Tenemos que tener siempre presente, que las víctimas del régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial, no sólo fueron los 6 millones de judíos, también fueron perseguidos y asesinados otros grupos; entre ellos los Testigos de Jehová, homosexuales, opositores políticos, los romaníes (gitanos) y los discapacitados. Por lo tanto, este no fue un crimen contra un solo pueblo, este fue un crimen contra la familia humana.
Pacifista, humanista, teólogo y profesor investigador. Desde muy joven se destacó por sus ideales de servicio a la humanidad y su ferviente anhelo por promover la construcción de una sociedad más justa, tolerante e inclusiva; valores que lo impulsaron a especializarse en el estudio de las Escrituras, en la Historia Antigua, en la Historia de Israel, y posteriormente a desarrollar su visión como activista en favor de la familia humana.
A fin de prevenir la reiteración de crímenes de lesa humanidad debemos, desde los diferentes centros de estudio, fomentar una educación con valores, centrada en el respeto de la dignidad del ser humano, para que así los y las estudiantes aprendan el valor de la defensa de los Derechos Humanos, tomen conciencia de la importancia de construir caminos para la paz de la familia humana, y dimensionen las consecuencias de las guerras y de cualquier otra actitud beligerante o discriminatoria.
Nosotros somos parte de la historia y por lo tanto debemos hacer reivindicación para que el Holocausto y ningún otro crimen contra la humanidad se repitan. Creemos que olvidar el Holocausto es un delito, y no darlo a conocer a las nuevas generaciones nos convertiría en cómplices de aquellos que lo perpetraron y de los que actualmente lo niegan. El Holocausto es el más triste fracaso de la civilización libre. Este crimen perpetrado por el régimen nazi es la página negra en la historia de Alemania y por consiguiente de la familia humana.