La importancia de la Educación en la prevención del genocidio - Dr. William Soto Santiago
MODERADOR
De antemano hay que reseñar que el Dr. William Soto Santiago, nació el 14 de junio de 1940 en la isla de Puerto Rico, en el municipio de Toa Baja. Es pacifista, humanista, teólogo y profesor investigador.
Desde muy joven destacó por sus ideales de servicio a la humanidad y su ferviente anhelo por promover la construcción de una sociedad más justa, tolerante e inclusiva; valores que lo impulsaron a especializarse en el estudio de las Escrituras, en la Historia Antigua, en la Historia de Israel, y posteriormente a desarrollar su visión como activista en favor de la familia humana.
Es en síntesis un humanista, un investigador acerca de la respuesta a la angustia existencial del ser humano, el origen del hombre y sus constitución integral a partir del alma, el espíritu y el cuerpo y la prevención y repercusiones de los crímenes de lesa humanidad, particularmente el genocidio.
Con relación a la prevención del genocidio, ha sostenido que antes de hacer política criminal, debemos planificar e implementar una política social centrada en la educación, a partir del respeto por la dignidad humana y por los principios constitucionales, así como el reconocimiento por igual de los derechos fundamentales.
Su vida consagrada a la investigación y su trabajo incansable por la paz, hacen del Dr. Soto un investigador experimental proactivo, cuya teoría acerca de la importancia de educar al hombre en función del respeto por la diversidad, minimiza la violencia y contribuye con proyectos que hoy se traducen en resultados visibles a nivel internacional, a la construcción de una sociedad más inclusiva y por ende más justa en paz.
Demos entonces la bienvenida nuevamente al Dr. Soto Santiago, con su ponencia: “La importancia de la Educación en la prevención del genocidio”.
DR. WILLIAM SOTO SANTIAGO
EMBAJADOR MUNDIAL POR LA PAZ
PRESIDENTE EJECUTIVO DE LA EMBAJADA MUNDIAL DE ACTIVISTAS POR LA PAZ (EMAP)
PUERTO RICO
Reitero mis saludos a todos los presentes y agradezco de corazón las distinciones que hoy me han sido entregadas por tan importantes autoridades del Departamento del Magdalena.
“El poder de la educación como herramienta para alcanzar la Paz”
Tres son los temas principales que trataré en la conferencia de hoy. Primero: la importancia de la educación como herramienta para alcanzar la paz; segundo: el poder de la educación; y tercero: cómo educar para la paz.
1- La importancia de la Educación como herramienta para alcanzar la paz.
Al educar, podemos sembrar en el corazón de las personas valores y principios que luego proyectarán a través de sus acciones. Por esta razón, debemos cuidar todo lo que sembramos en nuestros corazones, para que esa semilla dé buenos frutos; porque el mensaje que se siembra en el corazón, pasa a la mente y como bien concluye la UNESCO: "Las guerras nacen en la mente de los hombres y es en la mente de los hombres donde deben dirigirse los baluartes de la paz".
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la educación es el punto de partida para la construcción de la paz y para el fomento de los principios de dignidad, igualdad, libertad, respeto mutuo, entre todos los miembros de la familia humana; así lo establece el Artículo 26.2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La educación tendrá por objeto, el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los Derechos Humanos y a las libertades fundamentales. Favorecerán la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las relaciones y todos los grupos étnicos o religiosos y promoverá el desarrollo de las actividades de la Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
De conformidad con el Artículo 2° de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, suscrita en la Conferencia Especializada Interamericana sobre Derechos Humanos, conocida como Pacto de San José; los estados tienen la obligación de formular políticas públicas, planes, programas o proyectos dirigidos a proteger los Derechos Humanos y a evitar toda forma de discriminación. De igual manera, lo consagra la Declaración de Viena adoptada por la Conferencia Mundial de Derechos Humanos de la Naciones Unidas del 25 de junio del 1993, en el numeral 1°, párrafo tres o párrafo tercero: "Los Derechos Humanos y las libertades fundamentales son patrimonio innato de todos los seres humanos; su promoción y protección es responsabilidad primordial de los gobiernos."
En la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, celebrada en Durban, Sudáfrica del 31 de agosto al 8 de septiembre de 2001, de las medidas de prevención, educación y protección destinadas a erradicar el racismo, la discriminación, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia en los ámbitos nacional, regional e internacional, numeral 95; se consagró por parte de la Organización de las Naciones Unidas lo siguiente:
"Reconocemos que la educación en todos los niveles y a todas las edades, inclusive dentro de la familia y en especial la educación en materia de Derechos Humanos, es la clave para modificar las actitudes y los comportamientos basados en el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia y para promover la tolerancia respeto de la diversidad en las sociedades. Afirmamos además que una la educación de este tipo es un factor determinante en la promoción, difusión y protección de los valores democráticos de justicia y equidad, que son fundamentales para prevenir y combatir el avance del racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia."
2- El poder de la educación.
“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para combatir el mundo". Esta frase de Nelson Mandela expresa la importancia de la educación en el proceso de aprendizaje de los seres humanos y –por ende– en la formación de sus ideas y pensamientos, que luego se ven reflejados en sus acciones, las cuales impactan la forma de vida de la sociedad, y consecuentemente en la forma de ser del mundo.
La historia evidencia que la educación como simple transferencia de conocimientos es, además de deficiente, ineficaz para lograr una cultura de paz y de respeto de los Derechos Humanos. Hemos visto en muchos casos crímenes contra la Humanidad y genocidios perpetrados por líderes académicamente bien preparados. La historia muestra destacados profesionales llevando a cabo actos de discriminación, intolerancia y violencia contra diferentes grupos minoritarios conformados por personas consideradas “diferentes”. Y constantemente las noticias del mundo muestran a jóvenes formados en las mejores universidades y en los más importantes centros de estudio, involucrados en hechos vandálicos producto del odio, la discriminación y la intolerancia.
Uno de los ejemplos de cómo se ha utilizado la educación con fines perversos, es el Holocausto. Hitler utilizó la educación como herramienta de adoctrinamiento ideológico acerca de una supuesta superioridad racial, para sembrar el odio, para formar una generación violenta, intolerante, insensible y desigual. La educación impartida formó personas capaces de cometer los peores crímenes, producto de la insensibilidad y la falta de respeto por la vida.
Hitler educó para la guerra. La idolatría al Führer condujo al pueblo a la obediencia ciega. Por ello pocos cuestionaron la orden de exterminio de un pueblo indefenso. Al contrario, la acataron sin dubitación alguna. Si bien Hitler sembró el odio en el corazón de sus seguidores, lo que a la postre condujo a la atrocidad genocida, nosotros también podemos educar para la paz, sembrar la semilla de amor por la vida a partir del respeto por la dignidad humana. Nosotros también podemos educar sobre la base del respeto por las diferencias. Con una educación fundamentada en valores éticos y principios constitucionales, podemos formar personas que convivan armónica y pacíficamente, en medio de las diferencias ideológicas, políticas, económicas, religiosas y culturales. Y depende de cada uno de nosotros tomar esa herramienta tan poderosa como la educación para promover la paz de la familia humana.
La educación debe ser un proceso continuo de crecimiento para la superación integral del ser humano. La educación debe tener como objetivo formar personas integrales que con su diario trasegar contribuyan a la construcción de una cultura de paz en la sociedad y en el mundo.
“En la educación está la semilla del bien y del mal: Se educa para la paz o para la guerra, para el bien o para el mal”.
Todo lo anteriormente expuesto, nos muestra que para formar personas más humanas que contribuyan a la construcción de la paz, se precisa de un nuevo sistema en la educación: La Educación del siglo XXI para la Paz del ser humano integral y de las naciones.
3- ¿Cómo educar para la paz?
La educación para la paz requiere de cuatro actores principales: la persona, los padres de familias, los gobernantes y los profesores.
Primeramente tiene que existir el deseo en el individuo, de educarse para ser una persona de paz. Los padres son los que forjan la conciencia y los valores desde la cuna; son ellos quienes le enseñan a hablar a sus hijos; son los primeros maestros del ser humano, quienes educan con su ejemplo. Además de los padres, tiene que existir en los gobernantes de la nación la voluntad para crear las condiciones de una educación valorada que supere la transmisión de conocimientos, para crear conciencia y cultura de paz; pues son los gobernantes y legisladores quienes implementan las leyes y regulan la vida de toda una nación.
Por otra parte, el profesor juega un papel fundamental, ya que es el sembrador de la semilla, y como tal, un forjador de conciencias.
Existe un mecanismo, un programa que hay que seguir para poder obtener la paz y en ese proceso el ser humano es el eje, el actor principal. El ser humano es alma, espíritu y cuerpo; y cuando hablo de alma me refiero al corazón del ser humano, donde es sembrada esa semilla del bien o del mal, donde se depositan las raíces de amargura o de felicidad, donde son colocadas las cosas positivas o negativas que luego se verán reflejadas en las acciones.
Hasta ahora el ser humano en la sociedad a través de los sentidos del cuerpo, ha estado expuesto a mensajes y estímulos negativos y por medio de los canales del espíritu como la imaginación, el afecto, la razón, la memoria y la conciencia, ha interiorizado una serie de antivalores.
Y es en el corazón donde la persona tiene la libertad de elección, con base a toda esa enseñanza recibida. El ser humano tiene libre albedrío, libertad para escoger lo que va a asumir como sus creencias y valores y para proyectarlos a través de las acciones. En el ser humano la expresión de su personalidad y de su forma de ser comienza de adentro hacia fuera. Y si colocamos a través de los diferentes medios, una enseñanza negativa en el interior del ser humano, esos antivalores y creencias negativas, se van a exteriorizar y como esos antivalores se transforman en acciones, no podemos ver algo distinto a personas intolerantes, conflictivas, sin respeto por el prójimo, ni amor por la vida.
Si se educa para la guerra, también podemos educar para la paz. A nuestros niños y jóvenes, debemos brindarles una enseñanza integral en todos los campos, para formar mediadores de paz, que se conviertan en agentes multiplicadores del respeto por las diferentes formas de pensar.
La educación está llamada a progresar de acuerdo a las necesidades del siglo XXI; por ello es necesaria la formación en la defensa de los Derechos Humanos, la promoción de los valores universales y principios constitucionales.
En las personas está la capacidad de tener las acciones más nobles con el prójimo, pero también la capacidad de cometer las peores barbaries. Y nos preguntamos: ¿Qué factores provocan estas acciones irracionales tan negativas en el ser humano? La respuesta es compleja, pero hay algo que sí tenemos claro: el actuar del ser humano es producto de lo que ha escuchado, ha visto y ha leído, es decir, de lo que ha aprendido a través de sus sentidos y ha llevado hasta su corazón.
Por eso el sabio y rey Salomón dijo: "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida".
La educación no debe ir dirigida exclusivamente a la razón; debe también apelar al corazón de cada individuo, donde se fortalecen todos los valores y principios éticos y morales que, una vez improyectados, son exteriorizados por cada persona en su entorno, al relacionarse con sus semejantes.
Por lo tanto, la educación con valores es uno de los instrumentos claves para evitar que el genocidio se repita. Se puede educar para la guerra o para la paz; y actualmente los centros de estudio tienen una responsabilidad mucho más grande, ya que están educando a una generación que vive en una sociedad globalizada, con grandes avances científicos y tecnológicos, y con armas de destrucción masiva; por lo tanto, es fundamental que los niños y jóvenes reciban una enseñanza basada en el respeto al prójimo y el amor por la vida, para que tomen conciencia de que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y en derechos.
La paz no es una utopía. La paz es más que un anhelo, es una necesidad. La paz es un derecho inalienable para todo ser humano.
En este siglo XXI, los pedagogos deben diseñar el modelo educativo a seguir, un modelo que además de ayudar a formar adecuadamente a los ciudadanos en habilidades y competencias, los haga más humanos, más sensibles y considerados con su semejantes y les eduque para la paz; porque es mejor educar para prevenir, que juzgar para castigar.
Conclusiones:
1- La educación en valores y el respeto de los Derechos Humanos a todos los niveles y para todas las personas de todas las edades, es la clave para modificar las actitudes y los comportamientos basados en el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia y para promover el respeto de la diversidad en las sociedades.
2- La educación debe ser un proceso continuo de crecimiento para la superación integral del ser humano. La educación debe tener como objetivo, formar personas integrales que en su diario vivir contribuyan a la construcción de una cultura de paz en la sociedad y en el mundo.
3- El actuar del hombre es producto de lo que ha escuchado, ha visto y ha leído, es decir, de lo que ha aprendido a través de sus sentidos y ha llegado hasta su corazón.
4- La educación no debe ir dirigida exclusivamente a la razón, debe también apelar al corazón de cada individuo, donde se fortalecen todos los valores y principios éticos y morales que una interiorizados, son exteriorizados por cada persona en su entorno al relacionarse con sus semejantes.
5- La mejor herramienta para prevenir el genocidio, es la educación fundada en el respeto de la dignidad humana, el respeto al otro; es mejor por consiguiente, educar para prevenir que juzgar para castigar.
Muchas gracias.