Dr. William Soto | “La dignidad humana en un Estado social y democrático de derecho.”

Dra. Karen Lizet Cuesca Viveros, Directora de la Universidad Valle del Grijalva, Campus Villahermosa; Lic. Francisco Javier Guerra González, Coordinador Nacional de la Embajada Mundial de Activista por la Paz; Lic. Carlos Alberto Ramón Güemes, Presidente Barra Tabasqueña de Abogados; Colegio de Abogados A.C., y la delegación Centla, Tabasco; Dr. Jaime Murow, de la Dirección de la Asociación Educativa contra el Prejuicio y la Discriminación; maestro Luis Enrique Sáenz Cuadra, Rector de la Universidad Valle del Grijalva, Campus Villahermosa.

Mi cordial saludo a toda la comunidad académica, medios de comunicación, comunidad estudiantil; a todos los representantes, los políticos del Estado; señoras y señoras.

En esta oportunidad quiero compartir con ustedes el tema: “La dignidad humana en un Estado social y democrático de derecho.”

De conformidad con la visión del filósofo alemán Immanuel Kant: “La dignidad es un valor intrínsico e insustituible del ser humano.”

Según en el principio de dignidad humana el ser humano es un fin en sí mismo y no un medio para alcanzar ciertos fines. El ser humano por ser digno, no puede ser instrumentalizado, deshumanizado, animalizado o cosificado. La dignidad humana es un principio fundamental del Estado social y democrático de derecho.

Según Michelini: “Los seres moralmente imputables son fines en sí mismos; esto es, son seres autónomos y merecen un respeto incondicionado.”

La dignidad humana la configuran dos subprincipios característicos de toda persona: la autonomía moral y la identidad personal. Según el primer principio de la dignidad humana, los seres humanos como seres racionales gozan de libre albedrío y ejecutan sus acciones voluntariamente de acuerdo a sus convicciones, reflexiones y elecciones en cuanto a lo que es moral o no.

Es decir, el ser humano es libre de escoger qué creer y sobre qué dudar, libre de seleccionar las convicciones, principios y valores que orientaran su vida. Esta libertad de elección o libertad de convicción en el ser humano, es subjetivamente absoluta y regulada al interactuar con nuestros semejantes; de tal forma que la autonomía ética no habilita al hombre para atentar contra los derechos ajenos, ni para desconocer o violar las leyes de su país.

Es libertad lo que tiene el ser humano, no libertinaje, ni el derecho a violentar a otros. La libertad de protesta, por ejemplo, es garantizada y regulada por un Estado de Derecho. La regulación de la libertad no implica limitación de un derecho fundamental, sino la neutralización del libertinaje de aquellos que atentan contra la libertad del grupo.

De ahí es que Michellini afirma que quien niega o desconoce la dignidad de otro, atenta contra su propia humanidad, desconoce su propia dignidad como ser humano.

Por virtud del principio de autonomía moral el ser humano goza de libre desarrollo de su personalidad, es intocable en sus convicciones y creencias; por ello goza de libertad de culto, libertad de expresión, libertad de conciencia, libertad de protesta, sin transformarla en libertinaje entre otras manifestaciones de la dignidad humana.

El segundo sub-principio de la dignidad humana, es decir, la indemnidad personal, consiste en que todo ser humano por el solo hecho de existir y ser reconocido con una identidad como ciudadano miembro de la familia humana, merece respeto absoluto e incondicional.

La indemnidad personal tiene que ver con el concepto de indemne, entendiéndose por tal, lo que está exento de daño. Por virtud del sub-principio de indemnidad personal el ser humano no puede ser humillado, mancillado ni degradado como tal. El ser humano como persona digna es merecedora de un respecto absoluto, no pudiendo ser sometido a trato cruel, inhumano o degradante.

La dignidad humana en la antigua Roma.

La dignidad humana ha sido objeto de diferentes definiciones a través de la historia. Por ejemplo, en la Roma antigua era un valor fundado en la condición social de las personas, era un valor limitado y mezquino que solo la élite lo adquiría principalmente por méritos políticos o religiosos.

En la antigua Roma la dignidad se relacionaba con el poder político y reflejaba la superioridad de quien fuera considerado digno. La dignidad era un valor gradual no absoluto susceptible de aumentar o de disminuir.

La dignidad humana en la Edad Media.

En la Edad Media el término dignidad humana adquirió mayor autonomía y se fundó sobre las condiciones humanas, reconociéndose la dignidad como un valor intrínseco de los individuos.

La dignidad humana en el darwinismo social.

Posteriormente la filosofía del darwinismo modificó el concepto de dignidad humana al acuñar la supervivencia del más apto como principio ético. De esta manera afirmaba que no todas las vidas valían la pena ser vividas, relativizando de esta forma la dignidad humana.

Estas ideas discriminatorias, basadas en la errónea creencia acerca de la existencia de una jerarquía racial, impactaron fuertemente en la primera mitad del siglo XX. Estas ideas fueron acogidas y difundidas por el Gobierno de Alemania nazi, que las promovió y enseñó a la sociedad.

De esta forma, utilizando la educación, el Gobierno nazi adoctrinó a los profesores en particular y a la sociedad en general, y la preparó para aceptar las políticas discriminatorias que por la vía legal se implantarían. Estas políticas excluyentes y discriminatorias contra una colectividad minoritaria produjeron la segregación y el odio que a la postre ocasionó la destrucción de millones de personas por profesar otra religión o por poseer una cultura e identidad diferente de quienes detentaban el poder para seleccionar sus víctimas.

Ese genocidio conocido como el Holocausto, perpetrado durante la Segunda Guerra Mundial, así como el genocidio armenio y otros cometidos en pleno siglo XX, son los más crudos ejemplos de la historia, de violación de la dignidad y de la vida de billones de seres humanos. Y se predica la violación de la dignidad, porque la dignidad es un valor inherente, inalienable de toda persona, y constituye el fundamento de todos los derechos humanos.

Por esa razón, las caracterizaciones contingentes y arbitrarias de los individuos a partir de  sus íntimas convicciones, de su legado cultural, de las discapacidades cognitivas o físicas, de las malformaciones o de cualquier otro criterio que se aduzca para justificar el odio y la intolerancia, no implica que una persona deje de ser digna o que pierda un valor como ser humano.

Sin embargo, durante el Tercer Reich las personas que sufrían algún tipo de contingencias fueron tratadas como un estorbo para la sociedad y considerando que no valían la pena que siguieran viviendo; razón por la cual se implementó el esquema Action T4, programa en el que se ejecutaban diferentes prácticas eutanásicas con el fin de matar a todas las personas que tenían características que los diferenciaban de la mayoría de los seres humanos.

Asimismo ese programa Action T4 fue el modelo utilizado para posteriormente implementar en los campos de exterminio en los que se eliminó con gas a millones de personas.

Según el Artículo 1° de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos.”

A partir de esta premisa surgió el compromiso de los Estados por asegurar que todos los seres humanos sean tratados de manera igualitaria. Fue por virtud de las atrocidades convertidas durante la Segunda Guerra Mundial, que el reconocimiento y respeto de los derechos humanos se convirtió en elemento fundamental para la coexistencia e interacción pacifica de la comunidad internacional, en equilibrio con la libre determinación de los pueblos.

Sin embargo, como Embajador Mundial de la Paz, destaco la necesidad de que en el ámbito internacional se declare y se precise el concepto de dignidad humana para evitar su relativización y hasta su negación en conductas genocidas y constitutivos de graves atentados contra los Derechos Humanos; conductas que desconocen que cada persona como individuo está dotado de ciertas características que lo hacen único e irrepetible, digno de respeto y de toda consideración.

La precisión de la dignidad humana exige tener claro que no se trata simplemente de un derecho. La dignidad humana es mucho más que eso. Es el atributo esencial con el que nace cada ser humano, atributo que lo diferencia de los animales y lo hace moralmente autónomo, y como tal, intocable en sus convicciones y creencias, a la vez que lo protege de toda forma de discriminación, humillación, trato cruel, inhumano o degradante.

Por ello, la Organización de las Naciones Unidas tiene establecido que el derecho a disfrutar de todos los derechos humanos es esencial para la vida digna. Como atributo de toda persona, la dignidad es una cualidad humana que depende de la racionalidad.

Los seres humanos, a través de una educación fundamentada en valores y respeto de la dignidad, son capaces de creer para crecer y mejorar su vida de relación a través de la libertad individual. Los animales, en cambio, actúan por instinto.

Sin embargo, el respeto de la dignidad humana no se puede limitar a meras expresiones retóricas plasmadas en las declaraciones y tratados internacionales, y en las respectivas Constituciones políticas de los Estados.

El respeto de la dignidad humana como plataforma para el reconocimiento de los Derechos Humanos implica el establecimiento de una serie de condiciones materiales que permiten el desarrollo de todo ser humano en condiciones de existencia, que garanticen su crecimiento constante.

Desde la Embajada Mundial de Activista por la Paz promovemos y trabajamos en la planificación y desarrollo de proyectos en todas las esferas de la sociedad, con el fin de impulsar el respeto a la dignidad humana, pero en especial nos abocamos al campo de la educación, como el caso del foro que nos convoca hoy: “Educando para No Olvidar – El Holocausto, paradigma del genocidio,” porque creemos que todas las acciones son necesarias pero la educación es la mejor herramienta para sembrar en el corazón de los niños y jóvenes, valores y principios éticos y morales que les permita tener una convivencia pacífica con sus semejantes en el marco del respeto por la vida y la dignidad humana.

La historia nos muestra claro ejemplos de que se puede educar para la paz o para la guerra. Hitler utilizó todo el sistema educativo y lo adaptó para adoctrinar a los niños y jóvenes, con el fin de buscar apoyo para sus políticas criminales y discriminatorias.

Podemos usar la educación para formar personas solidarias y respetuosas de las diferencias, sin importar cuáles éstas sean. Podemos introyectar a través de la educación, no simplemente un cúmulo de información, podemos formar individuos que sean conscientes de que el conocimiento de la dignidad es fundamento para el disfrute de los Derechos Humanos.

El respeto de los Derechos Humanos garantiza el acceso a la justicia en una sociedad igualitaria y en paz.

Para terminar, quiero compartir con ustedes una carta que escribió la profesora Anita Novinsky, una historiadora académica de la Shoá en la Universidad de San Pablo, Brasil, dirigida a los docentes:

Querido profesor: Soy una sobreviviente de un campo de concentración. Mis ojos vieron lo que ningún ser humano debería testimoniar: cámaras de gas construidas por ingenieros ilustres, niños envenenados por médicos altamente especializados, recién nacidos asesinados por enfermeras diplomadas, y bebés quemados por gente formada en escuelas, liceos y universidades.

Por eso, querido profesor, dudo de la educación, y le formulo un pedido: ayude a sus estudiantes a volverse humanos. Sus esfuerzos, profesor, nunca deben producir monstruos eruditos, psicópatas o Eichmanns educados.

Leer y escribir es importante, solamente si está al servicio de hacer a nuestros jóvenes seres más humanos.

Muchas gracias

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Fecha: 
access_time Vie, 08/22/2014 - 00:00