con autitos chicos, que es cinco minutos a pie para la cámara de gas, ellos pusieron autitos y gritaron: “¡Venganza, venganza! Si alguien va a sobrevivir, que cuenten esto que pasó.”
Y un SS abajo, de alto rango, dijo: “Los camaradas van al paraíso. Ustedes pueblo elegido especial…” Lo dijo incluso en palabras en hebreo, nos extrañó: “¿Estuvieron preparados para esto? Denle saludos, ustedes se van a encontrar en algunos días, en algunas horas… Cuánto no viene de transportes de Europa occidental, de oriental: ustedes son material disponible que la gas y la cámara, el crematorio… esto...”
Silvia del Valle (sobrina de Mario Lutsgarden) – Polonia / (Colombia) Entre los trabajos que hacía era, por ejemplo, pelar papas, recoger leña para el invierno para los soldados.
Y cuando estaba recogiendo leña, en una oportunidad lo dejaron entrar donde estaban los crematorios, y allí se encontró de frente con el horror, porque allí conoció realmente cómo era que estaban acabando con la humanidad, cómo era que estaban eliminando a la gente; y pues vio lo que eran: pues que llegaban a un salón donde los desvestían y después los metían en una ducha de agua hirviendo, y después estaban los hornos de gas, y dice: “En un segundo desaparecía”, y después estaban los hornos crematorios.
Y entonces vio todo el proceso, conoció todo el proceso sin querer, ¿no?, porque él iba a ir a recoger leña cuando se encontró con eso; y él dice que eso nunca, nunca jamás lo pudo olvidar.
Tiene 85 años y esto sucedió cuando él tenía 15, o sea, pasaron 70 años; y todavía tiene pesadillas. Eso no se borra yo creo que nunca.
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) No… nosotros tuvimos… pero el humo sí, el olor también. Cuando ya vimos el humo que salía, porque era no sé cuántas cuadras, en este rincón era todo, y el olor también era de quemas.
Jacobo Brod – Polonia / (Colombia) En el campo de Buchenwald, tengo un cuadro que no lo puedo borrar de mi mente: pilas de esqueletos humanos amontonados uno sobre otro, secándose al aire libre para después entrar al horno.
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) En el campo cuando fuimos y entramos allá, y era terrible, terrible. La primera noche que yo salí para hacer necesidades, había como maderas, así, como troncos de madera, uno arriba del otro; era de muertos, y yo no sabía, yo pensé que madera; había que pisar para cruzar, era terrible, era una cosa que no tiene nombre.
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Más de una de las madres a quien arrancaron se volvieron locas, igual después las llevaron a la cámara de gas.
Pierre Wolff – Francia / (El Salvador) Mis padres según documentos oficiales, murieron en las cámaras de gas de Auschwitz. (Yo tengo, le voy a enseñar después los documentos, que no es una invención mía). En Polonia es un famoso campo de exterminio, ¿verdad? Uno de los más famosos. Uno también de Buchenwald, Treblinka, Bergen-Belsen, que eran los peores de todos.
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) A mi mamá la empujaron a la cámara de gas con 37 años, que era la mayor de todas, y después venían las otras tías. Tengo la mirada de mi mamá presente… Se movieron los camiones y se fueron directamente; y las llamas de los crematorios salían. Ahí fue donde bajé el penúltimo escalón del infierno; todavía no era el último, porque lo que me tocó todavía vivir...
Stella Feiguien – Polonia / (Argentina) A mi mamá mataron el 16 de agosto en Treblinka, en la cámara de gas.
¿Vos sabés lo que es morir con gas? Yo no sé, no sé… es muy, muy difícil, muy tremendo, muy doloroso. Y yo a veces digo: ¿Cómo le dejé a mi mamá morir sola? ¿Qué coraje yo tenía de no quedarme con ella? Pero no sé, estoy acá y ella se fue, tantos años… Era tan linda, tan inteligente, tan buena madre…
David Feuerstein – Polonia / (Chile) En ‘42 que me llevaron para Alemania: la mamá, papá y los dos hermanitos, hermanita, corrieron detrás de mí, que me querían ver. Yo no los vi más. Yo sobreviví, ellos no. Ellos fueron en cámara de gas, el 15 de agosto de 1943.
AGOSTO 1944 NO SÓLO JUDÍOS…
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina)
En el año ‘44, hacía más de un año que yo estaba en el campo, vi de repente del otro lado del alambrado, trajeron un grupo de gitanos. Estaban los viejos, los niños, todos juntos. Hicieron fogatas allá, estaban viviendo así a la intemperie, pero me llamaba la atención que estuvieron ahí más de una semana; pero centenares, varios miles, estaban ahí. Y mirábamos qué es lo que iban a hacer con ellos, pensando que los van a seleccionar como nos seleccionaron a nosotros.
Pero un día nos despertaron bien temprano, eran como las 5:00, como siempre nos despertaban para el recuento y después la salida para trabajos forzados. Nos encontramos que los desaparecieron todos. Los gasearon en una sola noche a todos. Todos salieron con el humo.
Estuvieron con nosotros también polacas; hablo en femenino porque las mujeres estaban aparte, en campos de mujeres, y hombres aparte. Muchas polacas, pero eran polacas que las encontraron con las manos en la masa: luchando en contra del invasor, la mayoría por política.
Muchas francesas y belgas, no judías, que luchaban también contra el nazismo. Hubo unas cuantas alemanas… no tantas. Por política, a los alemanes se les… Hitler construyó Buchenwald, que era mucho antes que Auschwitz, donde mandó a todos los que estaban en contra de él, a todos los que no coincidían con el nazismo; pero hubo muchas alemanas ladronas, prostitutas, que mandaron a Auschwitz.
Hubo… incluso yo tenía cierta amistad con ella, una austriaca socialista, no judía, que desde el ‘42 estaba en Auschwitz por socialista. No sé cómo cayó allá. Así que hubo de todo; y yo fui testigo de eso.
1944 LA AGONÍA
Regina Engelberg – Polonia / (Guatemala) ¡¿Usted se puede imaginar un infierno?! No se puede uno imaginar, porque nunca lo ha visto, y sólo se imaginaba que los que son - pues la gente van al paraíso, y los malos van al infierno. Ahí estaba el infierno, pero puro infierno.
Raquel de Gedalovich – Ucrania / (Colombia) Nos cortaron el pelo, nos dieron una pieza de ropa, nos untaron con específico (eso era para la limpieza). Sin sábanas, sin colchón; ocho personas en un lado, ocho del otro lado; cuando uno tenía que voltearse, tenía que voltearse todo el mundo porque no se podía; era de tres pisos las camas esas, como camarotes.
La comida era, dieron una olla de comida para todo el mundo, una sopa; yo creo que las papas eran sin pelar y todo lo que daban. Al principio nadie comió, después el hambre los venció y comieron.
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) Esto pasó en Birkenau, en Auschwitz. Después que me acostaba con todo este trapo mojado, sin colchón, sin frazada, entonces uno se acostaba sobre el otro del frío y para secarse un poco. Eran tres de un lado de maderas, te acostabas adentro, no eran las marineras; y al día siguiente yo le gritaba: “Saca los pies, saca las manos.” ¡Estaba muerto!, entonces dormías con los muertos. Pero ¿sabe qué pasa? No hay que tener miedo a los muertos. Los muertos cuando se mueren no te pueden hacer nada.
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) Y empezaron, para salir, e hicieron… ahí se llamaba apel. Apel es echar a la mañana temprano toda la gente a ver, que sacara la lengua y la mano, y pasaban los alemanes y miraron quién estaba más o menos enfermo. Algo vieron, sacaron y lo… Todos los días.
Era terrible que no tiene nombre, que uno no se puede imaginar, uno mismo ahora piensa: ¿Es cierto eso? Y no había agua, no había nada.
Y tifus es contagioso, no dejaban salir, entonces estuvimos seis semanas y había uno con nosotros y lo escondimos porque lo sacaban a matar.
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Nos levantaban muy temprano para contarnos. El recuento era una tortura que no se puede contar: temblando, tiritando de frío, con lluvia, con nieve, nos contaban; de a 10 había que ponerse. Y si aquí le faltaba uno, aquí le sobraba uno, entonces horas enteras estábamos y nos contaban. Cuando salíamos a trabajar, si salían 100, había que – las 100 tenían que volver, y entre las 100 siempre 2 - 3 y a veces más, se traían muertas; pero había que traerlas de vuelta, para que ellos se den cuenta que nadie se escapó.
Max Wagner – Rumania / (Colombia) Había un jefe en la mina, un búlgaro, malo como no se puede imaginar, andaba todo el día con un bastón así de caucho. Le estaban pegando con el bastón, y gritaba el viejito y llorando. Yo me salí de la mina en el punto en que estaba, y me fui a donde estaba el viejo y a donde el búlgaro le estaba dando golpes; fui, le cogí el palo al búlgaro allá, y le dije: “Le quiero advertir una cosa: de hoy en adelante, usted a donde le da un golpe más, ¡lo matamos!”
Llegó el día siguiente, llegó un carro Volkswagen, se bajaron cuatro tipos, y traían un taburete. En esto uno de ellos dijo: “¡Max Wagner, venga para acá!” Salí. Yo ya sabía; cuando vi que llegaron con esto, yo sabía qué me espera. “Venga, quítese la ropa, toda; y vas a responder por las amenazas que le hizo al jefe. ¡Acuéstese!” Y empezó con el bastón, dele, dele; para esto hay veinticinco golpes, es como una pena de muerte; no grité, no lloré, aguanté los veinticinco golpes lleno de sangre, lleno.
Stella Feiguien – Polonia / (Argentina) Hacerme alguien que no sos, no es fácil; pero pasaron meses, y después de Majdanek nos llevaron, me parece, a Ravensbrück, otro campo de concentración pero que estaba en Alemania. Era más grande, más rigor. Me recuerdo que teníamos… porque por ejemplo en Majdanek yo trabajaba en una… (¿cómo se llama?) arreglaba medias, en confecciones. En Ravensbrück nos mandaron tempranito, a las 6:00 de la mañana, a sacar tierra y hacer grandes pozos. Y en cuatro esquinas estaban alemanas con grandes perros, que si uno no podía llevar la tierra cuando ellas querían, por poco a mí me agarró un perro.
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) Poco tiempo después ya nos mandaron a campo de concentración de Auschwitz y otro sucursal, y minas de carbón. Trabajé en minas de carbón. Uh, allá era un desastre, trabajo muy pesado muy pesado, era triste.
Y en Auschwitz había uno que quería escapar, y entonces lo agarraron y lo pusieron en el alambrado, y todo el mundo cuando tenía que pasar y ver cómo está, si uno va a querer escapar así termina.
Bueno, y después trabajamos en la mina de carbón. Había tres turnos: a la mañana, a la tarde y a la noche. Y trabajé, y cuando uno trabajaba de noche, estaba de día allá, pero no le dejaban dormir.
Stella Feiguien – Polonia / (Argentina) Por lo menos teníamos que trabajar una semana durante el día doce horas y otra semana de noche doce horas. Felten, eran fábricas de municiones. Entonces trabajábamos haciendo contra nuestros amigos las armas, porque no teníamos otra alternativa; porque si no, nos mataban; y era tremendo hacer armas contra nuestra gente.
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) Yo trabajaba en la noche, estuve de día en la casa allá; y entró un camión con pan, y había que descargar, y fueron a buscar gente para… y yo también; y yo subí arriba del camión para alcanzar el pan y llevar ahí. Y estaba el Mayor del campo en la ventana al frente, y él miraba todo; entonces ya faltaba poco, agarré un pan y lo puse abajo en el saco, y estaba con la mano así. Me llamó y: “¿Qué tenés acá?” —“Nada.” Agarró así con eso, y me dio una paliza; pero eso no terminó. Trajeron un banquito. “¿Cuántos años tenés?” 16 ahí ya tenía casi yo. Y con un palo me dieron 16 palizas. Pero usted siente los primeros 4 ó 5, después ya no siente más nada; pero después es el asunto. Se le pone así, quistes, usted no puede ni caminar; y me dieron 16 palos de eso.
Y adentro, en el campo, había un capo (usted sabe lo que es un capo), y eran obreros, y querían entre ellos juntos hacer un túnel para escapar; y entonces había uno, se ve que fue y lo entregó; y lo agarraron, me parece 15, lo llevaron y lo ahorcaron; y todo el mundo cuando vino del trabajo tenían que pasar para ver, y ellos estaban colgados.
Y nosotros cuando fuimos a trabajar íbamos encadenados. Había una varilla de hierro y cadenas, cadenas chicas, y la mano cada, y la varilla de a dos, íbamos así para ida y para vuelta; era mucho, muchos episodios.
Stella Feiguien – Polonia / (Argentina) Se trabajaba porque no teníamos otra salida, teníamos que trabajar. Y nos revisaban las armas que hacíamos, el armamento que salga bien, que no hacemos mal para… ¿viste? Porque si no, nos podían matar enseguida también; así que era muy difícil, en invierno y verano y… horror… poca comida o casi nada. Yo me recuerdo que había un tiempo que casi no había comida de ninguna clase, porque en Alemania ya había cada vez menos, entonces era una cosa muy tremenda.
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) Y cuando estuvimos trabajando ahí en las minas entonces uno sale sucio, negro, y hay lugares que siempre cae agua, y las minas también, de carbón; y entonces uno sale y nos íbamos siempre al baño para ducharse y cambiar; y no dejaron tranquilo, y “¡correr! ¡Rápido, rápido!”
Había que caminar, porque es lejos, y usted va cansado del trabajo y tiene el carbón como gas, usted va todo mareado; uf, era, para subir ida y vuelta, y a veces mojado, porque según el lugar, era terrible, terrible.
Había que aguantar mucho, mucha cosa. Uno puede contar y siempre hay más, se acuerda más cosas y cosas.
David Feuerstein – Polonia / (Chile) Pero… vi cosas… ¡Abriendo mujeres embarazadas de niño antes que nacen! Ellos se emborracharon.
En Auschwitz murió 8, 9, 10, hasta 11, 12 minutos. Aquí en 25. Gas no fuerte y cuánto se les sacó para quemar en camino. Cambiaron el color. Y él era borracho… era su trabajo, porque no había cámaras de gas allá, entonces así los mató miles.
Silvia del Valle (sobrina de Mario Lutsgarden) – Polonia / (Colombia) También contó, por ejemplo (de las cosas que contaba en Auschwitz), que era muy duro por las mañanas: cuando amanecían había muchos cadáveres de prisioneros que se suicidaban acercándose a las alambradas.
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Tuve mucha suerte, porque cuando yo ya no podía caminar, yo tengo una pierna que no la doblo, que me salvaron después, acá me operaron, allí había una especie de hospital que en realidad no era hospital, era una antecámara de muerte: el que entraba acá al día siguiente lo llevaban a la cámara de gas.
Pero ahí me encontré con una médica que hablaba muy bien el ruso, y yo sabía el ruso muy bien. Ella me dijo: “Yo no sé si te voy a poder salvar pero sí voy a tratar de esconderte y de ayudarte en todo lo que pueda.” Y me dio una cama allá en este hospital, y me tenía, meses me tenía allá; y cuando se enteraba que hay una selección, porque seleccionaban todos los días para la cámara de gas, ella me mandaba al campo de trabajo; y al día siguiente yo volvía, y otra vez me metía en la cama y me ponía una venda.
ENERO DE 1945 LA MARCHA DE LA MUERTE
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Ese día cuando se rinde Von Paulus el 2 de febrero del ‘43, se considera históricamente por los historiadores, el principio del fin del nazismo, y ahí ese día a nosotros nos liquidan en el gueto y nos llevan con carros a los trenes para meternos a los vagones, y el 2 de febrero nos traen a Birkenau y Auschwitz, donde me arrancan de mi familia.
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) ¿Por qué se dice marcha de la muerte? Porque vino una orden de que tenemos que salir urgente, esto fue ya en Auschwitz, porque los rusos se acercaban; entonces dijeron que todos tenemos que salir en un minuto, salir, ¡éramos como un millón de personas! ¿Saben qué era? ¡Todos querían salir primero! Entonces estaban los nazis adelante, primera tanda que quería salir: ¡tututu…! lo mataban enseguida. Y después cuando salían, porque ya tenían miedo que los rusos venían, entonces nos sacaban, y éramos escudo humano. Sabe que de noche nevando con estos suecos que nos pusieron, con este trapo…
Jacobo Brod – Polonia (Colombia) Estuvimos en este campo alrededor de doscientas personas, y principió tan famosa marcha de muerte, mandándonos a caminar… Claro, la vestimenta eran harapos.
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Llega el año ‘45, enero del ‘45. Ya allá los americanos ya pisaron Francia, ya Francia era libre. Los rusos por el camino se encuentran con un campo de exterminio como Madjanek, con las manos en la masa estaban los nazis ahí. En las cámaras de gas estaban los cadáveres, y prendidos los crematorios, así que ellos deciden… Esto era más cerca de la frontera rusa, pero Auschwitz era del otro lado de Polonia, entonces ellos deciden aniquilar el lugar más terrible, que era Auschwitz.
Entonces decidieron que nos van a evacuar, los que todavía estaban con vida, en enero del ’45, cuando casi toda Europa ya estaba libre; a nosotros empiezan a arrastrarnos por los caminos de Alemania, con la nieve hasta las rodillas, sin comida, sin nada, envueltas en algún trapo.
El 95% de los que todavía vivían, quedaban con vida, tanto en el campo de los hombres como en el campo nuestro, cayeron por el camino. El que caía ya lo remataban, no se levantaba más. Y así ida y vuelta, ida y vuelta. A veces en algún lugar conseguían que algún - los mismos nazis ya estaban cansados, veían que esto se termina, más de uno se escapaba.
David Feuerstein – Polonia / (Chile) SS con una bala, mató uno por uno, y estuvimos 200 personas, tuvimos que sacarlos y ponerles gasolina y quemarlos. Dos días antes que entraba Rusia.
MAYO 1945 LIBRES…
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Y resulta que los atrajeron bien hasta el fondo de la Unión Soviética, y donde Napoleón en aquella época no pudo pasar, porque a Siberia, de allí no pasa nadie: ¡50 grados bajo cero! El que no nació allá, no puede sobrevivir. Los mejores ejércitos hitlerianos llegaron a Stalingrado, allí fue la famosa Batalla de Stalingrado donde detuvieron a los nazis, donde fue el… ahí se rinde el primer General, el General von Paulus. Los mejores ejércitos quedaron hechos trizas; los que no se congelaron quedaron hechos guiñapos, los poquitos que quedaron con vida. Y Hitler en aquel entonces furioso, para ofenderlo, para denigrarlo, porque él dijo: “¡¿Cómo es que no pudo pasar?!” Le dijo: “El judío von Paulus.” Con eso él lo ofendió de la peor manera para él, para Hitler. La cuestión es que él se rinde. En realidad allá no ganaron tanto, mitad ganó el General Zhúcov que comandaba en los ejércitos rusos, pero la otra mitad fue el “General invierno”, con 50 grados bajo cero. Y ahí empieza de a poco el retroceso de los nazis.
Cilli Reines – Ucrania (Colombia) Se acabó la guerra. Esto era un 9 de mayo de 1945, nos liberaron.
Jaime Segal – Besarabia, Rumania / (Panamá) Cuando los rusos se estaban acercando, uno veía en las montañas cercanas empezaba a oír el cañoneo; y también cuando aviones venían ya, y habían varias batallas aéreas, presencié como niño.
Ester Majchel (hija de Gueña Wajntraub) – Polonia / (Costa Rica) ¿Cómo nos salvamos? Por huir. Ni hay que preguntar eso, cada uno se salvó como pudo.
Jacobo Brod – Polonia / (Colombia) Y así llegamos a un campo que se llama Ravensbrück, que era cerca de la línea de demarcación entre los soviéticos y los Aliados. En este campo estuvimos dos o tres noches, y por una mañana no había ninguna alarma para hacer el conteo, desaparecieron los alemanes y aparecieron los americanos y nos liberaron. Era el 15 de mayo de 1945. El estado como nos encontramos todos, entre todos los sobrevivientes, era muy trágico.
Salomón Faschler – Polonia / (Costa Rica) Hubo bombardeo y hubo un poco de pelea entre las fuerzas alemanas y los rusos, la aviación participó; pero finalmente los alemanes salieron de la ciudad y entraron los rusos. Fue muy espectacular la entrada de miles de tanques por ahí, que iban hacia Alemania.
Hans Peter Katz – Austria / (México) Y el 30 de septiembre de 1944, Bruselas fue liberada por el ejército, el tercer ejército inglés. Gran júbilo la liberación.
Jaime Segal – Besarabia, Rumania / (Panamá) Allá estuvimos – eso fue desde el año 1942 hasta 1945 cuando los rusos comienzan, después de la caída de Stalingrado, vinieron, pues tomaron la iniciativa y comenzaron a ganar terrenos hasta que llegaron al pueblo nuestro, y ellos nos liberaron.
O sea, que la paradoja de mi vida, y ya como niño, en ese momento ya yo tenía como 10 años y medio, vivir una primera etapa negativa bajo el régimen ruso con la amenaza de ser enviado a Siberia y ahora vinieron como libertadores.
1945 DESPUÉS DE SER LIBERADOS
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Mi tío de lejos le gritó: el que sobreviva, nos encontramos en nuestra ciudad; por eso hemos decidido volver a nuestra ciudad. Demoró más de un mes. Lo que fue la vuelta se puede escribir otro libro con los peligros que había por el camino, dos mujeres jóvenes, y los rusos violando a todas las alemanas; todo lo que hicieron es poco, porque los rusos no les hicieron la diezmilésima parte de lo que ellos han hecho en la Unión Soviética.
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) Después se empezaron a ir los rusos, que hablaban en ruso: “Nosotros te liberamos, nosotros tenemos derecho de violarlas.” Eso fue un desastre, que nos poníamos carbón en la cara, esos pañuelos, y parecíamos viejas, pero a ellos no les importó nada.
Y después yo subí a un techo, subía para viajar, porque tenía miedo viajar en los vagones, porque eran todos los rusos, todos los que iban de vuelta.
Pierre Wolff – Francia / (El Salvador) Yo no sabía nada de mis padres, no sabíamos nada. Y después mi deseo principal era saber qué pasa, ¿verdad? Después recibí unas informaciones que se fueron en el convoy, tren, en el tren 71 que salió de Dranse, un famoso campo en Francia, un tal tren, y que llegaron a Auschwitz, cuatro, cinco días después, y allá de una vez los mataron, los asesinaron.
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) Lo que pasa es que yo perdí 60 personas de mi familia. Cuando me vi: sobreviví una, rapada, 30 kilos, con piojos que me comían viva; y ¿dónde voy? No tengo dónde entrar. Era muy triste. No sé cómo pude reponerme, cómo pude armar una familia de tantos pedacitos que hicieron de mi vida.
Helene Gutkowski – Francia / (Argentina) Los judíos cuándo volvían a su lugar en Francia, bueno o prácticamente en todos los países, no encontraban las cosas como antes, como las habían dejado; o sea, mi papá tenía un negocio que estaba utilizado por otro; tenían un departamento que estaba utilizado por otro. Así que tuvieron que luchar bastante para recuperar todo eso.
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) Cuando venían los chicos de la guerra a un pueblo, a cualquier lado, los mataban los polacos. Después de sobrevivir esta odisea… porque yo le voy a explicar: tampoco yo pude entender porqué. Después entendí porque mis padres tenían muchos amigos que no eran judíos, entonces los padres, cuando pasaba todo esto dejaban los bienes: “Cuando vuelva me vas a devolver.” Pero los padres no pudieron, los mataron, entonces los chicos sabían, escuchaban que acá… “quiero esto, quiero otro”, entonces iban a pedir que le devuelvan. No le devolvían: lo mataban.
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Me dije: ¿y ahora qué? Estoy sola. ¿Y para qué? ¿Por qué no subí…? Años enteros yo tenía ese complejo de culpa: ¿Por qué yo no subí junto con mi mamá y no me fui con ellos? ¿Para qué tenía que yo…? ¿Para qué quería sobrevivir yo?
Hans Peter Katz – Austria / (México) Después de tres meses llegaban todos los días boletines, eran listas de sobrevivientes judíos por ciudades; yo visitaba esas listas, leía esas listas todos los días; y al cabo de dos meses me di cuenta de que mis padres ya no iban a regresar.
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) Y estuvimos de vuelta a Polonia y el lugar donde nací, por si alguien queda vivo o qué. Y había que estar afuera con las manos así, agarrándose, porque era peligroso, era terrible.
Oh, ¿quedarse en Polonia?, ¿en la tierra donde mataron a todos?, ¿quién podía estar eso? Queríamos escapar lo más pronto posible. Si en Polonia había antes de la guerra tres millones de judíos, ¿cuántos quedaron? ¡Nada! ¿Y quién se va a quedar?
(…) Entonces hicieron papeles para Uruguay, Paraguay, Chile, para nosotros tuvimos papeles para Uruguay, acá no dejaron entrar. Y al último después Perón liberó y dejó legal, porque entraron ilegal, e hizo legal después al último, pero antes no dejaron entrar. Fueron los nazis, todos los fascistas entraron.
1948 LAS CIFRAS
Pierre Wolff – Francia / (El Salvador) 4.500 judíos en Polonia, 125 mil judíos alemanes, 43 mil judíos franceses, 40 mil judíos húngaros, 277 mil checos, y así la lista sigue llegando alrededor de 5’850.000 personas en toda… niños, adultos, viejos, enfermos y toda… hasta un niño de un mes. ¡Increíble! No se puede comprender eso que… la maldad humana puede llegar a tal grado.
1948 CONSTANTE BÚSQUEDA DE LIBERTAD
El milagro de sobrevivir
Helena Finkelstein – Ucrania / (Colombia) Bueno, mucha gente se voló del gueto, cambiaban nombres, yo era una de ellas. Yo tenía un amigo del colegio que él se voló de la ciudad, se puso papeles, cambió su nombre y fue a una ciudad cerca de mi ciudad natal, se fue a otro lado de Polonia, sobrevivió a la guerra como católico, con otro nombre.
Pierre Wolff – Francia / (El Salvador) Vinieron con papeles, tarjetas de identidad que decían: Pedro Todosantos me llamaba, en francés: Pierre Tousaints; así que tuve que acostumbrarme también porque en mis pañuelos no tenía el nombre de Pierre Wolff.
Ana Cziszler – Rumania / (Colombia) Sobrevivimos por… gracias que somos de familia muy... no lujoso; y pues podríamos sobrevivir las necesidades. Tratamos de dormir menos y trabajar a escondidas para comida, conseguir comida; pues eso duró dos años; pero éramos, la suerte teníamos que éramos de familia pobre y estábamos acostumbrados a la necesidad; eso es la verdad, porque los que eran más ricos, más rápido se murieron de hambre porque no podían luchar.
Hans Peter Katz – Austria / (México) Hice unos trabajos para la resistencia, había una resistencia organizada belga contra los alemanes: poner bombas en lugares donde había soldados alemanes —y si los agarraban los fusilaban—, poner bombas en las vías del ferrocarril o hacer cosas, sabotaje, bombas y también sabotaje. Por contactos que yo tenía me ofrecí y me hicieron servir de correo. Era un niño de 11 años, no tenía yo cara de judío.
Y me dieron después una identidad falsa; entonces yo tenía papeles como Joan van Delvelde, un nombre belga, con mi misma fecha de nacimiento, para que en caso de que una patrulla me preguntara, supiera yo.
Y conseguí un trabajo en un laboratorio fotográfico que revelaba y hacía engrandecimientos blanco y negro, desde luego para el ejército alemán, pero yo trabajaba como empleado belga; y así sobreviví.
David Feuerstein – Polonia / (Chile) Fuimos allá 75 de nosotros, directo a cámara de gas, la selección; estuvimos dos días y dos noches en barracas, desnudos, sin nada, para ir a la selección. Nos dieron estos uniformes cruzados, azul y esto; a un grande le dieron chico, y chico… pero cambiamos de esto. De nosotros estuvimos ya 800 personas.
Yo me puse aparte. Le dije: “Yo hablé con jefe de la cocina…” De cuarentena estuvimos tres días y tres noches. No pudimos salir pero yo salí, y le dije que quiero trabajar en la cocina. “Sé hacer esto, esto. Tenemos lechería.” Él me dijo: “Póngase aparte.” Primero me dieron para cortar papas y después, en dos semanas esto, me vieron que estoy apto para la cocina.
Pero le digo: En la cocina hice lo imposible cómo ayudar, cómo mejorar. Fuimos a Varsovia para buscar comida para nosotros y también para esto: Me contacté con la resistencia, y me dijeron: “Sabemos. Usted habla polaco. Necesitamos que usted que está adentro, que viene. Vamos a esperar; y vamos a ayudarte para que podamos hablar esto.” Así trabajé hasta que el 1° de agosto todo liquidaron, al fin de julio.
Y sábado, cinco días después, un tanque entró en el ghetto y liberó. Estuve diez semanas luchando en Varsovia. Hay filmes de esto.
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) Los mataron a todos. Se llevaron, porque en campo tampoco dejaban entrar chicos. Yo entré a 15 años y sacaron, pero a mí mi papá me anotó mayor, que yo tenía más años (y que mi mamá era petiza y yo soy petizo); costó mucho pero qué se yo, cuando hay suerte, yo no sé, y me salvé, y quedé, pero trabajé, trabajé muchísimo, en muchos lugares.
Silvia del Valle (sobrina de Mario Lutsgarden) – Polonia / (Colombia) Varios prisioneros que estaban en un campo de trabajo (no era campo de concentración, era un campo de trabajo), aprovecharon la oscuridad que había, como una confusión, y cortaron las alambradas.
Huyeron muchos prisioneros; y en esa huida mi tío no pudo huir porque él se tropezó, cayó, y lo cogieron los alemanes; mi padre sí pudo huir y estuvo mucho tiempo escondido en los bosques;
Mi abuelo era sastre y les enseñó a sus hijos varones a ser sastres; y gracias a eso se salvaron mi padre y mi tío, porque fueron, entre comillas, útiles para los alemanes, porque les cosían los uniformes; y ellos se salvaron gracias a eso.
Salomón Faschler – Polonia / (Costa Rica) Yo iba creciendo y había que hacer algo conmigo para que la gente no sospecharan que yo era judío; pues la señora muy inteligente, ellos eran muy católicos, me llevó a la iglesia, ella había hablado previamente con el sacerdote y le había advertido que yo era judío; el sacerdote le dijo: “Bueno, está bien, tráigalo.” Y me dieron trabajo en la iglesia, me convirtieron en monaguillo.
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) Entonces digo a Ana: “Ana, si ahora no salimos nunca más vamos a vivir.” Yo la agarré del brazo y la arranqué conmigo y la lleve en un establo, establo que había lleno de vacas; y ahí nos metimos la mierda de la vacas y ahí estuvimos.
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Era la época del tifus, y se murieron varias. Y una de ellas murió justo cuando él salió, ya hacía varios días que estaba muy mal. Entonces Herta robó la lista donde él dejó, tachó mi número y puso el número de la polaca muerta. Cuando vinieron los hombres de los crematorios, sabían que tenían que llevar 90 mujeres u ochenta y pico, no sé cuántas. Estaban algunas vivas, algunas muertas, y así fue que yo quedé sola, se llevaron a todos.
Simón Kaplan – Rudna, Ucrania / (Argentina) Mi hermana tenía novio que era un Capitán del ejército ruso. Cuando ellos entraron a Rudna, él vino a casa, y vino a casa con un camión y quería llevar a toda la familia a Rusia central, a la casa de él. Mis padres no querían ir, mi papá me dijo: “Ron no te vayas muy lejos porque la guerra va a terminar dos o tres semanas, y no vayas lejos, volvés enseguida”, y así quedamos. Y yo me salvé porque me fui a la Rusia central.
Stella Feiguien – Polonia / (Argentina) Y ella me dice: “Escápate de Majdanek, porque pueden mañana traer gente de tu ciudad, de Bialystok, y van a saber que sos judía.” Así que no escuchés a estas dos alemanas y escapáte. Y realmente gracias a que ella me ayudó a pensar, me salvé; porque estas alemanas, después ellas trabajaban en la oficina, porque hablaban perfecto alemán, y las mataron en Majdanek.
David Feuerstein – Polonia / (Chile) No creo si vivo, me estoy pellizcando. ¿Cómo sobreviví y me permití cosas…? Sacaron revolver: “Te vamos a matar David.” Yo no podría contestar. A veces contesté. Quería pegarme. Me pegaron.
Helena Finkelstein – Ucrania / (Colombia) Llegó el tiempo, porque vino el señor que me salvó la vida, dijo: “Tengo que llevarte a mi casa, vas a estar como católica; y para los vecinos vas a estar como una familiar que viene de otra parte de Polonia para esconderse de los alemanes.” Entonces yo no podía arrimarme a la ventana; pero yo les ayudaba en la casa, lavaba ropita.
Llegó un punto que la situación se puso peor, donde yo no puedo estar en la casa donde ellos vivían. Cerca de la casa tenían una casita donde guardaban: madera, carbón, papas para invierno; entonces él hizo ya un hueco, en este hueco me metieron a mí; el hueco tenía una ventanita así, para poder tener poquito aire; me pusieron, no colchones, en ese tiempo habían colchones como hechos de paja, entonces me acostaron allá, me dieron almohada, una cobija; y cuando podían, en una ventanita chiquitita cuando él entraba, me tiraban por el huequito un pedazo de pan, una papa, algo para comer, un poquito de agua. En la esquina había un balde donde podía mover el estomago; pero yo no pude salir de allá nunca.
Cuando llegaron los rusos y liberaron la ciudad, me sacaron, pero yo no podía caminar porque yo estaba meses acostada o sentada.
Frida Goldberg de Gutriman – Polonia / (Costa Rica) Mi esposo, él iba con mucha gente que los llevaron con tren a Treblinka. En el camino, por la ventanilla, él se escapó; y llegó al pueblo donde él nació; tenía gente polaca que le dieron la estadía, y pasó dos años allá ocultándose con su hermano, que perdió a su mujer y a sus dos hijos.
Helena Finkelstein – Ucrania / (Colombia) Unos polacos católicos que iban a rezar pero salvaron, salvaron mucha gente, salvaron… había 31 personas por debajo de la tierra, tenían conexiones con la ciudad, tenían agua, tenían baños, se estaban bañando; y los ucranianos por plata traían comida.
Regina Engelberg – Polonia / (Guatemala) Había un movimiento de Berlín y pidieron 500 muchachas a trabajar a una fábrica. Nos dieron de todo, porque los hombres jóvenes ya no trabajaban en las fábricas, porque tenían que ir al frente, entonces ellos necesitaban gente, les enseñaban cómo trabajar en la fábrica, era la fábrica más grande de Europa, hasta la fecha existe. A mí me pagaron después de la guerra una indemnización de trabajo que yo hice allá, tuve suerte; estuve allá, como gente nos trataron, bien, 500 muchachas, así sobreviví; después ahí estuvimos un año, el último año de la guerra.
Stella Feiguien – Polonia / (Argentina) Me pusieron (¿cómo se llama?) cadenas para mi cuello, y fuimos y llegamos a Varsovia. Nos querían – nos tenían que llevar antes de todo a Gestapo. Era 1º de febrero de 1943. Nunca me voy a olvidar. Este día, después supe, no nos llevaron a Gestapo porque había una fiesta muy grande alemana y Gestapo estaba cerrado. Si me llevaban a Gestapo, no estaba ahora con vos.
Helene Gutkowski – Francia / (Argentina) Optaron, o sea, decidieron (cosa que debe ser muy difícil para unos padres) dejarme en una familia que no conocían, una familia muy humilde, una familia de campesinos. Así que mis padres me dejaron y ellos se fueron.
Hubo orden de los nazis de arrestar a dos mil personas en la zona, dos mil personas judías, porque se sabía, sabían que había judíos escondidos; entonces, las búsquedas eran tremendas…
Lo que hay que saber es que en la supervivencia de los judíos durante la guerra, no se debió ni a que uno era más fuerte o más inteligente, es una serie de milagros o una serie de golpes de suerte o de milagro.
Era la casa de una pareja francesa que no los conocía, mis padres no los conocían, y aceptaron que ellos se quedaran con - en su casa, y mis padres se quedaron con ellos hasta el final de la guerra. Entre nueve y quince meses deben haber pasado en esa casa, en… no en el altillo; ellos estaban ahí donde hoy hay un ventanuco, antes no había, ellos estaban metidos ahí; o sea, debajo de las tejas, ¿no?, en un espacio que tenía tres metros de largo, que podía parecer incómodo, pero era solamente 80 centímetros de altura y uno de ancho; y ahí tuvieron que estar los tres.
Había unas diez familias judías escondidas en distintas casas; y muy pocos días antes de la liberación, muy pocos días, hubo una denuncia y se llevaron a todas las familias, menos a la de mis padres y mi hermano.
A esas personas que salvaron judíos a riesgo de su vida, es que Yad Vashem después de un análisis exhaustivo de su historia, declara como “Justos entre las naciones.”
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) De repente vienen allá a donde estuvimos, nos agarraron, y eligen 100 personas pero bien fuertes así; nadie sabía para qué es, pensábamos: “A lo mejor para trabajo, para algo”; y entonces mi papá fue conmigo, me agarró y salimos de allá, de estas 100 personas. Estas 100 personas era que era la orden, porque mataron al alemán, agarrar 100 personas y llevar al cementerio y matarlos allá. Y nosotros no sabíamos nada, después supimos de eso.
Entonces estuvimos en la fila así, y los alemanes contaron que hay 100; y justo vino un oficial de la Gestapo, de la policía donde trabajamos nosotros, antes mi papá era pintor; y entonces él agarró y dijo: “No, ustedes salgan, los precisan allá para trabajar.” Nosotros no sabíamos nada, a dónde van esta gente, y así nos salvamos, mire usted.
Stella Feiguien – Polonia / (Argentina) En algún momento ya sabíamos que alemanes perdían la guerra. Muchas chicas… Ah, ahora sí, nos escapamos en bosque. Estuvimos en Alemania y porque ¿sabe qué? Teníamos miedo que nos van a matar.
Pierre Wolff – Francia / (El Salvador) Varios no judíos también me escondieron; y una de esas personas que me salvó la vida fue un noble católico, sumamente creyentes, el Barón de La Gard y su señora, que me escondieron seis meses en su castillo.
Años más tarde hice que el Barón obtuviera un reconocimiento del Gobierno francés, el cual fue publicado en el diario oficial de Francia.
También a la casa del señor Claudio Camp, él y el salvadoreño, Coronel José Arturo Castellanos, quien actuaba como Cónsul de El Salvador en Ginebra, Suiza, donde él salvó muchos judíos, ese señor Castellanos, porque como era diplomático podía dar documentos, ¿entiende? Dándoles documentos de la nación salvadoreña para que pudieran evitar ser deportados a los campos de exterminio; esto a pesar que tenía, parece, orden del gobierno salvadoreño de no hacerlo.
Francisco Witcher – Polonia / (Argentina) Cada municipio era especie de obra, donde había judíos, y cada uno tenía obligación de presentar la lista de todos los judíos de diez años en adelante; nombre, apellido y fecha de nacimiento, nada más; era la lista.
La lista de Schindler es otro capítulo; era su lista, que no estaba completa; pero a los nazis no les importaba la lista, porque en el campo de concentración éramos números; no tuvimos nombres ni apellidos, eran número para descontar cada vez más, para que queden menos.
En esta lista éramos mil doscientos: mil hombres y doscientas mujeres; después agregó en febrero del ‘45 otro grupo que también fueron aceptados, porque estaban ahí cerca en un tren, en un vagón, y también sobrevivieron, tres fallecieron; e hizo para nosotros estar con los Schindler, era como un oasis en pleno desierto.
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) Nos agarraron varias veces y escapamos, porque ya era la frontera, este entra, el otro entra, no se sabía qué, porque pueden salir los alemanes, entrar los rusos, pueden salir rusos, entrar de vuelta los alemanes, porque era la lucha; y así nos regamos, regamos.
Y hasta que un día nos escapamos y entramos a un tarro de basura para esconderse. Era terrible. Y al último nos agarraron la defensa civil, entonces nos agarraron y dijeron que… hablaron entre ellos: “¿Qué hacer con ellos?, ¿o matar o entregar a quién?” Entonces se quedaron entre ellos que nos van a tener a nosotros hasta que termine, y quien vaya a entrar ellos nos van a entregar a los otros.
Y pasó poco tiempo porque era la frontera, no sé, una semana, más o menos, o menos; a lo último entraron los rusos. ¡Oh! ¡Usted no puede imaginarse qué pasó! ¡Le besamos los zapatos a los rusos! La emoción era… son cosas para contar y contar.
Pierre Wolff – Francia / (El Salvador) La gente en la Segunda Guerra Mundial, la mayor parte de la gente era pasiva, no se interesaba mucho con lo que pasaba con los judíos, no estaba ni en contra ni a favor. Ha habido, naturalmente, personas no judíos, principalmente los católicos, que arriesgaron su vida escogiendo personas como yo, por ejemplo, que estaba escondido en familias no judías que arriesgaban sus vidas, varias familias.
Stella Feiguien – Polonia / (Argentina) No había dos Mietek. Yo cuando estuve allá le puse una placa y le puse: “Querido Mietek, you are a hero, vos eras un héroe; y gracias por salvar mi vida, y que todo lo mejor, que te quiero mucho a toda la familia,” algo así. ¿Entendés? Porque realmente que él era un héroe para hacer todo lo que hizo.
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) Yo no puedo decir que fuimos inteligentes en escondernos, porque en todo – no hay escondite que no encuentren. Pero yo creo que eso fue una mano de Dios, de todos que estamos ahí.
1947 ADOPTADOS EN OTRAS TIERRAS
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Yo sabía que en Argentina tenía unas primas. Es toda una historia hasta que los encontré, y en el año ‘47 llegué a la Argentina.
Frida Goldberg de Gutriman – Polonia / (Costa Rica) A los doce años con mis padres el pueblo se quemó, y nos llevaron a Siberia, que viajamos seis semanas con el tren, pero no era tren de vagones. Estuvimos seis años en Siberia. Seis semanas en tren, con niños, con viejos, con jóvenes; y en cada estación nos daban de comer los rusos, agua hervida y pan, nos tuvimos de hambre.
Salimos de Rusia a Polonia, después Alemania. En Polonia me casé con mi esposo (que en paz descanse, que ya no vive). Estuvimos tres años y medio en Alemania. Ahí nació mi hija. Después fuimos a Bolivia, ahí viví veinte años; y estoy aquí tan afortunado país: Costa Rica.
Pierre Wolff – Francia / (El Salvador) Y un año después conocí un caballero de El Salvador que estaba de vacaciones en Francia y él buscaba otro joven para su industria aquí en El Salvador. Así me vine yo a El Salvador, por ese señor, con ese señor.
Simón Kaplan – Rudna, Ucrania / (Argentina) Después me fui a Europa cuando volví de Rusia, me fui a Francia, por el JOINT. JOINT era una Institución filantrópica de Norteamérica, de los judíos ricos que abonaron para ayudar a la gente que vinieron de Alemania.
Estuve dos años en Italia, un año en París, pero tenía familia así lejana y nos mantenía, porque la UNRRA y el JOINT de Norteamérica mantenía todo eso.
Yo estuve en Alemania dos años, me operaron allá de apendicitis; y de allá me moví, de Marsella me vine a la Argentina; no a la Argentina: tenía que ir a Paraguay, de Paraguay no iba avión, me quedé en Uruguay.
Max Wagner – Rumania / (Colombia) A nosotros nos trajo desde Rumania hasta Colombia, HAYAD. Hayad es la Cruz Roja judía. Se hizo cargo de nosotros, todo.
Raquel de Gedalovich – Ucrania / (Colombia) Los partisanos los liberaron en los Sudetes. Primero los partisanos y al otro día llegaron los ingleses ¿no? No. Los transportes los hizo el JOINT (es una organización judía), y nos llevaron por todas las ciudades grandes, preguntaron a todo el mundo dónde quieren llegar. Estaba todo organizado, con buena comida y con gente que trabajaba para la… para salvar gente.
Cilli Reines – Ucrania / (Colombia) Como mi mamá y la familia estuvo aquí, nos mandaron los tiquetes, las visas de entrada y todo.
De Constanza a Génova (Italia) y de ahí seguimos hasta acá porque era muy difícil; es muy difícil el viaje en sí.
Lo mejor que hay en este mundo, y bendito sea el país y toda la gente de aquí. Nos recibieron, nos atendieron lo más de bien, y hasta hoy en día estamos en nuestra casa, nos sentimos en nuestra casa.
Hija de Eisen Ceslada – Polonia / (Argentina) Un largo camino, nosotros teníamos un familiar directo, que era hermana de mi papá, y en la época de Perón se hacía lo que se llamaba: llamadas a familiares, y mis tíos hicieron la llamada para mis padres y para mí, porque yo nací después de la guerra, en Berlín; en el trayecto. Y pasaron por Francia donde mi mamá también tenía familia que había quedado de la guerra y vinimos vía Paraguay.
A pesar de no tener idioma, teníamos un poco de familia en la provincia de Tucumán y teníamos la alegría de vivir en una nación donde no había guerra.
Helena Finkelstein – Ucrania / (Colombia) Mis padres - abuelos paternos, emigraron de Rusia hace muchos años, con otros hijos, y se establecieron en Estados Unidos. Cuando ellos supieron que yo sobreviví estuvimos en conexión con ellos, en contacto.
Ya estaban los americanos y organizaron esta cosa ORT. ORT recogía gente judía, que regresaba de todas partes después de esconderse y los mandaban a Israel o a Estados Unidos.
De Polonia no se pudo salir directamente, coger avión para ir a Estados Unidos, entonces cerramos nuestro apartamentico en Medellín, nos fuimos en un tren viajando a través de Checoslovaquia, llegamos a Alemania y fuimos también a Múnich.
Yo quiero Colombia, porque aquí uno respira con tranquilidad, mire después de vivir en tensión que eran los alemanes y los rusos, porque tampoco eran un oro; aquí estoy libre.
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) Mi mamá dijo que tenía mi abuelo unos hermanos en Estados Unidos. Y les escribimos pero no contestaron nunca.
Fuimos a Liechtenstein y nos ayudaron los familiares. Trataron de conseguirnos una visa para Cuba, porque el número que teníamos de Estados Unidos, 22 años, eso no sobrevivió nadie. Entonces nos consiguieron unos tiquetes para el tren, para llegar a – primero a Liechtenstein y de allá a Zúrich una parte, y a Cádiz para un barco a Liechtenstein y una visa.
Y llegamos a Cuba, y La Habana estaba llena de… dice que en esa época había 30.000 refugiados, ya en La Habana, todos judíos. Y allá estuvimos muchos, muchos, muchos meses, esperando la visa a Estados Unidos, que nunca llegó, hasta los diez años.
Jacobo Brod – Polonia / (Colombia) En París la situación no era muy favorable para los extranjeros, así que decidimos con mi señora salir del continente europeo y buscar una nueva vida en otro país, donde por anuncios de trabajo que yo vi en un periódico profesional, me llegó entre otras ofertas la oferta a Colombia; y así el 13 de octubre del año 1948, llegué a Colombia.
Silvia del Valle (sobrina de Mario Lutsgarden) – Polonia / (Colombia) Hubo un grupo de cincuenta niños que mandaron en ese avión que era un avión para paracaidistas, y él fue uno de los cincuenta niños primeros que mandaron a Inglaterra por petición de Lord Montefiore.
Estuvo más o menos como tres años en una ciudad que se llama Ascot en Inglaterra. Y bueno, ya de allí fue cuando ya un tío que tenía en Colombia, que vivía en Santa Marta, le dijo que se viniera para Colombia.
Mientras tanto, mi padre estaba allá en Israel y también le había escrito al tío de que él estaba en Israel y había sobrevivido. Entonces el tío fue el que, digamos, pudo hacer el puente entre estos dos hermanos para decir pues que estaban vivos los dos.
Salomón Faschler – Polonia / (Costa Rica) El único que se salvó fue este hermano mío Shurlim*, que era el tercero. Lo que pasa es que él, habiendo sido partisano, ellos eran héroes después de la guerra.
Ya grupos especiales de judíos de Israel estaban sacando a los judíos de Polonia para que fueran a Palestina; y él estuvo ya en contacto con esos grupos. La idea nuestra era viajar a Israel, a Palestina, nos estaban preparando para eso; pero un señor muy amigo de ellos, que habían conocido en la ciudad de Cracovia, les dijo que él se iba para Costa Rica, y nosotros sabíamos que teníamos familia en Costa Rica. En cuestión de seis semanas nos llegaron papeles para viajar a Costa Rica.
Hans Peter Katz – Austria / (México) En el Inter me afilié a una organización sionista, o sea, que ofrecía llevarnos a Palestina; no había Israel todavía. Junto con otros veintidós muchachos y muchachas de mi edad… yo tenía, en 1945, digamos, 15 años de edad, listo para emigrar; no ilegalmente sino, el mandato que tenía el poder en Palestina en aquella época, aceptó dar certificados, que eran como visas, a los jóvenes no adultos, judíos, para venir a Palestina.
Me llaman por teléfono un día, que llegó un telegrama; abro el telegrama, venía en francés, de México. Yo no tenía ninguna idea —como niño— de que una hermana de mi mamá estaba aquí en México casada; y en su carta me ofreció que quieren que venga a México. Y llegue aquí en abril de 1946.
Jaime Segal – Besarabia, Rumania / (Panamá) Establecimos contacto con nuestros familiares en las Américas. Teníamos tíos del lado de mi papá y del lado de mi mamá en Estados Unidos; y también teníamos un primo que vivía en Venezuela, primo de mi papá; y teníamos en Buenos Aires también varios primos del lado materno. Entonces todos ellos se movilizaron. Primero pues nos enviaron algunos dólares, con eso pudimos sobrevivir allá.
Lamentablemente Estados Unidos tenía cerrada la frontera para emigración, y por ese lado no se podía. Del otro lado, de Argentina, sí había posibilidad pero tomaba mucho tiempo. Hasta que por un viaje que hizo la esposa del primo de mi papá de Venezuela a Nueva York, se encontró con los primos – hermanos, varios hermanos de mi mamá, y empezaron a hablar sobre la posibilidad de que nos hicieran papeles desde Venezuela.
1948 LA INDIGNACIÓN
David Feuerstein – Polonia / (Chile) Mire, no quiero contar tanto porque nadie puede creer; pero ¡hicieron!, ¡hicieron! Estuve presente y miré.
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) Pero a mí me pasaron cosas que hoy digo: ¡Yo no creo! ¡No puede ser! ¡¿Cómo es posible? Una nena de 14 años, que la tiraban de un lado a otro, la denigraban, le cortaron el pelo, le sacaron la ropa, toda identidad, y me pusieron un número!
Pierre Wolff – Francia / (El Salvador) Pero yo a veces no, todavía no he llegado a una conclusión, la razón, cómo era posible pasar eso. ¿Cómo era posible matar niños de un mes, de una semana, de cinco años, viejos de 80? Los mataban solamente porque eran judíos. Mi padre era gente como usted, como usted, como usted; gente honorable que nunca ha hecho ni ha matado una mosca; así que, ¿por qué tiene que estar en una cámara de gas y morir? Yo todavía no sé.
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) ¡Yo no sé cómo uno sobrevivió todo esto! Yo muchas veces pienso: ¿Cómo es posible, para pasar todo un ser humano ¡y quiera vivir!? Pasaba un perro, yo lo envidiaba; le tiraban un hueso al perro, lo hubiera sacado, comí carne humana, comí ratas, ¿qué más me pueden hacer?
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) Había poca comida. Había pero muy poco, porque ellos dieron porciones, tanto y tanto por persona, para no vivir y no morir. Era difícil. Difícil para contar. Uno mismo a veces cuando cuenta: “¡No puede ser! ¿Cómo puede ser? ¿Cómo uno aguantó y quedó vivo?”
David Feuerstein – Polonia / (Chile) Yo le pregunto: Dígame, ¿qué país defendió a Israel?
Regina Engelberg – Polonia / (Guatemala) El mundo no hizo nada, el mundo tiene la culpa, esto nos dimos cuenta, no solo este grupo desgraciados de estos nazis que hicieron lo que querían atrocidades con gente joven, los cortaban vivos y el mundo sabía, con ello, experimentos doctores que van a curar enfermos. El mundo no hizo nada, ahí está, pero ahora se trata que el mundo piense bien.
David Feuerstein – Polonia / (Chile) ¡En la tumba voy a gritar, porque están sordos!
Stella Feiguien – Polonia / (Argentina) ¿Cómo se atreven?, ¿y todavía estamos de este lado para decirnos que estamos mintiendo? ¿Se pueden mentir cosas tan horrendas, tan tremendas? Que yo por ejemplo hoy, que ya tengo 90 años, tenía lindas vidas. Y realmente uno no sabe cómo sobrevivió
¿Cómo pueden atreverse y decir que no existió?, que pasamos tanto, que perdimos nuestros seres queridos y que murieron en esta forma tan atroz, que yo sola que estaba a cada rato pensando que me van a matar, no sé cómo sobreviví, y cómo se puede una cosa así decir cuando hay tantos testimonios y tantas cosas tremendas, ¿cómo se atreven a decir que estamos mintiendo? Uno no puede inventar todas estas cosas, tanta maldición.
Helene Gutkowski – Francia / (Argentina) Es imposible disminuir la Shoá. Si uno es mínimamente culto, si mínimamente está consciente de lo que ha sido educado normalmente, no puede negarlo. O sea, hace muy poco se han descubierto los archivos de Arolsen en Alemania, kilómetros y kilómetros de archivos escritos por los propios alemanes. Yo de mis testimoniantes tengo archivos, tengo arrestos, liberaciones, en fin. ¿Cómo, teniendo archivos, teniendo documentos en la mano y documentos, por ejemplo, los de Alemania que son reconocidos por el gobierno de Alemania, reconocidos por las iglesias, cómo se puede negar o disminuir?
Jacobo Brod – Polonia / (Colombia) Personas que hablan que no existía el Holocausto y todos estos inventos, que son inventos, mire, es un juego político; no creo que en el fondo esas personas crean lo que dicen.
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) Pero ¿quién lo dice? Lo dice una persona fascista, nazi, pero una de un democrático, una gente no va a decir eso nunca en la vida.
David Feuerstein – Polonia / (Chile) Es increíble que esto pueda pasar. ¡Yo mismo no creo! Si no hay quien no creen no me enojo con ellos, porque no puedo entrar en ninguna razón que esto pueda existir, mientras el mundo existe.
Siempre guerras, siempre matanza y esto. Pero tan calculado, tan sínico, tan…
2013 LAS CICATRICES
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) Se me fueron los años con dolor, con desesperación; nunca se me podían cicatrizar mis heridas. Siempre pienso: ¿cómo fue posible que esto hizo un pueblo tan culto que era? Se peleaban quién tiene que matar a quien. Tiraron una criatura en el aire y dijeron: “Vos tira, vos vas a matarlo.” ¡Dios mío!
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Mi mamá pegó un grito: “¡Lea, corré!” Y yo no es que me eligieron para ir a trabajos, a quedar, sino yo me escabullí en ese momento cuando los perros y los nazis con las cachiporras, me escabullí entre ellos y no me vieron, y corrí. Yo en ese momento no pensé: ¿Para qué corrí? ¿Para qué quería yo sobrevivir si se llevaron a toda mi familia? Pero uno en ese momento no piensa.
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) Yo soy todavía oro, pero tengo presión, colesterol, tantas macanas, que empiezo mi día con una bolsa de medicamentos; pero estoy. Puedo todavía gritar por estos 6 millones que no pueden gritar, por ese 1 millón de niños que mataron. ¿De qué mataron?, ¿cómo murieron estos chiquitos hermosos?, ¿qué familias hubieran hecho estos, 1 millón y medio de niños?, los lloro, ¡qué barbaridad!
Simón Kaplan – Rudna, Ucrania / (Argentina) ¡No…! ¿Cómo olvidar? ¡Nunca, no se puede olvidar! Nunca.
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) Ahora no me da miedo de nada. ¿Qué me pueden hacer más que me hicieron? No hay palabra en el mundo para que diga lo que han hecho con mi vida.
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Hubo gente que por un pedazo de pan podría delatarlo al otro, también. Lo que yo sí sé y mi tía en eso me ayudaba mucho, y tenía dos amigas que también… una consolaba a la otra, y una le insistía a la otra, de no perder el sentido de humanismo, de dar la mano en un momento así; era muy difícil, muy difícil.
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) Hoy hay cosas que no me explico cómo sobreviví, eso no es nada, cosas que me sucedían cuando me pegaban las rusas, cuando me pegaban los alemanes, cuando trabaja… estos son cosas, cientos de veces estuve ante la cámara de gas. Fue destino que ustedes estén acá, que ustedes escuchan mi grito de mi alma, la verdad.
David Feuerstein – Polonia / (Chile) ¿Por qué quedé vivo, hacerle familia? ¿Usted entiende mi situación? A veces yo peleó cada noche con Dios. Si no tengo seguridad que voy a la tumba, dígame ¿por qué me salvaste? ¿Por qué me diste la idea de cómo salvarme?
Stella Feiguien – Polonia / (Argentina) Decir la verdad, hasta hoy en día pregunto: Stella ¿cómo podías hacer esto: dejar a tu mamá y a tu hermana, y salvarte? Bueno, era mi destino, pero destino muy raro también.
Jacobo Brod – Polonia / (Colombia) No se puede ni hablar, ni escribir, nada, nada es tan real como era. ¿Cuántas personas yo perdí? Toda la familia.
Frida Goldberg de Gutriman – Polonia / (Costa Rica) A veces cuando hablo no creo que es verdad; porque no es posible que los seres humanos puedan hacer apretar y arruinar a otra gente; yo misma no creo. Perdí a mis dos hermanas, todo el pueblo era mi familia, nadie se quedó. ¿Me entiendes? Esa es mi historia. Y aquí estoy andando. Y gracias a Dios, mis hijos, mis nietos, mis bisnietos, me están acompañando. Afortunada.
Ester Majchel (hija de Gueña Wajntraub) – Polonia / (Costa Rica) Cuando terminó la guerra mi hermano tenía 6 años ya, o sea, él sí se recuerda muchísimas cosas de la guerra. Yo gracias a Dios no, pero creo que en casi todas las casas de sobrevivientes se habló muchísimo de la guerra todo el tiempo, se lamentó muchísimo de tantas pérdidas de familiares tan queridos; y durante toda mi vida vivimos recordando… mis papás, mi papá especialmente recordaba mucho todos los episodios de la guerra y todas las muertes; así que fue un poco triste la niñez mía en cuanto a eso; pero bueno, gracias a Dios por Costa Rica, porque no nos dejó ahondarnos más en el asunto; seguimos adelante.
Jaime Segal – Besarabia, Rumania / (Panamá) Y la parte positiva es que veía que había solidaridad, que los que estábamos sobreviviendo estábamos colaborando unos con otros.
Creo que eso me sirvió, lo que aprendí en el Holocausto, en, digamos, superar obstáculos e irme ganándome mi derecho a vivir y a ser de nuevo útil.
Salomón Faschler – Polonia / (Costa Rica) 60 años después cuesta aceptarlo, cuesta decir que todas estas cosas fueron reales.
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) Uno trataba lo mejor posible estar juntos, y siempre juntos, y ayudar uno al otro, dar ánimo. Hay que dar el ánimo. Y hay gente que ya se afloja, bajan la guardia y se van, porque el ánimo tiene que ver mucho. Uno se tiene que ayudar. Es triste, no es tan fácil, hay que pasar. Hay gente que no están acostumbrados y no quieren sufrir nada; en vez de sufrir quieren la muerte. Y la vida es así, hay momentos buenos, hay momentos malos, hay que adaptarse, hay que ir adelante.
Pierre Wolff – Francia / (El Salvador) Bueno, aquí está mi papá, mi mamá. Fallecieron asesinados. Una tía, Alicia, asesinada. Un tío, Arturo, hermano de mi papá, asesinado. Mi tía, sobrevivió. Yo, sobreviví. La prima, murió, tenía 18 años, la mataron también. Los abuelos natural y también… Los dos sobrevivientes aquí son: él (un primo) y yo.
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) A mi familia yo al principio no le conté nada, nada. Y a mí Spielberg me hizo (un filme)... Yo tenía un hijo, falleció en Israel, y le mandé yo después una copia allá. Y él me dijo: “¡Nunca me dijiste nada!” Él… lo que yo conté: “¡Yo no sabía nada!” Porque no es para contar, no es fácil. Aparte, uno cuando cuenta revive, revivo otra vez… Uno trata de calmarse, pero no es fácil, no es fácil.
Silvia del Valle (sobrina de Mario Lutsgarden) – Polonia / (Colombia) Mi padre no quiso hablar, no dio entrevistas, ni nada, pero él escribió su historia de su puño y letra.
Jaime Buchanski – Polonia / (Argentina) Pasado, pasó, ¿qué vas a hacer? Nadie te va a dar nada por el pasado. Tienes que mirar adelante y seguir viviendo.
Silvia del Valle (sobrina de Mario Lutsgarden) – Polonia / (Colombia) Lo que sí nos inquietaba era que nuestros amigos del colegio tenían abuelitos, tenían tíos, tenían primos, tenían mucha familia, y nosotros éramos una familia muy unida, pero éramos muy poquiticos; entonces era muy extraño no tener abuelos, no tener tíos, no tener primos, y solamente ver fotografías.
Si tú creciste sin abuelos y sin tíos y sin primos, es muy difícil que se llene ese vacío afectivo que existió en la niñez y en la juventud; pero por lo menos dices: “Bueno, sé que existió, conocí la historia,” y empieza pues como a llenarse más tu vida de tus raíces, y te sientes un poco más completo.
Francisco Witcher – Polonia / (Argentina) Nosotros tuvimos que dejar al lado todo lo vivido, la enorme carga que uno llevaba consigo; y empezar a reconstruir la vida.
Silvia del Valle (sobrina de Mario Lutsgarden) – Polonia / (Colombia) Ese aspecto religioso, espiritual, nos lo dio mucho mi tío porque mi padre perdió mucho la fe después de todo lo que pasó.
Salomón Faschler – Polonia / (Costa Rica) Vale la pena decir que las cosas fueron tan violentas, tan criminales, que por eso hoy en día hay mucha gente que no cree; no sé si porque ideológicamente no quieren creer, o no creen porque les resulta demasiado horrible lo que se cuenta.
Francisco Witcher – Polonia / (Argentina) Es una mancha negra en la historia de la humanidad que nunca se va a borrar. Porque hechos semejantes ser repiten, se sigue repitiendo, en toda parte del mundo.
Prima de Eisen Ceslada – Polonia / (Argentina) Yo nací en Polonia y mi hermano nació en Francia, un poco mas después, así que crecimos en una casa que siempre fue de desaparecidos y siempre fue una atmósfera de tristeza.
El genocidio no ocurrió solo con los judíos, sino con toda la humanidad.
Los psicoanalistas creemos que si no se recuerda lo que ocurrió, se vuelve a repetir.
Hija de Eisen Ceslada – Polonia / (Argentina) Yo estoy convencida que la historia es un arma para el futuro, es una herramienta para el futuro.
2014 LA MISIÓN CON LA HUMANIDAD
Jacobo Brod – Polonia / (Colombia) Mire, desaparecieron de la faz de Tierra grandes potencias como Roma, como Babilonia, Egipto, pero los judíos… y pueblos en Europa, por ejemplo, en Hungría, vinieron los tártaros, mataron a todos los húngaros y se quedaron ellos en el país, hoy día ellos son los húngaros; pero no era posible destruir el pueblo judío.
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Ahora ya sé para qué sobreviví: Para prestar testimonios hasta el último momento de mi vida.
Silvia del Valle (sobrina de Mario Lutsgarden) – Polonia / (Colombia) Yo he trabajado mucho en el tema de la Shoá; y lo he trabajado mucho porque pienso que como hija y sobrina de sobrevivientes, también tengo la obligación de hacer algún aporte.
Cilli Reines – Ucrania / (Colombia) Había muchos pogroms años atrás, siglos atrás. Nosotros ya hemos sobrepasado y va a seguir. El nazismo existe, antisemitismo, mejor dicho.
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Esto puede suceder mañana a cualquiera. De manera que es muy, muy importante, divulgar esto.
Simón Kaplan – Rudna, Ucrania / (Argentina) Hay que enseñar en todas las escuelas, en las universidades, la Shoá, el Holocausto, para que gente que tomen en cuenta que esa matanza no sirvió para nada y mataron, no 6 millones de judíos, mataron 25 millones de gitanos, curas, comunistas, a todos mataron, a gays; era como una sopa que hizo de todos los que no eran de la raza aria. Pero hay que tolerarse; hay buenos, hay malos en el mundo, es así.
Liza Zajac Novera – Polonia / (Argentina) Siempre holocaustos hay hasta hoy en día, porque si no, ¿qué pasó en Ruanda? 800.000 chicos murieron allá; ¿qué pasó en Bangladesh?, ¿qué está pasando…? Cómo en Turquía están persiguiendo a los curdos, la lucha de los curdos porque no tienen un pedacito de tierra donde estar, y otros tantos.
Esto, yo decidí después y me dije: En memoria de todos los míos, por ellos, hasta que pueda, hasta el último día de mi vida, daré testimonios para que la gente sepa, para que la gente entienda que en momentos así no hay que dar vuelta a la cabeza: “Esto les toca a ellos.” No hay “ellos”, mañana pueden ser otros; que hay que involucrarse y no mirar para el otro lado. El que es perseguido, la gente se tiene que involucrar.
David Feuerstein – Polonia / (Chile) Por eso lucho. Yo hablo cada vez, día y noche.
Stella Feiguien – Polonia / (Argentina) Ojalá que sirva para futuras generaciones, que siempre sepan que esto pasó y que ni una palabra es mentira; todo lo que decimos que pasó es poco.
David Feuerstein – Polonia / (Chile) Con estos Primer Ministros que están vivos y luchan y esto, tenemos chance que no se repita. Pero si encontramos débiles, no quiero hablar, no quiero pensar de esto, porque tengo linda familia: bisnietos, y espero tener tatarabisnietos, con sufrimiento que no es agradable mi vida, con todo y belleza, con todo esto, pero hay un “pero.” Y este “pero” en la noche no me deja.
Cilli Reines – Ucrania / (Colombia) Por más que uno trabaje y quiera hacer lo mejor, pero cuando llega el momento que ha de ser, el mundo lo está preparando sin darse cuenta.
Mi lema es: “Haz bien y no mires a quién,” en el momento cuando se necesita. Eso es lo que yo puedo aconsejar a las personas.
Afortunadamente mis dos hijos también son iguales, lo que es para mí un orgullo. Y papá también era así, lo he visto en mi hogar también, mi casa.
Jacobo Brod – Polonia / (Colombia) Era un momento de gran alegría cuando pusimos las manos sobre la cerámica líquida y vi a mi bisnietito cómo puso sus manitos…
Inge Chaskel – Alemania / (Colombia) Y los niños si ponen sus manos... Eso sí significa algo muy importante: que no lograron exterminar a todo el mundo. Eso sí es maravilloso, y yo estoy muy agradecida a usted y al Dr. Soto y a todos. Es que si hacen eso, eso es para uno maravilloso. ¿Quién hubiera pensado que vamos a sobrevivir a eso? Cuántas veces no nos escondimos o dormimos en el piso para que no nos vean. Y siempre pensamos: ese es el último día.
Silvia del Valle (sobrina de Mario Lutsgarden) – Polonia / (Colombia) Para mi tío fue una catarsis, y vimos que él se sintió de alguna manera aliviado… yo pienso que en un principio él sí se sintió aliviado de poder sacar todo eso que él tenía, y como él decía también: “Yo lo estoy haciendo para que no se olvide y para que las generaciones futuras traten de que haya paz, de que no haya odios, de que no haya rencores, de que no haya discriminaciones.”
Jacobo Brod – Polonia / (Colombia) ¿Qué gana la persona si va a vivir con odio? Es más bien para el bien de la persona no vivir con odio, porque el odio lo que únicamente produce es destrucción material, pero produce también una destrucción moral de la persona.
La paz es lo que construye, que da vida, da trabajo y da felicidad a la gente. Si ellos toman la lección en serio, es decir, que se dan cuenta de la verdad y de la destrucción que hace el odio, siendo futuros gobernantes van a buscar la convivencia, la educación y un trabajo para todo el mundo. Los jóvenes son el futuro del mundo.
Salomón Faschler – Polonia / (Costa Rica) Sea como sea, lo que pasó es difícil de describirlo. Yo me acuerdo de los fusilamientos, yo me acuerdo de cómo ahorcaban la gente, yo me acuerdo cómo tiraban a los chiquitos a los camiones como si fueran animales.
Los que estamos todavía con vida tenemos que decirlo y tenemos que luchar contra aquellos que quieren desnaturalizar los hechos que se dieron entre 1939 y 1945, es muy importante que esto no vuelva a suceder.
Por eso es que es importante decir estas cosas, dejar testimonio porque todo el mundo no puede mentir.
Helene Gutkowski – Francia / (Argentina) La Segunda Guerra Mundial, y en particular lo que llamamos nosotros la Shoá ha tenido tantos matices, tantas facetas distintas; y la gente… o sea, no son solamente los seis millones que murieron sino que hay el millón de sobrevivientes (o no sé si es un millón exacto, un poco más o un poco menos), que han sufrido de distintas maneras.
Pero no solamente es interesante estudiar lo que han sufrido los sobrevivientes, sino lo que ha pasado en la población no judía; desde el colaboracionista hasta el que perdió la vida por ayudar a un judío. O sea, todo eso es muy necesario estudiarlo, difundirlo y enseñarlo.
Silvia del Valle (sobrina de Mario Lutsgarden) – Polonia / (Colombia) Bueno, el mundo, llegará el día en que decidan si sí van a intervenir o no, pero mientras tanto caen inocentes.
Creo que todos los esfuerzos que se hagan son invaluables, para tratar de que no haya más genocidios, para tratar de que no haya más odios.
Simón Burstein – Polonia / (Panamá) Que sepan las personas que vienen, que eso no era un mito, sino que eso lo querían hacer un mito los enemigos del pueblo judío, no era un mito y ellos que vean que había gente que ha pasado por esto, que ha sufrido por esto en carne y hueso; y el testimonio es ese, esa es una parte del testimonio.
Hans Peter Katz – Austria / (México) Está sucediendo a otra escala −afortunadamente más pequeña− en África, en el continente africano, donde siguen habiendo luchas intolerantes que nosotros suponíamos (nosotros la Humanidad, suponíamos) que ya había desaparecido después de la experiencia que fue el Holocausto. Yo creo que es muy importante recordar.
No hay ninguna garantía de que eso no vuelva a suceder si no hay tolerancia.
Constantemente tenemos constancia de que sí existen masacres de una tribu a la otra, de una parte de la población a la otra.
Yo creo que los humanos debemos de tener esa vigilancia constante, contra la intolerancia;
Jaime Segal – Besarabia, Rumania / (Panamá) En los primeros años hubo mucho resentimiento contra los alemanes, pero me ayudó porque me afilié ya como un estudiante de secundaria, al Movimiento Sionista Juvenil; y ahí fuimos preparándonos para eventualmente emigrar a Israel, y para conquistar una patria.
Y ahí pues evaluamos la experiencia del Holocausto más la experiencia histórica del pueblo judío, y llegamos a la conclusión que con odio no íbamos a resolver problemas, sino lo que teníamos que buscar cómo poder hacer – construir una patria que nos dé seguridad, como la que tenemos hoy en el mundo, para que no se repita eso. Entonces ya tomé la iniciativa de ser más constructivo y no dedicarme a odiar y a buscar venganza.
Simón Burstein – Polonia / (Panamá) Hay que enseñar al pueblo, a la humanidad a ser tolerante y comprender a las otras personas; si eres religioso, comprender a las demás religiones; si eres político, comprende a los demás políticos. Eso es todo lo que se puede decir.
Jaime Segal – Besarabia, Rumania / (Panamá) Una vez que ya yo aprendí de Hitler, que por un lado quería exterminar a todo el pueblo judío, por otro lado también a otros pueblos inferiores: los gitanos, los eslavos, etc., e inclusive los alemanes comenzaron a hacer la eutanasia a los propios enfermos crónicos alemanes, y no sólo enfermos, sino los discapacitados los comenzaron a destruir, sólo que lo hicieron en forma secreta porque ahí reaccionaron los religiosos, tanto los cristianos protestantes como los cristianos católicos, y lo hicieron en forma secreta, pero eso hoy en día se conoce muy bien.
Entonces, yo adopté, una vez que me gradué, dos tipos de instituciones en los cuales yo me sentí vengado con Hitler: Fui integrante de una institución que se llama AVEPANE, Asociación Venezolana de Niños Excepcionales, que trataba preferentemente retardados mentales; estuve trabajando para ellos durante 28 años. Y después también entré como asesor en el grupo médico de la Fundación Contra la enfermedad de Alzheimer, que también gente que por los dos lados eran - por los nazis, estaban destinados a matarlos; pues yo me dediqué a tratarlos, a mejorarlos y a ayudarlos a ellos y a su familia. Creo que esa es mi forma de resolver mi resentimiento contra los nazis.
Sima Gutsztein – Polonia / (Paraguay) Es importante para que el futuro, futura generación, sepan lo que pasó. Saben, pero no se pueden imaginar lo que pasó.
Abraham – hijo de Eisen Ceslada – Polonia / (Argentina) Me parece que el conocimiento de los hechos hace que esto disminuya o hasta que se pueda evitar.
Simón Burstein – Polonia / (Panamá) Cuando se ve una persona así, que tendría una posibilidad de hacer algo así, tratar de no darle seguimiento, de cortarlo.
Jaime Segal – Besarabia, Rumania / (Panamá) Y hoy en día hay un famoso escritor y filósofo francés, quien ha dicho: Tenemos la obligación… haciendo un llamado a dirigentes políticos de los países civilizados, y sobre todo democráticos, y a los académicos y la gente y los científicos. Tenemos que hacerle la guerra a lo que él llama, algo así como la enfermedad contemporánea de nuestra civilización. ¿Cuál es? El terrorismo, el fanatismo, las emigraciones forzadas y las – que se basan unos en razones religiosas, otros en razones raciales, otros en razones culturales; y el núcleo de eso es: porque son diferentes a uno, eso da justificación para que se hagan grandes matanzas masivas; y eso hay que combatirlo.
¿Cómo combatirlo? A través de la educación.
Y desde el punto de vista político hay que seguir luchando por una democracia perfectible. No perfecta, pero mejorarlo progresivamente. Eso le toca a las nuevas generaciones.
Pierre Wolff – Francia / (El Salvador) Cualquier movimiento que sea placas u otra cosa es una gran obra, es una buena idea, y algo va a quedar; no sabemos si va a quedar mucho o poco pero algo va a quedar.
Francisco Witcher – Polonia / (Argentina) Yo personalmente, a esta altura de mi vida, tengo algo muy importante que me llevó hasta la lista de Schindler, y es el destino, las circunstancias, el sexto sentido, y sigo adelante; no voy a bajar los brazos, este es mi legado, estos son los que van a quedar, esos los restos, son las palmas de las manos.
Eugenia Unger – Polonia / (Argentina) Esto es cuando vi mis manitos ahí, de mis nietos y de mis bisnietos, fue tan grande, tan grande para mí, la verdad, que estuve feliz y contenta en este momento porque sentí que algo dejo para que nunca más vuelva a ocurrir esto; y pienso que nunca, nunca más, la gente se deje denigrar de esta manera.
Y les agradezco a ustedes con toda mi alma, que trabajan por la paz, que es único deseo de todas las personas que sobrevivieron; y no sólo que sobrevivieron, yo pienso: Todo ser humano reza que haya paz. Esto es lo primordial en el mundo para todos, todos los seres humanos, pienso.
Silvia del Valle (sobrina de Mario Lutsgarden) – Polonia / (Colombia) El hecho de haber sobrevivido, no solo él sino todos los que sobrevivieron, es un canto a la vida, es una esperanza; y el hecho de haber sobrevivido, de alguna manera, es decir, pues, estamos para dar el testimonio y para que esto no vuelva a suceder nunca más con ningún pueblo.