Ignacio Sell | Mesa 3 - Sesión Educativa, CUMIPAZ 2017
Video Relacionado:
Nota de transcripción: El texto a continuación fue digitado y revisado en vivo, durante la transmisión de la ponencia y/o traducción. Es posible que esté en proceso de posteriores revisiones para su mejoramiento. De ser requerido, puede ser verificado con la grabación correspondiente. (Sugerencias o comentarios: transcripciones@emapaz.com)
Muy buenos días.
Con el permiso del coordinador y mis compañeros de mesa, permítanme antes expresar a la organización de este evento mi mayor gratitud por haberme hecho feliz a lo largo de estos días que he pasado aquí con todos ustedes. Feliz por aprender tanto de los ilustres ponentes que han intervenido en todas las sesiones, feliz por haberme hecho partícipe de los objetivos de esta cumbre: la defensa de la Madre Tierra y del ser humano, y feliz por haber comprendido toda la amplitud del concepto hispanidad.
Ustedes han dado una gran lección desde luego a mi país, sumido en estos días en la intransigencia grotesca de grupos independentistas que solo buscan la quiebra del Estado de derecho y, por ende, de la democracia y la libertad de todos los españoles; pero también para el resto de Europa, que representa en sí misma una unión puramente económica, mientras que a ustedes les une la sublime finalidad de cuidar el futuro de toda la humanidad.
Desde Argentina hasta México, en estos días no he visto ni una sola frontera, tan solo puentes, como el que representa esta ciudad acogida de Panamá. Por eso, por llevarme a casa esta hermosa experiencia, me siento muy feliz, y por ello les quiero dar las gracias.
Bien, para entrar en materia, mi ponencia lleva por título Creando ciudadanía desde la universidad.
Miren, la problemática económica y social que se genera en un mundo globalizado exige la implicación decidida de todas aquellas instituciones que vertebran a la sociedad civil, y sin duda alguna la universidad es una de ellas. Como motor de cohesión, la universidad puede actuar como elemento catalizador de todos los esfuerzos que se hacen en torno al compromiso social y educación en valores, y ha de hacerlo no solo desde su vertiente académica, sino también desde la perspectiva ética y moral al ser responsable de enriquecer el alma de futuros ciudadanos para que evolucionen como personas comprometidas con esa sociedad global.
Desde esa perspectiva, la Universidad Camilo José Cela ha implementado en su ADN un nuevo modelo educativo basado en la diversidad, la interculturalidad, integración y solidaridad bajo la firme convicción de que la educación es la herramienta más potente para la promoción de una sólida cultura de paz.
Es, por tanto, la finalidad de mi ponencia mostrarles en este trascendente foro internacional dos ejemplos de buenas prácticas en la construcción de espacios educativos que favorezcan el aprendizaje, experimentación y concienciación de los principios y valores anteriormente mencionados.
El primero de estos ejemplos es el Centro de Educación Emocional para Víctimas del Terrorismo: Campus de Paz, donde desde su creación se ha ayudado a superar los procesos traumáticos provocados por atentados terroristas a más de 350 menores y cerca de 800 adultos, familiares o tutores.
Y el segundo es el programa de inclusión universitaria “Integra” para jóvenes refugiados y demandantes de asilo, que ha supuesto una oportunidad real de inclusión social y un proyecto de vida para 10 estudiantes procedentes de Siria, Irak, Afganistán y Ucrania.
Bien. Campus de Paz: Centro de Educación Emocional para Víctimas del Terrorismo.
Las víctimas del terrorismo intentan día a día recomponer el desconcierto de sus vidas, el sentido a su propia existencia sin la presencia del ser amado. Los asesinatos y secuestros, la violencia gratuita, capaz de sesgar para siempre en un segundo esperanzas e ilusiones, dejan huellas imborrables en las mentes y en los corazones.
A partir de ese macabro segundo, la vida de cada uno de ellos cambiará para siempre; y siempre el dolor, la ira, la impotencia y la tristeza intentan invadir sus almas. Estos y otros muchos sentimientos enquistados afloran a raíz de tres grandes heridas muy difíciles de cicatrizar en una víctima: la herida física, la psicológica y la emocional. En unos casos no existe una sin las otras, pero no es menos cierto que la superación de una puede ayudar a sobrellevar las demás.
Campus de Paz nace como un proyecto multidisciplinar para trabajar con las víctimas sobre una de las heridas anteriormente mencionadas: la emocional. Trabajar en las emociones es trabajar en los sentimientos, en el corazón y en la mente; es trabajar en la paz íntima de cada individuo, es trabajar en definitiva en la paz natural y propia del ser humano, aquella que nos lleva a ayudar a alcanzar la felicidad y la dignidad.
Por ello, nuestra principal finalidad es la de contribuir a educar en valores para hacer de la pedagogía, de la tolerancia, la igualdad, la justicia y libertad herramientas que nos ayuden a construir una sociedad más equitativa y plural, una sociedad formada por personas que sean capaces de anteponer a la violencia, al racismo, a la xenofobia, a la indiferencia y la exclusión, a la rabia y el odio los sentimientos y las emociones mediante el diálogo, el respeto, la comunicación y un sólido sentido de vivir en paz.
La acción educativa de Campus de Paz va dirigida especialmente a niños y jóvenes; ese es el colectivo más sensible a la reacción y expresividad. La causa y el efecto de la violencia que han sufrido es muy compleja para ellos de entender, ya que carecen de las referencias culturales y sociológicas apropiadas; sin embargo, la receptividad a nuevos parámetros de conducta y valores ante la vida es mucho más dinámica, ya que las barreras emocionales son más moldeables al carecer de prejuicios consolidados por la experiencia, la formación y la educación recibida.
Por otro lado, si bien ellos son los actores generacionales, sus educadores, padres y tutores son a su vez los responsables de la correcta armonía del guion, por lo que la complementación de actividades, cursos y seminarios dirigidos hacia los agentes educativos, familias y redes sociales son también referencia de este proyecto.
Bajo orientación psicológica y pedagógica, nuestros alumnos seguirán un recorrido por diferentes espacios educativos que tendrán como nexo de unión la educación emocional y las potencialidades de la misma.
En cada uno de estos espacios, nuestros niños y jóvenes podrán adquirir técnicas y métodos apropiados para desarrollar valores sociales y gestionar sus sentimientos y emociones, siempre desde la perspectiva del ocio y del juego. De esta manera no solo podemos incidir directamente en la reparación emocional, sino que además podemos trabajar simultáneamente en la prevención de la radicalización extrema dentro y fuera del aula.
Para ilustrar mejor mis palabras, permítanme que les proyecte un video que refleja de forma muy visual este trabajo.
[Proyección del video].
Bien. Primero, muchas gracias al equipo técnico por haber hecho todo el esfuerzo para que se proyectara el video.
Este es un poco el trabajo que desarrollamos. Han podido ver cómo es posible desde un aula universitaria radicalizar a los estudiantes. A partir de ahí hay un lapso donde se provoca teóricamente un atentado; y las siguientes secuencias es la forma de educar emocionalmente a nuestros chicos, a nuestros jóvenes, para superar los procesos traumáticos que ha provocado precisamente esa radicalización violenta.
El siguiente de los proyectos que quería presentarles es el proyecto “Integra”, que es el proyecto del programa de inclusión educativa universitaria para jóvenes refugiados.
Proyecto “Integra”. El mundo lleva ya demasiado tiempo asistiendo a una grave crisis humanitaria, motivada por el desplazamiento de millones de personas que huyen del terror y la guerra en sus países de origen, y buscan entre nosotros seguridad, libertad y respeto a los derechos humanos. Ante esta situación, la comunidad internacional debe buscar iniciativas inclusivas que faciliten la comprensión solidaria de esta crisis humanitaria; para ello, debe implicarse como parte de la solución, buscando espacios de convivencia, comprensión y ayuda hacia las personas que configuran esta realidad.
En ese sentido, es necesario reforzar el modelo de acogida e integración por el apoyo de actores tradicionales, como las organizaciones de sociedad civil, las administraciones internacionales, nacionales y locales; pero también de otros actores no tradicionales, como la universidad, creando así nuevas alianzas y enfoques innovadores.
De esta manera nace el proyecto “Integra”, como programa para la integración académica de jóvenes refugiados. Esta iniciativa se enmarca en la política de innovación social y desarrollo que queremos imprimir como seña de identidad, siendo conscientes de la gran importancia que tiene para la formación integral de los alumnos la sensibilización social, el compromiso, el voluntariado y la visión pragmática, que de las jóvenes generaciones deben tener ante la realidad internacional.
El proyecto “Integra” se vertebra a partir de tres ejes esenciales: la universidad como institución emisora de valores, la comunidad universitaria en su conjunto y los refugiados que van a formar parte de esa comunidad.
De esta manera, los objetivos del proyecto buscan el encaje armónico entre los mencionados ejes, de tal manera que podamos llegar a concienciar a la universidad de su responsabilidad social, sensibilizar a la comunidad universitaria, formar a los estudiantes dotándoles de competencias cívicas y solidarias (así como de experiencias que enriquezcan sus valores humanos), integrar a los jóvenes refugiados proporcionándoles las herramientas a nivel personal, académico y social.
Partiendo de esta premisa, hemos desarrollado un programa formativo transversal en distintas disciplinas que ayuden a 10 refugiados a alcanzar de forma sólida y lo más completa posible una integración adecuada tanto personal como académica.
Así, durante un primer año (al que hemos llamado “pregrado”) hemos estructurado la docencia de tal manera que los alumnos refugiados puedan:
-
adquirir las competencias lingüísticas,
-
manejar las herramientas de inteligencia emocional que les ayuden a gestionar adecuadamente esas emociones y sentimientos generados tras convivir en situaciones de violencia extrema,
-
obtener el apoyo psicológico y social necesario para que vivan su estancia en un entorno protegido, seguro y reparador,
-
conocer los valores democráticos y constitucionales de la sociedad española para conseguir una integración sólida en nuestro país, y
-
aprender habilidades y estrategias de comunicación y expresión oral para que posteriormente sean capaces de comunicar de forma coherente y eficaz.
Al finalizar este periodo formativo, se les ofrece la posibilidad de acceder a una de las carreras universitarias que oferta la propia universidad. Para elegir a estos beneficiarios, se abrió un periodo de selección donde se valoran las candidaturas en función de los siguientes criterios:
-
tener la consideración de refugiado demandante de asilo
-
ser mayor de edad con interés en realizar una carrera universitaria
-
provenir de las áreas de conflicto derivadas de guerra o terrorismo
-
contar con la homologación de estudios de bachillerato equivalentes
-
contar con una valoración positiva del Centro de Acogida Asistencial
Tras más de 90 entrevistas, se procedió a la concesión de beneficiario —bajo los mencionados criterios— a 10 jóvenes: 8 hombres y 2 mujeres, procedentes 6 de ellos de Siria, 1 de Irak, 2 de Afganistán y 1 de Ucrania.
De nuevo les mostraré el siguiente video, donde podrán ver la razón de ser de este proyecto.
[Proyección del video].
Bueno, este proyecto nos ha situado en ser la primera universidad en España y en Europa en implementar un programa de integración de estas características para refugiados, que están llegando ahora mismo a todos los países europeos.
Bien, concluyendo (y siendo generoso mi coordinador con el tiempo). Todos tenemos la certeza de que la paz es mucho más que la mera ausencia de guerra: hablar de paz es hablar de igualdad de oportunidades, de respeto de los derechos y libertades, de solidaridad y cooperación entre todas las personas para crear un mundo de bienestar compartido y justicia social; pero también es paz ese sentimiento íntimo, propio de la naturaleza humana, que nos arraiga a nosotros mismos y con nuestro entorno de forma armónica, sincera, feliz y plena; esa paz intrínseca a nuestro ser capaz de amar y ser amado, de perdonar y ser perdonado, de saber dar para recibir con las manos abiertas y construir un camino de vida para compartirlo con los demás.
Cada una de esas connotaciones que se pueden derivar del concepto de paz no pueden quedar como meros algoritmos semánticos útiles para ilustrar discursos, leyes, acuerdos o convenios; tiene necesariamente que ser asumido por la sociedad global como regla imprescindible para desarrollarnos como individuos capaces de construir sociedades justas, abiertas y multiculturales.
Sin duda alguna, debe ser el reto a alcanzar por las generaciones presentes y futuras, como asignatura pendiente en muchas (demasiadas) sociedades y Estados. Y si hay una institución que por excelencia debe ser actor esencial para inocular en los más jóvenes la dimensión y trascendencia del valor intrínseco de la paz, es sin lugar a duda la universidad. Ella, como elemento cohesionador de la sociedad, emisor de conocimiento y receptor de inquietudes e innovación, no puede ni debe mantenerse al margen de la responsabilidad de enriquecer no solo el intelecto, sino también el alma para la sublime tarea de crear ciudadanos en toda la dimensión de la palabra.
Las iniciativas que les he expuesto en este trabajo son dos ejemplos de buenas prácticas que merece la pena explorar y, en su caso, imitar. En ese camino podrán encontrarme a su entera disposición, y prestaré para ello todo mi apoyo.
Muchísimas gracias por escucharme.