La evolución de la sociedad civil organizada y su participación en la agenda universal por los derechos humanos y la Madre Tierra - Dip. Olga Ferreira
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Muy buenos días a todas y a todos, autoridades nacionales, autoridades internacionales, activistas por la paz, distinguidos delegados, muy buenos días; y los recibo a todos ustedes en mi país con el corazón abierto, y muchas gracias por estar en este lugar, en nuestro querido Paraguay.
“La evolución de la sociedad civil organizada y su participación en la agenda universal por los derechos humanos y la Madre Tierra”, es mi tema.
Empiezo con: La base de los derechos humanos es siempre la dignidad de la persona. Esta no es un afirmación nueva, sino más bien una síntesis de lo dicho en innumerables textos filosóficos y jurídicos, escrito por célebres exponentes de la teoría de los derechos humanos.
En efecto, la consideración de la dignidad humana está por encima de perspectivas positivistas y, debido a ella, nadie puede legítimamente impedir a otro el goce de sus derechos.
Como bien lo ha dicho el profesor Carpizo, quien fuera rector de la Universidad Nacional de México y presidente del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional: «La concepción de la dignidad humana no conduce al individualismo, al contrario, reconoce el valor de la comunidad».
- Yo exijo respeto a mi dignidad frente al Estado, grupos y otras personas que poseen la misma dignidad;
- soy consciente de todo lo que debo a los otros y cuánto lo necesito;
- me comunico mediante un idioma que aprendí de mis semejantes, así como mil otros aspectos y pensamientos que configuran mi personalidad; y
- cada uno de los demás tienen su propia dignidad que yo debo respetar.
Entonces, por una parte, la noción de dignidad humana singulariza a la persona de otros seres vivos, debido a su razón, voluntad, libertad e igualdad; y por otra parte, la noción de los derechos humanos como un conjunto de atribuciones reconocidas por instrumentos jurídicos para hacer efectiva la idea de dignidad de todas las personas, permite una existencia humana desde diversos ámbitos relacionados entre sí, como son: el individual, social, político, económico y cultural.
También debe recordarse aquí, una de las características intrínsecas de los derechos humanos: su historicidad. Esta característica se encuentra vinculada a la irresistible evolución de la civilización con los nuevos problemas, necesidades y retos.
El reconocimiento progresivo de los derechos humanos es el resultado de la historia universal y de la civilización, y –en consecuencia– sujeto a evolución y a modificaciones; es decir, que las apariciones de necesidades que con anterioridad no existían, hace que nazcan derechos que deban ser protegidos.
Uno de los ejemplos, justamente, es el de garantizar un medio ambiente sano, sostenible y ecológicamente equilibrado, que hasta hace unas décadas no importaba problema o no presentaban la gravedad que en la actualidad tienen diversos países; y varios de esos problemas afectan al mundo entero –como el cambio climático– con la amenaza de que si no se toman las medidas necesarias y urgentes, la afectación de los derechos humanos puede volverse crítica a una gran mayoría de la población mundial.
Desde este enfoque, el derecho sostenible se refiere a la forma de progreso que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de generaciones futuras, de satisfacer las suyas propias, con la integración equilibrada de los pilares esenciales del desarrollo, el crecimiento económico, el progreso social, político, institucional y los aspectos medioambientales.
Como lo refiere la Organización Internacional de Trabajo, a pesar de que han vivido en el mundo varias décadas de beneficio económico sin precedentes, la pobreza y la desigualdad continúan siendo los principales obstáculos para el desarrollo sostenible y la estabilidad mundial; razón por la que se debe trabajar más en la creación de más y mejores empleos productivos y de buena calidad, que al mismo tiempo de conservar el medio ambiente posibiliten la inclusión social de bienestar general, y –por sobre todo– de reducción de la pobreza.
Como bien señalaron, en 1999, Genoveva Ocampos y José Carlos Rodríguez en su obra “Hacia el fortalecimiento de la sociedad civil en Paraguay. Un desafío pendiente”: La participación ciudadana, en el monitoreo del cumplimiento de los derechos humanos en el ámbito de desarrollo local e incorporación al proceso de planificación y control de gestión pública en Paraguay, exigía históricamente dos condiciones básicas: «existencia de organizaciones sociales y asociaciones civiles representativas, que trascienden lo meramente reivindicativo y que se comprometan en procesos de coordinación y planificación en instancias públicas y privadas»; y «mecanismos y espacios institucionales que faciliten la identificación de objetivos, la simplificación de procedimientos en materia de promoción y acceso a servicios e inversiones sociales adecuadas a las necesidades de la población y que incentiven su participación en decisiones y acciones a encarar».
Por lo tanto, siguiendo esta línea de pensamiento, quedaba claro que hacía necesario un nuevo contenido a las iniciativas intervenciones de la sociedad civil, como por ejemplo la idea de participación ciudadana en el marco de desarrollo sostenible, tomando en seria la consideración de limitaciones de los recursos ante los niveles de consumo y ante la misma necesidad de defender el medio ambiente.
Aquí quiero hacer una pequeña pausa. En el Congreso de la nación estamos muy acostumbrados, cuando se tratan de leyes que incidan en el tema de derechos humanos en toda su plenitud, llamamos a audiencias públicas para que haya una participación real en la elaboración de las leyes, en las modificaciones y, por sobre todo, para el monitoreo de control seguidamente; así estamos bastantes unidos en esto la ciudadanía, las organizaciones civiles y el parlamento de la nación.
Todos estos pensamientos, incluso desde la concepción misma del ser humano como persona sujeto de derechos, han dado la posibilidad de avanzar hacia un modelo de sociedad civil organizada; no solo para su trabajo individual en el campo de su elección, sino también muy especialmente hoy en lo que respecta a su evidente reabastecimiento, que conlleva un trabajo que con significativa incidencia en la agenda de políticas públicas, iniciativas legislativas y en la consolidación de pactos políticos a nivel global, en este tipo de aporte se puede dar solo con una debida estrategia, y sobre todo con la capacidad de unificar hojas de ruta del Estado y de los actores provenientes de la sociedad civil.
Tenemos... sobre el particular puedo decir que desde que estoy como parlamentaria he tenido el honor de llevar adelante muchas actividades con organización de la sociedad civil, que dieron resultados bastante importantes. Así también es importante resaltar el Proyecto de Ley Nacional de Cambio Climático, presentado por varios colegas, actualmente en estudios en diversas comisiones asesoras de la Cámara de Diputados. Dicha propuesta normativa expresa su exposición de motivos: que se pondrá en marcha una política nacional de cambio climático, que se insertará de manera transversal en el Plan Nacional de Desarrollo, pues para Paraguay la adaptación al cambio climático es una prioridad establecida en el Plan Nacional de Desarrollo 2014-2030.
El Plan Nacional de Energía, de Transporte, de Bosque, de Forestación, Reforestación, Agricultura, Ganadería y de la Industria, debe estar en concordancia con la Política Nacional de Cambio Climático.
También en la honorable la Cámara de Senadores se analiza un Proyecto de Ley que busca elevar la Secretaría del Medio Ambiente (conocido como SEAM), al rango de Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible.
Así también, aunque no menos importante, se han llevado adelante varios eventos, audiencias públicas en materia de derechos humanos y medio ambiente. Desde el Frente Parlamentario por la Niñez y la Adolescencia (que se encuentra bajo mi coordinación) se ha organizado un concurso de talento, este año que tuvo como lema: “Valoremos y respetemos el medio ambiente”, que ha servido para que nuestros niños y niñas tomen conciencia de la importancia del entorno natural, de paisajes y lugares emblemáticos de sus localidades.
Es natural que sigan apareciendo nuevos desafíos que requieren nuevas perspectivas, nuevas orientaciones, y, sobre todo, imaginación y creatividad para escoger y aplicar mecanismos que fortalezcan el respeto de los derechos humanos, la participación ciudadana, el respeto al medio ambiente…; y tengo el convencimiento que estaremos encaminados hacia una sinergia Estado-sociedad civil, que como instrumento para lograr el bienestar general reconocerá en el desarrollo sostenible el centro de gravedad que condicione su actuación.
Para finalizar mi intervención quiero recordar un pensamiento: «El ambiente es muy importante, porque cuando destruimos nuestros recursos y se vuelven escasos, luchamos por ellos». Esperemos entrar en razón para aunar esfuerzos: Estado y sociedad civil, con el propósito de que en el mundo no se llegue al extremo de luchar y morir por recursos naturales que hasta hoy tenemos a mano.
Tengan, señoras y señores, muy buena estadía en este bendecido país. Abrazo a cada uno de ustedes y les insto a todos a luchar por la paz, por la paz se lucha. Que Dios nos bendiga. Muchas gracias.