Sra. Paula Feldman | Presentación de la Quinta Placa “Huellas para no olvidar” en México
Sobreviviente del Holocausto
Hola, buenos días a todos, buenos días honorable presídium, público presente, amigos todos.
Primero que nada, quiero agradecer al Dr. William Soto Santiago, embajador mundial y presidente ejecutivo de la EMAP por este homenaje que se realiza a mi persona el día de hoy, así mismo por la iniciativa del proyecto: “Huellas para no olvidar”, donde se tienen como propósito mantener vivo el testimonio de los sobrevivientes del Holocausto.
Yo nací el 2 de abril de 1939 en Iași, Rumania, una ciudad moderna, con muchas instituciones de la ciudad judía, así como escuelas y un gran hospital, mis padres eran húngaros, fueron a vivir a Rumania cuando se casaron.
Como Iași es frontera con Rusia, al principio la invadieron los rusos, pero cuando invadieron los alemanes empezó la persecución de los judíos, inmediatamente empezaron los fusilamientos, familias enteras desaparecieron; ese día murieron personas muy nobles y grandes rabinos, mataron a los hombres más importantes de la comunidad, a mi padre se lo llevaron a las trincheras, estuvo muchas veces en el paredón, a punto de ser fusilado.
Constantemente traían trasportes con gente, los alineaban y les disparaban; luego los echaban a unas carretas. Una vez mi papa oyó un lamento en Idish: ¡Sálvame, soy padre de dos hijos!; mi padre en vez de echarlo a la carreta de los muertos lo puso en el de los heridos desobedeciendo a un alemán que ordenaba ponerlo con los muertos, entonces el alemán le arrebato la pala, le rajo la espalda a mi papa; mi papa decía que la mano de Dios lo sostuvo aquel día y muchos más.
Yo tenía tres años y mi hermana Eva de 7 años me cuidaba, nos quedábamos solas todo el día mientras mi madre hacia vestidos para las esposas y las amantes de los nazis, para traernos algún pedazo de pan al cuarto helado y oscuro, todo el día oíamos las metrallas, los bombardeos constantes, día y noche; mataban prisioneros rusos frente a la casa, llorábamos de hambre y cantábamos para consolarnos.
Por un tiempo vivimos en un edificio, los sótanos se convirtieron en refugios, en ellos nos guarecíamos de los bombardeos, siempre estaba oscuro, con ratas y arañas; un día estalló una bomba donde estábamos, quedamos atrapados por muchas horas, salimos ya de noche, era invierno, fuimos a dar a una coladera de desagüe de la ciudad, era invierno, era nuestra casa, la coladera de la ciudad.
Todo lo que pasamos fue muy difícil, pero el destino nos trajo el 1 de mayo de mayo de 1949 aun país libre: México, donde encontramos la libertad que tanto ansiábamos. Imploro al Todopoderoso que el mundo haya aprendido la lección, y que los pueblos y las naciones vivan en paz y armonía.
Agradezco de corazón a este país tan maravilloso donde encontramos la libertad, la paz y el cariño de todo el pueblo. Muchas gracias.