Lic. Alvaro Arzú Escobar | Verdadera y Falsa Paz
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Nota de transcripción: El texto a continuación fue digitado y revisado en vivo, durante la transmisión de la ponencia y/o traducción. Es posible que esté en proceso de posteriores revisiones para su mejoramiento. De ser requerido, puede ser verificado con la grabación correspondiente. (Sugerencias o comentarios: transcripciones@emapaz.com)
MODERADOR
Buenos días vamos a dar inicio a la sección diplomática, parlamentaria y política de la Cumbre de Integración por la Paz, Guatemala 2018. Sean todos cordialmente bienvenidos, indudablemente comenzamos invitando a las personalidades que nos honraran en el presídium y en principio invitamos al al licenciado Álvaro Arzú Escobar, presidente del Congreso de Guatemala.
Invitamos a la licenciada Gabriela Lara, directora general de la Embajada Mundial de Activistas por la Paz. Invitamos al excelentísimo embajador James Lambert secretario de asuntos hemisféricos la la Organización de Estados Americanos.
La sesión diplomacia o diplomática parlamentaria y política es una sesión que permite construir espacios de discusión y diálogo para desarrollar y fortalecer las diferentes propuestas, proyectos y acuerdos dirigidos a buscar la superación, la paz y la felicidad del ser humano integral basado en los objetivos mundiales del desarrollo sostenible, por supuesto siempre en armonía con la Madre Tierra.
Este segmento nos convoca en el día de hoy a muchas personalidades, jefes de estados, de presidentes, ex presidentes, embajadores, diplomáticos, parlamentarios, diputados, ministros de relaciones exteriores, cancilleres y representantes de organismos supranacionales. Es indudable que después del inicio de esta jornada desde el día lunes con la sesión de ciencia para la preservación de la vida de la Madre Tierra y el ser humano de la sesión de responsabilidad social empresarial con excelentes aportes y ayer con los excelentísimos rectores de diferentes universidades de América y del mundo, plasma un desarrollo de esta Cumbre con todo éxito pero indudablemente esta sección es fundamental en las tomas de decisiones y sobre todo quienes vienen por primera vez esto no es un debate de posturas radicales sino es de propuestas y sobretodo de qué nos llevamos a nuestros países en la toma de esas decisiones que debemos llevar porque se trata justamente de una Cumbre de Paz, de ponernos todos de acuerdo, educare la resolución de conflictos pensando en la humanidad.
Para esos fines el doctor William Soto Santiago tuvo la clara dimensión de plasmar la iniciativa de esta cumbre y para que nos demos cuenta vamos a ver un mensaje de los avances que ha tenido la sesión diplomática parlamentaria y política del logro en los últimos tiempos de lo que ha avanzado. De inmediato procedamos a ver el siguiente video.
[Proyección video]
Estamos convencidos y comprometidos que en esta sesión de hoy también seguirá nutriendo todos estos avances que lleva la sesión de diplomacia política y que busca justamente ayudar a la paz mundial.
Queremos saludar a muchísimas personalidades que se encuentran hoy con nosotros y que nos estarán acompañando, en principio al ex presidente de Ecuador, el señor Lucio Gutiérrez, de igual manera quisiéramos saludar a toda el sector diplomático acreditado en Guatemala, a la señora Liliana Roche, embajadora de Argentina, al señor embajador del Panamá José Piti, excelentísimo señor José Piti, la señora Vivían Parking, embajadora de Honduras, al señor embajador de España, José Portabales, también se encuentra con nosotros de la directiva del congreso nacional de Honduras la diputada Dunia Lizeth Ortiz Cruz, bienvenida, nos acompaña nuestro excelentísimo embajador de Rusia en Guatemala, Alexander Jotor Bicox también esta aquí una importante representación que se encuentra con nosotros el director general de política y defensa del Ministerio de la Defensa Nacional el coronel Agustín Herrera González y también se encuentra con nosotros el ex presidente de Guatemala, Rafael Espada, entre otras personalidades, sean todos cordialmente bienvenidos.
De inmediato quisiéramos llamar al senador Álvaro Arzú que es licenciado en ciencias políticas, fue electo diputado por el estado nacional para el período 2016-2020 y actualmente, a parte que fue electo en el 2018 este año al 2018-2019 electo presidente al Congreso de la República de Guatemala, nos honra con su presencia en esta alta investidura para tener las palabras de instalación de este importante evento.
Muy buenos días a todos. Embajador James Lambert, secretario de Asuntos Hemisféricos de la Organización de Estados Americanos; Sra. Gabriela Lara, directora general de la Embajada Mundial de Activistas por la Paz; dignatarios que nos acompañan, invitados especiales, damas y caballeros.
Agradezco la invitación a participar en esta Cumbre sobre la paz. He titulado esta intervención como Verdadera y falsa paz; y al hacerlo estoy consciente de que el título resulta inquietante porque sugiere que estamos amenazados no solo por la guerra, por la violencia, sino también por la paz.
En un pasado no muy lejano el enfrentamiento era ideológico, eran las ideas las que dividían a las personas, a las comunidades y a los Estados; y esas ideas se convertían en compromisos no solo de pensamiento sino de vida.
La derrota del fascismo y la desaparición del bloque soviético dejaron una lección muy clara: debemos aprender a vivir en democracia y bajo las leyes del mercado libre. En un primer momento el entusiasmo hizo pensar a muchos que había llegado el fin de la historia, pero hoy en pleno siglo XXI sabemos que la historia no se cerró a nuestro avance inexorable: la historia sigue; y las antiguas luchas, los antiguos enfrentamientos, han cambiado de apariencia, se han transformado, pero siguen estando aquí.
Las ideologías desaparecieron en algún momento, así se dijo; y aunque esta situación parece a simple vista una ventaja, en realidad no lo es. Las ideologías definen posturas claras y métodos de acción social y activismo político predecibles; pero en el momento presente, cuando las ideologías se han desdibujado, nada es seguro y todo es incierto.
La denominada izquierda, ahora convertida a la religión de la corrección política, ha mutado en una conciencia progre, que se ha rendido ante el triunfo del mercado y ha desplazado la lucha política a los territorios de los derechos humanos, la defensa de la naturaleza, el ataque sistemático a las tradiciones y costumbres transmitidas a través de las familias y la lucha contra la corrupción.
La lucha por el poder dejó de ser una lucha por tratar de encontrar el sistema que mejor exprese la naturaleza humana y haga una realidad sus aspiraciones. Se ha convertido en una batalla por hacer prevalecer la mejor estrategia, para administrar los recursos públicos y los recursos privados. Esta lucha ha minado las instituciones estatales, ha trastocado la escala de valores, ha destruido la moral tradicional y ha invadido territorios antes reservados a la familia, a la tradición y a las costumbres.
Hoy vivimos en un ambiente de incertidumbre. La corrección política de la conciencia progresista ha hecho que las personas se cuestionen todo, que lleguen a pensar que es necesario debatir hasta el último detalle de nuestra vida cotidiana, de nuestra intimidad familiar. Hoy las personas tienen que cuidarse hasta de las palabras que tradicionalmente han usado, porque siempre hay alguien presto a escuchar, a vigilar, a denunciar y a reprochar.
La sociedad contemporánea es mucho más dócil que la sociedad del pasado; casi puede decirse que estamos empezando a ver que el mundo que Orwell proyectó es una realidad: sociedades que buscando la felicidad terminan sometiendo a sus ciudadanos a sufrimientos terribles.
Lo que sí es cierto, lo que nos preocupa, es que en una sociedad en la que hay vigilancia, en la que se manipula al poder judicial para imponer una única manera de pensar, es una sociedad que vive bajo el régimen del miedo y el ambiente del terror; y donde hay miedo no hay libertad, no hay paz.
Esta es la falsa paz que nos amenaza; una forma falsificada de paz, que es tan violenta como para lograr lo que no lograron los guerrilleros de los enfrentamientos armados internos del pasado; una paz aparente, que se vive como una forma de condena porque nos impide tener acceso a la paz verdadera.
En Guatemala esta falsa paz es paradójica e irónica, porque los guatemaltecos dimos fin al enfrentamiento ideológico con un compromiso que comprometía seriamente a las partes en disputa; me refiero a los acuerdos de paz firmados por mi padre* en diciembre de 1996.
*29 de diciembre de 1996 - Álvaro Arzú Irigoyen
https://www.sepaz.gob.gt/images/Descargas/Acuerdos-de-Paz.pdf
En los acuerdos están establecidos muy claramente dos presupuestos incuestionables del mundo actual; por un lado, el hecho de que vivimos en un mundo globalizado al que hay que adaptar las economías y políticas estatales de desarrollo; y por el otro, la idea según la cual la única forma legítima de buscar el poder es por la vía democrática, por el camino de elecciones libres, con competencia libre de propuestas electorales diferentes.
Con mucho esfuerzo y paciencia fuimos dando cumplimiento a los compromisos establecidos en los acuerdos de paz; acuerdos que tocan los temas más sensibles de la vida nacional, aquellos aspectos de la vida social que son en sí mismos condiciones reales de desarrollo, y la construcción de una sociedad justa, equitativa y pacífica.
Más de 20 años después de la firma histórica de los acuerdos de paz, es fácil percibir que hay sectores que parecen haber olvidado que muchos de sus reclamos actuales están plasmados en ese proyecto de nación.
El Estado de Guatemala, los antiguos insurgentes, así como distintos sectores de la sociedad guatemalteca con el acompañamiento y testimonio comprometido de la comunidad internacional, nos dispusimos a discutir los temas relativos a las diferencias étnicas, a los derechos de los pueblos indígenas, a la situación de la mujer en la sociedad y en el ambiente laboral, al cuidado de la naturaleza, a la modernización económica, a la necesidad de incorporarnos como Estado a la dinámica económica y social del mundo globalizado, a la modernización del Estado y otros tantos temas que continúan vigentes.
Este gran acuerdo que todavía se discute y percibe como una utopía imposible en otros países, nosotros lo alcanzamos hace más de dos décadas; fue el momento propicio, un momento que he llamado histórico por una razón muy específica: fue la ocasión en que los guatemaltecos alcanzamos el curso de la historia del mundo.
Durante la última década del milenio el mundo entero dejaba atrás las ideologías, y nosotros, los guatemaltecos, lo hacíamos también después de un enfrentamiento de casi 40 años; sin embargo, cinco elecciones después, todas libres y donde los resultados se respetaron, hay grupos que resienten no haber alcanzado sus expectativas; esa izquierda que tuvo que reinventarse en tiempos postideológicos, nunca pudo alcanzar el poder por la vía democrática de las elecciones libres, fueron incapaces de construir los liderazgos políticos que les habrían dado opciones reales para conducir los asuntos del Estado.
La democracia es una forma de régimen político y, como tal, está sujeta a las condiciones del sistema de representación que incluye la formación de partidos políticos, de liderazgos que den expresión a los anhelos de la mayorías y el someterse al escrutinio público y a elecciones libres. Dos décadas y cinco elecciones han sido tiempo suficiente para que estos grupos se den cuenta de que por la vía democrática, por la vía legítima de las elecciones, no podrán tener acceso al poder; y esto, porque los ciudadanos no creen en ellos ni en sus propuestas que no representan, ni los deseos, ni los anhelos, ni los valores de los guatemaltecos.
Es por ello por lo que en los últimos dos años —justo en el umbral de una nueva elección— intentan por muchos medios, incluso valiéndose de la intervención de organizaciones internacionales y organizaciones nacionales, financiadas desde el exterior, crear las condiciones propicias para el rompimiento violento del orden constitucional; estos medios violentos van desde forzar fallos judiciales que les permiten reescribir la historia para privar a los jóvenes la historia verdadera, hasta la politización del sistema judicial para allanar el camino de unas elecciones sin competencia.
Esta lucha —que ha dividido a la sociedad guatemalteca— es un ejemplo paradigmático de lo que yo llamo la falsa paz. Pero entonces, ¿cuál es la verdadera paz?, ¿en qué consiste?, y si podemos saberlo ¿es posible entre nosotros?
En primer lugar hay que dejar claro que la verdadera paz no es algo gratuito, se alcanza luchando contra estas formas de violencia disfrazadas de paz que desequilibran nuestra vida cotidiana, que alteran la intimidad de la familia, que corrompen las conciencias y desorientan la tradición.
La paz verdadera es una forma de coexistencia en la que el deseo de imposición es sustituido por el respeto, en la que el resentimiento da paso a la cooperación; pero para respetar nuestras diferencias primero hay que reconocerlas; y ese respeto al otro, a su forma de vida, se llama respeto a su humanidad.
La verdadera paz depende de la primacía de las fuerzas sociales. ¿Y cuáles son esas fuerzas de la sociedad? Nada menos que aquellas en las que se define lo que es bueno e imperecedero: la familia, la comunidad y la fe.
La paz verdadera tiene la forma de la lucha contra el uso político de los derechos humanos.
La verdadera paz depende de la búsqueda de un activismo de largo plazo, que tiene como idea directriz el rechazo de la conducción puramente estratégica del mundo, yo lo sé.
En un mundo en el que paradójicamente el exceso de medios de comunicación falsea la realidad, requiere coraje practicar esta política de independencia; independencia de pensamiento, pero sobre todo independencia ética, de la codicia y la violencia materialista que domina hoy las luchas políticas.
Hoy se nos quiere hacer creer que la búsqueda de la paz es algo prescrito y preestablecido por las políticas de género, de libertad (entendida como libertinaje). Hay una estrategia política global, con ramificaciones locales, que nos quiere convencer que la única forma de promover la paz es erradicando los valores de la tradición, es introduciendo la división entre la familia, es separándonos de los núcleos vitales de la sociedad.
Sin familia, sin tradición, sin costumbres propias, sin valores, no hay sociedad, no hay libertad, no hay paz.
La persona abandonada a sus intereses, separada de quienes le dan identidad de su memoria y sus costumbres, está condenada a la violencia, condenada a querer imponerse al otro, en lugar de encontrarse en y con el otro.
Buscar la paz verdadera supone, pues, una enorme y profunda responsabilidad moral, así como una acción política alejada del maniqueísmo partidista y la exclusión. El arma fundamental contra la corrección política y la imposición de valores y creencias ajenas a las nuestras, a las propias de nuestra historia, es la vocación de verdad; rescatar y defender lo que es nuestro.
Tenemos la responsabilidad de rescatar la paz de las manos de quienes entienden la política como estrategia, como instrumento para alcanzar intereses sectarios para hacer la guerra a sus enemigos políticos. Es nuestra responsabilidad, y de nadie más, reorientar la búsqueda de la paz en el sentido del cultivo de las virtudes, de los valores de la familia, de las tradiciones que nos preceden, de la memoria sin la que dejaríamos de existir.
La búsqueda de la paz por el camino a la virtud es la única forma de superar la crisis de valores de la política y las instituciones. La política auténtica no se puede imaginar si no es como búsqueda del bien de todos. La búsqueda del bien no es posible en ausencia de la justicia; y la justicia es impensable sin la paz.
Muchas gracias.
MODERADOR
Damos las gracias al licenciado Álvaro Arzú Escobar, presidente del Congreso de Guatemala, por sus excelentes palabras que inician esta Cumbre en esta sesión de tan importante.
Quisiéramos saludar también al excelentísimo Rabino Yosef Garmon, al excelentísimo rabino Eliahu Birnbaum, y el embajador de Israel en Guatemala, Mattanya Cohen , bienvenidos.
De inmediato llamamos para su salutación a la licenciada Gabriela Lara, es directora general de la Embajada Mundial de Activistas por la Paz. La doctora Gabriela Lara es comunicadora social egresada en Bolivia con más de 16 años de experiencia periodística, especialmente en temas internacionales y de desarrollo social.
Paralelamente ha desarrollado una carrera profesional en el trabajo, como organizaciones no gubernamentales y relaciones internacionales de diferentes países de América y de Europa, ha dirigido y ha participado en la elaboración de proyectos de impacto de intervención social dirigido a la infancia, a la juventud, a la familia humana y a la Madre Tierra y actualmente con orgullo es nuestra directora general de la Embajada Mundial de Activistas por la Paz acompañando y asistiendo a nuestro presidente ejecutivo el doctor William Soto Santiago.