Dr. William Soto | Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Para la Embajada Mundial de Activistas por la Paz es muy significativo estar en este recinto de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, recordando el septuagésimo aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz, que se efectuó el 27 de enero de 1945. Esa fecha fue escogida por las Naciones Unidas para conmemorar el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto, este año bajo el tema: “La libertad, la vida y el legado de los supervivientes del Holocausto”.
A través de la Resolución 60/7 la ONU “insta a los Estados Miembros a que elaboren programas educativos que inculquen en las generaciones futuras las enseñanzas del Holocausto, con el fin de ayudar a prevenir actos de genocidio en el futuro”.
El Holocausto no tiene como víctimas a un solo pueblo. El Holocausto fue un atentado contra la humanidad, porque innumerables miembros de otras minorías murieron asesinados. Por esa razón el Holocausto siempre será una señal de alerta que llama a la prevención contra toda expresión de odio, intolerancia y discriminación, como la que —con apoyo de los legisladores— se dio en la Alemania del régimen nazi.
Es innumerable y genuina la evidencia documental que hace del Holocausto uno de los genocidios más documentados de la historia. Debemos usar las imágenes y en general todos los documentos registrados —tanto por los miembros del Ejército nazi como por los soldados del Ejército aliado— como un testimonio de la verdad histórica a la cual tienen derecho todas las víctimas y todas las naciones. Las víctimas no solo tienen derecho a la justicia y a la reparación del daño, también tienen derecho a la verdad y a la memoria.
La verdad histórica tiene varias características, entre ellas las siguientes: Es cruda, universal, inalterable, permanente, fundamentada y coherente.
Los testimonios de los supervivientes del Holocausto reiteran la verdad que evidencian los documentos históricos; por esa razón la Embajada Mundial de Activistas por la Paz, con el proyecto “Huellas para no olvidar”, registra sus testimonios honrando la memoria de las víctimas. Y si bien la barbarie no se puede explicar, sí se pueden palpar sus consecuencias; se puede estudiar y, por ende, sí se puede prevenir.
El Holocausto es el paradigma del genocidio ocurrido en el siglo XX; siglo calificado por su violencia como “El Siglo de los Genocidios”.
Sin embargo, lo que ha avanzado del siglo XXI hasta ahora, no es halagador. Los niveles de violencia, irracionalidad, intolerancia y odio étnico, pintan un panorama oscuro para el mundo en lo que resta de este siglo. Hoy, en varias latitudes, estamos viviendo las señales de alarma de las amenazas de genocidios que paulatinamente se han venido fraguando.
En la época de perpetración del Holocausto los judíos fueron marcados con una Estrella de David; para esa época signo de discriminación y de muerte. Hoy los extremistas en Siria e Irak están marcando los hogares de los cristianos con la letra “N” o letra “Nun” del alfabeto árabe, letra inicial del término despectivo “nazareno”; lo cual traduce una sentencia de muerte si no huyen o se convierten al islam. ¿No es este un genocidio contra los cristianos y contra los miembros de otras religiones en pleno siglo XXI, ante la pasividad del mundo?
Según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, actualmente se despliegan 13 conflictos armados en el mundo, y el año 2014 registra 3.687 personas fallecidas más que en el año 2013.
Algunas personas dicen que si hubieran vivido en la época del Holocausto, se habrían pronunciado o se habrían solidarizado con las víctimas. Sin embargo, si hoy usted es espectador de la violencia que vive el mundo, allá en el pasado también lo habría sido. Si hoy usted es proactivo, allá también lo habría sido. Por eso la pregunta obligada ante la irracionalidad, discriminación y violencia extrema que evidencian los diarios, es: ¿Usted qué está haciendo?…
Debemos contrarrestar esa semilla de odio y de discriminación que hoy abunda en el mundo, con una educación en valores, una educación fundamentada en el amor y el respeto al prójimo. Debemos ser proactivos para que en el mundo entero se aprueben leyes antidiscriminación, se contrarreste el negacionismo y se honre la memoria de las víctimas del Holocausto y de todo genocidio, preservando la verdad histórica, pues como siempre lo he sostenido: “Es mejor educar para prevenir, que juzgar para castigar”.
Muchas gracias