Dr. William Soto | “Lo que nos enseñó el Holocausto”.
Senador Nacional por la Provincia de Santa Cruz, Alfredo Martínez, y en su persona a todos los senadores presentes; Ministro Consejero de la Embajada de Israel, Ofer Moreno; Segundo Secretario de la Embajada de Polonia, Eva Maicut; cuerpo diplomático acreditado en Argentina; Presidente de la DAIA, Julio Schlosser; Secretario del Seminario Rabínico, Miguel Toimaher; sobrevivientes del Holocausto, Estela Feiguien, Liza Novera, Isa Lutowjcz, y en su nombre, a todos los sobrevivientes del Holocausto presentes; rectores de las diferentes universidades, señores representantes de la comunidad judía, señoras y señores; muy buenos días.
"Quien olvida su historia está condenado a repetirla". Estas palabras del filósofo Jorge Santayana se han convertido en una de las frases inspiradoras del trabajo educativo del proyecto “Huellas para no olvidar”, que preserva el testimonio de los sobrevivientes del Holocausto como un legado vivo para la humanidad, porque la barbarie cometida por el régimen nazi no fue sólo contra 20 millones de personas, fue un crimen contra la humanidad entera; por lo tanto, los testimonios de las víctimas nos dejan lecciones para ser compartidas y aprendidas por toda la familia humana.
La historia de los sobrevivientes de diferentes genocidios, no debe ser mirada como un hecho trágico del pasado, sino como el testimonio latente de una historia “viva”, colmada de valiosas enseñanzas y lecciones para la actual y las futuras generaciones, acerca de la necesidad de romper el silencio y contrarrestar el antisemitismo, la intolerancia, el prejuicio, el odio y la discriminación.
El proyecto de la Embajada de Activistas por la Paz “Huellas para no olvidar” ha sido diseñado como una herramienta para enseñar y reflexionar acerca de la barbarie genocida, y prevenir que se repitan estos graves crímenes contra los Derechos Humanos.
Este proyecto nos permite generar espacios de reflexión en parlamentos, congresos, cancillerías, embajadas, universidades, institutos, escuelas, colegios, lugares públicos, museos y medios de comunicación, con el propósito de enseñar sobre los genocidios; en especial, el Holocausto y sus consecuencias. Pero ante todo, con el objetivo de crear espacios de estudio y reflexión para educar a las presentes y futuras generaciones, y así evitar que crímenes de lesa humanidad se repitan.
El Holocausto dividió la historia de la sociedad civilizada en un antes y un después, y dejó muchas enseñanzas para los seres humanos. Con posterioridad a la comisión del Holocausto se vivieron fuertes transformaciones en el campo de los Derechos Humanos, la Justicia y la Medicina.
Al cesar la Segunda Guerra Mundial quedó en evidencia toda la brutalidad cometida por Hitler y su ejército. Las tropas aliadas al entrar a los campos de concentración y exterminio se encontraron con imágenes impresionantes y la evidencia de una barbarie que sorprendió al mundo. Este genocidio es uno de los que cuenta con mayor documentación: 72 millones de páginas con informes y registros, aproximadamente 23.000 objetos y 300.000 fotografías. Toda esta evidencia contrarresta cualquier ánimo negacionista.
Después de los crímenes perpetrados por el régimen nazi, fueron creados diferentes organismos internacionales destinados a salvaguardar la vida, la justicia y la dignidad del ser humano; entre ellas, la Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional; también surgió un nuevo enfoque en los códigos de ética médica, la acuñación, entre otros, de los conceptos “crímenes de guerra” y “crímenes de lesa humanidad” en el Derecho Penal Internacional y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Este hecho histórico también dejó en evidencia que el ser humano es capaz de cometer los peores crímenes, y que en los seres humanos está la semilla del bien y del mal.
¿Y cómo corregir el mal? Evitando que esa semilla de odio y de discriminación se propague y germine. Y esa es una responsabilidad de todos como individuos, pero en especial de las autoridades gubernamentales, líderes políticos, sociales, religiosos, formadores de opinión, universidades y los profesores, que pueden gestar y apoyar proyectos educativos que ayuden a cumplir este objetivo.
En la Embajada de Activistas por la Paz creemos que si el Holocausto dejó tantas lecciones y transformaciones en materia de Derechos Humanos, es un deber enseñarlo en las escuelas, colegios, y como materia transversal en las universidades de todos los países.
Para que ocurra un genocidio como el Holocausto debió haber —y de hecho la hubo—, una preparación sistemática y un adoctrinamiento en función de la convicción errada de la existencia de una raza superior. Este crimen capital, como lo reconoce la historia, se cometió con ventaja, premeditación y alevosía, aprovechándose de la indefensión de un pueblo. Hitler utilizó todos los medios disponibles para difundir su ideología extremista; utilizó la Educación como medio de adoctrinamiento. Por eso creemos que es a través de la Educación que podemos evitar que otro crimen de lesa humanidad acontezca.
Si consideramos importante para la formación de un niño o niña enseñarle a sumar, dividir, restar y multiplicar, o aprender sobre las diversas corrientes filosóficas, cuánto más importante es educar en función del respeto por los valores humanos y la enseñanza del Holocausto como paradigma del acto genocida, ya que una Educación con esa orientación humanista nos proporciona las herramientas necesarias para transmitir el respeto por la dignidad humana, como la base para una convivencia pacífica entre individuos, sociedades y naciones.
El desarrollo del conocimiento científico y tecnológico no es suficiente para evitar la repetición de un hecho tan atroz, como ese genocidio, que costó alrededor de 20 millones de vidas humanas. Hitler llevó a cabo el Holocausto en una de las naciones más avanzada en tecnología, ciencia y educación para aquella época.
Por lo tanto, la Educación con valores es uno de los instrumentos claves para evitar que un nuevo genocidio se repita. Es primordial incentivar la práctica de los valores y el respeto a la familia, basado en el reconocimiento de la dignidad humana, la verdad, la rectitud, el amor, la paz, la justicia y la tolerancia.
El Holocausto es uno de los temas de estudio e investigación más actuales y controversiales; lo que nos deja el desafío de adaptar el material histórico a las necesidades de las y los estudiantes; y su interés aumenta permanentemente, no sólo en el seno del pueblo judío sino a nivel mundial, como lo ha demostrado la Conferencia de Estocolmo llevada a cabo en el mes de enero del 2000.
La enseñanza del Holocausto es hoy en día un instrumento legítimo, recomendado por la Organización de Naciones Unidas a través de la Unesco, y utilizado para denunciar y prevenir el antisemitismo, el racismo, la discriminación y los brotes violentos de grupos extremistas como los neo-nazis.
Es un error grave decir que un genocidio como el Holocausto nunca más se va a repetir y que por lo tanto no es necesario dedicar esfuerzos y enfocar la Educación en su enseñanza y prevención. Ese pensamiento no es coherente con los hechos violentos que se han presentado después de esa tragedia humana. Basta recordar que el genocidio de Ruanda se cometió en 1994 en un contexto mundial de destacado desarrollo científico y tecnológico, y con la presencia de diversos organismos internacionales.
Por lo tanto, lo único que nos garantiza que las personas tomen conciencia sobre el valor de la vida, es la EDUCACIÓN, herramienta fundamental que nos permitirá trabajar de manera efectiva en cualquier parte del mundo y con personas de diferentes nacionalidades, culturas, ideologías, idiomas, edades, religiones y creencias.
Muchas personas preguntan: ¿Por qué no olvidan el Holocausto? ¿Por qué no pasan la página? Olvidaremos el Holocausto cuando tengamos la certeza de que nunca más se repita otro genocidio y para que esto no vuelva a ocurrir. Tenemos todos y cada uno de nosotros la responsabilidad de emprender acciones.
A todos los sobrevivientes aquí presentes: con todo respeto los invito a nunca dejar de contar su historia, pues el testimonio de cada uno de ustedes constituye un legado para el pueblo judío y para la humanidad.
Y para terminar, quiero dejarlos reflexionando en la siguiente frase de Simón Wiesenthal: "Siempre habrá judíos mientras recuerden. No hay pecado más grande que el olvido". Muchas gracias.