Dr. William Soto | Acto de Instalación en Sesión Justicia y Democracia, CUMIPAZ 2018
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Excmo. José Antonio Pineda Barales, presidente de la Corte Suprema de Justicia de la República de Guatemala y los 11 magistrados de esta Honorable Corporación de Justicia; miembros del Honorable Presídium; excelentísimos jueces, magistrados, fiscales de Altas Cortes y Tribunales de Justicia de orden internacional; procuradores, defensores, organizaciones internacionales de derechos humanos, ilustrísimas autoridades políticas, judiciales, académicas, estudiantes.
Distinguidos amigas y amigos, señoras y señores.
Muy buenos días, les extiendo un respetuoso saludo, y agradezco a cada uno de ustedes su participación, conociendo que para muchos ha implicado un gran esfuerzo. También extiendo mi más sincero agradecimiento a la Honorable Corte Suprema de Justicia de Guatemala por toda su disposición y apoyo, que ha sumado a que este evento sea una realidad y todo un éxito.
Como presidente ejecutivo de la Embajada Mundial de Activistas por la Paz, me siento honrado en el día de hoy, de dar las palabras de instalación de la Sesión Justicia y Democracia, en el marco de la Cumbre de Integración por la Paz – CUMIPAZ GUATEMALA 2018.
Esta Sesión tiene como principal objetivo generar un espacio que permita reflexionar frente a la importancia del valor de la justicia, de la preservación de su esencia natural, de sus alcances y atributos propios, considerando que su efecto natural y su labor es y será generar la paz, la armonía y la seguridad permanente para un mundo próspero.
Partimos del principio de responsabilidad que tenemos todos y cada uno los seres humanos en alcanzar un mundo justo y libre, en donde podamos gozar de los derechos y libertades.
Consideramos la apremiante necesidad que desde nuestros roles avancemos en el fortalecimiento de una justicia universal o global y de la cooperación internacional; razón por la cual este espacio anualmente ha buscado que juntos, mancomunadamente, podamos generar propuestas encaminadas a lograr una justicia eficiente, eficaz y oportuna en todo el planeta, y de manera más equitativa. También que podamos generar procesos de reflexión, y así trazarnos retos, pero también estrategias, que garanticen el acceso a la justicia como principio fundamental de un Estado de derecho, eliminando las barreras de exclusión que han impedido su cristalización; y que establezcamos hojas de ruta dirigidas a la promoción, defensa, reconocimiento y respeto de los derechos humanos, a partir del reconocimiento y respeto de la dignidad humana.
Siendo la justicia la virtud universal que nos permite obrar con base en la verdad, la rectitud, la igualdad, la retribución equitativa, el cumplimiento de las leyes y sus procesos, y el respeto a los derechos, el desafío consiste en rescatar y también conservar los alcances originarios de la justicia y de cómo esta fue concebida: fundamentada en el respeto de la ley, generadora de equilibrio armónico; permitiendo que cumpla su principal propósito: lograr la paz y felicidad del ser humano integral y de la Madre Tierra como un ser vivo.
Los sistemas judiciales son el pilar fundamental de la justicia, consideramos que es el campo de acción donde esta se ejercita. Su esencia también es noble, en tanto sus pilares se fundamentaron y se fundamentan en la imparcialidad, equidad, rectitud y honestidad. De ahí, la necesidad que el ser humano —quien termina dirigiendo y dinamizando el sistema, aplicando la justicia al caso en concreto— corresponda a estos principios. Para ello es necesario cultivar EN SU CORAZÓN, el valor de la justicia, considerando que desde allí surge el criterio de lo justo e injusto, de dar a cada uno lo propio y respetar el derecho y la esencia del otro.
La justicia y los sistemas judiciales vienen orientados a mantener el equilibrio y el orden justo. Se requiere que sus operarios y la sociedad, atendiendo al principio de democratización de la justicia, podamos sensibilizarnos tomar conciencia que el fundamento de todos los sistemas es el ser humano, partiendo de una concepción integral como persona humana, titular de derechos y deberes, un ser con responsabilidad, que requiere ser edificado.
Los principios de la justicia que orientan su la administración de la justicia han sido desconocidos por el ser humano, generando debilidades y graves afectaciones al sistema, lo cual en la mayoría de oportunidades ha generado crisis o desconocimiento de los mecanismos judiciales como el modelo para resolver una situación de manera legítima y justa.
El principio político de separación de poderes planteado por Montesquieu, también los principios de independencia, legalidad y de no corrupción: generan equilibrio y garantías de protección de los derechos individuales y colectivos en un Estado de derecho. En conclusión, no son los sistemas judiciales —y menos la justicia— quien se corrompe; son los seres humanos quienes desconocen el respeto y fomento del debido proceso, que debe estar revestido del más alto interés público.
En ese sentido hemos venido planteando desde la teoría educativa para la paz y felicidad del ser humano integral, la importancia de formar al ser humano en su corazón con valores y principios. Esta teoría plantea que el valor de la justicia reposa en el corazón, al igual que el libre albedrío, e invita a que el ser humano realice ejercicios imaginarios que le permitan proyectar de manera simbólica la balanza de la justicia, y de esa forma separar las posibilidades de su actuación e identificar las posibles consecuencias de su comportamiento.
Finalmente, el libre albedrío (de cara a la balanza como tipología de la justicia) generará el equilibrio; y a través de un juicio de ponderación decidirá si actúa o no de manera justa. El saber decidir de manera justa depende en gran medida de los valores y principios que el ser humano haya cimentado, definiendo —finalmente— el lado de inclinación de la balanza.
Todos debemos considerarnos parte activa del proceso que permita alcanzar la consolidación de la justicia universal. La justicia no es solo de interés de los operadores judiciales, estudiosos del derecho o de las ciencias sociales; es de toda la humanidad, atendiendo que en cada una de las conductas que desplegamos se puede hacer efectiva. En este sentido vemos la justicia como el atributo de interés común, que tiene la capacidad de alcanzar la tan anhelada paz y felicidad en nuestro entorno.
Me despido de esta distinguida audiencia augurando éxitos, invitando a que aprovechemos esta Sesión como una oportunidad para estrechar lazos, unir nuestros esfuerzos incansables, y buscar canales que nos permitan, juntos, defender y alcanzar el ideal de la justicia y afianzar el sector judicial. Invitándolos también a que mantengamos la esperanza de construir sociedades en paz y en seguridad, que reconocen el valor de la igualdad, por ende, el respeto a la dignidad humana, el amor y la libertad.
Es importante que todos aprendamos a valorar la justicia, que aprendamos a SABER DECIDIR DE MANERA JUSTA.