Salomón Fachler | Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto en Costa Rica

Salomón Fachler | Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto en Costa Rica

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Sobreviviente del Holocausto

Buenos días a todos, distinguidos miembros de la mesa que presiden este acto; quiero mencionar al presidente de la corte interamericana de Derechos Humanos, al Doctor William Soto, y a todas las distinguidas personas que me han prescindido en la palabra; señores embajadores, miembros de diferentes organizaciones del país, señoras y señores.

A mí me toca decir unas cuantas… ehh, decir un poco; siempre digo que voy a ser muy sucinto pero, pues se prolonga la cosa.

Me toca decir qué fue lo que yo viví durante la segunda guerra mundial; yo era un chiquillo muy pequeño. Ahí hay una fotografía que… (Todavía no, todavía no), y les voy a contar brevemente, yo nací en una ciudad que se llama Ostrova, estaba como a 100km de Varsovia; una ciudad media, no tenía como nada especial, salvo una fundidora de acero. Había una comunidad judía muy grande, no se sabe exactamente si eran 20, 25,000 personas, la mayoría eran artesanos, zapateros, carniceros, que se yo… muchos sastres, algunos trabajaban la agricultura; Bueno, y la vida era tranquila.

Quiero hacer una aclaración aquí, antes de continuar: Cuando hablo de Alemania y de alemanes me refiero a la Alemania nazi, no me refiero a la Alemania antes de 1930, y mucho menos de la Alemania después de mayo de 1945. Hoy en día Alemania es uno de los países más amigos del pueblo judío y del estado de Israel.

…entonces, yo era el más pequeño de la familia; y llegó un momento en el que en mi casa se hacían reuniones y se estaba hablando de lo que estaba pasando en otras ciudades; hablaban de que los alemanes estaban matando a los judíos y enviándolos a campos de concentración, como siempre hay escépticos, no todo el mundo creía en eso porque como los judíos no eran beligerantes en la segunda guerra mundial, más bien los hicieron beligerantes, entonces la gente no lo entendía. Pero un buen día el ejército alemán llegó a la ciudad; en los primeros tres meses yo diría que no hubo nada, todo tranquilo; ellos tomaron sus posiciones. No tenían gran injerencia con la población civil. Pero un día, un buen día en la madrugada, 4-5 de la mañana aparecieron los buses, camiones con altoparlante, y que todo mundo tenía que ir a la plaza; el que no, lo iban a fusilar, y así era. El que no iba lo fusilaban. Todo el mundo fue, yo salí con toda mi familia a la plaza. Lo que pasa, es que en esa plaza el desorden era absoluto. Imagínense ustedes unas 30.000 personas en una plaza, con chiquitos; la gente gritando, empujando, los alemanes con los perros tirando encima, disparos, gente caía; era realmente…parecía el fin del mundo.

Lo bueno era que la gente que tenía que ir a hacer sus necesidades, ellos permitían que uno entrara a las casas que estaban enfrente a la plaza.

Yo rápidamente me separé de la familia, porque entre esos empujones era imposible mantenerse… además que la gente tuvo la costumbre de llevar pequeñas valijas, y tenían las manos llenas con productos.

Bueno… salí una vez, entré a una casa, no vi nada especial, fui al baño; los baños en Polonia eran como hace muchos años en Costa Rica, fuera de la casa. Entré, salí, volví. Después me volví a meter, encontré un baño con ático, ahí me subí y de ahí no me bajé; no me bajé, me quedé dormido y al día siguiente la cosa estaba tranquila. Me fui por la calle paralela, directamente hacia el bosque.

Alemania en las maña… en Polonia no hay montañas, por lo menos en la zona donde yo vivía; todo es… el refugio natural son los bosques.

Los alemanes respetaban los bosques porque sabían que era muy peligroso entrar a un bosque; eran bosques muy grandes, arboles muy grandes, muy tupidos, y ellos respetaban eso.

Entonces yo me metí al bosque, chiquillo, 5 años y algo, ¿qué comía? Bueno, comía hongos y comía frutillas. Pero esta situación no podía durar mucho. Rápidamente me hinché, me sentía enfermo –Ahora que soy médico, pues… entiendo muy bien porqué- Este… pensionado ya, por viejo.

Este… opté por regresar a la ciudad, no me quedó otro remedio, tenía que volver.

Entré por la calle principal y vi que un grupo grande de gente judía era llevada a la fábrica, y entre esa gente reconocí a uno de mis hermanos, que fue precisamente el que me salvó la vida a mí.

Cuando ellos entraron a la fábrica, yo me fui detrás y le dije a un policía (Los policías eran polacos, no eran alemanes) le dije: Mire, llame a tal y tal persona, y curiosamente me lo llamó; mi hermano cuando me vio se asustó, ¿este señor qué está haciendo aquí?

Bueno, me dice: vea… vaya al gueto. Ya había gueto.

¿Un gueto que era? Era un barrio grande donde concentraban a todos los judíos, siempre a la par del cementerio, ¿verdad? Para que las cosas fueran más fáciles.

El policía le dijo a mi hermano: Bueno ¿qué es esto? Un chiquillo ¿qué está haciendo aquí?

Bueno, se quitó el reloj, se lo dio y ahí se arregló la cosa.

Fui; entrar al gueto no era difícil, lo difícil era salir; entrar no, todo el mundo me vio y nadie me dijo nada. Lo mismo cuando iba para el gueto, había grupos de soldados; la mayoría de esos soldados no eran alemanes, eran ucranianos.

Los ucranianos participaron mucho en la segunda guerra mundial. No todos los ucranianos estaban con los alemanes pero si había un porcentaje importante.

No nos olvidemos por ejemplo de baby Jack, fusilamiento que se realizó allí en las afueras de chier.

Así que había de todo allí en ese ejército.

La cuestión es que entré al gueto y comencé a buscar a mi familia, no fue fácil; hasta que por fin alguien me dijo: mira, allí como en el segundo, tercer piso allí viven los Fachler. Subí y efectivamente el que me abrió la puerta fue uno de mis hermanos.

Yo quisiera… ¿No está Hazel? Ah, ¿usted?

Páseme la primera fotografía. Primera vez que traigo una fotografía a estas… vamos a ver… Ahí está.

[Explicación de la fotografía]

Esta es mi familia.

Debo decir que la señora que está acá es mi tía. Resulta que mi mamá murió de muerte natural cuando yo tenía unos cuantos meses, y ella era la que me cuidaba. Ahí está mi papá y los seis hermanos. El más pequeñito soy yo.

Y este que está aquí a la izquierda, el tercer hermano; es el que realmente me salvó a mí, la vida.

En el momento que todos entramos a la plaza, cuando ya a toda la gente los distribuyeron: unos en guetos, unos a campos de concentración; pero a mucha gente los fusilaron, los llevaban a algún bosque, a algún lugar y abrían huecos grandes y los fusilaron.

La impresión nuestra es que mi tía, mi papá y estos dos hermanos fueron fusilados porque nunca se supo de ellos. No estaban en el gueto, no hay ninguna referencia de que estuvieron en algún campo de concentración; así que quedaban mis tres hermanos, el mayor, el que le sigue, el tercero y yo.

En el gueto estos tres decidieron ir a pelear, se transformaron en partisanos. Primero salieron los dos grandes y se despidieron de mí. Me dijeron: no te preocupes, te vamos a venir a visitar, y nunca más los volví a ver. Murieron aproximadamente seis meses antes de que finalizara la guerra.

Este hermano (Shulin), que es Shalom, se fue, él también se hizo partisano. Pero, estábamos en el gueto y él me dijo: usted quédese aquí, yo dentro de algunos días vengo por vos. Ok.

Él se fue y efectivamente, como a la semana regresó, y me dijo: Ahora sí, tenemos que salir del gueto.

El gueto tenía… donde estaba el cementerio, había una parte más alta, y como todos los cementerios, hay una valla. Entonces, había un acumulo ahí de tierra que hacía más fácil subir a la parte alta de la valla, de la pared. Y del otro lado se encontraba un miembro de los partisanos que acompañaba a mi hermano.

Era como la una de la mañana.

Me dijo, tenemos que arriesgarnos. Usted primero baje, y el señor aquel lo va a agarrar, y después… yo lo voy a sostener y después bajo yo. Y efectivamente eso fue lo que sucedió, y a partir de ahí nos fuimos como siempre, al bosque.

(Ya se puede…)

Al día siguiente él me dijo: Vea, hay una familia que no tiene hijos. Es gente que nosotros conocemos muy bien, la familia Cotitza.

Yo llegué en la madrugada, como a las 4 de la mañana, llegamos a la casa de esa familia; ellos vivían en el campo, eso fue una gran ventaja; y en Polonia las casas actualmente están muy separadas una y otra, porque son… son terrenos enormes ahí. Eso también era ventajoso porque así yo no tenía posibilidad de hacer relación con otro muchacho, porque no hablaba muy bien el polaco. Y bueno, me dejó ahí, ya ellos aceptaron.

El Señor Cotitza era un hombre muy interesante porque había vivido en Alemania muchos años, él hablaba alemán, era residente y a él lo tomaron para que trabaje con los alemanes. Y él trabajaba con los alemanes, eso era ventajoso porque comida no faltaba, y además había un campo muy grande donde se sembraba muchas cosas.

La señora inmediatamente me puso al día con el polaco, y yo ya no me llamaba Salomón Fachler, ya yo me llamaba Stephan Tadeo Cotitza; ya, era otro nombre.

Allí estuve bien durante un tiempo, probablemente algo menos de un año; pero el señor Cotitza, que tenía un puesto privilegiado, era a su vez miembro de los grupos partisanos pro soviéticos, ellos se dieron cuenta, y en esa época no había juicios, no había nada. Sospecha era igual a fusilamiento, y eso fue lo que pasó, lo fusilaron.

Entonces la señora hizo algo también muy interesante, dijo: Mira, vamos a dejar todo. Nos vamos a ir a otra ciudad donde yo tengo familiares, que está en las afueras de Minsk; y nos fuimos para allá. Fue difícil llegar pero llegamos.

Llegamos donde una prima de la señora, ya le explicó lo que había pasado, y nos dio una casa que ella tenía casi a la par; grande, también con un terreno; y en esa casa yo pasé la guerra.

Una vez que terminó la guerra… mi hermano, este, tenía una situación privilegiada; los otros dos hermanos se habían muerto; él era héroe, partisano, guerrillero contra los alemanes. Pero le dieron un puesto muy bueno, él era… se convirtió en el jefe civil de la ciudad. No el jefe militar, porque esos eran los rusos.

Tenía muchos privilegios.

Lo que hizo fue hacer un recorrido buscándome a mí, después de muchas dificultades llegó al pueblo donde yo vivía al inicio, y le dijeron: Mire, esta familia Cotitza tiene familia cerca de Minsk, búsquelos allá.

Da la casualidad que mi hermano estaba en Minsk, estaba en Minsk accidentalmente. Porque cuando terminó, los rusos iban avanzando, todos los partisanos se iban uniendo y él también.

Pero ¿ustedes recuerdan que el ejército soviético se detuvo en Varsovia? Porque en Varsovia estaba el conflicto entre polacos judíos que estaban luchando contra el ejército alemán; el gueto de Varsovia lo que le quedó… no era del gueto porque lo destruyeron.

Toda esta gente se unió -que no eran muchos-, a pelear contra lo que quedaba del ejército alemán ahí.

Los rusos no quisieron entrar… eso es un tema político por qué no entraron, pero igual; Mi hermano tuvo hasta cierto punto la suerte de que iba en moto, se cayó y se quebró una costilla, lo llevaron al hospital y él terminó la guerra en un hospital.

Bueno… después ya, él comenzó a buscarme hasta que finalmente me localizó. Al principio yo lo veía muy raro, yo tenía qué, muchos años de no verlo; habló con la señora María, yo no quería ir con él, él ya se había casado y él estaba muy bien, llegaba con un jeep, con un chofer, con su uniforme de militar; era militar polaco y ese cuento. No había problema.

Pero poco a poco fue hablándome de que íbamos a ir de vacaciones, pero resultaron vacaciones permanentes; la señora sabía.

Pero debo de decir que una cosa muy importante fue que yo asistía a la iglesia, simplemente como sobrino. La gente en un pueblo se fijan en todo, y eso ayudaba. Pero cuando llegamos en las afueras de Mins, la señora María me llevó a la iglesia; habló con el sacerdote y le dijo, mire señor, este hombre, este jovencito es judío. Vive con nosotros, quiero salvarlo, necesito ayuda. Y el padre dijo que sí. A los días ya yo estaba convertido en monaguillo. Cambié de uniforme.

Bueno, estaba bien. Y efectivamente así pasé la guerra, de monaguillo. Después de la guerra seguí igual los primeros meses y un buen día apareció mi hermano, y ya las cosas comenzaron a cambiar.

Al principio no quería ir con él, después ya fui, conocí a la esposa; me gustó todo, ¿verdad? Especialmente que anduviera un jeep y que tuviera un soldado afuera y adentro la casa estaba llena de armas, a mí me gustaba el asunto ¿verdad?

Incluso para congrasearse conmigo, me trajo una pistolita pequeña como de 4 balas, verdad.

Y me dijo: “No juegue con eso”, puede sostenerlo pero no juegue con eso; claro, le quitó las balas. Y yo me sentía soldado con él.

Un buen día me dijo: vea; nosotros nos vamos de vacaciones, y nos fuimos de vacaciones con tren, camiones, en fin, era muy difícil el transporte, porque no había nada organizado. Pasamos por Varsovia, una ciudad totalmente destruida y llegamos hasta Cracovia.

Debo de decir que ya, desde el momento en que terminó la guerra, gente que venía de Israel, que venía de Estados Unidos, gente que había estado en el ejército británico; acordémonos de que Israel en aquella era, en aquella época era… estaba gobernada por los británicos; todo el medio oriente era parte del imperio británico, antes había sido otomano; y ellos eran los que nos dirigían para salir de Polonia, que no era… no era nada fácil. No usábamos las fronteras normales porque no teníamos documentos, ¿cuáles documentos? No teníamos nada, solo lo que llevábamos encima. No había nada, todo había sido destruido.

Y así logramos de país en país, con veinte mil dificultades llegar a Hungría, y de Hungría a Austria. Austria fue un punto muy importante, porque Austria tiene frontera con Italia. Eso era muy importante.

Pasar al lado… llegar a Italia era llegar a la libertad. Eso era, así en dos palabras.

Allí estaba el ejército norteamericano, estaban los ingleses también pero fundamentalmente el ejército norteamericano, pero había que hacer mucha cosa para llegar hasta Italia. En un momento dado, un grupo muy grande de gente -no es que éramos nosotros solos- era un grupo de 50, 100 personas que pasaban la frontera usando montañas, ¿verdad?

Me acuerdo perfectamente. Mi hermano iba adelante, yo iba de la mano con mi cuñada; éramos como un grupo de 10, 12; había otros grupos a la par.

Tuvimos la mala suerte una vez más, de que dos soldados rusos de repente aparecieron allí y dicen: ¿Dónde van ustedes?

-bueno, vamos para Italia

-No pueden, si está prohibido.

Mi hermano cuando vio eso se regresó, y otra vez le costó un reloj. El segundo que perdía.

Y ya nos dejaron bajar, al bajar ya estábamos en Italia y ahí nos esperaban los agentes fundamentalmente de Israel; ellos tenían camiones listos, nos montaron en los camiones, terminamos en Módena. En Módena había un lugar muy, muy, muy grande, yo creo que era un cuartel militar antes; enorme, gigantesco. Miles de personas estábamos allí; no solo judíos, de todo lado que… desplazados de todas partes.

Estando en Módena, la gente que organizaba todo eso, dijo: Bueno señores, los niños los vamos a llevar a un lugar que se llama Selvino –Un lugar precioso en los Alpes italianos - , y ustedes se quedan acá.

Me llevaron a Selvino a mí y a otros muchachos, yo creo que yo era de los más pequeños, sino el más pequeño; y llegamos a Selvino y estaba en los alpes suizos – En las carreteras, así hay unos… hay algunas fotografías que muestran la carretera, porque es tremendo eso.-

Nos encontramos con un colegio lindísimo, un colegio que tenía de todo; piscina, bajo techo, calentada, en fin, de todo lo que usted quería encontrar, ahí había. Resulta que ese colegio era de los niños de los altos oficiales del ejército italiano, como… qué sé yo; ministros, generales, etcétera, etcétera ¿verdad?

-Enséñeme la segunda fotografía, por favor-

¿Se puede? … entonces ya en Selvino, ya en Selvino lo que nos enseñaban fundamentalmente era un poco de hebreo, y nos estaban preparando para ir a Israel; que en aquel entonces se llamaba todavía: Palestina.

Hacíamos ejercicios de tipo militar, porque éramos chiquillos y… ajá, yo les dije que quiero hacerlo breve pero qué va. Este… (Primer toque como en las corridas de toros.)

Estábamos allí, desfilábamos con fusiles de madera y nos enseñaban a subir con unos mecates los árboles, en fin… todo estaba perfecto, todo estaba muy bien ahí. Pero eso no iba a durar mucho, en un momento dado nos devolvieron a Módena, y resulta que en Módena fue un hecho bastante circunstancial; uno de los amigos que conoció mi hermano, resulta que había estado en Costa Rica antes de la guerra; se fue a Europa a traer la familia; la mujer y los hijos se murieron. Él de paso ya se había casado y venía para Costa Rica. Hablando con mi hermano entonces le dijo: usted ¿Adónde va?

…esto es en Selvino. El más chiquitillo ahí en ese coro; no sé porque estoy en el coro, pero ahí estaba. El más chiquitillo ahí, soy yo.

Vea que hay letras en hebreo, porque toda esta gente ya venía de Israel, y estaba preparando a todos estos muchachos para viajar allá. Entonces… ahí no tengo la fecha, pero el más pequeñito ahí, soy yo.

Lástima que no se ve, yo no sé si en la siguiente fotografía se ve algo de la pared.

¡Esta!, esta es buena, porque ustedes ven en esa pared, nombres ¿verdad?; Aquí no se puede ver bien, pero el primero que aparece ahí es Benito Musolini con una cifra de 10,000 que no sé qué era, libras, dólares, no sé; y todos los otros ganaban 5,000. Véanlo bien, ¿lo ven ahí en la pared? Que se ven letras, es decir, nombres; y acá, cifras que donaba cada uno a ese colegio. El que está acá, abajo; con peinado de una manera un poco moderna moderna, ya el pelo pa´delante, ese soy yo.

Bueno, esto son fotografías que, se me ocurrió traer esas tres.

La cuestión es que de ahí, mi hermano… nosotros sabíamos que teníamos en Costa Rica un tío y una tía, y todos mis hermanos sabían que mi tío vivía en apartados 1203, y yo no entendía que es un apartado, pero creía que era la calle pero bueno… la cuestión es que escribieron, como 15 días después llegó respuesta; dijo espérese, les vamos a mandar documentos; Y así fue, y así comenzó el regreso a nuestro… la llegada a nuestra Costa Rica. Todo el viaje duró un año; desde que salimos de Polonia hasta llegar a Costa Rica, duró un año, por una cosa por otra.

Fuimos primero a New York, después de New York a Miami nada más para tomar el avión; aterrizamos en la Sabana, por supuesto de ese tres. Y bueno… y aquí comienza ya, una vida diferente ¿verdad?; el problema era que yo tenía ya 11 años, tenía que entrar a la escuela, cero castellano.

Pero mi primo iba a la escuela Buenaventura Corrales, hablaros con la maestra; la maestra Claudia Brautigan; despistaron el caso, aceptó que yo entrara a cuarto grado, e hicieron un arreglo de que una vez yo termine el sexto, iba a presentar un examen primero, segundo y tercero. Todo eso se hizo. No me fue fácil, yo no hablaba español, muy poco pero… tenía profesores aparte de lo que nos enseñaban en la escuela. Uno de los que más me molestaba era Trejos, el viejo Trejos estaba en la clase, y salí de la escuela, después terminé el colegio, después cuando me fui a estudiar medicina a Buenos Aires; me casé mientras estudiaba; hace dos días mi señora cumplió 57 años de casada y, este… éramos 4 hijos, 7 nietos y una bisnieta, y bueno… como médico, no terminé en Argentina por las revoluciones y por tanto lío. Fui a México, en México me fue muy bien. Rápidamente terminé la carrera, regresé, hice todo lo que hace un médico; me incorporé, fui a servicio social (Puntarena, Gicaralta, Ambor, después en las unidades sanitarias que ahora ya ni existen, ahora son Ebais. Y bueno, después entré al San Juan de Dios, hice el internado, residencia; después volví a México, al instituto de Cardiología, hice Cardiología Nefrología.

En 1969 un grupo grande de médicos, dentro de los cuales estaba yo; éramos 14; realizamos el primer trasplante de riñón en Costa Rica, 7 de diciembre de 1969; la señora, le fue muy bien, perdió un poquito la audición porque los antibióticos que usábamos eran muy fuertes. La verdad que no sabía muy bien el manejo de esos nuevos antibióticos; pero vivió 21 años más, ella tenía 50, así que en aquel entonces 71 años era una edad muy buena.

Yo diría que esto, pues, para no hacerlo muy largo y ya me dieron 5 minutos, creo que usé 10, entonces mejor dejamos esto aquí.

Muchas gracias por escucharme, y muchas gracias a todos ustedes.