Dr. William Soto | Presentación del proyecto “Huellas Para no olvidar” ante el Congreso de Chile
Honorable diputado y ex presidente de la Cámara de Diputados de la República de Chile, Nicolás Monckeberg Díaz; Segundo Secretario de la Embajada de Israel en Chile, señor Ron Brummer; señores parlamentarios,
miembros del cuerpo diplomático acreditado en la República de Chile presentes; sobreviviente del Holocausto, señor David Feuerstein; Capellán judío de La Moneda, rabino Eduardo Vaingortin; rabino Efraim Rosemvaij y demás miembros de la comunidad judía; señoras y señores, muy buenos días.
Agradezco la invitación que me hicieron para estar en este recinto y poderles presentar nuestro proyecto “Huellas para no olvidar”, el cual ha sido diseñado como una herramienta para enseñar, prevenir y salvaguardar en materia de Derechos Humanos, y se está llevando a cabo en diferentes países de Latinoamérica.
El proyecto consiste en la exhibición de una placa con las huellas palmares de un sobreviviente de la Shoá y sus descendientes, como una forma de solidarizarnos con las víctimas y su sufrimiento, pero también con la intención de crear espacios de reflexión, especialmente en la juventud, sobre los hechos y consecuencias del Holocausto; pues como dijo el Secretario General de las Naciones Unidas tras la aprobación de la Resolución 60/7, que designó el 27 de enero como el Día Internacional de Conmemoración anual en memoria de las víctimas del Holocausto, es “un importante recordatorio de las enseñanzas universales del Holocausto, atrocidad sin igual que no podemos simplemente relegar al pasado y olvidar.”
Han escuchado ustedes al señor David Feuerstein, quien por el solo hecho de ser judío tuvo que soportar la segregación, el despojo de todos sus bienes, la persecución y diversas formas de atentados contra su vida. Para vergüenza de la Humanidad debemos aceptar que, como él, hubo millones que no pudieron salvar sus vidas.
Conocemos hoy de esos hechos, gracias a la documentación existente y al testimonio de los sobrevivientes; hemos oído acerca de la extrema crueldad de los nazis, de la temible eficiencia para aniquilar seres humanos, de la instalación de todo un proceso industrial para la muerte y, paralelamente, de la destrucción de todo rastro de dignidad entre sus víctimas.
Millones de seres humanos murieron por ser judíos, Testigos de Jehová, homosexuales, gitanos y contrarios al gobierno.
Lo que notamos con preocupación en la Embajada de Activistas por la Paz, es que las nuevas generaciones desconocen casi por completo todo lo que ahora conocemos como el Holocausto, mientras se multiplican las voces que lo niegan, como la del actual Presidente de Irán.
Pero también, de manera general se desconocen los genocidios de Armenia, Camboya, China, y tantos otros, que la conclusión obligada de todo esto es que hay razón en la frase: “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla” (George Santayana). Dicha frase puede ser aplicada a la especie humana pues vimos que aun después de la Segunda Guerra Mundial y pese a la presencia de los “Cascos Azules” de la ONU, se llevaron a cabo las masacres de Ruanda y la antigua Yugoslavia, ante la mirada pasiva de la comunidad internacional.
Todo esto produjo la certeza acerca de la urgencia y necesidad global no sólo de elaborar leyes, sino apoyar proyectos que promuevan la defensa de los Derechos Humanos y el respeto por las diferencias, ya sean políticas, religiosas o de cualquier índole.
El Artículo 1° de vuestra Constitución política dice que
“las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos.”
En ustedes, señores legisladores, ha sido depositada la obligación de salvaguardar dicho principio, y desarrollar leyes justas que busquen la paz, la armonía, el bienestar y la prosperidad de sus conciudadanos. Esas leyes se convertirán en los bastiones contra la discriminación, el odio y la violencia.
Existe, adicionalmente, otra herramienta poderosa e importante para lograr ese propósito y es la Educación, pues a través de ella podremos realmente aprender las lecciones de la historia y sembrar adecuadamente el conocimiento y respeto por los Derechos Humanos para evitar que las personas permanezcan indiferentes cuando se intente repetir una violación a ellos, no solo en Chile sino en cualquier parte del mundo.
Que ante una amenaza semejante contra cualquier grupo de personas, ya sea por razones de religión, cultura o nacionalidad, el pueblo chileno se levante en defensa de los derechos humanos. Que el pueblo chileno se convierta en adalid de la paz, la armonía y la concordia entre las naciones.
Para lograr esa meta quiero proponerles, con el mayor respeto, que mediante una ley del Congreso se incluya el Holocausto como tema de estudio y de debate en los últimos grados de estudio en los colegios y como una materia o cátedra transversal en las universidades, como una forma de generar reflexión sobre el valor de la vida y la dignidad humana.
Ya el Ministerio de Educación y Cultura de Paraguay, mediante la Resolución 684 del 20 de febrero de 2013, acogió esta iniciativa y declaró de interés educativo el proyecto “Huellas para no olvidar.”
Si esta idea es bienvenida entre ustedes, ofrezco toda la ayuda que la Embajada de Activistas por la Paz pueda brindar.
Muchas gracias.