Políticas Públicas y sus desafíos para reducir la pobreza y la desigualdad en la era del desarrollo sostenible - Raúl Romero Segura
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Muy buenos días, Dr. Luis Eduardo Lacalle, expresidente del Uruguay, senadora Iris Martínez, diputado José María Ibáñez, señoras y señores diputados, participantes de esta Cumbre, señoras y señores invitados…, quiero saludar también al presidente del Colegio de Abogados de Guatemala; muchas gracias por su presencia.
Y bueno, quiero agradecerles el espacio para poder abordar un tema tan importante como el papel de las políticas públicas. No sin antes presentar una excusa por no traer un documento preparado, ya que fui invitado ayer al mediodía; pero vamos a compartir el esfuerzo, en lo posible.
Bueno, creo que ya el Dr. Lacalle tocó dos temas fundamentales: en la política y en la gestión pública nos vamos a encontrar siempre con un dilema que está planteado desde el origen de la ciencia política, y es el deber y el ser, lo que se debe y lo que se puede, las expectativas que tiene el electorado y la población, y las posibilidades de gestión que tienen las autoridades en cada uno de los niveles de Estado, sea este el legislativo, en el ejecutivo o en el judicial.
Pero hoy los nuevos tiempos nos plantean escenarios distintos también, donde se ha manifestado ya, que hoy no solo la división de poderes constituye el ejercicio de la república y del poder político. Diría yo, hay un elemento que se ha incorporado y que es fundamental en la gestión pública de nuestras sociedades, y es el papel del ejercicio de la ciudadanía plena.
Hoy muchos de nuestros países, fundamentalmente en América Latina, estamos siendo testigos de cómo la población está trascendiendo, de ser simplemente partícipe de una democracia representativa, al ejercicio de verdaderas democracias participativas, que significa la construcción y ejercicio de la ciudadanía plena; donde, como bien señalaba el Dr. Lacalle, el ciudadano y la ciudadana ha entendido que hacer democracia, que hacer patria y que hacer política y nación, va mucho más allá del simple hecho de elegir autoridades.
Y hoy el tema de la auditoría social, de la fiscalización ciudadana, es un elemento que está transformando a nuestros países, a nuestras estructuras políticas y al ejercicio del poder.
Y quiero contarles la experiencia que hemos vivido en nuestro país, en Guatemala. Apenas el año pasado en el mes de diciembre, por primera vez en la historia de nuestro país hemos visto cómo el despertar ciudadano llevó –al día de hoy– a nuestra vicepresidenta y a nuestro presidente a iniciar un proceso legal que les ha significado que el día de hoy se encuentran en la prisión, por acciones indebidas, por errores administrativos, por mala intención, por lo que se quiera. Pero la realidad es que en Guatemala ha habido una población que despertó como resultado de hartarse y cansarse de la insatisfacción de la solución de los problemas y necesidades de un pueblo.
Y hoy estoy convencido que cuando estamos en una Cumbre que venimos a hablar de procesos de paz, y de una paz integral, tenemos que entender –como nos ha pasado en Guatemala– que un documento que constituye acuerdos de paz (desde la década de los 90) en mi país no significó la construcción de una verdadera paz; porque si no, no hubiéramos vivido los acontecimientos que hemos vivido hace apenas unos meses.
Esto es y debe ser nada más el principio de la construcción de una agenda de carácter nacional, que defina objetivos de corto, mediano y largo plazo, que trasciendan la temporalidad de un solo gobierno y de una sola legislatura para que se conviertan no solo en políticas públicas, sino –diría yo– en compromisos de Estado; que sean instrumentos de planificación administrativa, técnica y financiera que permitan a las autoridades de un país poder planificar y construir una visión de Estado; tomar acciones que no signifiquen que el cambio de Gobierno y de autoridades va a significar el cambio de rumbo y de acciones para buscar soluciones a los problemas de un país.
Esto mucho podría venir a contribuir a solucionar un poco el paradigma que el expresidente nos ha planteado con mucha claridad: ¿Cuántas expectativas tiene la población?, pero ¿cuánto puede hacer la autoridad en 4, 5 años o 6 años, dependiendo del periodo?
Pero si se tienen Políticas Públicas, si se tienen compromisos de Estado, se va a tener un norte y un camino muy claro para transitar independientemente de los cambios de Gobiernos y de autoridades. Y eso, creo yo, que puede ser un instrumento importante en muchos de nuestros países y sociedades, para –efectivamente– empezar a buscar y dar solución a los problemas estructurales que han sido olvidados por años, por muchos de nuestros políticos y autoridades.
Esa es la verdadera construcción de la paz: la satisfacción de las diferencias y dificultades que nuestros Gobiernos no han podido satisfacer a nuestras poblaciones y a los sectores más olvidados y marginados en nuestros países.
Esa es la verdadera paz, la paz integral que todos tenemos que entender, que significa tener educación, tener vivienda, tener acceso a la salud y tener comida en la mesa. Tener la posibilidad de saber que nuestros hijos van a recibir un servicio de salud y de educación de calidad; de saber que vamos a tener la posibilidad de conseguir un empleo digno; de saber que vamos a tener la posibilidad de salir a las calles y regresar con la tranquilidad a nuestro hogar, de que nada nos va a suceder.
Porque hoy tengo que decirles con mucha tristeza (que el único país que puedo hablar es en el que yo vivo), pero es un país en el que hoy mis compañeros diputados, el señor presidente del Colegio de Abogados que nos acompaña, no me dejarán mentir: es un país en el que hasta el día de hoy, salir a la calle puede significar no regresar uno a su casa, simplemente por un celular o por lo que uno cargue en la billetera.
Y eso es no vivir en paz, eso es la ausencia de la paz; porque la paz es un concepto que debe ir mucho más allá de un aspecto nacional o supranacional. La paz debe ser el concepto y la forma de vida de cada uno de nosotros queremos tener en nuestras familias y en nuestros hogares.
Cuando tengamos esa paz individual y construyamos esa paz social en nuestras naciones, podremos empezar a construir una paz supranacional.
Pero ese, ese es precisamente el gran reto que hoy debemos de enfrentar; hoy ese es el gran reto que debemos de tener y asumir cada uno de nosotros, indistintamente del sector en el que nos desempeñemos.
Hoy estoy convencido que los políticos, que la sociedad civil, que los ambientalistas, tenemos un común denominador, y es que entendemos que queremos vivir en paz y queremos vivir mejor.
Y si todos contribuimos en la construcción de las condiciones que nos garanticen esa posibilidad de ese concepto de vida, estoy convencido que estamos contribuyendo a la construcción no solo de la paz en nuestros hogares y en nuestras naciones, sino también a una paz mundial.
Y hoy quiero también aclarar al honorable diputado que me presentó, muchas gracias, yo soy presidente de la Comisión de Cambio Climático en Guatemala; por algún error se me - puso la Comisión de Derechos Humanos; pero quisiera vincular y aprovechar este espacio para hablar del tema, precisamente, de adaptación y mitigación al cambio climático.
Hoy, también como se ha hablado del tema de cambio climático, de la formulación de políticas ambientales, tenemos que entender que este es un tema que contribuye a la construcción de la paz.
Quiero contarles que en Guatemala hemos visto enfrentarse comunidades por fuentes de nacimientos de agua, por no tener una adecuada regularización legal del manejo y uso del recurso hídrico.
Y muchos otros países hoy el tema, por ejemplo, de extracción de recursos minerales, ha generado conflictos sociales. Hoy también el tema del uso y manejo de desechos sólidos ha generado también insatisfacción y algunos enfrentamientos entre comunidades.
Hoy tenemos que entender que el tema de adaptación y mitigación al cambio climático, y la formulación de una política ambiental de Estado, contribuye a la gobernabilidad democrática y a la construcción de una paz social.
Hoy, amigos y amigas, quiero agradecer el espacio y esta posibilidad que se me brinda; pero quiero fundamentalmente hacerles una invitación y un llamado a la conciencia de cada uno de nosotros.
Hoy hablar de la construcción de la paz, hablar del cuidado del ambiente, significa la diferencia entre vivir en un mundo en el que nos podamos ver como hermanos y como amigos, o en un mundo donde nos tengamos que ver como competidores y enemigos.
Hoy estamos a las puertas de la construcción de un nuevo milenio y concepto de vida; y creo que tenemos la oportunidad, hoy más que nunca, de verdad, de hacer lo que por muchos años por diferentes razones nuestras autoridades o nuestros políticos no pudieron hacer. Pero hoy sí tenemos que hacer lo que podemos como ciudadanos, y es: ser mejores hombres y mujeres para poder construir la paz en el mundo y en nuestros hogares.
Muchas gracias.