Activismo internacional y medio ambiente - Luis Paulino Mora

Activismo internacional y medio ambiente - Luis Paulino Mora

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Muchas gracias, señor moderador. Primero que nada me gustaría hacer una aclaratoria sobre… hay un pequeño error en el programa con el título de la ponencia. El título de la ponencia que voy a exponer es: “Activismo internacional y medio ambiente”.

Y parte de ello es que no sabía que tenía que hacer una ponencia, hasta ayer que me la dijeron y la tuvimos que preparar rápidamente, pero me dio tiempo a preparar esta ponencia de tres horas que iba a dar, pero (antes de que le dé un síncope a mi amigo aquí presente) la vamos a reducir a 10 minutos.

Entonces, básicamente la ponencia trata sobre lo que hemos tratado de venir haciendo en Costa Rica en los últimos tiempos sobre materia de medio ambiente. Dice:

Pese a que la historia de la humanidad está cargada de altos componentes divisorios de la más variada índole, desde políticos, económicos, sociales y geográficos, entre otros, lo cierto es que tales divisiones son una mera ficción, producto de la creación humana.

La globalización, sin duda alguna, nos ha dado una alta dosis de realidad, que incluso ha llegado a poner en tela de duda la funcionalidad de las fronteras, no solo en materia comercial (como tradicionalmente se asume), sino por sobre todo en el aspecto ambiental.

Y es que las evidencias son patentes, por ejemplo, de cómo el fenómeno del derretimiento de los casquetes polares, que ocurre a más de 10.600 kilómetros de Punta Arenas en Costa Rica (en el caso del Polo Norte), repercute y repercutirá en forma negativa sobre la franja costera de dicha ciudad –de apenas unos 400 metros–, lo cual la hace vulnerable ante los incrementos en el nivel del mar.

Este ejemplo que señalo solo a modo de ilustración, ha sido entendido por la humanidad y por los distintos Estados, que cada vez con mayor frecuencia promueven la suscripción de acuerdos internacionales en materia de cooperación y conservación ambiental.

Por suerte, esto no se ha quedado únicamente en el plano regional y ha trascendido más allá, como ocurrió recientemente con el Acuerdo de París, en el cual concurrieron con su firma 197 partes –en Costa Rica ha sido aprobado en segundo debate recientemente (se lo perdió mi estimado amigo Ronny).

Este Acuerdo de París busca tomar acciones estratégicas para paliar y disminuir los efectos del cambio climático, especialmente en aquellas zonas geográficas del planeta que podrían ser afectadas con mayor facilidad. Precisamente, numerosos estudios identifican al Istmo Centroamericano como una región particularmente vulnerable a los efectos del cambio climático.

En este sentido, en el capítulo 27 de su informe, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC - por sus siglas en inglés), indica que en los últimos 30 años se ha venido acumulando evidencia de que América Central es la región tropical más sensible a este fenómeno, con un incremento continuo de eventos extremos como tormentas, inundaciones y sequías.

Lo anterior tiene el potencial de afectar severamente a Costa Rica, pues diversas circunstancias, como su situación geográfica en la zona intertropical y en medio de un océano y de un mar, su formación geológica de joven edad y su geografía de llanuras y montañas, la convierten en un territorio altamente vulnerable a eventos naturales.

Un estudio del Banco Mundial realizado en el 2015 ubica a Costa Rica entre los principales países expuestos a amenazas naturales múltiples. El estudio revela que el 38.6% del territorio nacional está bajo esta amenaza; el 77.9% de la población y el 80.1% del PIB se encuentra en áreas expuestas a tres o más amenazas naturales.

El Acuerdo de París constituye la respuesta de la comunidad internacional a la toma de conciencia de que el cambio climático representa una amenaza urgente y potencialmente irreversible para las sociedades humanas y al planeta; que requiere una acción urgente de todas las partes y que el carácter mundial del cambio climático exige la cooperación más amplia posible de todos los países y su participación en una respuesta internacional eficaz y apropiada, con miras a acelerar la reducción de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.

Todo ello sobre la base de la equidad y de las responsabilidades comunes pero diferenciadas y respectivas capacidades de las partes. Constituye igualmente la respuesta al llamado a los países en vías de desarrollo (que son los más afectados por los impactos negativos del cambio climático), a colocar el tema de la adaptación al mismo nivel de importancia que el de la mitigación; y a reforzar la cooperación con miras a aumentar la capacidad de los países en vías de desarrollo, de mitigar las emisiones de gases, de efecto invernadero y de adaptarse a efectos del cambio climático, entre otros.

En resumen, el Acuerdo refleja el interés que existe por parte de los países para desvincular las emisiones de CO2 del proceso de crecimiento económico y promover una relación política y económica que a su vez respete los principios del desarrollo sostenible.

Adicionalmente, presenta una oportunidad para que nuestro país se integre de manera efectiva en la política de cooperación que se promoverá en torno a la implementación del Acuerdo, tomando en cuenta nuestras prioridades nacionales y los recursos disponibles.

Adornado a lo anterior, también se ha suscrito el acuerdo entre los Gobiernos de Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Estados Unidos, sobre cooperación ambiental (pendiente de recibir el primer debate en la Asamblea Legislativa de Costa Rica), que busca la facilitación para el ingreso al territorio de los Estados partes, de personal técnico en materia ambiental, a fin de que estos puedan realizar estudios y labores de preservación del medio, y reparación de eventuales daños que hubiesen sido ocasionados.

Por la trascendencia y transversalidad del tema ambiental, Costa Rica ha decidido apostarle de manera contundente desde 1949, con la creación del Instituto Costarricense de Electricidad, a la generación de energías a partir de fuentes renovables, las cuales no solo nos han permitido como país no emitir CO2 producto de esta actividad, sino tener la electricidad más barata de Centroamérica según la CEPAL.

Como parte de esta convicción, el pasado 16 de septiembre se inauguró la Planta Hidroeléctrica Reventazón, la segunda obra de ingeniería más grande e importante de América Central después del Canal de Panamá.

Esta planta hidroeléctrica fue diseñada y construida en un cien por ciento con el talento y capacidad humana costarricense con la que cuenta el ICE, o sea, el Instituto Costarricense de Electricidad. Con la entrada en operación de ella se asegura el abastecimiento de energía para alrededor de 550.000 hogares y la independencia energética del país hasta el año 2025.

A la fecha de hoy, 5 de octubre de 2016, Costa Rica cumple 182 días consecutivos de abastecer toda la demanda nacional de energía eléctrica, únicamente con energía generada mediante fuentes renovables y procesos limpios, sin emisión alguna de CO2.

Un hecho que merece ser destacado, es que, pese a que el 2015 fue el segundo año más seco de la historia de Costa Rica (según el Instituto Meteorológico Nacional), nuestra matriz energética fue capaz de generar un 98,99% en energía a partir de fuentes limpias; lo cual significó una reducción del 89,64% en la cantidad de energía térmica que Costa Rica requirió para el año pasado.

En este orden de ideas, conviene traer a colación los datos sobre la materia energética de Costa Rica para el año 2015, en el cual la energía térmica representó tan solo el 1,01%, mientras el resto, en orden descendente, estuvo repartida de la siguiente manera: 75,29% hidráulica; 12,84% geotérmica; 10,08% eólica; 0,77% biomásica y 0,01% solar. La descarbonización de la economía mundial –y particularmente la nuestra– es un paso más en la dirección correcta en la que el mundo y Costa Rica son contestes.

Tal como es sabido, el Acuerdo de París es un convenio marco, y como tal debe ser desarrollado tanto a través de instrumentos de derecho internacional (como el Protocolo de Kioto y su Enmienda de Doha), como mediante legislación interna y acciones administrativas estratégicas tendientes a la reducción de la huella de carbono del país.

También quisiera resaltar un arduo esfuerzo emprendido desde los poderes ejecutivo y legislativo costarricenses, por dotar a nuestro país de un moderno sistema de trenes eléctricos para pasajeros, ya que en la actualidad las locomotoras con las que cuenta el Instituto Costarricense de Ferrocarriles datan de los años 1979 y 1983 (de hecho ya no hay repuestos, hay que buscar de camiones), las cuales utilizan el diesel como único combustible, y que, si bien contaminan muchísimo menos que la flota vehicular necesaria para mover alrededor de cuatro millones de personas anuales, no puede jamás constituirse en una zona de confort que nos distraiga de nuestra meta de alcanzar la carbono neutralidad para el año 2021.

Además, el impacto positivo de contar con un moderno y rápido sistema de transporte masivo de pasajeros, va más allá de las vías férreas, pues la disminución del tráfico vehicular es, sin duda, un elemento que debe ser tomado en cuenta como factor de mejora en la circulación y, por lo tanto, de reducción en la factura petrolera anual.

En esta misma línea, es necesario destacar los esfuerzos que realiza el Ministerio de Obras Públicas y Transportes para eliminar los cuellos de botella en las principales vías de tránsito del país, que causan múltiples atascos; así como el proceso para sectorizar las rutas de autobús de las zonas con mayor número de habitantes colindantes, pues en la actualidad hay zonas del país, como al este de la capital, en las que operan hasta cinco rutas de buses diferentes para lugares que no distan ni 3 kilómetros el uno del otro.

Aunque he detallado una serie de logros y compromisos de Costa Rica como Estado, debo de reconocer también el aporte y la participación de la sociedad civil costarricense.

En Costa Rica, por ejemplo, existen los Comités de Vigilancia de los Recursos Naturales (COVIRENAS), los cuales son inspectores ambientales ad honorem, que se inscriben ante el Ministerio de Ambiente y Energía sin mediar ningún interés distinto al de la protección de la naturaleza. Salen periódicamente de las zonas de confort que propone la actividad privada, directo a internarse en los distintos bosques y montañas del país, para evitar que los recursos naturales sean amenazados por la acción humana.

Esta vocación y de las que les hablo, se encuentra anclada en un lecho profundo y sólido del ser costarricense; tan es así que niños en edad escolar, concretamente de la humilde Escuela Barrio Limoncito, el Limón (una de las provincias quizás con menos desarrollo social en nuestro país), propusieron un proyecto ante la Asamblea Legislativa mediante el mecanismo de iniciativa popular, que hoy es una ley más de la República, para declarar el manatí como símbolo nacional de la fauna marina.

Hechos como estos que les menciono no deben provocar otra emoción en nosotros distinta a la inspiración; inspiración para seguir luchando; no fallarle a toda esa gente, pero en especial a todas esas personas que empiezan a dar sus primeros pasos por las sendas de la vida o a aquellos que todavía aún no lo hacen.

El reto es muy grande, pero las motivaciones que tenemos para no desfallecer son aún mayores.

Muchas gracias por el espacio, para haberles expuesto un poco de los objetivos y proyectos que estamos desarrollando en Costa Rica sobre el medio ambiente. Gracias.