Discurso en la Cancillería de Guatemala
Jueves, 27 de junio de 2013
Cancillería de Guatemala
Ciudad Guatemala, Guatemala
Sub-director de protocolo de Cancillería, señor Denis Ortiz; excelentísimo Embajador de Alemania, Thomas Schäfer; excelentísimo Embajador de Israel, Moshé Bachar; sobreviviente del Holocausto, Sra. Regina Engelberg; Rabino Losef Benchimol; Lic. Rafael Paiz, Director de Comunicación Social de la Alcaldía; comunidad judía presente, señoras y señores, muy buenas tardes.
Agradezco la invitación que me hicieron para estar en este recinto y poderles presentar nuestro proyecto “Huellas para no olvidar”, el cual ha sido diseñado como una herramienta para recordar, enseñar, prevenir y salvaguardar en materia de defensa de los Derechos Humanos; y se está llevando a cabo con pleno éxito en diferentes países de Latinoamérica.
El proyecto consiste en la exhibición de una placa con las huellas palmares de un sobreviviente del Holocausto y sus descendientes; y de esta forma se generan también espacios de reflexión en los congresos, embajadas, universidades, escuelas, institutos, museos, medios de comunicación y lugares públicos, con el propósito de enseñar sobre los genocidios; en especial, acerca del Holocausto y sus consecuencias; pero ante todo, con el objetivo de crear espacios de reflexión para educar a las nuevas generaciones y así evitar que estos hechos se repitan.
El HOLOCAUSTO dividió la historia de la sociedad civilizada en un antes y un después. En este crimen contra la humanidad, un grupo de seres humanos usando el poder político e invocando una infundada superioridad racial, ejecutó una barbarie humana.
Fue un intento sin precedentes, de aniquilar a un pueblo por el simple hecho de considerarlos pertenecientes a una “raza inferior”. Para Hitler era más importante matar a todos los judíos, que ganar la guerra. Con este propósito, de manera sistemática, organizada y planificada, el régimen nazi utilizó la tecnología y los avances científicos de la época para aniquilar en forma masiva a los judíos, aun a aquellos que se encontraban fuera del territorio alemán; todo por la simple razón de ser “judíos” y ser considerados inferiores a la raza “aria”.
Nosotros somos parte de la historia y por lo tanto debemos hacer reivindicación para que el Holocausto y ningún otro crimen contra la humanidad se repitan. Creemos que olvidar el Holocausto es un delito, y no darlo a conocer a las nuevas generaciones nos convertiría en cómplices de aquellos que lo perpetraron y de los que actualmente lo niegan. El Holocausto es el más triste fracaso de la civilización libre. Este crimen perpetrado por el régimen nazi es la página negra en la historia de Alemania y por consiguiente de la familia humana.
Nuestra meta como Embajada de Activistas por la Paz, es educar a las presentes y futuras generaciones para que tomen conciencia sobre las consecuencias de la discriminación y de la intolerancia; y nunca más acontezcan crímenes contra un grupo de personas por discriminación racial, étnica, lingüística, cultural, idiomática, religiosa o por edad y género.
Consideramos que la mejor manera de promover la tolerancia, la igualdad y el respeto por la vida y la dignidad humana, es la educación. A este respecto la Resolución 60/7 del 1° de noviembre de 2005, de las Naciones Unidas “insta a los Estados Miembros a que elaboren programas educativos que inculquen a las generaciones futuras las enseñanzas del Holocausto con el fin de ayudar a prevenir actos de genocidio en el futuro”. Y en la Resolución 61/255 de 26 de enero de 2007 dice: “Se rechazan las tentativas de negar el holocausto, que, al ignorar el carácter histórico de esos terribles sucesos, aumentan el riesgo de que se repitan."
Hitler empezó a impartir su ideología en las escuelas, implementó una política sobre la educación llamada NAPOLA (Siglas de: Institutos Político-Nacionales de Educación creados por Hitler para sentar las bases de una “nueva raza”). Los textos que se utilizaban en las escuelas tenían un contenido altamente racista, más específicamente antisemita; por ejemplo, libros como Der Giftpilz (La seta venenosa), publicado en Alemania en 1938, del cual me voy a permitir leer una parte de su contenido:
“El pequeño Franz ha ido a buscar setas al bosque con su madre. [...] Por el camino, la madre dice: »-Mira, Franz, lo mismo que sucede con las setas en el bosque pasa con las personas. Hay setas buenas y personas buenas; existen setas venenosas y personas malas. Y de esas personas hay que prevenirse como de las setas venenosas. ¿Entiendes? »—Sí, mamá, entiendo –dice Franz—. ¡Si nos fiamos de las personas malas, puede ocurrirnos una desgracia, como podemos morir si comemos una seta venenosa »—¿Y sabes quiénes son esas personas malas, esas setas venenosas de la humanidad? Franz se da importancia. »—¡Claro, mamá! Son... los judíos. Nuestro maestro nos lo dice en la escuela. »—¡Bien! -aplaude la madre”.
Al escuchar la lectura de textos como este, nos damos cuenta de la importancia que tienen los recintos educativos, y de cómo se puede transformar mentalidades con la educación. Se puede educar para el odio o educar para la paz.
El genocidio no es inevitable ni es accidental. Es reconocido como uno de los crímenes más graves contra la humanidad y a la vez uno de los más graves atentados contra los Derechos Humanos. No podemos decir que un crimen tan atroz como el Holocausto no va a ocurrir de nuevo, porque ya ha acontecido no sólo en Europa, sino en medio de nuestra realidad, en América Latina. Por eso es importante conocer la ideología de cada candidato político antes de ser elegido, conocer si tiene inclinaciones xenofóbicas, racistas o discriminatorias de cualquier índole.
Para evitar un nuevo genocidio es fundamental basarnos en la educación. El HOLOCAUSTO es el paradigma por excelencia del acto genocida y como tal, el HOLOCAUSTO debe ser objeto de estudio en las escuelas y colegios públicos y privados, así como en las universidades a manera de cátedra transversal.
Es urgente y necesario, no sólo elaborar leyes sino apoyar proyectos que promuevan la defensa de los Derechos Humanos y el respeto por las diferencias, ya sean políticas, religiosas o de cualquier índole, por cuanto vemos cada día que en pleno siglo XXI continúan surgiendo en distintas partes del mundo explosiones de odio, segregación, violencia y muerte.
Por esta razón, con todo respeto quiero proponerles que juntos tomemos acciones y promovamos que mediante una ley del Congreso se apruebe la enseñanza del HOLOCAUSTO en las escuelas, colegios y como una materia transversal en las universidades. Si esta idea es bienvenida entre ustedes ofrezco toda la ayuda que la Embajada de Activistas por la Paz pueda brindar, para, en acatamiento de las Resoluciones de la ONU, hacer de la educación una herramienta fundamental en la prevención de los crímenes de lesa humanidad, entre los cuales el HOLOCAUSTO figura como crimen capital.
Muchas gracias.
Dr. William Soto Santiago
Embajador Mundial
Embajada de Activistas por la Paz