Dra. Jackeline Shapiro | Foro Universitario “Educando para Recordar” Ibagué, Tolima

Dra. Jackeline Shapiro | Foro Universitario “Educando para Recordar” Ibagué, Tolima

Abogada de la Universidad de Jerusalén

Buenos días, señores de la mesa directiva, muy buenos días a todos los presentes, quiero agradecer la inmensa hospitalidad que he recibido por parte de la gente de Ibagué. He sido tratada desde que llegué y pisé esta tierra de una manera calurosa, y hoy fui despertada con cantos y música y ahora sí entiendo por qué la llaman la ciudad la capital de música.

Es muy hermoso escuchar y levantarse en un ambiente de personas que pueden ver más allá de sus necesidades, y tener la ocasión de mirar las necesidades de los demás. Para mí fue una grata sorpresa mirar esa exposición que se hizo, en donde se recorren paso a paso las etapas del Holocausto judío. Creo que la labor que está haciendo y en especial quería agradecer de todo corazón al Dr. William Soto por darme la oportunidad de estar aquí para ser la voz de los que no tienen voz, para ser la voz de esos seis millones de judíos, entre ellos un millón y medio de niños, que fueron masacrados aniquilados quemados solo por haber nacido como judíos; a ustedes a su embajada, a los miembros directivos, al Dr. Iván Sarmiento, es una oportunidad muy grande, es un orgullo ser judía y poder portar esta estrella, no como un signo de humillación si no como un signo de dignidad. Quiero entonces empezar.

Tenemos, como ya dicen la shoah, a mí me molesta a veces oír la palabra Holocausto. Shoah quiere decir en el profeta Jeremías que viene de la palabra devastación, porque realmente nosotros como judíos no ofrecimos una ofrenda de fuego, que es el Holocausto, no quisimos dar nuestras vidas en aras de obtener un bien, por eso consideramos que la palabra shoah es más adecuada. Sin embargo, se ha conocido como el Holocausto judío. Y tenemos un sobreviviente de Auschwitz, que él pudo salir porque duró solamente como cinco meses, sino realmente no hubiera contado la historia; donde le preguntan… era un químico muy famoso y también por eso no fue mandado de una a las cámaras de gas, y le dicen: “Comprender es imposible, pero recordar es necesario”.

Y hablando de recordar, quiero traer un testimonio de alguien que realmente estuvo y pasó por esa difícil experiencia, se llama: “carta al infierno”, y la escribe Serví Meheri para el oficial de la SS, comandante del campo del exterminio de Auschwitz:

“Finalmente llegó el momento que sepa estas cosas de mi parte, preso número diecisiete siete veinticuatro (17724) de Auschwitz, fui yo quien fue traído aquí con mi familia como bestias en un vagón de animales, en condiciones que no pueden ser descritas, durante dos noches y dos días hacia su campo, sin que nos dieran de beber ni un sorbo de agua o pudiésemos bajar para hacer nuestras necesidades durante el camino; ni sentarnos podíamos, entonces organizamos turnos para que alguien pueda sentarse de vez en cuando fui yo quien fue arrasado brutalmente a los vagones, al llegar a ese lugar horroroso en el cual me despedí de mi familia sin saber que era la última vez que los podía ver.

Fui obligado a desnudarme y fui llevado a golpes entre una manada de gente totalmente humillada, que al igual que yo, procedieron al momento de la selección; quien debía ser enviado al exterminio decían a la izquierda, quien debía ser condenado a vivir iba para la derecha.

Toda mi familia fue enviada al exterminio con el mismo gas que se eliminaban las ratas, las cucarachas y los piojos, y yo fui designado a vivir, aunque ya significara padecer diariamente; fui yo, quien vestido con una piyama finita, a rayas y dos suecos para la pierna izquierda, decían que la vida estaba en los zapatos. Era muy difícil.

Me tatuaron con un número como al ganado, y me tiraron con todos en una jaula enorme denominada campo; fui yo, quien humillado de todas las maneras posibles, me hicieron pasar un hambre sin límites y me dieron un puré de remolacha de bestias en una olla no lavada, que sacaron las cosas que le robaron a los judíos, junto a nuevos prisioneros más (ocho judíos, un homosexual y un testigo de jehová) esperamos que nos trajeran cucharas para comer o un tenedor, pero nos dimos cuenta que los nazis en su política nos estaban obligando a lamer la comida para sentirnos como los perros.

Soy yo quien recibió quince golpes con un cable grueso de electricidad cuando intenté sacar la cáscara de una papa de la basura de la SS. Soy yo quien trabajó como un esclavo dieciséis horas diarias en una mina de sal, por las cuales recibí siento sesenta gramos de pan y medio litro de agua por día. Fui yo el que saltó, el que corrió, y el que hizo todo lo que un loco o un oficial de turno para no ser seleccionado a la muerte, tuve que tirarme al piso, hacer como un payaso, todo lo que se me exigiera; pero a pesar de todo, viví, viví.

¿Y sabe usted dónde estoy ahora? Aquí en Auschwitz, en el valle de la muerte. ¿Y sabe quién me acompaña? Mi nieta, mi nieta, mi nieta que es mi símbolo de triunfo, mi continuación, la prueba de que Hitler no pudo acabar con mi pueblo”. Firmado: el abuelo de Seguit.

Y como decía el Dr. Soto: “esta gente se nos está yendo”, pero todas las fotos que ustedes vieron son reales, no se dejen creer que ahora con la tecnología del siglo XX son foto montajes, no, cuando llegaron al campo de concentración lo primero que pidieron es filmen (los americanos) porque no vaya ser, decían, que alguien en cien años diga que esto no ocurrió.

Entonces, vamos a seguir… discrepo con toda, si hay derecho de discrepar con algún sobreviviente que sufrió y vio lo que ella tuvo que vivir; pero yo no me preguntaría dónde estaba Dios en el Holocausto, yo me preguntaría dónde estuvo el hombre, dónde estuvo el hombre para que eso pudiera pasar; fue una negación de Dios, es cierto, fue la negación del hombre, fue la destrucción de la materia del universo; y por eso, por eso es que uno se pregunta: qué tiene que ver un suceso (a ustedes muchachos) que ocurrió en la Europa hace setenta años con lo que estamos viviendo aquí en Colombia ahora, que no podemos permitir que nuestros actos no sean regidos por lo moralmente correcto.

Cuando llevaron a los nazis a los tribunales de Núremberg, la única defensa para ellos era es que “yo está aceptando ordenes, yo solo estaba cumpliendo órdenes”; y usted tiene que saber qué significa eso en terminología militar: “Yo estoy excepto de culpas”. Pero ustedes tienen que saber que hay órdenes que son de carácter legal, pero no por ello me pueden permitir vulnerar los derechos fundamentales y violar las personas.

Tenemos que aprender a saber que la mayoría de los terratenientes de Hitler increíblemente no solo tenían grados universitarios sino de posgrados, y ahí es cuando uno dice: de qué sirve la educación si no está llena de valores. Los científicos, los médicos, las enfermeras, los ingenieros de los hornos, todos eran gente muy, muy académicamente privilegiada. Y uno se pregunta como decía el Dr. Soto: en la Alemania de Beethoven y en la Alemania de Guets, en la sociedad más culta que había en el siglo XX cómo era posible que… y nos enseñó… la shoah nos enseñó que es posible escribir poemas, y matar a los seres humanos en los hornos crematorios, y después de eso tirar sus cenizas al río o servirlas de abono, para demostrar que no hay un recuerdo de ellos en la vida. Eso nos demostró la Alemania nazi.

¿Cómo se hizo? ¿Cómo fue eso posible? Pues fue posible porque había una maquinaria que lo hacía posible, y había gente que no hizo nada para hacerlo imposible; y fue tan sistemático y fue tan gradual, que los judíos no pudieron hacer nada.

Entonces tenemos que la primera etapa ya ustedes la vieron: la exclusión social, laboral y económica. No es raro que a los primeros que quitaron de sus puestos fueron a los abogados, a los profesores, porque imaginen la capacidad que tiene un profesor de desviar el conocimiento, de permitir que sus generaciones… entonces llevaron a los profesores que comulgaban con el régimen nazi; muy pocos, entre ellos los universitarios, también fueron capaces de decir: “Yo prefiero quedarme sin mi puesto, pero no voy a servirle a un régimen que aniquila las personas”. También la radio, la prensa, obviamente fueron los primeros canales; y después de que se quitaron los funcionarios públicos, vienen a las personas independientes, se les quitan sus negocios.

Pero lo interesante, y una de las cosas más importantes del éxito de Hitler, esa gran propaganda Nazi que tenía, era la utilización del lenguaje. Auschwitz no comenzó con las cámaras de gas, el Holocausto no comenzó con las cámaras de gas, el Holocausto shoah comenzó con las palabras, de ahí decía Shakespeare: “Cuida tus palabras, no sea que malogren tu destino”.

Cuando nosotros no llamamos a las cosas como son, cuando nosotros empleamos eufemismos para tratar de disfrazar una realidad, ahí estamos siendo también cómplices, ellos llamaron la arianización, o sea, la propiedad de los judíos pasaba a los arios en sumas muy irrisorias; no podíamos halar de expropiación, los precios obviamente bajaron muchísimo.

Y vamos a ver, si cogiéramos la carta de las naciones unidas una por una, los derechos, yo les invito a los profesores que hagan ese ejercicio con los alumnos; a los judíos se le vulneraron todos y cada uno de los derechos que están expuestos en la carta de los derechos humanos.

Aquí tenemos un testimonio cuando Hitler sube al poder, y dice Hanna de 13 años: “Solía ver a mi padre viniendo a su casa, desde su oficina, más y más temprano cada día, con los hombros encorvados, sus ojos tristes, y preocupados”. ¡Esta foto es interesante! Porque es como la historia le juega una jugarreta a la humanidad, cuando el 30 de enero de 1933 entroniza Hitler como canciller alemán y las masas salen y dicen: “Adolf Hitler”, sin saber que ese hombre en diez años estaría volviendo el mundo una barbarie y lleno de sangre. Acá ese poder de aglutinamiento de Hitler ustedes lo pueden ver por esa capacidad de oratoria dicen unos, pero también porque sacó la esencia mala del ser humano. ¿Y cómo lo hizo? A través de manifestaciones, donde decían… el título grande dice: “Los judíos son nuestra desgracia”.

Ustedes les pregunto: ¿Pueden creer que el 1% de la población alemana que eran los judíos en ese momento, eran los culpables de la situación política, social y económica que se vivía? No, pero él lo hizo creer: que era posible; y encontró la perfecta doctrina del chivo expiatorio, alguien a quien echarle la culpa, como hacen todos los dictadores. Y lo vemos en nuestro medio, cómo solucionamos los problemas internos: echándole la culpa a alguien de afuera.

Después vino la quema de libros, pero no solamente era la quema de libros judíos, increíble que en la quema de libros los primeros que participaron llevando los libros fueron los profesores, eran los libros que hablaban de derechos humanos, que hablaban de democracia; y acá es interesante cómo un hombre que fue poeta en 1821, o sea, cien años antes, dijo: “Ahí donde se queman libros, se acaban quemando seres humanos”, piensen ustedes por qué: cuando yo no tolero, no valoro, no comprendo, no respeto lo que piensa el otro, creo que no es dueño y no merece vivir; por eso esta frase se dio cien años después.

Y miren a propósito fue un 10 de mayo, hoy estamos a 11, estamos volviendo; realmente el 7 de mayo se terminó; es una época que nosotros estamos presentes después de setenta años.

Y lo importante era que él con una doctrina falsa… y lo que más me impresiona a mí y nunca he podido entender es que él hablaba de la raza arias, siendo un hombre que de ario no tenía nada; y él decía: “Las razas se dividen en arios, nórdicos, anglosajones…” Y finalmente pasaban la raya, y decían: “Y los subhumanos, que eran los judíos.

¿Cuál fue el éxito en el adoctrinamiento de las juventudes hitlerianas? Que a través de todas estas… por ejemplo, aquí dice: “Las ratas tienen orejas, no hable”. ¿A quién se refería a las ratas? A los judíos. Los judíos eran parásitos, los judíos eran ratas, los judíos eran el hongo venenoso.

Este era el libro que se les contaba a los niños en primero de primaria:

“Sale un niño paseando y la mamá le dice: Niño, ¿ves estos hongos?

“Sí mamá”.

“¿Y ves estos hongos?”

“Sí mamá”.

“¿Y sabes qué es este hongo?”

“Sí, el judío”.

“¿Sabes? Es el hongo venenoso. Con ellos no te debes juntar”. Eso eran las clases que les enseñaban.

También hizo un programa de eutanasia denominado T4, y hay ese programa, todos los que para Hitler eran físicamente incapaces o mentalmente discapacitados, era una vida que no merecía ser vivida; y por eso hacía las siguientes ecuaciones: “un parapléjico, un enano, un sordo, un ciego, le cuestan al estado alemán seis marcos. Si hay trece mil enanos y veinticinco mil sordos, etcétera, etcétera, y vamos a eliminar, y qué porcentaje vamos a ahorrar de eso”. Eso eran los problemas que se presentaban en las matemáticas. Pero nos demostró que la gente, la sociedad cristiana salió y ese programa de eutanasia finalmente fue terminado, ¿por qué? Porque hubo una protesta, cosa que no les pasó a los judíos.

Entonces, empiezan las humillaciones, los vejámenes; pongan atención sobre todo a las caras de la personas, de los nazis, cómo le cortan la barba a los judíos porque llevan su identidad religiosa, cómo lo tiran al piso y se ríen de ello, cómo en las escuelas, después de la ley de niurever que no fueron solamente para los judíos, sino decía: “Ustedes son unos parásitos, no son humanos, de tal manera que si se juntan con nosotros lo que hacen es dañar nuestra raza, es quitarle la categoría a nuestra raza”.

Entonces desde este momento, miren las niñas judías en esta foto que está mejor, las obligan a pararse; imagínense alguno ustedes que estuviera una condición diferente, que tuviera ojos azules, que fuera de un credo diferente, los hicieran pasar al frente y le dicen: “El letrero dice: los judíos son nuestro enemigo, cuídate del judío”. Y uno como judío estaba así en frente. Pero después tampoco nos dejaron estar en las escuelas.

Ellos no entendían cómo de un momento a otro sus amigos dejaban de saludarlos. Pónganse ustedes en esa situación; dejaban de hablarles, dejaban de invitarles a la casa. “Paola, Paola era mi amiga”, y ahora yo iba y Paola ni me saludaba.

También enseñaban de la siguiente manera: “Un rabino más un judío, ¿qué hacen? Un diablo;” y ese tipo de carteles antisemitas iba a penetrarle a la sociedad. Hay unos carteles como vieron afuera, pero él dice: “Cada día trae consigo un nuevo anuncio que interfiere con la forma en que vivimos, nos movemos, estudiamos o nos comportamos”, dice Sima, una niña de 17 años. Imagínese ustedes, querer entrar a un cine o a un teatro o a una piscina o a una playa, y les digan: “Los residentes locales no quieren contacto con judíos”. Había otros anuncios que no los encontré, que decían: “Prohibida la entrada de perros y judíos”, y había otros bancos especiales que solo podían sentarse los judíos.

Después decían: “Primero no los queremos como judíos, después no los queremos como seres humanos, en total”. Y ya deben portar el distintivo. Y yo les dije esto, ustedes imagínense saliendo con esto a un centro comercial, a una calle, los estigmatizaron, esto era la puerta para que pudieran hacer con usted lo que quisieran. Si alguien se encontraba a un judío en el andén lo mandaba para la calle; esto de le daba permiso, el tener la estrella, de ser escupidos, de ser tirado, de ser maltratado, de ser cacheteado, de ser tumbado. Este signo realmente fue muy difícil.

Tenemos las fotos de estos dos niños, fue su último día, después ellos fueron llevados a Auschwitz y no se sabe más de ellos. Hay unos que dicen: “Mamá, ¿por qué me tengo que poner esto?” Y si no se lo ponían, también; o sea, si se lo ponían le pegaban y si no se lo ponían también le pegaban; y ella le decía: “Sabes que tienes que ponértelo porque es el símbolo de tu identidad y tienes que portarlo con orgullo”.

Finalmente, este es el verdadero inicio de la noche de la shoah. Hitler sube en el 37, estamos en el 38, porque ya los judíos polacos los mandan, Hitler los saca de Alemania, quieren una Alemania limpia de judíos, lo que se llama el Judenfrei: “no queremos judíos acá”; y Grispan, que era un judío que sus padres se quedaron en ese frente, pues desesperado porque no sabe cómo hacerlos entrar están en un limbo no están en Polonia, no están en Alemania, pues tienen la idea de matar a un representante alemán; y al otro día espontáneamente llegan las turbas acompañadas de la SS; y miren, todas las tiendas de judíos, ventanas de las casas, ustedes se imaginan estar durmiendo a las 12:00 de la noche y llegan y les apedrean, y empieza un tumulto y empieza un ruido, y empiezan a romper todo y empiezan entonces a quemar. Pero eso solo fue en Berlín (miren esa linda sinagoga), fue en toda Alemania. Uno se pone a ver cómo se organizaron en un solo día para quemar, para destruir, para romper los cristales.

¿Y saben qué? Ese día las compañías de seguros se quejaron y dijeron: “Ah, ah, nosotros no vamos a pagar los daños, ustedes judíos son los culpables de eso, ustedes tienen que pagar por eso”. ¿Y saben qué pasó además y Hitler se dio cuenta? Que los bomberos estaban ahí y tenían órdenes expresas de simplemente estar presentes para apagar el fuego de las casas vecinas; hubo presencia gubernamental, pero solamente en tanto y cuando el fuego, la situación de peligro no fuera a afectar a los alemanes. Y ese día Hitler se dio cuenta que la gente del común no hizo nada y pudieron llevar a los judíos a la cárcel y pudieron incendiar sus sinagogas y pudieron demoler las tiendas, y nadie hizo nada, ni una manifestación.

Entonces, terminada esta etapa de exclusión social, ya el que no dejó Alemania en el 39, ya no podía salir. Y dice: “Bueno, ¿qué vamos a hacer con ellos? Encerrémoslos en un sitio lejos”, cogen un barrio pobre, cambian a la población: los judíos van a vivir acá y los judíos mismos son los que construyen las puertas de los muros, lo que se llama el gueto. En el gueto las condiciones fueron muy difíciles, dicen que se dieron todas las violaciones a los derechos humanos: la libertad de movimiento, la locomoción, la escogencia de profesión y oficio, expropiación de los lugares de vivienda, y el trabajo forzado. Esa es una foto muy hermosa, no hemos podido llegar a la identidad del niño, pero es muy reconocida.

El más emblemático que todos, ustedes saben que fue el gueto de Varsovia, es impresionante cómo en un sitio que podían caber cincuenta mil habitantes, metieron a cuatrocientos cincuenta mil judíos. Esto quiere decir que en 2.4 km de la ciudad, para los que saben un poquito de matemáticas, se incluyó el 30% de la población.

Acuérdense que cuando Hitler invade Polonia, mientras que en la Alemania son quinientos mil judíos que peligraban, el régimen Nazi, en Polonia son tres y medio millones. “¿Y qué voy a hacer con ellos?” Pues metámoslos y matemoslos de hambre en los guetos; y el hambre y el hacinamiento, las condiciones fueron muy difíciles; como ustedes vieron en las fotos, había miles de muertes diarias.

Y Mary Berg, que hace poquito, increíblemente hasta hoy en día se encuentran historias: en una escalera levantaron como una piedra y encontraron el diario de esta niña cuando tenía 15 años, que milagrosamente se salvó; estuvo mucho tiempo en el gueto, pero descubrieron que sus padres eran americanos y ella logra salir. Sin embargo, en ese diario dice así: “Hay gran cantidad de niños, prácticamente desnudos, cuyos padres han muerto y que se sientan envueltos en harapos en la calle, sus cuerpos están horriblemente mesiados, sus huesos pueden verse, sus cuerpecitos se hinchan y se cubren de úlceras y se revuelven en el piso.

Este dibujo muestra a la perfección el gueto. Miren cómo los niños se sentían absolutamente encerrados, en el gueto no había parques. Hay una poesía que se las debo, pero ustedes las pueden consultar en internet: “Las mariposas no vuelan en el gueto”, y dice: “Es un lugar tan desagradable que ni siquiera vienen las mariposas, mientras que afuera vemos a los niños jugando al arte libre, etcétera.” Se les vulneraron, obviamente, todos los derechos de los niños: a tener una escuela, a estudiar; miren acá por ejemplo cómo se invierten la carga de las cosas, ahora son los niños que por su tamaño tienen que salir del gueto a buscar comida para llevarle a los padres.

Y aquí cogen al niño entrando al gueto, y se invierte la carga de quién debe alimentar a quién: ahora son los niños los responsables de alimentar a sus padres. Y también hay un poema muy lindo que dice: “Madre mía, madre mía, y ahora quién te dará de comer el pan de cada día”.

Y la tercera fase: estando en gueto es que vieron que obviamente era muy lento, las calorías eran muy poquitas, pero la gente con las enfermedades y todo no se moría con la rapidez que ellos querían, se inventan lo que llamaban ellos la solución final. Escuchen el término solución final eso quería decir: “exterminio”. Pero cuando usted ve una hoja papel y dice: “La solución final”, una solución final puede ser de cualquier cosa. Nadie se imaginaba lo que implicaba la solución final; y es a través de esos eufemismos que los judíos fueron engañados. Los judíos preguntan: pero por qué los judíos no hicieron nada, porqué es que le hicieron pagar el tiquete para llegar Auschwitz, ellos iban a la estación del tren y tenían que poner plata; van a ir a un campo de trabajo, vas a estar mejor que en el gueto; y le hacían pagar su tiquete, y cuando llegaban a Auschwitz vamos a ver el letrero que decía: “El trabajo te hace libre”.

Entonces los principales campos ustedes los ven en Polonia están Auschwitz, Bensersiel, Maibernet, Sobibor, Treblinka, Birkenau; y en Alemania no hay campos de exterminio sino de concentración. Ellos llevaron primero a los prisioneros políticos y ahí a medida que van conquistando a Europa, van llevando a todos los judíos con esos rieles hacia las estaciones que quedaban alejadas de la población. Pero ello no quería decir que no supieran. Entonces esta carrilera tan emblemática de Auschwitz, que dice que “el trabajo los hace libre”, cuando les preguntan: “Bueno, señores aleados, ¿por qué no dinamitan esa carrilera?” ¿Saben qué contestaron? “Es que eso no es un objetivo militar.” ¿Ustedes se imaginan cuánta gente hubieran podido salvar si solamente hubieran dinamitado la carrilera? Ocho mil judíos diariamente eran metidos en las cámaras de gas.

“El trabajo los hace libre”, y así llegaban y les decían: “Vamos que los vamos a duchar”. Yo estuve en una cámara de gas, y me duele mucho que hasta hace poquito oí al líder de la derecha extrema de Francia decir que las cámaras de gas era una nimiedad de la historia. Yo estuve ahí en esta cámara de veinticinco metros; encerraban ocho mil, dos mil personas, y les rociaban un gas que utilizaban para las ratas, morían en condiciones muy difíciles: ahogados, todos sus órganos internos quemados.

Y otros que no fueron también llevados a las cámaras de gas, cuando iban avanzando el ejército nazi los mataban, se llamaban: “las tropas de asalto”. Tenemos que en la ciudad de Vaillant, treinta y tres mil personas fueron matadas en dos días, en lo que ella dice: “las fosas comunes”. ¿Cómo es esto posible? Hay gente que todavía conozco… una señora que todavía cayó en la fosa y no ha podido… ella no la mataron, pero sí oyó los gemidos y oyó los cuerpos; ella se pudo escapar y dice que ella no tiene paz en su corazón; todavía muchas noches, todavía se levanta… ella pudo escapar de esa foto; entonces frente a las cámaras de gas era un método un poquito más… decían que cuando los fusilaban primero, una bala por judío era muy costosa, segundo, era difícil, por más alemán que seas; y ponían música porque se oían ruidos, alaridos, gemidos, y se salpicaban sangre; entonces encuentran una manera más industrial y donde el nazi no tiene contacto con su oprimido.

Entonces, ellos simplemente cuando dejan de gemir, abren la puerta y traspasan. Me duele inmensamente esta fotografía de la vida real, ustedes me pueden decir la fecha, excelente, excelente; nos faltaba un año para terminar la guerra. Esta foto fue tomada por los aliados, los americanos en 1944. A los judíos de Hungría los llevaron en el 44; cuatrocientos cincuenta mil judíos de Hungría fueron masacrados y llevados a Auschwitz en el 44, pero los aliados sabían y también tenían identificado dónde estaban las cámaras de gas. Ustedes pueden leer por favor, cámaras de gas, crematorios; pero no, ellos no bombardearon eso, ellos bombardearon la fábrica que ustedes ven ahí, que era una fábrica de llantas para que el ejército militar alemán no pudiera continuar. ¿Puede ser eso posible?

Y esa es una foto de verdad, una foto oficial americana. Pero no todo fue malo, siempre hubo gente que nosotros los llamamos: “los justos entre las naciones”. Hubo gente que solamente le preguntan: “¿Y usted por qué actuó así, porque no era judío, salvó a un judío, no pidió nada a cambio y arriesgó su vida, por qué lo hiciste? -No sé, fue el deber, no sé”.

Gente como Raoul Wallenberg que hasta el día de hoy no sabemos su destino, ayudó a muchísimos judíos húngaros, les dio visas; y él iba hasta los trenes y decía: “Mijito me va bajando esa gente, porque tiene pasaporte sueco”, no dormía noches enteras firmando, firmando, firmando. Solamente llegan los rusos, se lo llevan, porque ven que es un espía alemán, y le perdemos la pista.

Gente tan valiosa como Irena Sendler, que cuando va a competir con Al Gore para los derechos humanos se lo lleva Al Gore, siendo que esta mujer está paralizada y paralítica de la tortura que le infirieron los nazis, esta mujer era una enfermera que entraba al gueto de Varsovia y sacó a dos mil quinientos niños; les ponía algo para dormir y los sacaba en un costal o en una maleta, y enterraba los nombres de los niños como en unas botellitas de cristal; y después se supo, y le dijeron: “Muéstrenos dónde”, “No sé nada, no sé nada, no sé nada”, y le pegaron hasta torturarla y dejarla incapacitada.

Y pues es el más conocido, es el Oskar Schindler, que en un principio él sí pensó… y cuando ustedes ven la película de Schindler, ven a una niña que está en rojo y esa fue la diferencia cuando ella llegó a individualizar a no ser humano y no los vio como una masa homogénea, él se da cuenta que tiene que hacer algo y salva, y dice: “Yo necesito esa mano alemana, yo necesito que trabaje”.

Entonces, conclusiones: el Holocausto judío fue la persecución y aniquilamiento sistemático de las dos terceras partes del pueblo judío a mano de la ideología nazi y sus colaboradores; fueron asesinados seis millones de judíos, entre ellos un millón quinientos mil niños.

En Yat Anshin me contaron del monumento de los judíos que hay en Israel: cuando tú pasas se lee los nombres de millón y medio de niños, y para uno volver a escuchar cuando uno entra dice: “Acuérdate de un nombre cualquiera”, y cuando uno sale dicen: “Okey, ¿te recordaste el nombre? Listo, puedes venir en tres años, porque en tres años ese nombre se va a volver a repetir.

El Holocausto fue posible debido al conocimiento científico y técnico que sobrepasó los límites morales, y la mayoría de la gente del común guardó silencio cómplice. Ahí es donde están los perpetradores, los bystander, los que se quedaron al lado y no hicieron nada. Sin embargo, hubo instituciones y seres anónimos, quienes dieron la mano a los judíos y lucharon contra la intolerancia, el totalitarismo, la xenofobia y la injusticia, valores que siempre debemos tener presente para que ustedes puedan dar ejemplo a las generaciones por venir.

Nunca jamás: Decimos: leolam, never again. Esta presentación la dedico Dr. William Soto. Muchísimas gracias. En memoria de todos aquellos que ya no están, que sus sueños y esperanzas fueron brutalmente truncados. Recordémoslos. Muchas gracias.