Aportes intergeneracionales para el Desarrollo Sostenible: Las experiencias de expresidentes y de los jóvenes parlamentarios para construir el futuro de nuestras naciones - Luis Alberto Lacalle

Aportes intergeneracionales para el Desarrollo Sostenible: Las experiencias de expresidentes y de los jóvenes parlamentarios para construir el futuro de nuestras naciones - Luis Alberto Lacalle

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Buenos días. Gracias, señor presidente y diputado Ibáñez, gracias a todos.

El título es un poco largo (el que me han puesto los organizadores), yo me quería referir a una parte del título, que es: la experiencia del ejercicio del gobierno, el ejercicio del poder, en función de estos temas del desarrollo sustentable, del cuidado del medio ambiente, que son los que nos convocan.

Antes de eso quería decirles que la paz es un tema local antes que universal; tenemos que cuidar la paz dentro de nuestros países, dentro de nuestras sociedades; y si todos hiciéramos eso bien, la paz mundial sería por lo menos una verdad más evidente, más vigente.

En el siglo XX, nuestro siglo (porque nosotros ya estamos en la última tercera parte de la vida) tuvo un hito de carácter cultural tan importante como el cambio copernicano, como el descubrimiento de América…, esas fechas, esos episodios que realmente cambian, sobre todo la dimensión de la humanidad; y ese hito fue la Conferencia en Estocolmo en los años 60, en lo cual se dio nacimiento al tema ambiental, señalando algo que no habíamos tenido en cuenta: que la Tierra tiene una capacidad limitada frente a las agresiones de la civilización.

Antes creíamos que los mares no tenían fondo y a ellos se podía arrojar lo que se quería, que la atmósfera era invulnerable, que los bosques y las selvas iban a estar para siempre; y un buen día –y por eso es un cambio de los más importantes de la historia de la humanidad– se comprobó que eso no era cierto; que el mar, los ríos, el agua, la atmósfera, los bosques, los equilibrios tan delicados de los humedales, el pantanal (que lo tenemos aquí al lado y es el pulmón de la cuenca del río de la Plata), todo eso tenía un peligro: que no era inagotable.

Y entonces se coloca delante de todos los seres humanos este problema: Los seres humanos estaban yendo a la luna, iban camino a la luna, pero a veces no estaban mirando la profundidad del mar, que está mucho más cerca. Es más, hoy sabemos más de la luna que del fondo del mar. Es decir, hay otra dimensión, hay otra categoría de problemas tan grandes que los teníamos al lado y no los veíamos.

Y ahí comienza, primero que nada, la labor de los científicos, que son los que nos abren los ojos; la labor de los políticos, que son los que… a los que se le pide que hagan algo; y en esa tensión entre una cosa y la otra es que yo quiero desarrollar estas palabras.

El dilema del poder, del poder democrático, es que tiene límites muy claros. Tiene un límite, que es su legitimidad de origen: no es presidente o diputado o senador el que quiere, sino aquel que está legitimado por el voto; pero ninguno de estos gobernantes puede hacer lo que quiere, sino que tiene que hacerlo regladamente, es decir, de acuerdo a determinadas normas; es la legitimidad de ejercicio del poder, que a veces nos olvidamos que es el complemento de la legitimidad de origen.

La tensión entre lo que se quiere y lo que se puede, es el dilema de todos los gobernantes; desde que alguien mandó en una tribu hasta los poderes democráticos del día de hoy. Se quiere tanto pero se puede cuanto. Y esto recae en los hombros de quienes por un momento tenemos el poder político.

Frente a eso están los deseos, los pedidos que no tienen límite, de las poblaciones; y que es legítimo –quizás– que sea así; las aspiraciones, los deseos, los pedidos, tienen… el techo es el cielo, “the sky is the limit”; para lo que pueden hacer los políticos, el techo está mucho más cerca.

¿Qué ocurre en la sociedad moderna? El poder está muy repartido. No hay solamente poder ejecutivo, el legislativo o judicial. En la sociedad de todos los días está el poder de los medios de comunicación, está el poder de las corporaciones, está el poder de los sindicatos, está el poder de las organizaciones no gubernamentales, está el poder del network, de las redes sociales, en el día de hoy.

Ahora, de todos esos poderes hay uno solo, el poder político, que –porque la Constitución lo dice– puede aprobar actos que jurídicamente se llaman actos regla, porque son aquellos que deben ser obedecidos. Esto es así.

El sindicato tiene mucho poder, en mi país es enorme; en las organizaciones no gubernamentales: mucho poder; los medios: muchísimo poder; pero hay una sola institución en la sociedad, que puede decir, mandar, ordenar y los demás tienen que obedecer; nos guste o no. Ese es el mecanismo de la organización de las sociedades democráticas.

Entonces, fíjense que sobre los hombros de quien es presidente, quienes son diputados, quienes son senadores, caen todos los pedidos, todas las solicitudes; que como son, además, parciales, son muy intensos; porque el que es maestro mira la realidad del punto de vista del presupuesto de la educación, de los sueldos de los maestros, de los locales escolares… Seguramente en esta Cámara oyen permanentemente este tipo de reclamos. Y el campesino también: que el costo del fertilizante, cuánto cuesta el combustible, si hay buen mercado o no, si hay transporte, si hay almacenamiento de los granos…, y piden lo suyo. Todas visiones, angostas pero muy profundas.

A los pobres políticos nos obligan a que por encima de esos sectores particulares, encontremos comunes denominadores; que a veces son tan tenues para hacer comunes a todos, que no tiene atractivo.

De ahí que avancen las propuestas político-gobernativo-populistas, porque esas como no tienen límite en la promesa y en la propuesta, esas sí son atractivas. El político sereno, verdadero, realista, hombre de Estado, sabe hasta dónde puede; y ese es el dilema de la experiencia presidencial en esta materia.

¿Cómo podemos nosotros mediante actos gobernativos, incidir en la realidad para que sea posible el desarrollo sostenible (o sustentable, que me gusta más)? Por supuesto que aprobando leyes, decretos, y formulando políticas. ¿Por dónde? Y creo que inevitablemente por el sistema educativo.

Si no hay en los currículos de las escuelas, de los liceos, la enseñanza de que no se puede hacer lo que se quiere con la naturaleza…: de que no hay tirar basura, que no hay que tirar platos…, bueno, todo lo que ustedes saben mejor que yo. ¡Eso tiene que estar en la currícula de la escuela primaria! Y la maestra, las sagradas maestras, a los que les debemos que exista prácticamente nuestra sociedad, enseñar a plantar una semillita y enseñar a que después en la casa los niños digan: “no, eso no se hace así, o no hay que tirar la basura, o no hay que prender fuego para terminar con el monte y tener un poco más de tierra”. Ese es el inicio.

Ahora, dirán ustedes: “Bueno el mita'y (mita'y quiere decir un muchachito, en guaraní), el mita'y que tiene 7 años, que tiene 8, va a ser dentro de 20 años un agente favorable”, y entre tanto (porque el reloj va funcionando), entre tanto, yo creo que no se puede hacer todo, pero se puede hacer algo.

A mí me tocó establecer, fundar, crear el Ministerio de Vivienda, Organización Territorial y Medio Ambiente. ¿Qué pretendíamos? Las tres dimensiones donde se desarrolla la vida humana: La vivienda, o sea, la antigua cueva, caverna, la guarida, donde está la familia.

La primera dimensión del ambiente es la casa: casa propia, casa sana, confortable y limpia; una primera política ambiental, aunque no parezca que es así; porque si esa casa tiene desaguadero, tiene saneamiento, está abrigada y conserva el calor, está bien aislada, es la primera dimensión donde se desarrolla la vida del ser humano.

La otra: la dimensión territorial. Esto en América no lo tenemos presente, porque acá las dimensiones…, yo imagino aquellos conquistadores que venían de Cáceres y venían de Extremadura, de andar entre pequeños pedacitos de tierra donde no podían galopar porque no había espacio; cuando se encuentran con las llanuras, cuando se encuentran con las sabanas, cuando se encuentran con los ríos, tienen que haber enloquecido ante las dimensiones de aquel mundo.

Por eso a la tierra no le damos mucha importancia, pero la organización territorial es básica, porque el territorio que se pierde para lo verde, no vuelve a ser verde.

Entonces las ciudades, su distribución territorial, las zonas industriales, las zonas residentes, los parques, los pulmones de las ciudades, son el segundo orden del medio ambiente.

Y después… a) vivienda, b) ordenamiento territorial, c) medio ambiente: y después la casa de todos, que es la biosfera en la que estamos metidos y vamos navegando en la biotierra por el espacio. Eso es lo que los gobernantes pueden planear.

Ahora, del lado de la producción económica, que es donde está el peligro principal…; aunque las conductas humanas individuales son un peligro porque sumada una a otra pueden hacer daño, normalmente nos enfrentamos a los temas de prácticas correctas en materia de energía.

Aquí en el Paraguay tenemos el orgullo de poder decir que tenemos la energía más barata y más limpia del mundo; podemos decir desde el Uruguay que el 20% ya es de energía renovable (solares y eólicas).

Entonces, hoy ese el primer tema en el que el Gobierno puede hacer algo por el medio ambiente: fomentar el consumo de energía renovable, avanzar todo lo que se pueda, establecer diferencias en la eficiencia de los motores de los automóviles, establecer barreras tributarias para que sea más barato el auto ecológicamente (y hay una manera de medirlo, en los Estados Unidos se mide), utilizar al máximo las energías renovables.

Se han cometido errores en esto. El etanol, como nos decía ayer el señor Borrero, es una trampa, ha habido una trampa en eso; y sobre todo en los Estados Unidos (y con todo respeto, senadora, lo digo): el haber impulsado el maíz como fruto de etanol es un error, porque se está incidiendo en la cadena alimenticia de mucha gente. El maíz, aparte de lo que gasta en sus cultivos, transporte, fertilización…, para hacer etanol es un error.

Es más, es mejor etanol –si ustedes me permiten– el de caña, y el de todo el follaje de nuestros bosques que tiene - es alcolígeno, como es alcolígeno la madera y casi todo en el mundo natural; pero cuando se subsidió y se subsidia en los Estados Unidos el corn, el maíz, para etanol, se incide en varias cosas. Primero: en la cadena alimenticia de países como México, donde el maíz es la base de la vida humana; y en otras producciones en las que se usa el maíz.

Las políticas de tratamiento de la tierra en el laboreo. Ustedes saben que en la Amazonía… (no sé si les ha pasado; a mí me pasó y me impactó). Una noche clara, volando hacia Europa, ver los fuegos desde diez mil metros de altura, treinta mil pies, en una noche clara, ¡los fuegos!, el tamaño que tienen que tener los fuegos. Y son 7, 8, 10, en aquella enormidad de la Amazonía. ¿Por qué? Porque ahí se quema, se planta, se termina con el suelo; porque el suelo ese, es un suelo que no es apto para varias cosechas…; y ahí vamos avanzando en una deforestación que es la devastación.

Por lo tanto, las políticas de trato de la tierra, el laboreo cero, que ha avanzado mucho aquí en Paraguay, en el Uruguay y en Argentina. Es decir, ya no damos vuelta a la tierra: hacemos un pequeño surco y ahí incorporamos la semilla. Claro está que eso usa glifosato; y con el glifosato tenemos un gran dilema. Yo en mi campo uso glifosato ¿por qué? Porque es más barato para avanzar en la preparación de las tierras. Es malo. No sabemos si es malo totalmente, es malo un poco. Los fertilizantes. Nosotros usamos fosforita natural, porque consideramos que es más natural que los fertilizantes derivados del petróleo.

Entonces fíjense ustedes que el cultivo de la tierra, la deforestación, pueden ser prevenido o mejorados por decisiones gubernativas; la generación de energía y el gasto de energía también; ahí es donde se puede hacer algo.

Ahora, normalmente el gobernante “a plazo” (como es el gobernante democrático) está tentado de hacer todo lo que pueda en su periodo, y está bien; a veces se olvida de pensar en tres períodos más o en veinte años.

Es la diferencia entre el hombre de Estado y el político. El hombre de Estado piensa en la próxima generación; el político, en la próxima elección. Pero es razonable que piense… porque, en definitiva, ser reelecto, continuar, que continúe su partido, es una meta sana.

Tenemos entonces que hacer algo: que venga desde abajo el impulso para que los políticos cambien y cambien su meta. ¿Y cómo es desde abajo? Con la militancia de la gente sobre los partidos. La política es demasiado importante para dejársela a los políticos, tenemos que participar. ¿Votar? Sí señor, ¡por supuesto!, pero hacer algo más. El que solamente vota, cumple con el mínimo; es el último de la clase: pasa de año pero no se destaca. Está todo lo demás: participar, asesorar, acercarse, reclamar que los políticos establezcan metas cuando hay elecciones.

Y entonces mirando las metas ustedes van a decir: “Este sí es en serio y este no”; porque el que promete que arregla todo, ese no hay que votar. Hay que tratar de que las propuestas gubernativas tengan dos características (termino, señor presidente): justas y posibles.

Las propuestas del político tienen que ser justas, porque uno tiene que ser instrumento de la justicia en la vida; y tienen que ser posibles, porque lo imposible es injusto por definición. El que promete algo imposible es injusto; miente y además es injusto; porque ilusiona, y mucha gente lo sigue, y un buen día se da cuenta de que aquello no era posible.

Así que a partir de… no voy a decir cuánto, pero casi cincuenta y tantos años de vida política, de haber estado en el poder ejecutivo, poder legislativo, creo que es razonable que hacia el poder legítimo se le pida que tome decisiones. El poder no puede arreglar todas las cosas, pero puede empezar.

Estas son las reflexiones que me caben cuando se me piden experiencias presidenciales, experiencias de gobierno, ante las metas magníficas que está llevando a cabo esta CUMIPAZ y todos los movimientos anexos.

Recordando lo que dice la escritura: «Bienaventurados los que luchan por la paz, porque de ellos es el reino de los cielos». Muchas gracias.