Discurso en Conmemoración del Día Internacional en memoria de las víctimas del Holocausto, Congreso de Perú - Sr. Oliver Schramm
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Sr. Oliver Schramm
Ministro Consejero y Encargado de Negocios de la Embajada de Alemania en Perú
Estimado congresista e ingeniero Castagnino Lema, Presidente de la Liga Parlamentaria de Amistad Perú-Israel; estimados miembros del Congreso presentes; estimado Dr. Soto Santiago, Embajador de la Embajada Mundial de Activistas por la Paz; estimada Dra. Fuentes Sánchez, coordinadora del proyecto “Huellas” en el Perú; estimado Sr. Sánchez, representante de las Naciones Unidas en el Perú; estimado colega Yossi Aviram, Agregado Cultural, Comercial y de Cooperación Internacional de la Embajada de Israel; estimada Embajadora de Polonia, Embajador de Guatemala; muy estimado Rabino Bronstein; y sobre todo, muy estimados invitados de honor: Sr. Litmanowicz y Sra. Karl, sobrevivientes del Holocausto en el Perú con sus familias; damas y caballeros.
Agradezco al congresista Castagnino Lema su gentil invitación a esta ceremonia.
Como se pueden imaginar y ya lo dije en la Conmemoración del septuagésimo quinto aniversario de “la Noche de los Cristales Rotos” el pasado noviembre: Difícil y desafiante tarea es para un diplomático alemán recordar la época más oscura de nuestra historia. Sin embargo es una de las tareas más importantes que yo puedo imaginar: contribuir a que la mayor catástrofe de la humanidad, la Shoá, ni se relativice, ni se olvide; y que las víctimas de este genocidio, los judíos europeos, no se disuelvan en la memoria colectiva como si sólo fueran números en la estadística del terror.
Ayer en Berlín, el Parlamento Federal conmemoró en una sesión solemne a las víctimas del Holocausto y asimismo al Sitio de Leningrado con uno de los últimos testigos sobrevivientes, el autor ruso Daniil Granin, quien en su discurso tuvo palabras muy emotivas. En otras ciudades de Alemania miles se reunieron en momentos de silencio y reflexión.
Tan importante como estas ceremonias y los aniversarios de la Shoá son iniciativas como la que nos reúne hoy; en otras palabras, las que dan cara y nombre a las víctimas del Holocausto. Hay múltiples iniciativas así. Pienso, por ejemplo, en la del famoso cineasta Steven Spielberg y la creación de su video-archivo de los sobrevivientes de los campos de concentración; pienso en la iniciativa stolperstein en Alemania, poniendo piedritas en las veredas delante de muchas casas, en ciudades donde vivían personas y familias judías. Estas piedritas contienen nombre, edad y profesión de las personas deportadas por el régimen nazi, y así se rinde homenaje a estas personas; pero al mismo tiempo se documenta que ellos (hombres, mujeres, niños, familias enteras) sí han sido parte de la vida cotidiana de todos: vecinos, amigos, individuos de carne y hueso, con rostro y voz, con historia propia, anhelos, deseos y sueños propios, y con una personalidad única.
Es por eso tan importante demostrar a las jóvenes generaciones que la tolerancia y la receptividad para con el prójimo son virtudes indispensables para que cualquier Estado o comunidad sobreviva. Y ser practicantes activos en la competencia de humanismo, es la respuesta más clara al fracaso de una época marcada por el abuso del poder y la intolerancia.
Damas y caballeros, esta ceremonia tiene idéntica misión y vocación que esas otras iniciativas: conmemorar a una persona y a su personalidad, a rendirle homenaje, y prevenir que por virtud del olvido ocurra otra vez una catástrofe similar.
La memoria de lo que le sucedió a usted, señor Litmanowicz, según su testimonio, es importante para todos nosotros; y nos obliga a estar atentos incansablemente a todo lo que podría facilitarle el camino a un poder totalitario.
El ya fallecido ex Presidente de la comunidad judía en Alemania, el señor Heinz Galinski, lo formuló así: “Evitar el olvido también es un medio importante para crear consciencia en las personas, de qué es lo que deben apreciar en una democracia.”
En efecto, por singular que haya sido el genocidio cometido por los alemanes contra los judíos, siempre y en todas partes tenemos que abogar porque nunca más vuelva a suceder algo parecido. Por ello, la advertencia de hoy nunca debe perderse. Esta advertencia es el llamado a todos nosotros para que revisemos permanentemente nuestra manera de pensar.
En el contexto de este discernimiento, crítica y reflexión permanentes, las garantías legales son condición necesaria para no recaer en la barbarie; pero nada de esto es suficiente, sino que adicionalmente la democracia liberal tiene que anclarse también en nuestros corazones, porque la razón no es suficiente.
Por esto tenemos que tener presente todo el tiempo: Donde se ofende la dignidad de nuestro prójimo, se ofende también nuestra propia dignidad. Y sólo si podemos sentir compasión, identificarnos con las víctimas, podemos construir y mantener una sociedad justa, en la que vivamos juntos, en paz y libertad, personas de origen diferente y de convicciones religiosas y políticas diferentes. Y este respeto ante la indisponibilidad del otro, nos exige —bíblicamente hablando— que no nos hagamos una imagen del otro sino que lo aceptamos como es.
Así, de Max Frisch, quien de manera enfática se ha enfrentado a mecanismos y frecuencias de prejuicios antisemitas, proviene la frase: “Secreta e inevitablemente todos somos expulsados de la cara que el otro nos muestra.” Si imponemos al otro nuestros conceptos, le negamos, según Frisch, el derecho a todo lo vivo, lo que permanece incomprensible.
Así que se trata de aceptar al prójimo singular y su forma de ser sin restricciones; y no se trata de obligarlo a elegir entre adaptarse o aislarse. En esto consiste el pluralismo tal como se lo imaginaban los padres y madres de la constitución alemana de 1949.
Estimados y estimadas damas y caballeros: Después de un siglo con tanto horror y pena, nosotros (judíos, cristianos y también musulmanes), todas las personas con espíritu liberal, estamos ante una gran labor: construir, reconstruir, apoyar y fortalecer día tras día un mundo sobre fundamentos éticos que judíos y cristianos profesamos por igual; un mundo libre de azotes, un mundo que una a personas y a pueblos en libertad. Porque dado que el judaísmo en su más pura esencia es anti-totalitario, el totalitarismo también es en todos sus componentes anti-judaico, como lo escribe el filósofo Manes Sperber. Por ello, judíos y cristianos son aliados naturales en la oposición contra toda exigencia absolutista ideológico-política.
En este sentido, sensibilizar al mayor número posible de personas para que tomen conciencia de este punto, es —desde mi punto de vista— una de las tareas decisivas del diálogo cristiano-judío.
Estimadas damas y caballeros, los crímenes indecibles del Holocausto están presentes en las memorias de nosotros los alemanes; con dolor y vergüenza son parte de nuestro presente; y entre nosotros todavía viven algunos que fueron perseguidos o cuyas familias fueron perseguidas. Ellos llevan una carga pesada de recuerdos tortuosos, y nosotros sabemos que su dolor no se puede expresar con palabras. También aquellos que hace más de 70 años, cuando niños, jóvenes o jóvenes adultos se convirtieron en testigos y víctimas del Holocausto, siguen teniendo ante sus ojos imágenes angustiantes, imágenes que nos llenan de vergüenza.
Esto no debe significar que cuando mueran los últimos testigos de este tiempo desaparezca también el recuerdo; por el contrario, es nuestro trabajo transmitir a las generaciones de nuestros hijos y nietos, el entendimiento de que vivir en libertad y dignidad requiere voluntad; y también valentía, responsabilidad y esfuerzo.
Por suerte las generaciones nuevas casi no tienen forma de saber por experiencia propia lo que es estar cautivo o sufrir discriminación; y esperemos que nunca tengan que vivir esas experiencias. Por eso, este recuerdo no sólo se lo debemos a las víctimas, sino también a nuestros hijos y a nuestros nietos.
Por tal motivo alabo, Sr. congresista Castagnino Lema, su iniciativa de llevar adelante esta celebración conmemorativa solemne. A ustedes, Dr. Soto Santiago y Dra. Fuentes de Sánchez, los saludo y elogio su admirable proyecto “Huellas para no olvidar”. Y agradezco a los dos sobrevivientes del Holocausto aquí presentes: el Sr. Hirsz Litmanowicz y la Sra. Karl, con sus familias. Sé que esta conmemoración conmueve muchos recuerdos en ustedes, y por eso no es nada fácil.
También valoro en todos ustedes, congresistas, representantes de Naciones Unidas y miembros del cuerpo diplomático, el venir a recordar con nosotros los hechos de entonces.
Muchas gracias.