Sonia Brito Rodríguez | Mesa 2 - Sesión Educativa, CUMIPAZ 2017
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Buenas tardes, compañeras y compañeros de rutas evocales. Quise saludarlos así porque creo que es el primer paso, para... como decía la ponente anterior, cuando nos sacamos los lentes, los aros, ¡qué se yo!, queda la persona, queda la persona intacta con su valor y con su dignidad.
Decir también que hoy compartimos un espacio determinado, que es este espacio en particular, donde estamos tratando de encontrar algunas pistas significativas y algunas claves para mejorar algunos problemas referidos a la vida en general y a la educación en particular. Por tanto, mi ponencia va a referir a aquello.
Yo quiero compartir con ustedes hoy día la ponencia: El modelo basado en competencias como puente pedagógico para una formación en valores.
Decir primero que históricamente los modelos educativos sitúan el hecho educativo pedagógico fuera de la persona, relevando teorías, metodologías, estrategias, evaluaciones, exclusivamente desde lo técnico, dejando relegada a la persona del estudiante y del académico.
Estas formas educativas muchas veces se realizan con esquemas preestablecidos e importados, foráneos, que no responden a la identidad y a nuestra cultura; a la vez, que se puede caer en el peligro de optar por esquemas extraños y sofisticados, que son poco prácticos y que no nos identifican.
Menciono también que un modelo es un recorte teórico, una idea, un diseño que puede quedar en una intención. Lo importante es pensar la educación y actuar en consonancia; mirar ¾como decimos algunos¾ poliédricamente, entendiendo que en la formación de personas para transformar sociedades se requieren múltiples actores, teorías y prácticas desde lo transdisciplinar (y ahí comparto también con lo que decía el ponente anterior: Cruzar la barrera desde la disciplina), con el desafío de no parcelar el aprendizaje que impacta a una persona con múltiples complejidades.
Lo común es que nos enseñan a entender el mundo de manera parcelada desde disciplinas que no se rozan, que no dialogan; entendiendo que la realidad no es estática, que es una construcción que puede crearse y recrearse con matices, mixturas, interpretaciones y múltiples formas de llevarlas a cabo.
Agrego otros componentes, tales como (que están en desuso en la Academia, algunas cuestiones que a mi juicio son fundamentales): Decir y actuar ¾por ejemplo¾ en torno al amor, a la felicidad, a la fraternidad, a la ternura, a la compasión, a la comprensión... Como si ¾como dije¾ las personas se fragmentaran o dejarán un trozo de sí para entrar al ámbito educativo.
Creo que hemos deshumanizado la educación y hemos instruido. Creo que si no incorporamos el componente ético los resultados son catastróficos; y sabemos que no estoy exagerando, porque hemos antepuesto los satisfactores antes que el bien común, la técnica por sobre la persona. Se ha entendido la universidad como un mercado donde se oferta el credencialismo y no una formación de acuerdo a las necesidades de la sociedad, respondiendo esta a otras racionalidades.
Hemos formado tecnócratas funcionales a un sistema capitalista que, a mi juicio, es insaciable. Por eso, repito y lo digo con fuerza: es urgente incorporar el actuar ético.
Al respecto, es necesario realizar un giro antropológico, ético, pedagógico, de manera de resituar y colocar a la persona en el centro del proceso de enseñanza y aprendizaje, potenciando sus talentos, fortaleciendo (valga la redundancia, pero fortaleciendo) con más fuerza esas potencialidades y esas fortalezas para lograr una autotransformación a través de una formación que tiene una pretensión gigante, que es educar la totalidad del ser humano.
Por tanto, es necesario proyectar una formación amplia a lo cognitivo, procedimental y actitudinal; impulsando ¾como decimos algunos¾, los campos semánticos; empujando los campos semánticos más allá de la frontera de lo hegemónico, para sumarse a la sabiduría de la intersubjetividad; y de esa manera aprender a vivir juntos, a convivir, para saber actuar, tanto desde el centro como desde las periferias de nuestras sociedades.
El desafío es magnánimo, urgente y sustancial. En mi presentación lo contextualizaré a través de un modelo curricular basado en competencias, que busca educar en valores y afrontar estos retos.
La ponencia se ordenará en 3 puntos:
- Las competencias genéricas como puente pedagógico para la educación en valores.
- El perfil de los sujetos educativos en un currículum basado por competencia.
- La Educación por la Paz.
- Y el caso del plan de formación integral de los SH.
Las competencias genéricas como puente pedagógico para la educación en valores
Las competencias genéricas refieren a las habilidades, destrezas y atributos que desarrollan los estudiantes a nivel personal, trascendente y ético independiente de la profesión; las competencias, para ser efectivas, requieren un contexto, un hecho pedagógico, estrategias didácticas y evaluativas, que permitan el despliegue de las personas en situación.
Aprender de esta manera requiere de la movilización de saberes y pensar de otra manera; es decir, hacer un salto cualitativo: pasar de los contenidos al despliegue de los aprendizajes. Estas tienen el propósito de lograr el desarrollo integral del estudiante, puesto que las competencias no se reducen solo a los conocimientos, habilidades y destrezas, sino que incluyen lo valórico y lo actitudinal. La universidad, en ese sentido se constituye en un buen espacio de aprendizaje ético.
Hay ciertos desafíos que a mi juicio son fundamentales a la hora de la formación integral; y una de ellas es vivir una sociedad; pero no en cualquier sociedad, sino en una sociedad democrática, en una sociedad donde todos cabemos, donde todos somos importantes.
Ahora el desafío es: ¿Cómo pasar de este discurso, que aparentemente es fácil de decir, a una acción? ¿no? Y parece ser que aquí todos concordamos en ese desafío.
Paso al segundo punto, que a mi juicio es relevante, que tiene que ver con:
El perfil de los sujetos educativos en un currículum basado en competencias
Uno de los grandes debates de la educación universitaria es la pregunta por el sujeto educativo, situado, epocal, que obliga a avanzar hacia epistemologías que empujan ¾como decía¾ el conocimiento hacia otros campos semánticos. Esto demanda emplear un diseño curricular y de la docencia, que permita construir ambientes para propiciar aprendizajes significativos, considerando el contexto, los estudiantes, los académicos y la impronta institucional.
Cada institución a la que nosotros representamos tiene una impronta; ciertos documentos institucionales que son nuestra guía: una misión, una visión, en fin…, que de alguna manera ¾y que eso podemos cuestionarlo, ¿no?¾ nos distingue de otras.
Tal vez la pregunta: ¿Por qué nos tiene que distinguir tanto si estamos formando a un mismo sujeto para que sirva a la sociedad?
Nosotros escuchamos…, muy común escuchar, del sello, cada institución tiene un sello determinado; y de alguna manera ofrecemos ciertos currículums diferentes, diferenciados, pero que a la larga van a portar a una misma sociedad; y de pronto nos encontramos con universidades ¾como dije en el año 2015¾ de primera, segunda y tercera categoría: universidades con investigación, universidades docentes, universidad con alta acreditación, universidad con acreditación media, en fin..., como si los estudiantes fueran de primera ¾digo¾ y segunda categoría. Eso yo creo que es un tema que tenemos que ir revisando.
Es decir, para mí el desafío de las universidades es diagnosticar, conversar, dialogar, y ver qué estamos ofreciendo a la sociedad, qué tipo de profesional estamos entregando a nuestra sociedad.
Para que un currículum basado en competencia sea operativo y tenga impacto, requiere, además de un rediseño curricular, un rediseño en la docencia; y para ello se requiere un académico altamente competente y altamente comprometido. Y tal vez la primera frase que se me ocurre es: ¿cómo podemos ir desaprendiendo lo aprendido? Es decir, si vamos a decir lo mismo de otras maneras, teniendo resultados e impactos similares, algo no está aportando. ¿Qué tenemos que hacer en ese sentido? Yo diría que formarnos, que no es lo mismo que capacitarnos. Podemos capacitarnos y ser técnicamente impecables; pero si no hacemos una formación, la verdad es que vamos a seguir trabajando en lo mismo.
Para ello también es importante incorporar ciertas didácticas en nuestras aulas; es decir, el aprendizaje basado en problemas, el estudio de casos, los proyectos sociales, el aprendizaje-servicio, la aproximación cercana de los estudiantes a la realidad social, la investigación-acción; es decir, cómo nosotros vamos investigando en el aula con los estudiantes para ir aprendiendo de mejor manera.
Un tercer punto que quería conversar con ustedes tiene que ver con:
La Educación para la Paz
Yo les decía, a lo mejor un poco fuerte, porque lo siento muy profundo esto: ¿Cómo podemos trabajar por la paz? Entendiendo que este es un imperativo que debe congregar a toda la sociedad. Hemos escuchado los días anteriores cómo… a lo mejor se nos recoge el corazón cuando escuchamos que estamos destruyendo nuestro entorno y que ya no estamos dejando a nuestras futuras generaciones mucho de nuestro planeta. Nuestro planeta es rico, es basto, pero cada vez se está empobreciendo porque tal vez no hemos dialogado o porque tal vez tenemos… hemos sido funcionales a un sistema, ¿verdad?, que de alguna manera también nos corrompe.
Digo entonces que, en estos momentos, donde el mundo se ve amenazado con pruebas nucleares, terrorismos y radicalismos políticos, la paz surge como un anhelo que despierta desde el silencio acomodado de la sociedad de bienestar. Apremios que parecían prácticamente superados luego de la Segunda Guerra Mundial, como los nacionalismos, el racismo y la carrera armamentista, vuelven a instalarse como opciones ideológicas que conducen a la pérdida del sentido de la dignidad de cada ser humano.
Por su parte, yo quiero hacer referencia a mi país, Chile; este país no escapa también a lo que se vive a escala mundial; durante estos meses nosotros estamos siendo testigos de una contienda electoral donde los intereses parecen acentuarse más bien en la lucha política partidista más que en superar la desigualdad que destruye toda convivencia nacional.
Además, Chile enfrenta otros grande desafíos, pues ciertamente ha cambiado su cartografía. Hoy circulan en los espacios sociales de nuestro país personas de otras culturas, de otros colores, de otras tradiciones; esto nos emplaza a revisar las políticas públicas. Y ahí hay un problema para nosotros muy complejo, porque nosotros todavía actuamos con… no tenemos una política de migración sino que es una política de extranjería, que opera desde la desconfianza, opera como desde mirar al extranjero, al extraño, pensando también que hoy día muchas veces las migraciones son forzadas, personas que han tenido que salir violentamente de su lugar de residencia.
En este escenario mundial y nacional donde se instala el temor de un conflicto bélico a escala universal, donde el otro distinto se percibe como enemigo y donde las creencias se convierten en ideologías fundamentalistas, la universidad se constituye en un actor clave en la formación de personas, que enseña a resolver conflicto por vía pacífica.
Voy a pasar al cuarto punto. Voy a pasar a un cuarto punto que les voy a contar muy sucintamente...
La renovación curricular (que realizó nuestra universidad a partir del año 2014 a la fecha)
La universidad optó por un currículum basado en competencia; y para ello lo primero que hace es renovar el Plan Común, que pasa hoy día a llamarse Plan de Formación Integral. El Plan de Formación Integral es una formación transversal que tiene la universidad, en donde todos los estudiantes en su trayectoria formativa deben cursar seis actividades curriculares, referido a la formación personal, ciudadana y trascendente de los estudiantes.
Acá es interesante porque nosotros tenemos una estructura curricular que tiene ejes y líneas; los ejes están referidos a las competencias genéricas identitarias, que tienen que ver con el compromiso solidario de vida, la responsabilidad social transformadora, la reflexividad crítica; y otra referida a competencias genéricas comunes, que son las más típicas: trabajo colaborativo, comunicación efectiva, en fin.
¿Qué nos interesa de esto? Es que el estudiante no solo se forma en cuestiones disciplinarias ¾que es obvio que la universidad tiene que comprometerse a formar un profesional competente¾ sino que formar una persona ejerciendo una profesión: buenas personas ejerciendo una profesión; y de esa manera creemos que vamos a estar contribuyendo a nuestra sociedad.
Termino diciendo esto: lo que pongo ahí son mis dos hijos cuando estaban pequeños, hoy día están un poco más grande que eso. Mi hijo sale de cuarto ahora, me emociono un poco porque es importante para mí. Sale de cuarto ahora y tuvimos que hacerle una carta; y yo en la carta le pongo… los detalles no se los voy a decir, porque le pongo “hijo…” y todo lo demás, ¿no? Pero le pongo:
La vida hay que recorrerla, es un camino que tiene múltiples posibilidades. A veces queremos alcanzar las metas y olvidamos el proceso. Hay que disfrutar el camino: vive los senderos, respira los aromas, hazte acompañar, acompaña, respira profundo y avanza.
En cada paso está la felicidad que construyes: en las pequeñas cosas, en los gestos, en las sonrisas, en los abrazos, en los apoyos. Ten la seguridad que cuando caminas hay muchas personas que están pendiente de tus huellas.
Eso es lo que creo yo que debe ser la educación. Es decir, siempre nos fijamos en la meta, estamos pensando en el triunfo, estamos pensando en el éxito…; estresamos a nuestros estudiantes que están saliendo de la secundaria porque están tratando de ser buenas personas para el futuro. Lo que tenemos que hacer es formar buenas personas para ahora, buenos niños para ahora, buenos jóvenes para ahora. El futuro se va a dar por añadidura.
Muchas gracias