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Sr. Lucio Gutiérrez | La importancia del sistema democrático para la paz de las naciones
Video Relacionado:Nota de transcripción: El texto a continuación fue digitado y revisado en vivo, durante la transmisión de la ponencia y/o traducción. Es posible que esté en proceso de posteriores revisiones para su mejoramiento. De ser requerido, puede ser verificado con la grabación correspondiente. (Sugerencias o comentarios: transcripciones@emapaz.com)
Muy buenos días a todas las personalidades aquí presentes en esta Cumbre de Integración por la Paz. Muchísimas gracias a los organizadores y felicitaciones por este gran esfuerzo por alcanzar y consolidar la paz en el mundo; y realmente nos encontramos muy contentos de estar nuevamente en Guatemala, para dar nuestro aporte en beneficio de la ansiada paz.
El 21 de septiembre se celebra el Día Internacional de la Paz, y el camino para alcanzar la paz definitivamente es la democracia; de ahí que uno de los roles del sistema democrático es garantizar el respeto absoluto a los derechos humanos, para con ello lograr el bienestar y el desarrollo de la paz de los ciudadanos en nuestras naciones.
Esta garantía de respeto a los derechos humanos solo es posible en Estados democráticos en los cuales exista división e independencia de las funciones del Estado: ejecutivo, legislativo y judicial. Cuando no hay independencia de las funciones del Estado, es decir, en Gobiernos totalitarios o dictatoriales, se pone en serio riesgo la garantía y respeto a los derechos humanos, y con ello el bienestar, el desarrollo y la paz de los ciudadanos. Y los casos de irrespeto a los derechos humanos en el mundo, bueno, pues tenemos muchísimos dolorosos casos de violación a los derechos humanos en la historia de la humanidad.
Si bien es cierto que los primeros conceptos de democracia nacieron con los griegos hace 2500 años, fueron los franceses, entre ellos el barón de Montesquieu (1689-1755) quien postuló la separación y la división del poder del Estado en esa trilogía: ejecutivo, legislativo y judicial, para hacerlo republicano y democrático.
Para mantener las libertades políticas, el desarrollo y la paz de los ciudadanos, estas tres funciones del Estado actúan como pesos y contrapesos, ese estira y afloja y esos mutuos controles que son los que permiten la gobernabilidad en una república democrática.
“El aprendizaje de la democracia es la pedagogía de la paz”, dice el profesor Federico Mayor, este pensamiento implica el respeto incondicional de las libertades económicas, políticas y sociales, en el marco de la tolerancia y la diversidad en que sus derechos sean respetados y no vulnerados.
La tolerancia es la virtud de la democracia. El respeto a los demás, la igualdad de todas las creencias y opiniones, la convicción de que nadie tiene la verdad ni la razón absolutas, son el fundamento de esta apertura y generosidad que supone ser tolerante.
“Sin la virtud de la tolerancia, la democracia es un engaño, pues la intolerancia conduce al totalitarismo”, como nos recuerda la profesora Mónica Beltrán; por eso se dice que la tolerancia es el umbral o el inicio de la paz.
Y en esto tenemos el rol importante de los partidos políticos, que son el puente entre las aspiraciones de la ciudadanía y el Estado para, justamente, pues lograr ese desarrollo, ese bienestar y la paz de los ciudadanos en nuestras naciones.
Si no hay esta comprensión, si ese puente entre los partidos políticos y la ciudadanía no funciona, aparecen las guerras y los conflictos, que son el resultado de la inequidad. La paz debe construirse desde todo núcleo social, comenzando por la casa, la familia y la máxima organización como constituye el Estado; pero no debemos olvidar que la responsabilidad individual de construir la paz mundial es de todos nosotros.
También es importante educar a las nuevas generaciones sobre la necesidad de renunciar a la violencia y adoptar medios pacíficos para solucionar las controversias, como son el diálogo, la negociación, la apertura, la solidaridad..., en fin, construir una cultura de consenso, que sería el camino más seguro para alcanzar una cultura de paz.
Dentro de esto tenemos que los valores de libertad y respeto por los derechos humanos y el principio de celebrar elecciones periódicas y genuinas mediante el sufragio universal, son elementos esenciales de la democracia; a su vez, la democracia proporciona el medio natural para la protección y la realización efectiva de los derechos humanos. Estos valores se han incorporado en la Declaración Universal de Derechos Humanos.
La Carta Democrática Interamericana es un instrumento internacional que caracteriza a la democracia como un derecho, ofrece una definición mucho más amplia que la mera celebración de elecciones; considera la democracia como un propósito que los Estados Miembros se comprometen a promover; y finalmente, compromete a los países a tener una acción colectiva para asegurar el restablecimiento del orden democrático cuando este haya sido en cualquier forma alterado.
Sin embargo, y a pesar del respaldo que existe a la democracia en el mundo y a la pluralidad, existe el problema de la intolerancia política, tanto en los países desarrollados como en los países en vías de desarrollo. Los líderes con el poder en sus manos quieren imponer su voluntad sometiendo al resto, se niegan a ceder espacios a sus opositores; y esta intolerancia genera intranquilidad y altera la paz en los ciudadanos de nuestras naciones.
La importancia del rol democrático para la paz de las naciones y sus ciudadanos se visualiza partiendo del concepto de desarrollo humano; es decir, un Estado democrático debe garantizar, entre otras cosas, a sus ciudadanos, educación, salud dignas, de calidad, trabajo igualmente digno, seguridad ciudadana, seguridad jurídica para poder emprender en actividades comerciales y empresariales, seguridad alimentaria, justicia imparcial, elecciones limpias, libres y periódicas, paz, tranquilidad y la libertad, para que los ciudadanos puedan desarrollarse como personas humanas.
En cuanto al desarrollo y la paz: para que haya desarrollo debe haber paz, y viceversa. La afirmación de que “la paz es la ausencia de conflicto” es parcialmente cierta, porque para que el ciudadano tenga realmente paz debemos buscar no solo desarrollar todo su potencial, sino cumplir con la mayoría de sus aspiraciones, tomando en cuenta sus valores como ser humano y su dignidad.
La paz democrática parte del concepto de que ningún ciudadano atentará contra los intereses de otro y ninguna nación atentará contra los intereses de otra nación. Los conflictos entre Estados han ido disminuyendo como resultado del fortalecimiento del multilateralismo en el mundo, la prevalencia del Derecho Internacional Público y Derecho Internacional Humanitario; mientras que los conflictos armados internos han aumentado, no solo por la falta de desarrollo humano (que es un requisito fundamental de la democracia), sino también por los flujos migratorios; en especial, vemos esto en el centro de África, en el Medio Oriente, en el norte de África y últimamente en nuestra América del Sur.
Estos conflictos intraestatales requieren un análisis sin los tradicionales prejuicios, como sugiere la iniciativa canadiense de la responsabilidad de proteger con tres grandes dimensiones para la construcción de la paz:
La responsabilidad de prevenir, anticipándose —mediante todos los mecanismos y las herramientas de paz— al conflicto, que es evidente que va a ocurrir.
La responsabilidad de intervenir, que nos obliga a repensar el concepto de soberanía, porque es aquella responsabilidad de la comunidad internacional —en aplicación de los mecanismos del multilateralismo del Derecho Internacional aprobados por Naciones Unidas— de intervenir en un país que ante un conflicto político armado, a consecuencia de un desastre natural o una crisis humanitaria, en Gobiernos totalitarios no quiere ese Gobierno o no puede atender las necesidades de su nación.
Y la tercera dimensión de esta propuesta de la responsabilidad de proteger, es la responsabilidad de reconstruir. Un claro ejemplo fue la reconstrucción de Europa luego de la Segunda Guerra Mundial y hoy es una de las regiones más prósperas del mundo.
¿Qué es lo que deberíamos hacer para contribuir al fortalecimiento de la paz? Prácticamente insistir, fortalecer, en todos los mecanismos que existen dentro de la democracia, dentro de la Organización de Naciones Unidas, dentro de la Organización de Estados Americanos; y entre ellos, pues seguir haciendo esfuerzos en el mundo educando a la gente, para fortalecer la trilogía de la separación entre los poderes: legislativo, ejecutivo y judicial; porque solamente con esta separación e independencia de las funciones se puede garantizar el respeto absoluto a los derechos humanos, que conseguirá el bienestar, el desarrollo y la paz de los ciudadanos.
Igualmente, fortalecer y también educar y buscar los mecanismos para que los partidos políticos y líderes, cuando estén en el Gobierno sean tolerantes, no impongan su concepto hacia las críticas, hacia los criterios diferentes, especialmente de la oposición; porque esto genera intranquilidad, esto altera la paz en nuestras naciones.
Impulsar iniciativas como la de la responsabilidad de proteger que —como ya lo dijimos— consta de tres propuestas: la responsabilidad de prevenir, la responsabilidad de intervenir y la responsabilidad de reconstruir.
Igualmente, tenemos que impulsar la responsabilidad individual de fomentar la paz. La paz debe construirse desde todo núcleo social, desde la casa, todos somos responsables individualmente de la paz mundial; es decir, no se puede delegar únicamente al Gobierno ni a ninguna otra estructura que tenga autoridad. La responsabilidad de construir la paz mundial es de todos nosotros.
También proponemos, pues, educar o insistir en la educación a las nuevas generaciones, en la necesidad de renunciar a la violencia y adoptar medios pacíficos como el diálogo, la negociación, la solidaridad..., en fin, construir una cultura de consenso, que sería el camino más seguro a una cultura de paz.
Y también pues, en nuestro continente, fortalecer la Carta Democrática de la OEA, para que no sea —como en algunos momentos se ha mencionado— una declaración muy bonita, un poema realmente maravilloso, pero que ha tenido poca efectividad cuando se ha alterado la democracia en nuestro continente.
Muchísimas gracias.
MODERADORA
Ahora le pido excusas, porque creo que nunca habían pronunciado tan mal su nombre, sigue el Doctor Yehiel Hilik Bar. Él es miembro es portavoz adjunto y vicepresidente del parlamento israelí, como parte del partido laborista, tiene una licenciatura en ciencias políticas y relaciones internacionales, una maestría en relaciones internacionales, una especialización en diplomacia y política exterior, es secretario general del partido laborista desde 2010, hasta su elección para el parlamento fue miembro del Consejo Municipal de Jerusalén y miembro de la dirección municipal, entre 2009 y 2010 se desempeñó como asesor del ministro de industria, comercio y trabajo y entre 2000 y 2001 fue asesor del Ministro de protección ambiental.
Su intervención va hacer sobre la diplomacia, como herramienta para el establecimiento de la paz entre las naciones.
Detalles
Fecha:
access_time Jue, 10/04/2018 - 10:30
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