Presidente de la Agencia de Acreditación ANEAES
Muy buenos días para todos y para todas, Mbaeichapa Ipará, integrantes de la mesa de honor. Saludo al Dr. William en la persona de cada uno de los compañeros que están presentes hoy aquí; saludo fraternalmente a los colegas académicos de países amigos que nos acompañan en esta sala histórica; a los colegas nacionales, a los invitados especiales que están presentes hoy aquí.
Les cuento que traje dos presentaciones y dije: de acuerdo al contexto y de acuerdo a lo que manifiesten los oradores, voy a elegir cuál de ellos. Inicialmente elegí una primera opción, que era contarles qué está haciendo la agencia y cuál es nuestro aporte en el tema de la construcción de la cultura de la paz; pero en la medida que iba escuchando al Dr. William, que nos interpelaba con la necesidad de la educación integral, que la verdadera reforma se realiza en las aulas... al maestro Juan Carlos, que nos decía que lo que vale son las actitudes, ese empresario que pide en bien, no con la mente en blanco que nosotros vamos a cargar; entonces wasapié a mi jefa de comunicación y dije: Voy a hablarles del tema 2.
Pero para hablarles del tema 2, quiero desprenderme del cargo y de la responsabilidad, y quiero hablarles desde el corazón de un educador, de un pedagogo que hace bastante tiempo está en aula y que ha pasado por todos los niveles educativos.
Entonces hoy yo quiero hablarles a ustedes de este tema, hablarles a ustedes de nuestra realidad de la educación superior y decirles que tengo exactamente veinte minutos cronometrados y prometo ajustarme a lo que me dieron en este momento.
Creo que tenemos que presentar algunos elementos que creo que está pasando en la educación superior en Paraguay. Hay muchas ofertas, hay una heterogeneidad de ofertas. Cuando asumí el cargo hace dos años atrás, los primeros datos oficiales hablaban de que en el Paraguay existían 1572 carreras que se estaban ofertando, a los - un año siguiente, me dicen que, en realidad son 4000; y hace poco, en una reunión con el viceministro de Educación Superior, me dice que en realidad son 5200 las que tenemos en este momento empadronadas en Paraguay. O sea, 5200 carreras estimativamente, es una realidad.
Es una realidad en Paraguay (a los colegas extranjeros) que la matrícula, más del 70 %, se concentra en el sector privado. El Estado asume cerca del 20, 25 %, y estos datos están por confirmarse, pero el porcentaje bruto es así.
Tenemos muchas instituciones en educación superior; ha habido una etapa en donde se ha aperturado una cantidad importante, 54 universidades, 288 facultades, 38 institutos superiores, y el conjunto de estas instituciones la que oferta esta cantidad de carreras que les estoy mencionando.
Otra realidad nuestra: quiénes enseñan en estas aulas. Si queremos llegar a la formación integral, la pregunta es: ¿Cuál es la capacidad del docente que está en aula en este momento, en estas 54 universidades? O sea, esto podemos decir sin ninguna estadística: que la mayoría no tienen formación pedagógica, están en un proceso de construcción.
Lo otro, que no es un tema menor: Ese 20 % que va a las universidades públicas, podemos decir que hay una inequidad tremenda en el acceso a las universidades públicas.
Hoy día en algunas universidades exclusivas, quienes pueden ingresar son de familia media-alta, aquellas familias que pueden pagarles a sus hijos cursillos de un año, dos años e inclusive tres años, para poder ingresar en la carrera soñada.
La pregunta es: ¿Cuál es la función social? ¿No es un poco perverso el mecanismo hoy día? ¿Será que las universidades públicas están atendiendo a esos sectores más vulnerables? Evidentemente que es un tema para pensar; pero basta ir a los estacionamiento de las universidades públicas y uno puede medir por la marca de vehículo donde van los chicos, que no son precisamente hijos de campesinos, hijos de compatriotas nuestros, que a lo mejor tienen una brillante capacidad; pero es imposible pagar cursillos de un año, dos años y tres años.
Tenemos un sistema de beca incipiente, débil, que en este momento hay una gran propuesta del Ministerio de Educación, pero hoy día pensar darle trescientos dólares o quinientos dólares anuales, ¿para qué?, es totalmente insuficiente.
Hay que replantear. Esta es la realidad cruda de la educación superior y estos nuestros desafíos para poder plantear.
Y aquí me gustaría… comentarles lo siguiente: Es cierto que existen muchísimas ofertas educativas; y esas, de las 5200 carreras lo que la agencia ha evaluado hasta hoy día, no superan 400 carreras.
En este momento la cantidad de carreras acreditadas son 73; 73 de 400 evaluadas. O sea, en la República del Paraguay en este momento tenemos un gran proceso, un gran trabajo por hacer en el tema del aseguramiento de la calidad; y 73 % que cumplen las condiciones mínimas. Porque también la pregunta es: ¿Hasta qué punto un proceso de acreditación certifica la calidad total de lo que se hace en el aula?
Yo tengo un familiar que está haciendo un curso en la carrera acreditada, y por lo que me comentan realmente contradice algunas prácticas docentes; pero sin embargo es de una carrera acreditada. Entonces empecemos a pensar qué está pasando: Si es suficiente, si con los criterios nuestros nosotros estamos encontrando realmente ese camino para lograr la calidad educativa.
En ese aspecto tengo doce ideas que quiero presentarles al respecto. En primer lugar una idea fuerza; y quiero aterrizar en el territorio docente.
Primera idea fuerza. ¿Qué está pasando a nivel de las aulas en las universidades? En estos últimos tiempos ha crecido en forma desmesurada la dimensión administrativa y legal de lo que es la micro - la evaluación de los aprendizajes.
Cada vez hay más exigencias administrativas para los docentes y se descuida el componente técnico de la evaluación, que es recoger evidencia concreta del estado del estudiante.
Nosotros venimos... la dictadura en Paraguay ha dejado rastros en el magisterio nacional, en donde el docente no hace uso de la autonomía que tiene para tomar decisiones que tengan que ver; siempre espera una decisión superior para hacer un paso. Entonces uno de los problemas que uno ve en aula, es precisamente la necesidad de que esa dimensión técnica, los docentes lo vuelvan a recuperar.
El otro aspecto, y tiene que ver mucho con lo que el Dr. Juan Carlos decía y el Dr. William: Si queremos una educación, una formación integral, bueno, tenemos que hacer un replanteo de la forma en que estamos enseñando.
Hasta hoy día, muchas instituciones siguen utilizando formatos y modelos extremadamente viejos. Por ejemplo: el bolillero decide quién va a ser abogado, porque en algunas escuelas de Derecho siguen el modelo arcaico y perimido, cuando deberíamos buscar otros instrumentos y otras técnicas para forzar al estudiante a manejar con precisión conceptos jurídicos y el manejo de la propia lengua.
No podemos llegar a la cultura de la paz o a la calidad educativa si seguimos evaluando de una forma primitiva. Esto pasa hoy día, y creo que no solamente pasa en el Paraguay; por la experiencia regional, pasa en muchísimos lugares.
La tercera idea fuerza en cómo vamos a lograr la cultura de la paz si solamente evaluamos conocimiento.
Los docentes universitarios nos hemos olvidado de trabajar las actitudes. Nos preocupamos mucho por la ciencia, y es fundamental, pero hemos descuidado la formación de actitudes, de competencias profesionales que le puedan abrir paso. Porque finalmente el promedio o su medalla de oro no va a poder exhibir todo el tiempo; pero lo que sí va a poder exhibir son sus competencias sociales, sus actitudes.
Esta semana y les cuento… un médico de un hospital público, y digo, del Instituto de Previsión Social, se iba caminando, y de repente le ve a una niña; y él se queda, el médico; la nena enferma le saluda, al médico; y por supuesto, estaba una persona que le estaba filmando al médico. El médico con mucha ternura se acerca, le saluda, le habla, se encariña... Se alza en las redes sociales. En dos días tuvo 21 000 visitas. ¿Qué es lo que se puso de manifiesto? La actitud del médico.
Bueno, y ahí el tema del énfasis de los saberes cognitivos. Es indispensable manejar la ciencia, pero no es todo cuando hablamos de una formación integral.
Si en las escuelas de Medicina, si en las escuelas de Derecho no se trabaja estas actitudes, probablemente vamos a tener médicos que sepan muchísimo de ideología, anatomía, y que no nos miren la cara, y que no nos saluden, y que no nos den la información necesaria, porque no somos, no venimos del mundo médico. ¿Por qué? Porque él no fue formado en ese aspecto.
Entonces, me parece a mí, el tema de hoy es tan relevante, porque toca la esencia mínima de la universidad, lo que estamos haciendo. Cuando hablamos de calidad no solamente es tener los mejores ranking en los sistemas de evaluación de los países o los sistemas mundiales, sino hablamos de calidad; estamos hablando de varios componentes, de varios ejes, en este foro.
La cuarta idea fuerza es: de estas universidades que existen en el Paraguay hay muchas iniciativas muy solitarias. Hay universidades que han hecho un tremendo esfuerzo de este grupo de 54, de avanzar, de constituirse en referencia en el campo de la epistemología, producir nuevos conocimientos; pero todavía no es suficiente como para mover la aguja. Nos falta hacer bastante. Y necesitamos retocar, repensar y remirar todo lo que hacemos en las universidades y en los institutos, en la relación alumno-profesor.
La quinta idea fuerza: Necesitamos formar a los docentes. No es suficiente un curso de 360 horas de didáctica. Algunos se sienten lo máximo y se quedan ahí, no es suficiente.
Las universidades que no apuesten a la formación continua de sus docentes son universidades que a la larga van a perder matrícula, a la larga van a perder estudiantes; y muy pronto es muy probable que se quede la universidad, inclusive se pongan a la venta. ¿Por qué? Porque hoy día aparentemente hay mayor presión de la sociedad, mayor presión de todos los estamentos, de que los servicios deben ser de calidad.
Sexta idea: En estos tres primeros meses Paraguay se está debatiendo mucho lo que Alejandro Schujman escribía, el tema de la “Generación Ni Ni”, y las generaciones que están llegando a la educación superior.
La pregunta es: ¿Estamos preparados para atender a estos jóvenes rebeldes, que son tecnológicamente dependientes de sus aparatos de internet, que tienen siempre una postura diferente ante la autoridad? ¿Están preparados nuestros docentes de universidad para aceptar esa realidad? Bueno, entiendo que hay que hacer mucho todavía en este campo. Y evaluar es otro desafío nuestro. ¿Cómo evaluar a estos jóvenes sin que decaiga el proceso de consolidación del manejo de la ciencia?
Esta lámina, si ustedes miran, algunos sociólogos coinciden y otros no. Cuando se trata de agrupar a las generaciones por un periodo de tiempo, dice que la primera generación fue el grupo de los tradicionalistas, y son 45 años estimativamente. Fíjense, después viene la generación de los “Baby Boomers”, después de la Segunda Guerra Mundial; gente que trabajó, produjo. Y después viene la “Generación X”, algunos que estamos aquí somos de esa generación. Cada generación tiene su característica. Después viene la gente de la “Generación Y”, que son 19 años. Y algunos sociólogos dicen que a partir del 2001 se inicia una nueva, con la irrupción de internet y el avance de la tecnología.
Es decir, si vamos a sustentarnos en este enfoque sociológico, de que en el 2001... ¿En qué año estarían en las universidades? En el caso de Paraguay a los 17 años terminan la educación media y a los 18 años estarían… O sea, esos jóvenes están en este momento en los colegios públicos; 78 000 jóvenes se estima que van a egresar este año de los colegios medios, y son los candidatos para entrar dentro de la universidad.
También comentarles dentro de lo que es la “Generación Z”, y si ustedes miran, dice: “Los jóvenes que van a ingresar fueron criados por padres de la Generación X y Y”. Manejábamos nosotros otro tipo de valores, otro tipo de escenario. Por eso muchos se reían cuando el maestro presentó lo que pasaba en 1965 y lo que pasaba en el 2015, en donde vemos hasta inclusive una actitud sumisa del estudiante, y vemos también una actitud no muy favorable también de los padres que van a interpelar ahí, más que buscar las causas de por qué hubo un bajo rendimiento; y la maestra presionada por la comunidad educativa, en este caso por los padres.
Nacen los jóvenes que van a estar en nuestras instituciones: son nativos digitales. Ellos no necesitan estudiar, ellos ya van a manejar de punta muchísimas cuestiones que a nosotros nos costó muchísimo alfabetizarnos en este campo.
Dicen que ellos van a buscar el equilibrio entre el trabajo y el placer. No van a dedicarse totalmente pero van a ser mucho más conscientes, estarán más capacitados para el trabajo remoto.
La pregunta es: ¿Las instituciones sí están preparadas para formarles a ellos para el trabajo remoto? Son mucho más impulsivos y desconfían del gobierno; desconfían no del gobierno como estructura política, sino desconfían de todo lo que es autoridad.
La idea 7 es: Necesitamos que se instale al interior de las instituciones una cultura más abierta, más flexible y más cualitativa; porque hasta hoy día el modelo es cuantitativo: “escala, te falta un punto, perdés tu carrera”. Seguimos confiando en los exámenes escritos como la única y última alternativa; y debería ser solamente una opción de tantas para evaluar mejor.
La idea 8: Esta pedagogía que nos llevó a centrarnos mucho solamente en los exámenes, nos llevó a empobrecer nuestra visión de educación; nos quedamos limitados ahí.
La idea 9: El camino más seguro sigue siendo la evaluación formativa. Si queremos lograr mejores resultados la evaluación debe ser de proceso; y no esperar que concluya un semestre en donde los chicos son sometidos a injusticias, a arbitrariedades de muchos docentes; deberíamos evaluar. Si queremos mejores profesionales tendríamos que evaluar a lo largo del camino.
Idea 10: La evaluación debe ser coherente con lo trabajado en aula. O sea, ¡cómo nosotros vamos a hablar de la cultura de la paz o de la práctica de los valores! si nuestros docentes universitarios cuando llega el día del examen se transforman actitudinalmente: preparan instrumentos a los pobres chicos, de contenidos que jamás vieron en su vida, y les dicen..., completan con esta frase y les dicen: “Esta es parte del programa”.
Si es que un docente no enseñó, no condujo un proceso análisis: no puede nunca, nunca, nunca evaluar.
Entonces, a veces estas injusticias son las que pasan dentro de la sala de clase, y son los desafíos para poder cambiar.
(Idea 11) El diálogo. El diálogo, evidentemente, es la herramienta más poderosa para cambiar; y un diálogo centrado en lo pedagógico: qué podemos hacer para mejorar la calidad.
Y la última idea (12) es que las universidades a través de sus Facultades de Humanidades o equivalentes, deberían ser los punteros epistemológicos. Yo con pesar tengo que decirles que hace poco la ministra de Educación presentó unos resultados de la participación de Paraguay en unas evaluaciones internacionales de la Unesco.
Pero han pasado dos meses y pocas entidades han tratado de buscar la causa del por qué se aprende menos en matemáticas en Paraguay que hace 5 años atrás. O sea, volver a recuperar, ser puntero epistemológico, nuevas formas de evaluar, nuevas formas de interactuar con los estudiantes creo que es nuestro desafío.
[El Dr. Aguilera se dirige al público]
Si yo le preguntara a usted: ¿Cómo se llama?
Oscar, ¿sos paraguayo?
Oscar, ¿a quién le recordás como un profesor que está presente contigo ahí en tu educación primaria o en la educación media? ¿A quién le recordás y por qué?
Sí. ¿Profesor de química? Contabilidad.
¿Por qué?
[Respuesta: Porque además del conocimiento me transmitió mucho más, para mi formación profesional]
¿Ese “mucho más” qué es?
[Respuesta: Afecto…]
Ahí está.
Bueno, si ustedes buscaran muy adentro suyo, quiénes fueron sus mejores profesores, van a encontrar exactamente lo que dice aquí; pero yo le agregaría una cuestión más: Sabía de su materia, era persona, respetaba, trabajaba por los valores, entonces ese debería ser el ideal del maestro universitario.
Si decimos: “Tuvimos un gran jefe”, si decimos nosotros: “Tuvimos un gran profesor”, siempre detrás están estos valores del afecto, de la comprensión, de la solidaridad. Entonces ese es el derrotero, ese es el camino que tenemos que seguir.
Muchas gracias a todos.