Dr. Marco Bilibio | Nuevas propuestas en psicología para la armonía integral del ser humano
Video Relacionado:
Buenas tardes a todos. Tengo yo un amigo en Brasil que cierta vez fui hacer una ponencia en una universidad en Chile, y él me dijo: “Utilicé mi mejor español”. Y cuando cerró la ponencia, el rector de la universidad que estaba allá, dijo: “Congratulaciones, doctor. La primera cosa que quería decir es que no sabía que era tan fácil entender el portugués”.
Dicen las malas lenguas que así empezó el portuñol; portuñol por definición es cuando un brasileño piensa estar hablando español; pero paciencia para más de una versión del portuñol.
Bueno, yo trabajo con psicoterapia en Brasil hace 30 años; a un determinado momento empecé a comprender cómo mi profesión dejaba de afuera una importante parte del alma humana. Nosotros en psicología aprendemos desde la universidad a focalizar la vida interior, la vida subjetiva; también focalizar la vida de relaciones, la vida de los grupos; pero especialmente en la dimensión clínica, poco o casi nada aprendemos otra dimensión de nuestras relaciones, que es la relación con el mundo más que humano.
Con el tiempo, yo que trabajo con gestalterapia, un abordaje ecológico y sistémico, descubrí una nueva vertiente, una vertiente emergente en psicología, que se llama ecopsicología.
ecopsicología tiene como foco la fenomenología de las relaciones del ser humano con la naturaleza; del punto de vista clínico, ecopsicología tiene que ver con el entendimiento del sufrimiento humano, del funcionamiento humano en general, y cómo esto es impactado e impacta a la naturaleza.
La ecopsicología cuando mira a nuestras experiencias, en relación a la naturaleza, llega a una dimensión de nuestros sentimientos, de la experiencia subjetiva humana, que es apoyada por muchas otras vertientes.
Ecopsicología en sí misma es un abordaje interdisciplinario, y transdisciplinario, dialoga con la teoría de los sistemas, teoría de campo, la teoría de biofilia, de un biólogo llamado Wilson, que muestra cómo nuestra historia en constante relación con otras especies nos da una predisposición positiva a la amistad para con todas las otras formas de vida.
Y es tal vez el único abordaje en psicología que se despliega de una posición antropocéntrica o androcéntrica, inspirada en la ecología y en el reconocimiento del principio de la interdependencia entre todos los seres; se pone como un abordaje ecocéntrico.
La ecopsicología tiene una mirada crítica en relación a lo que ocurre en las relaciones entre ser humano y naturaleza. En el primer libro, Fiodor Roszak, el hombre que creó la expresión ecopsicología, hace un raciocinio muy sencillo sobre nuestra crisis ambiental. Estamos nosotros trabajando vía nuestras escogencias económicas, vía nuestro estilo de vida, casi para una destrucción de nosotros mismos.
Ya escuché por aquí la expresión ecocidio, esta es una palabra muy conocida en ecopsicología; significa dar fin a la propia vida destruyendo las tela de relaciones de la cual dependemos, por tanto, el ecocidio es un suicidio que lleva junto todas las otras especies.
Cuando miramos de afuera lo que nuestra especie está haciendo, y especialmente cuando miramos con una mirada clínica, da clara percepción de que hay un propósito autodestructivo en lo que estamos haciendo; seguimos haciendo como si las consecuencias no fueran a caer sobre nosotros.
Y él decía en su libro: un psicólogo clínico, un psicoanalista no puede mirar eso de manera ingenua, hay algo que reside en la dimensión psicológica, el andamiento en ese proceso destructivo; podríamos decir que, de hecho, hay un síntoma en progreso, ecocidio como un síntoma; es decir que en esta fase de nuestra civilización parece que nos caímos enfermos.
Del punto de vista del psiquismo, cuando miras a un síntoma es porque es precedido de fuerzas psicológicas en conflicto, o por represión —vamos a decir así— o falta de contacto con dimensiones de la psique. Es cuando nuestra psique se queda en desequilibrio porque no hay el contacto y la relación entre todas las potencias psíquicas. Cuando hay desequilibrio empieza el síntoma.
Entonces, si miramos de este punto de vista, ecocidio tiene que ver con una estructura psíquica, dominante en nuestra cultura que probablemente ha entrado en desorganización.
Si preguntamos lo que ocurre; lo que ocurre: el alma de la civilización que domina todas las otras, que es donde nació el racionalismo y que volvió para el hiperracionalismo, y que volvió para el industrialismo y después para la sociedad de consumo, y que genera estilos de vida que vistos de afuera parecen de gran suceso y felicidad… Pero cuando miramos las estadísticas de la psicopatología descubrimos que esta misma civilización, esta misma estructuración psíquica, carga muchos sufrimientos.
Vivimos un tiempo, en el siglo XX, el tiempo de la ansiedad; esto volvió en el siglo XXI para la era de la depresión. Es claro que hay algo no muy bueno en el aire, es claro que nuestras almas cargan un sufrimiento; y cuando vamos más hondo, más hondo, en el origen del sufrimiento… claro que tenemos que admitir que hay muchas dimensiones en este sufrimiento. Todos nosotros sabemos cómo nuestras relaciones personales, familiares, de pareja, cómo son causas de sufrimiento muchas veces.
Pero probablemente —y esta es una proposición de la ecopsicología— hay una causa general de sufrimiento, que es lo que ocurre con la conciencia humana cuando no está en contacto con su raíz más profunda; y esa raíz más profunda, Fiodor Roszak le llamó el inconsciente ecológico, inspirado en un concepto de Jung que decía que nosotros cargamos en nosotros el registro de toda la historia de la humanidad, pero más que la historia de la humanidad cargamos en nosotros toda la historia de la vida.
Cuando el Proyecto Genoma Humano reveló cómo está organizada nuestra carga genética han descubierto que lo que nos diferencia de algunos animales es muy poco, menos de 5%, que tenemos genes de árboles en nosotros; significa que la raíz de la conciencia humana es la misma raíz de la biología humana, estamos conectados con toda la cadena de la vida, la red de la vida.
El inconsciente ecológico es el tipo de experiencia que tiene nuestro amigo que acaba de hablar; no hablo de sus conocimientos, porque generalmente cuando las personas de la civilización dominante miran a tu pueblo, miran en busca de los conocimientos que tienen; pero lo más importante no es el conocimiento; es el sentimiento, es la experiencia que tienen; porque ese sentimiento de integración, de pertenecimiento a la red de la vida, que honra toda esa historia de cuatro billones y medio de años, y que pulsa en nosotros no solamente nuestro cuerpo sino nuestra psique; y cuando no hacemos el contacto, el reconocimiento, cuando no honramos todo ese pasado ancestral a donde esta calidad de experiencia que él tiene, esto hace una falta tan profunda en la conciencia de la civilización dominante, que se queda como un vacío.
El sábado estaba yo en el centro de Brasil, de planalto central, un lugar maravilloso llamado Chapada de los Viajeros. En este lugar estuve haciendo ecopsicoterapia, que es una de las expresiones de la ecopsicología, con 15 personas. En ese grupo quedamos los 3 días completamente sin contacto con la civilización (muchos aquí tienen este tipo de experiencia), y van a confirmar lo que voy a decir:
Cuando estamos en el bosque el tiempo suficiente, no piensen mal pero yo use la misma ropa 3 días. Les digo: tomaba baño en el río y no había ningún mal olor en mí, y en ninguno de nosotros que también se quedaron 3 días con la misma ropa.
En estos 3 días, al final, todos nosotros teníamos una sonrisa en el rostro; porque cuando estamos en la sintonía de la red de la vida, con el estado interior que él genera, les digo: nosotros casi no necesitamos de nada. Es cuando hay este vacío profundo por la falta de una dimensión de la psique que nosotros somos impulsados a salir en busca de algo.
En estos días yo les puedo decir que la felicidad estaba en el aquí y el ahora. Yo lo experimentaba cuando iba a tomar una fotografía de selfie (que se llama)… ahora déjame hacer un comentario sobre selfis: Hace dos años atrás estuvimos en Grecia para un Congreso Internacional de Ecopsicología y presentamos un trabajo inspirado en una escena que ocurrió en Brasil (que un profesor mío fue testigo). Había un momento en esta playa que todas las personas al mismo tiempo sacamos los celular y tomamos un selfi, todos. Si fotografiaras la playa todos estábamos tomando un selfi.
Les digo que adoro el selfi, lo hallo muy práctico; pero no puedo negar que también el selfi es una expresión de este vacío. Tiene algo con nuestros sentimiento de vanidad, hasta de narcisismo; orgullo, vanidad, que evoluciona para el narcisismo. Es para donde nos lleva esta sociedad del vacío, que es la sociedad que pone el consumo como acto central de la vida, la apariencia que tienes en la vida material como el valor mayor de la vida.
En aquel selfi, cuando miré a la foto yo estaba tan feliz, estaba… ¡hermoso! Había un brillo en mí y en todos los otros que estaban atrás. Estábamos todos muy lindos, porque es la belleza que viene del no necesitar de nada, de estar bien ahora.
Y esto nos enseña mucho. Ellos, él, nos enseña mucho sobre esta experiencia de la paz, que viene de estar en conexión con esta sensibilidad esencial que todos nosotros tenemos para la red de la vida, que trae un encantamiento que nos falta; por eso es que los programas que son más vistos en la televisión son los programas sobre la naturaleza.
Las personas cuando salen de vacaciones raramente procuran ir a grandes ciudades: procuran la naturaleza; porque como nuestro amigo en el inicio ha revelado, y nuestra experiencia nos dice, cuando estamos en contacto con lugares intocados, lugares que están vivos, estos lugares nos afectan de manera que nos pone en contacto con lo más profundo de nosotros; no era casual que las grandes tradiciones espirituales hacían sus monasterios apartados en el desierto o en las montañas.
Hay una autora que dice algo interesante aquí: los meditadores budistas cuando tienen que practicar los estados más avanzados de meditación necesitan ir a un lugar con naturaleza intocada, en donde ninguna sangre haya sido derramada por muchos kilómetros de distancia, derramado por crueldad humana.
Redescubrir esta conexión profunda con la naturaleza es una necesidad esencial para nosotros que vivimos en este tiempo, que somos partícipes de la sociedad tecnológica dominante; y yo soy…, no soy como mi amigo, no soy como tú, no tengo la vida que tienes, pero tú y tu experiencia moran profundamente dentro de mí. Por no saber de eso yo fui metido prisionero de uno de los lados de la naturaleza humana que no es más complementado por el otro.
Tú eres el otro yo. Así, esta vivencia completamente integrada, que no interfiere en nada en la naturaleza, es un contrapunto a la naturaleza humana que hace interferir a la naturaleza. Y estas dos dimensiones existen dentro de nosotros, pero como esta parte de nuestra alma que tú representas esta reprimida, nosotros perdemos la noción de la interdependencia de todas las cosas; y eso nos quita la ética en relación a la vida.
La ética es solo direccionada a los iguales, no a la tela de la vida. Así lo que buscamos en ecopsicología y en ecopsicoterapia es lo que Carl Jung dijo mucho años atrás: “Todos nosotros tenemos un indígena de dos millones de años dentro de nosotros”; y la ausencia y de este indígena, su energía, la sabiduría esencial que acompaña esa experiencia ancestral, la falta de ella, nos deja presos en la ilusión de la separatividad, de la pérdida de la noción de la interdependencia.
Les quiero mostrar algo que el propio Jung ha dicho y así va a quedar más claro lo que quiero decir. Escuchen lo que dijo él: “El hombre occidental no necesita más superioridad sobre la naturaleza, sea la naturaleza externa o naturaleza interna lo que él tiene; él tiene ambas en una perfección demoniaca. Lo que falta a este hombre occidental es el reconocimiento consciente de su inferioridad en relación a la naturaleza, sea externa, sea interna”.
Déjame explicar algo. Cuando nosotros quedamos muy confiados en nuestra racionalidad, creemos que la racionalidad puede responder todas las preguntas; pero las potencias del alma están mucho más allá de lo que solamente la racionalidad. Las potencias, la racionalidad, necesita el equilibrio de las otras, de la sensibilidad, de la emoción, de la intuición, y así nos tornamos completos; pero cuando hay apenas racionalidad lo que viene es el poder.
Cuando hay la conexión entre todas las funciones psíquicas, hay una sensibilidad que nos predispone para el amor.
El amor se va en bola cuando llega el poder. Esto es muy importante: poder y amor son polaridades. Esta es una cultura que vive por medio del amor a la naturaleza, la cultura de donde yo vengo vive a partir del poder sobre la naturaleza.
Cuando hay el poder, la racionalidad se torna un instrumento para tener más poder, pero no abre acceso a la sensibilidad esencial de donde puede venir el amor.
Déjame terminar lo que dijo Jung y ya comento más esto:
«El hombre occidental necesita aprender que no puede hacer exactamente lo que quiere. Si no aprende eso, su propia naturaleza irá a destruirlo; y él aún no percibió que su propia alma ya está revelándose contra él de una forma suicida.
Por lo tanto, la crisis ambiental es una expresión de una psique que se desestructura y pierde acceso a dimensiones de ella, a donde hay una sensibilidad esencial que nosotros podríamos llamar ‘de sabiduría ecológica’. Ella es intuitiva, sensorial, es afectiva; y por su falta tenemos mentalidades que piensan solamente en la naturaleza como cosas; cosas que existen para darnos lucro».
Y esta es la mejor definición del origen de nuestra crisis con la naturaleza. Hay una mentalidad que se ha perdido, se ha perdido en el camino; y esta pérdida en el camino se puede ver como una pérdida de salud. Y la mayor expresión de pérdida de salud es la epidemia de depresión, en los adultos; la epidemia de (no sé cómo se diga en español) hiperactividad en los chicos, déficit de atención e hiperactividad en los chicos; estamos quedando enfermos psíquicamente, físicamente, así como la naturaleza está caída, en términos de ecosistemas; y está todo conectado.
Es preciso una cura humana a partir del redescubrimiento de nuestra pertenencia a la naturaleza y la sensibilidad que todos nosotros sentimos de un momento a otro de nuestra vida, que vuelva a nosotros como un valor; y así cargando un potencial integrador, que nos permita ver y vivir con toda la tela de la vida: los ecosistemas, de una manera diferente de la que vivimos.
Para cerrar, quiero citar un pensador judío, Martin Buber (que creo que muchos no sé si conocen), qué decía que un ser humano solo se torna completamente humano cuando es capaz tener la experiencia que él llamó de “yo y tú”. ¿Conocen?, ¿quién conoce eso acá?
La experiencia, él decía, Martin Buber, que nosotros transitamos entre dos estados de ser; uno de ellos, es el yo y tú. Yo y tú es cuando te miro a ti ahora, y tú me miras; yo te reconozco y tú me reconoces; así hay un encuentro entre nosotros. Yo sé exactamente quién eres y lo que sientes, te reconozco como ser. Es lo que tiende a ocurrir espontáneamente con las personas que más gustamos.
El otro modo de funcionamiento es el de yo y eso. Yo y eso, en este modo lo que hay es que el otro es una cosa. No es que el yo-eso sea un problema. Cuando, por ejemplo, pido que me digan cuántos minutos faltan, es una relación yo-eso; yo no necesito tener una experiencia profunda contigo, mirar tus ojos y verte; no hay problema en eso. Pero si solamente puedo quedarme en este estado, de yo-eso, no puedo decir que soy plenamente humano. Solo cuando puedo tener esos encuentros verdaderos, yo soy humano; esa es una afirmación de Buber que creo que tiene mucha razón.
Pero Buber decía que la experiencia yo y tú ocurre en tres dimensiones; una de ellas es la dimensión humana, la otra es la dimensión del misterio y la otra es la dimensión de la naturaleza. En cuanto no aprendamos a tener con la naturaleza una relación yo y tú, que reconozca que la psique no es un privilegio del ser humano sino que la psique está en toda la naturaleza… Hoy sabemos que los árboles tienen una especie de vida subjetiva; los animales, ni hablar, porque hoy se sabe que son capaces de raciocinios muy sofisticados.
Y hay un japonés, no sé si conocen la historia de Masaru Emoto, que hizo experiencias con el agua y descubrió que el agua racciona, responde a los sentimientos de los que están en ella.
Por tanto, estamos viviendo en un mundo vivo. Esa es una institución de los antiguos, que necesita volver a la conciencia occidental inspirado en las tradiciones indígenas; pero como nosotros no somos solamente indígenas tendrá que ir también por la ciencia.
Y así la cura de la tierra, la restauración de la tierra, tiene que venir junto con la cura del alma; por eso ecopsicología se pone a otro nivel de trabajo integrando la dimensión del ser humano con el ser humano, pero también el ser humano con la naturaleza. No somos plenamente saludables en cuanto no reconozcamos en nosotros esta conexión profunda que tenemos con toda la red de la vida. Gracias.