Discurso en Foros “Educando para No Olvidar. El Holocausto, paradigma del genocidio” - Alejandro Rubín Cymerman
Palacio Legislativo
Asunción, Paraguay
Lunes, 17 de marzo de 2014
Abogado Alejandro Rubín Cymerman
Cónsul Honorario Designado del Estado de Israel
Señora Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Honorable Cámara de Senadores, miembros del Congreso Nacional, señora Directora General de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores, señor Embajador de la Embajada Mundial de Activistas por la Paz, señores miembros del cuerpo diplomático presentes, demás autoridades nacionales, amigos y amigas.
Hace un mes y medio atrás, en la Sala de Sesiones del Congreso Nacional, Paraguay daba lugar al “Día Internacional de recordación de víctimas del Holocausto” instituido por las Naciones Unidas, precisamente el 27 de enero; día que en el año 1945 las tropas Aliadas soviéticas liberaron el mayor centro de exterminio del nazismo, Auschwitz.
En aquella ocasión dije que un día de recordación universal es necesario y muy importante, pero insuficiente; fundamenté la necesidad del estudio universal que tiene el Holocausto para que la recordada frase “no olvidar jamás” no caiga en un simple slogan; pero hoy no tengo el tiempo para ello.
La Shoá, el término que literalmente significa “catástrofe”…; y que preferimos los judíos usar en vez de Holocausto, dada que esta última, “Holocausto”, tiene una connotación de sacrificio a Dios; y eso fue un horror, no un sacrificio a Dios, por lo menos no el Dios que conocemos los judeocristianos.
Lo ocurrido en la Shoá marca un antes y un después en la historia de la Humanidad. Y permítanme una aclaración: el Holocausto marcó un hito en la historia, no porque los judíos nos queremos poner un galardón de víctimas inigualables; no, señoras y señores. Como había dicho hace unos días atrás, tengo muy claro que no fue más el judío muerto por los nazis que un indígena muerto en la conquista de América; no fue más un judío muerto por los nazis que cualquier víctima de genocidio ocurrido.
La historia está teñida de sangre, todas las víctimas son de crímenes terribles; pero cuando un régimen decide, con base en sus propios criterios, que hay un grupo de personas que ya no tienen el derecho de vivir en la Tierra, eligiendo el lugar y la forma de su exterminio, alcanzamos el umbral extremo en la historia de la Humanidad.
Las víctimas del Holocausto, las muertes, y principalmente el denigrante y horroroso camino a ella, no tuvo objetos por parte de los victimarios, como en otros genocidios; no estaban luchando por territorio, no había una búsqueda de conquista económica, política ni religiosa. El único objetivo era que un cierto grupo humano —mayoritariamente judíos, concebidos como enemigos de la Humanidad—, habrían de ser exterminados en su totalidad: mujeres, ancianos, niños e inclusive lactantes, pero antes con un sufrimiento inútil e irracional; y por otro lado victimarios pareciendo gozar de ello.
Entonces el único objetivo de las barbaries era una remodelación biológica de la Humanidad, antes nunca pensado. El Holocausto fue el único exterminio masivo donde las víctimas no eran el medio sino un fin en sí mismo. Y este exterminio surgido del Estado nazi (que ha decidido enunciarlo en “la solución final”), usando todos los medios que estaban a su alcance para concretarlo, profundiza aún más el hito histórico que representa el Holocausto.
La Shoá, el Holocausto, señoras y señores, no fue un accidente en la historia. Era evitable. Estoy convencido de ello. Y más convencido aún estoy, que el estudio del Holocausto en las escuelas y colegios propiciará una conducta positiva para evitar que se repita, su estudio ayudará a los alumnos a pensar sobre el uso y el abuso del poder, el papel y las responsabilidades que tienen los individuos, las organizaciones y las naciones al enfrentarse con violaciones de derecho civiles y/o políticas genocidas.
El Holocausto provee un contexto para explorar los peligros del silencio, la apatía y la indiferencia frente a la opresión injusta de otros. Nuestros niños deben ser formados para identificar y reaccionar ante las apariciones de primeros síntomas que pueden terminar en grandes tragedias.
Necesitamos reaccionar ante el mal. Si se hubiera reaccionado a tiempo, el Holocausto era evitable; y no estamos exentos a que vuelva a ocurrir. Inclusive hoy hay quienes niegan el Holocausto o quienes usan la intolerable frase: “qué lástima que Hitler no terminó su trabajo”; también escuchamos líderes que quieren hacer desaparecer a todos los judíos del Estado de Israel; líderes a quienes hoy se les está dejando tener potencial nuclear: el arma de destrucción masiva más poderosa en manos de regímenes que no tienen ninguna vergüenza de expresar su odio e intención final; y seguimos indiferentes.
Ya decía Luther King: “No me duelen los actos de la gente mala, me duele la indiferencia de la gente buena.” Necesitamos reaccionar. En este país con vocación de paz, solidario como pocos, que inclusive abrieron las puertas a los barcos de inmigrantes que venían huyendo del Holocausto cuando otros no los dejaban entrar, necesitamos crear conciencia de reacción.
El estudio del Holocausto, de la Shoá, nos da un marco para ello. De hecho, en España y en muchos otros países se estudia profundamente el Holocausto, y eso es como una consecuencia de su inclusión por ley en la malla curricular en los colegios.
El año pasado la Unesco ha lanzado un documento fabuloso que explica el porqué y cómo enseñar el Holocausto. Como dije días atrás y se está diciendo en este foro, no sería mala idea emular la incorporación de dicho estudio por ley en nuestras escuelas.
No quiero despedirme sin antes dejar de recordar que, exactamente un día como hoy, 17 de marzo de 1992, ocurría un atentado con un coche bomba en la Embajada de Israel en Argentina; porque con esta evocación quiero honrar a las 29 víctimas fatales y a las más de 200 personas que resultaron heridas por dicho acto terrorista. Muchas gracias.