Bertha Guadalupe Rodríguez | Mesa 1 - Sesión Educativa, CUMIPAZ 2017

Bertha Guadalupe Rodríguez | Mesa 1 - Sesión Educativa, CUMIPAZ 2017

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Buenas tardes, muy amables. Dr. León, con su permiso, distinguidos panelistas, por favor solicito que le hagan llegar el caluroso saludo del señor rector Enrique Graue al doctor William Soto, quien nos representa en la Embajada Mundial de Activistas por la Paz.

¿Por qué mi preocupación y mi nerviosismo? Porque el cuarto lugar con panelistas tan destacados siempre es difícil, queda la parte más difícil, espero poder estar a la altura de esta situación.

Dr. Restrepo, soy feliz por una razón, y voy a contestar una pregunta que usted hizo: me apasiona el respeto al derecho humano, el respeto al derecho laboral, el respeto al derecho del personal académico y de los docentes en general; eso es lo que me apasiona, independientemente de la Química, independientemente de ser mexicana.

¿Por qué me apasiona? Porque no podemos nosotros trabajar la paz entre nuestra población si el académico no tiene satisfechas sus necesidades mínimas. ¿Cómo puede estar al frente de un grupo? ¿Cómo puede trabajar con los alumnos para que sean no violentos, si la vida de cada uno de los educandos no está satisfecha?

 

El compromiso social de la educación en México

Durante las últimas décadas México ha experimentado transformaciones profundas en lo económico y social, en su vida cultural y en los campos de la educación, la ciencia y la tecnología, que han propiciado la modernización del país y se han traducido en avances significativos de la sociedad nacional.

La mayor evidencia del proceso acelerado del cambio social la constituye el paso —en menos de 50 años— de una sociedad eminentemente rural a una fundamentalmente urbana; y, en consecuencia, de una economía agraria a una sustancialmente manufacturera. Se ha dado una transformación primordial en la forma y calidad de la vida que ha ido acompañada de cambios en el Sistema Educativo Nacional.

La educación es uno de los campos que mayores recursos y expectativas ha concentrado el esfuerzo de lograr el desarrollo económico, social y cultural del país; esto explica el acelerado crecimiento y la ampliación de las opciones del sistema educativo. Este proceso acelerado de expansión y problemas que demandan solución, va acompañado de todas y cada una de las estrategias.

A lo largo de la historia de México, la universidad pública ha desempeñado un papel protagónico en el desarrollo del país; para que esta continúe a la vanguardia de la educación superior y de la investigación en México, deberá someterse a los cambios que le demande el desarrollo científico, tecnológico y social, donde la sociedad —y, en particular, el Estado— juega un papel preponderante en su financiamiento, que le permita mejorar los programas académicos, los métodos de enseñanza, así como un efectivo sistema de intercambio estudiantil y experiencias científicas, teóricas y tecnológicas; lo cual es un imperativo del crecimiento, al hacerse indispensable contar con una variedad de cuadros especializados que puedan incluirse oportunamente en áreas estratégicas de la vida productiva, alcanzándose así la eficiencia educativa y tecnológica que México requiere para continuar con éxito el camino de su transformación económica y social, encaminada a integrar valores de respeto a los derechos humanos, inclusión de los integrantes de la comunidad.

Esta cuantificación de los recursos humanos es vital para alcanzar elevados índices de competitividad, y con ello una concurrencia exitosa en los mercados internacionales; pero, principalmente, para elevar el nivel del ingreso de la población evitando con esto violencia y frustración.

La universidad es el actor central para alcanzar una sociedad donde la justicia, la equidad, la libertad, dejen de estar fuertemente ausentes. A través del cumplimiento de las misiones que le son propias, puede contribuir a que las personas concretas alcancen un nivel de vida digno a través de la educación y la cultura, así como al fortalecimiento de valores éticos, equidad e inclusión. Estas aspiraciones, decimos, solo se realizarán mediante la revisión del objeto que le da su razón de existir como institución social: el conocimiento.

Hay que construir un modelo curricular que necesariamente se articule con toda la sociedad emergente de un modelo cultural propio de cada contexto histórico-social, basado en la inclusión de valores que promuevan la paz

La supremacía de un conocimiento fragmentado según las disciplinas impide, a menudo, operar el vínculo entre las partes y las totalidades, y debe dar paso a un modo de conocimiento capaz de aprender los objetos en sus contextos, sus complejidades y sus conjuntos.

La pertinencia de la educación superior debe ser evaluada en función de la educación, entre lo que la sociedad espera de las instituciones y lo que estas hacen. Ello requiere normas éticas, imparcialidad política, capacidad crítica y, al mismo tiempo, una mejor articulación con los problemas de la sociedad y del mundo del trabajo, fundando las orientaciones a largo plazo en objetivos y necesidades sociales, comprendiendo el respeto por las culturas y la protección del medio ambiente —esto es el amor a la Madre Tierra.

La educación superior debe reforzar sus funciones «de servicio a la sociedad; y de un modo más concreto, sus actividades deben ser encaminadas hacia la erradicación de la pobreza, la intolerancia, la violencia, el analfabetismo, el hambre, el deterioro del medio ambiente y las enfermedades, principalmente mediante un planteamiento interdisciplinario y transdisciplinario para analizar los problemas». Y esto es lo que el investigador Pérez Lindo nos deja saber en sus aportaciones.

Las universidades están convocadas a cumplir el papel protagónico de impulsar y acompañar las transformaciones en el desarrollo de la región, especialmente en la construcción de sociedades justas, inclusivas y respetuosas de los derechos humanos. Desde este análisis trasformador surge como un imperativo el lugar que debe ocupar la universidad en la generación y distribución social del conocimiento, necesario para contribuir decididamente al desarrollo de los pueblos de cada una de las regiones que conforman los países.

Las políticas científicas deben apuntar no solamente al desarrollo de conocimientos en sus aspectos básicos, sino que deben promover la producción de un saber orientado a dar respuesta a necesidades sociales concretas, a nivel local, nacional y regional.

La denominada sociedad del conocimiento se sostiene realmente sobre la capacidad de apropiación social del conocimiento, con actores capaces de orientar su uso pertinente en asuntos de interés común para la producción y el desarrollo; no tan solo como receptores, sino también como generadores, adaptándolos a situaciones particulares y entornos locales.

Los beneficios de los conocimientos producidos por las universidades son: la propia comunidad académica, los profesores, los científicos, los estudiantes y los grupos de investigación. Otro grupo de conocimiento se destina a los intereses corporativos o agencias que financian los trabajos de investigación. Finalmente, existe un grupo de conocimientos que se destinan a toda la sociedad, especialmente a los excluidos.

Aquellos que sostienen la importancia de que los resultados de las investigaciones se destinan solamente a la propia comunidad académica o científica, están obstaculizando el acceso al conocimiento de otros sectores de la sociedad. Se crea, por consiguiente, una cultura en la que se perpetúan modelos de reproducción endogámicos, condicionados continuamente a dar respuestas válidas para su propia comunidad académica o profesional.

Los profundos cambios, ineludibles, para el logro de una sociedad más justa y equitativa, necesariamente deben producir modificaciones estructurales en los modos de enseñar y aprender en la universidad.

En relación al conocimiento, surgen aquellas vinculadas a los modelos de producir, validar y difundir el conocimiento, metodologías de enseñanza y de aprendizaje, reconsideración de los currículos y modelos de evaluación. En este sentido, entendemos que lo primero que hay que decidir es desde dónde definir qué enseñar (cómo ya nos hablaban los panelistas) y cómo enseñarlo; aspirando a lograr una calidad de la propia enseñanza.

No se puede olvidar que una política educativa que aspire a la igualdad de oportunidades solo tiene sentido si se consigue mantener una alta calidad de la enseñanza. «Una educación de calidad es aquella que permite a todos aprender lo que necesitan para el momento y la circunstancia en que viven», como lo propone el investigador Rojas Mix.

Así, este enfoque manifiesta concretamente que los contenidos curriculares universitarios deben estar atravesados por la ética y la formación en valores, que necesariamente conducen al pensamiento crítico. No basta una formación científica y técnica de un profesional escindido; esta es la formación básica como ciudadano; es decir, preparado para saber vivir y pensar racionalmente sobre muchas cosas pero, en particular, sobre el sentido último de la libertad, la igualdad, la solidaridad ciudadana y el bien común.

La educación del profesional requiere la formación en una cultura social compuesta de valores y abierta al entorno, que predisponga a una participación social en servicio de la comunidad y del respeto de la Madre Tierra.

En México la educación se halla ante un severo deterioro y padece una profunda desigualdad social. Para lograr una verdadera reforma del sistema educativo, se debe plantear como el resultado de una profunda y muy cuidadosa evaluación y entendimiento de lo que la sociedad requiere en forma inmediata y también en el futuro. Es decir, la planeación y la evaluación toman un papel importante en la educación al cambio de la historia contemporánea.

Estos cambios, fundamentalmente en situaciones culturales, económicas y sociales, provocan que el enfoque educativo considere los valores internacionales de respeto de los derechos humanos, la tolerancia, la democracia y la búsqueda de la paz, así como el alivio de la pobreza, la educación y la salud; pero adaptados a las condiciones particulares de cada región del país.

La educación es una responsabilidad de toda la sociedad y no solo —como se pensó anteriormente— del Gobierno o de la escuela. Actualmente todas las instituciones tienen que participar en el proceso educativo, por la necesidad de vincular educación con realidad, y definir a esta última como la cultura y la sociedad.

El principal obstáculo al que se ha enfrentado el Sistema Educativo Nacional es el límite sexenal, que rompe con la continuidad de los programas educativos; lo que ha provocado obsolescencia en las estructuras de estos y su retraso en relación al desarrollo de nuestro propio país.

Si se lograra que la sociedad se integrara al proceso de planeación y evaluación educativa, se lograría con esto que los cambios sexenales no alterasen el proyecto de educación, que va más allá de las cronologías políticas y que debe tener una sustentación en la preocupación permanente de toda la comunidad, y no únicamente en las circunstancias cambiantes del quehacer político.

Dentro del Sistema Educativo Nacional son deficientes los resultados en primaria, en secundaria, en educación media superior; por lo que no podemos tener fuertes cuadros en la formación de educación superior, y mucho menos en el posgrado, ante la cada vez mayor sofisticación de la ciencia y la tecnología.

La transmisión del conocimiento y su incidencia en la producción industrial

Esto debido a múltiples factores donde sobresalen los recortes presupuestales y la disociación o falta de vinculación de los niveles educativos, los cuales son definidos considerándolos independientes del Sistema Educativo de manera general.

Faltan objetivos nacionales de educación por niveles y un sistema de evaluación en su conjunto, que determine carencias y diseñe estrategias de solución, que en el tiempo hagan perfectibles los resultados.

La modernización del aparato productivo e institucional también ha influido en el incremento sustancial y en los cambios cualitativos de la investigación.

Durante los últimos lustros se han creado numerosos centros y ha crecido considerablemente el número de investigadores. En algunas áreas se han logrado niveles de excelencia en el plano internacional; en este campo, sin embargo, subsisten problemas importantes que han impedido obtener el nivel y la calidad que demanda la solución de los problemas nacionales.

Existe atraso científico y tecnológico en áreas para el desarrollo nacional. Se requiere un adecuado conocimiento de nuestros recursos naturales, y faltan, por tanto, investigaciones específicas sobre técnicas adecuadas para su exploración y explotación.

En el aparato productivo existe un gran conjunto de ramas y sectores en el que la dependencia tecnológica es considerable, debido a que no se han alcanzado los niveles necesarios en los campos de la investigación y el desarrollo tecnológico. Tampoco se ha expandido la capacidad técnica y administrativa para mejorar productos y procesos. La investigación sobre los múltiples aspectos de nuestra realidad social son totalmente insuficientes.

En el ámbito de la cultura, la situación actual del país se caracteriza por la influencia creciente de los medios de comunicación masiva, que ha provocado el desplazamiento de instituciones importantes como la escuela, la universidad y la prensa escrita, como fuentes de conocimiento, información y generación de valores y aspiraciones para la mayoría de la población.

La problemática antes planteada debe entenderse como desafío de la sociedad mexicana al que la universidad no puede ser ajena.

Como nación requerimos fortalecer nuestra cultura El Sistema Educativo Nacional tiene como reto satisfacer la necesidad de personal calificado, y al mismo tiempo la formación integral de los individuos que la sociedad requiere. El reto que representa el desarrollo tecnológico y científico, así como la problemática social, solo podrá ser afrontado si el ambiente cultural estimula la fuerza creadora de los especialistas y de la población en general; así, el impulso a los valores de la cultura universal y el fortalecimiento de la identidad nacional mediante el rescate de nuestros valores, deberá convertirse en tarea prioritaria de nuestro Sistema Educativo Nacional.

Para atender la exigencia generalizada de mayor calidad de la que hemos venido hablando, es preciso definir con claridad lo que en el mundo de hoy y ante el porvenir constituye una educación básica de calidad.

El fundamento de la educación básica está constituido por la lectura, la escritura y las matemáticas, mismos que conforman el soporte racional para la reflexión.

Todo niño debe conocer el medio ambiente que lo rodea y respetarlo, debe destacar (por su importancia) la salud, la nutrición, la protección del medio ambiente y nociones sobre distintas formas de trabajar; es conveniente que inicie su instrucción sobre los principios éticos, los derechos humanos y las actitudes que lo preparan para una participación creativa y constructiva dentro de la sociedad humana.

El nivel de primaria deberá fortalecer en los seis grados el aprendizaje y el ejercicio asiduo de la lectura, la estructura y la expresión oral, y deberá reforzarse el aprendizaje de las matemáticas fortaleciendo el conocimiento de geometría y la habilidad para plantear problemas y cómo resolverlos.

En lo relativo a las ciencias sociales sería conveniente restablecer el estudio sistemático de la historia, la geografía y el civismo, no olvidando reforzar el aprendizaje de lo relativo al cuidado y salud del alumno, así como cuestiones del medio ambiente y recursos naturales de la comunidad donde se desarrolla.

En lo referente a la educación en el nivel secundaria, los planes y programas de estudio deberán tener congruencia con las nuevas necesidades de México y el papel que está procurando tener en la economía mundial. Esto es, fortalecer la identidad nacional para formar estudiantes mejor preparados para los retos del nuevo siglo, tomando en cuenta las reformas al artículo 3° constitucional; y es necesario que la enseñanza, entonces, de secundaria, deje de ser dogmática, mecanicista, repetitiva y enciclopedista (como nos comentaba el Dr. Restrepo).

La escuela secundaria debe ser una institución eminentemente formativa, en la que se incluye en los estudiantes un pensamiento reflexivo y crítico, encaminado a salvaguardar la paz social.

Los nuevos planes y programas de estudio deberán tener una visión integral de la primaria y secundaria, además de contener la parte correspondiente de capacitación para el trabajo, que le permite integrarse al sector productivo o bien que puedan efectivamente estar preparados para continuar hacia otros niveles educativos, con vistas a la educación superior o a recibir una educación tecnológica. Esto es vincular la educación con el empleo, impulsando una pedagogía que fomente la creatividad, la comprensión de realidades y problemas a nivel mundial, mejorando el aprendizaje de las ciencias y la tecnología, desarrollando habilidades para comunicarse con varios lenguajes así como para trabajar en grupo y manejar técnicas de información, con lo que logrará una educación de calidad, responsable e incluyente, que permita satisfacer las necesidades mínimas.

En el nivel medio superior, en particular, se requiere capacitar plenamente a los estudiantes para sentar las bases de una mejor formación profesional, y proporcionar una mayor diversidad de opciones terminales, ofreciendo así una formación verdaderamente integral además de una preparación sólida para integrarse al ambiente de la productividad, con lo que la institución incrementa la eficiencia interna y la capacidad de respuesta a demandas y carencias de la sociedad, siempre con el respeto de los derechos humanos y encaminando a la paz social.

Es en el nivel profesional donde la adecuación de planes y programas de estudio a los problemas fundamentales del país tienen mayor relevancia. La formación que proporcione la universidad mediante la modernización de los medios, métodos y contenidos de la educación debe contribuir a generar egresados capaces de actuar con elevada responsabilidad ética y calificación profesional, cuya práctica tenga trascendencia social.

Y al posgrado, finalmente, compete la formación de recursos humanos para apoyar un ejercicio profesional, básicamente vinculado a las actividades de investigación, que puedan apoyar en general la preparación de profesionales y personal académico de alta calificación.

Conclusiones de la propuesta (que nosotros tenemos) de las modificaciones pedagógicas

La política económica sustentada por los diferentes regímenes marcaron las condiciones y los alcances educativos; esto y las acciones derivadas han definido sus alcances; y así las necesidades sociales, los valores y los derechos humanos quedaron de lado, puesto que en la práctica no se enfocaron a su satisfacción, pues estas se han visualizado desde la perspectiva de la producción y las demandas de los grupos económicos en el poder, olvidando las necesidades básicas de los sectores mayoritarios.

En la Conferencia Mundial de “Educación para Todos”, las perspectivas organizadas por la UNICEF, la ponencia Estado, sociedad y educación en el marco de las transformaciones contemporáneas, plantea los siguientes objetivos:

  • Expansión de cobertura y la calidad en la educación inicial, fundamentalmente en sus modalidades no formales, orientadas hacia los valores más pobres y con fuerte participación de la comunidad.
  • Obtener el acceso universal a la educación primaria asegurando las necesidades básicas de aprendizaje en todos los niños.
  • Elevar la calidad y la eficiencia educativa, de forma que los niños aseguren los requerimientos básicos de conocimientos necesarios para que puedan avanzar en la profundización de la oferta en la educación básica, capacitándolos para el trabajo y otros conocimientos esenciales requeridos por jóvenes y adultos para enfrentar con éxito la superación en sus condiciones de vida.
  • Aumento en la adquisición, por parte de individuos y familia, de conocimientos, habilidades y valores éticos requeridos para vivir mejor a través del uso de todos los canales de comunicación y acción social.

Finalmente lo que requerimos es:

  • Transformar la educación, elevar la calidad de la misma reconociendo y estimulando la labor de los mejores maestros;
  • reforzar la actualización del profesional del magisterio;
  • reconocer el desempeño y la permanencia del maestro en el servicio docente;
  • promover el arraigo profesional y laboral;
  • y promover una participación más amplia del maestro y de la comunidad en la escuela, evitando inequidad y falta de inclusión de la población marginal.

Muchísimas gracias.