Huellas para no olvidar


Huellas para no olvidar

El proyecto “Huellas para no olvidar” tiene como propósito mantener vivo el testimonio de los sobrevivientes del Holocausto, como una forma de prevenir la reiteración de uno de los capítulos más siniestros de la historia humana. Exalta el respeto por la vida, la libertad y la dignidad humana, así como adopta la verdad histórica en torno al Holocausto perpetrado contra el pueblo judío y otras víctimas de grupos minoritarios en la Segunda Guerra Mundial, por ser este uno de los genocidios más evidenciados y reconocidos como hecho histórico por la comunidad internacional y por Alemania.

El mundo debe recordar que después del Holocausto de la Segunda Guerra Mundial han ocurrido más genocidios en todos los continentes del planeta. Basta recordar Camboya (1975-1979), Ruanda (1994), Bosnia (1995) y Darfur (desde 2003 a la fecha), por solo citar algunos de los casos más representativos; y la única forma de prevenirlos es a través de la educación.

Este proyecto consiste en la exhibición de una placa con la forma de la Estrella de David, que contiene las huellas palmares de un sobreviviente del Holocausto, así como las huellas de uno de sus hijos y las de uno de sus nietos. La placa va acompañada de una lámina que presenta un texto con una breve descripción de lo que sucedió en el Holocausto, y un relato de la historia del sobreviviente.

Video Institucional Huellas para no olvidar

Introducción

Las placas se presentan y se exponen acompañadas de una galería fotográfica sobre el Holocausto y otros genocidios, en foros educativos, con la temática “El Holocausto, Paradigma del Genocidio” y “Holocausto y Derechos Humanos”, los cuales se realizan en universidades y talleres para estudiantes en escuelas de nivel primario y secundario, donde los sobrevivientes honrados con las placas dan a conocer sus vivencias y experiencias, e interactúan con el público.

Especialistas en Derechos Humanos e historiadores capacitan a los participantes sobre los hechos cronológicos del Holocausto y otros genocidios, y abordan temáticas sobre los conflictos actuales en el mundo.

La exposición de las placas y las galerías fotográficas también se presentan en embajadas, sedes de entidades oficiales, de Gobierno (parlamentos, ministerios, cancillerías), instituciones culturales (museos, parques, plazoletas) y religiosas.

La reiteración de estos hechos muestra que la humanidad no ha aprendido la lección acerca de la violencia que genera el odio, la intolerancia y la discriminación, y, por tanto, no se puede pasar esa página de la historia, sino que hay que recordarla, enseñarla y aprender de ella.

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Exposición de las placas y Foros Universitarios

A mediados de los años '30, millones de judíos comenzaron a ser humillados, maltratados y segregados. Paulatinamente les quitaron sus derechos, primero como ciudadanos y finalmente como humanos, hasta que fueron recluidos en campos de concentración y de exterminio para ser eliminados, sin distingo de edad o género, en forma paulatina, sistemática y masiva, por medio de hambre, enfermedades, frío, trabajos forzados, golpes, disparos, ahorcamiento, cámaras de gas y, en ocasiones, de maneras tan atroces que aún hoy resultan inconcebibles y repulsivas.

Fue “la solución final al problema judío” implementado por la Alemania nazi contra los supuestos culpables de los males del país. No fueron las únicas víctimas, pero otros grupos perseguidos como los gitanos, los homosexuales, Testigos de Jehová y los comunistas, no sufrieron una exterminación tan enconada y obsesiva.

Hubo sobrevivientes, algunos con más suerte que otros, que hubieron de recomenzar su vida en tierras extrañas, sólo con el recuerdo de sus seres queridos desaparecidos. Su fuerza de voluntad para sobreponerse a la adversidad y su determinación para seguir adelante, aun a veces en contra de sí mismos, inspiraron al naciente Estado de Israel.

Hoy su testimonio se comparte a través del proyecto “Huellas para no olvidar” del Dr. William Soto Santiago, fundador de la Embajada de Activistas por la Paz, con un mensaje dirigido de manera especial a las nuevas generaciones, para que el epítome de los genocidios sirva de ejemplo a quienes deben ahora tomar la bandera de los Derechos Humanos y de la paz, y enarbolarla en lo alto de la conciencia humana, para que nunca se repita.

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