Consuelo Carías
Universidad Pedagógica Nacional
Muchas gracias, bienvenidos. Son muy importantes estos espacios para poder compartir las experiencias que desde la Academia nosotros llevamos día a día; que difícilmente en la mayoría de los casos podemos documentar (eso lo he aprendido últimamente); pero que debemos, entonces, aprovechar estas oportunidades.
Investigación, acción y cultura de paz. El tema de Cultura de Paz es un tema, al igual que el tema de todos los derechos humanos en sí, muy sensitivo, muy polémico, muy… objetivo de debate, de discusión, de opiniones encontradas; en fin, está mal que yo lo diga, pero casi no creemos en los derechos humanos, con el respeto de todas las instituciones cuando digo que no creemos, ¿verdad?
No es que no existen, porque sí existen, y nosotros somos un ejemplo de lo que hoy está sucediendo. Cuando digo esto es porque siempre es bien complicado hablar de Cultura de Paz, hablar de derechos humanos, sin que surja por ahí la inquietud o el malestar de si existen realmente, si se cumplen realmente; pero esta es nuestra tarea, ese es nuestro quehacer, y para eso estamos aquí reunidos, para tratar de rescatar el tema de derechos humanos, porque sí existen.
Por ahí alcancé a escuchar en la ponencia anterior, que tenía una persona una inquietud sobre cómo hacer llegar esos valores, cómo sensibilizar; y es que eso es el tema de Cultura de Paz, y eso es el tema de derechos humanos: sensibilizar. La pregunta siempre es: cómo, cómo hacerlo; porque siempre que hablamos de derechos humanos esa es la primera pregunta. Llevamos el mensaje de cultura de paz, de derechos humanos, de buenas prácticas, de convivencia, y siempre nos dicen: cómo.
En esta oportunidad, desde la Universidad Pedagógica por eso quisimos presentar una propuesta muy breve en sí, que yo estoy segura que la mayoría de las universidades y representantes que hoy están aquí, también lo llevan a cabo, pero siempre es bueno hablar de esas experiencias y de esas buenas prácticas que tanto se mencionan.
En esta oportunidad como el tiempo no es muy extenso, decidimos presentar nuestra pequeña ponencia en dos escenarios: el escenario de la cultura de paz, que es de lo que hemos estado hablando durante toda la mañana; y todos los que estamos aquí sabemos que el concepto de paz es un concepto que no es reciente, que ha venido evolucionando en los diferentes escenarios donde se ha ido gestando.
Para entrar en el punto, nosotros nos concentramos en tres tipos de paz, para luego saltar a un segundo escenario, que es el que yo les mencionaba al inicio, que es el cómo: cómo lo vamos hacer, cómo resolvemos esto de la Cultura de Paz, cómo hacemos que nuestros estudiantes, cómo hacemos que nuestros docentes, cómo hacemos que la sociedad en general, pueda rescatar esa práctica de valores –valga el juego de palabras–, esas buenas prácticas.
Tenemos en una primera instancia la paz directa, que podríamos decir que ese fue el inicio del concepto de paz y es la regulación de la no violencia de los conflictos; así se concebía en aquel entonces. Era urgente, era necesario ponerle un alto a todos esos conflictos y a todos esos episodios de violencia.
Saltamos al segundo concepto, que es el de la paz cultural; que es aquí un poquito donde nosotros nos vamos a centrar.
Existencia de valores mínimos compartidos; y fíjense qué interesante, el tercer concepto de paz es aún más importante, estamos hablando de una paz estructural, que es la organización diseñada para conseguir un nivel mínimo de violencia y máximo de justicia social.
Si nosotros vamos hablar de la Cultura de Paz, del concepto de paz como un eje transversal, no podemos separar la justicia social, los valores y la puesta en práctica de esos valores para que nosotros podamos construir una sociedad pacífica. No podemos separar la sociedad pacífica del concepto de cultura de paz, no podemos separar cultura de paz de los valores, y no podemos separar los valores del concepto de cómo ponerlos en práctica.
Eso nos hace saltar entonces al segundo escenario: cómo vamos hacerlo.
Existen muchas formas de cómo concretizar esa estrategia; entonces todo este colectivo de escritos que nos explican el concepto de paz, cómo vamos a convertirlos en una estrategia práctica, urgente, ya, para poderla echar andar y permitirnos de esa manera poder tener sociedades pacíficas.
El aporte de las casas de estudios superiores. Definitivamente, en todo lo que se ha estado platicando y desarrollando en el evento, estamos todos de acuerdo que los espacios pedagógicos enfocados en la formación de valores para la cultura de la paz en un marco de educación en derechos humanos, ya existen, a nivel de universidad; ya están ahí, están instalados; el asunto ahora es cómo promover eso espacios pedagógicos para la búsqueda y la puesta en marcha de las buenas prácticas de convivencia, que son las que nos van a llevar a alcanzar esas sociedades pacíficas, a desarrollar esas sociedades pacíficas.
La propuesta que trae la Universidad Pedagógica hoy, es la que yo les mencionaba allí, estoy segura que es la que muchos de nosotros que estamos aquí, echamos a andar, ponemos en práctica, muchas veces sin darnos cuenta de lo que estamos haciendo. Resulta que hablar del tema de derechos humanos, es hablar de llevarle a las personas que nos están escuchando, respuestas.
Yo hacía una investigación con mis estudiantes del centro de investigación de la universidad, que son muchachos de Educación Media, pero hacíamos el estudio con los niños desde grado cero, y les preguntábamos que si querían saber sobre derechos humanos, que si querían que les enseñáramos sobre derechos humanos; y nos dijeron que sí.
Perfecto, todo apuntaba a que estábamos bien. Luego hicimos una segunda pregunta y quisimos que ellos nos dijeran cómo. Usualmente los derechos humanos se enseñan con manuales, con libros, con materiales, que eso es nuestra herramienta de trabajo; y entonces fue lo primero que los niños mencionaron no querer. Entonces ¿cómo quieren aprender derechos humanos? “De cualquier forma, profe, que no sea con libros, folletos ni manuales”.
Entonces, allí entender, por qué hablar de derechos humanos no es solo tomar un libro, explicar que los derechos humanos no son edificios, que no son instituciones; que son algo que nos pertenece, que es algo nuestro, que es algo que nos protege; pero cómo enseñárselos si no lo quieren leer.
Entonces empieza la propuesta de trabajar la investigación-acción. ¿Por qué la investigación-acción? Es una de las tantas formas que nosotros como docentes a nivel universitario y a nivel de Educación Media y Básica también podemos desarrollar. Es trabajar con ellos y que ellos nos digan cómo lo vamos a hacer.
Nuestra preocupación es el cómo, ¿cierto? Escuché algunas preguntas, y las preguntas se enfocan todas en cómo: cómo sensibilizar, cómo aprendo sobre derechos humanos, cómo le enseño a mi compañero o a mi compañera que somos iguales, diferentes pero iguales, que me respete y que yo lo tengo que respetar, ¿cómo?
Entonces entramos al proceso de investigación-acción. ¿Por qué? Una de las características es que la misma se concibe como una acción para comprender los actos humanos, la situaciones sociales y los actos controvertibles que pueden surgir en el tema de formación de valores.
¿Cómo le digo yo a mis estudiantes que los valores son importantes para lograr una buena convivencia, cuando el niño de 7 años me dice que su compañero le tira su mochila al suelo, y me dice: ¿dónde están mis valores, profe, los valores de mi compañero, y dónde están mis derechos?
Entonces tenemos que sacar un discurso; y ahora acompañar el discurso con una estrategia: ¿cómo?, ¿cómo enseño yo? Las estrategias, cada uno de nosotros las tenemos y las desarrollamos.
Este tipo, este método de investigación, nos permite entrar en la situación a investigar, planificar y ejecutar. Resulta que yo planifico un proyecto de investigación pero en el camino me di cuenta que el objetivo que yo tenía no era importante, que encontré otras cosas que para las personas, para el grupo, para la población que yo estoy investigando, son más importantes que lo que yo llevo planteado. La investigación-acción me permite entonces, volver, replantear mis objetivos, y entonces cambiarlos en función de lo que realmente tengo que encontrar ahí; y eso me permite entonces contar con la voluntad de mi población beneficiada para desarrollar el trabajo. Ya no es: “Profe, enséñanos derechos humanos pero sin libros”, sino: “Bien, entonces cómo, hagámoslo, qué proponen”.
En el centro de investigación, hace 5 años se lleva a cabo un proyecto de prevención de las prácticas de violencia escolar, siempre en el marco de la formación en valores y de la educación en derechos humanos. Una de las estrategias fue instalar un línea de ayuda, en la cual se le proporcionó un correo a los estudiantes, en el que ellos iban a denunciar episodios de violencia escolar o bullying como se conoce en la actualidad, que incluso hay una ley que así lo menciona: bullying.
E hicimos toda una campaña, hubo publicidad, explicamos a nivel de aula con los estudiantes, reunimos a los profesores-guías, reunimos a los profesores de planta; toda una explicación sobre la línea de acción. Se les explicaba: Usted puede denunciar, su caso se va manejar de forma privada, no se va a intervenir inmediatamente; se va a observar y se va a hacer una investigación.
Perfecto. Se abrió la línea, los estudiantes muy atentos, las expectativas parecían ser altas, pero resulta que pasó el primer día y no tuvimos ninguna denuncia; pasó el segundo, tampoco. Para no hacerles largo el cuento, estuvimos un mes sin recibir ninguna denuncia; y volvíamos al punto: qué nos está haciendo falta.
Un buen día me fui y tomé un buen grupo al azar, y les pregunté por qué no hacen uso de la línea de ayuda. Si yo estoy en problemas y alguien me proporciona una línea en la que yo puedo obtener ayuda, ¡yo la utilizo inmediatamente! Entonces un estudiante se levantó (obviamente que los estudiantes nuestros son bien así, bien curiosos, y bien… que les encanta que les expliquen muy bien las cosas) y entonces dijo: “Profe, ¿y a usted quién le dijo que esa línea es privada?” —“¡Nosotros! Porque la línea no la va manejar nadie más que las personas que estamos a cargo del pro-…” —“Profe, esa línea no es privada; y si yo le cuento a usted que algo me está pasando, otros se van a dar cuenta”.
Volver atrás. No estábamos haciendo nada con la línea de acción. Todo esto pasó antes de llegar a la estrategia de investigación-acción. No entrábamos todavía a investigación-acción, estábamos yendo por nuestro camino, íbamos por lo que nosotros pensábamos que era lo ideal para solventar el problema, pero no llegábamos hasta ese punto. Y además: “Ahí nadie le va a decir nada, porque ya todos nos pusimos de acuerdo que nadie utilice esa línea”.
Bueno, pero como yo no me venzo: “voy a dejar la línea”. Nos llegaron 4 casos; pero luego caímos en una segunda debilidad; y ahora era que nos caían denuncias que realmente no eran ciertas. Entonces era replantear esa estrategia porque no nos estaba dando efecto, por contarles algunas de las experiencias; tenemos 5 años de estar en este proyecto.
La otra propuesta que continuamos siempre, son esas prácticas cotidianas. El desafío de la Educación Superior en nuestro país (como en la mayoría de los países del mundo) es concretizar la formación en valores en prácticas cotidianas, en lo que yo hago, en lo que usted hace, en lo que nosotros hacemos, todos los días a cada segundo; esas son las prácticas, esas son las que nos van a llevar a tener esa convivencia; esas prácticas cotidianas pero que son significativas. Tenemos que convertir esa educación en valores en un proceso sistemático de aprendizaje y práctica, que garantice el desarrollo de una sociedad pacífica.
El marco de la temática sé que es la Educación Superior; sin embargo, es necesario que nos replanteemos (también lo escuché en la ponencia anterior), que nos replanteemos que nuestros niños desde grado cero están sufriendo episodios de violencia; entonces debemos tomar la casa superior como punto de partida, sin dejar de considerar que los estudiantes de Educación Media y ciclo Básico también saben sobre estos temas y también deben ser preparados para alcanzar un desarrollo de una sociedad pacífica.
Volviendo con el tema de la experiencias del CIES, se las cuento un poquito porque va encaminado a por qué entramos a investigación-acción. Un día, hablando siempre del tema… en la programación de esta actividad se planifica una semana de “no violencia escolar”, los muchachos hacen sus propias estrategias…
Fíjense, empezamos nosotros planificando actividades para ellos y nos empezamos a dar cuenta que hubo algunas de las actividades que ahora sí les estaban llamando la atención. Empezamos por crear concursos de dibujo, de caricatura, de documentales creados por los mismos estudiantes, con guiones elaborados por los mismos estudiantes; se hizo el primer festival de cortometraje, elaborado y creado por los estudiantes; tuvimos un jurado, hubo concurso-ganadores, tuvimos la apertura de muchos medios de comunicación para que los ganadores pudieran contar su experiencias. Y entonces finalmente los mirábamos motivados. Por fin estábamos entrando a algo que ya era algo que nos interesaba a nosotros, pero para que les interesara a ellos; y hubo muchas actividades.
Cuando vino el diputado que promovió la ley de violencia escolar, a nosotros nos invitaron con un grupo de niñas que en ese entonces estaban en 4º grado, 5º (cuando ellas trabajaron en el proyecto); y el diputado presentó toda su ley y una de las niñas se puso en pie y le hizo una pregunta, y el diputado le dijo: “Bien, estoy dispuesto, amor, a contestarte la pregunta”. Entonces la niña de 5º grado (ellas habían trabajado en 4º grado) le dijo que ella lo que veía que en esa ley solo buscaban números; entonces él le dijo: “Números no, mi amor, es matemáticas; es violencia escolar, queremos ayudar a los niños…” —“Si yo sólo veo números”. —“¿Por qué dices que solo ves números?” —“Porque usted solo quiere encontrar cuántos caso de violencia escolar hay en las escuelas, pero la ley no nos dice por qué y cómo arreglarlos”. Entonces el diputado, como buen político, le dijo que iba a regresar para trabajar con ellas; y todavía lo estamos esperando.
Otra experiencia más que nos hizo pensar que nosotros estábamos todavía confundiendo el camino, porque estábamos trabajando paz escolar, no-violencia, convivencia escolar, pero estábamos dejando de lado a los protagonistas de ese escenario. Nosotros estábamos creando supuestamente el mejor escenario, pero los protagonistas estaban del otro lado. Todavía nos hacía falta acercarlos más.
Entonces es necesario que nosotros nos enfoquemos en pequeñas prácticas, cotidianas, lo que hacemos todos los días; la pregunta es el cómo.
Bueno, en una oportunidad yo fui a dar una conferencias sobre violencia escolar y una maestra me dijo: “En mi colegio, usted ni sabe lo que pasa. Todo lo que usted vino a decir no…” Entonces hay que separar las cosas: prácticas de violencia escolar, de vandalismo, de otras cosas que no entran en cada tema; y entonces aquí la experiencias es: empiece usted mismo.
Yo tengo cinco años, nadie me ha ayudado, a excepción de las autoridades, de mis estudiantes, porque sí hemos trabajado; hemos hecho manuales, hemos tenido guías, que fueron básicas porque recuerden que me dijeron que no querían libros; entonces ahí construimos unas guías básicas, no tenemos presupuesto, solo las hicimos así muy artesanalmente, pero funcionaron muy bien; y seguimos trabajando. Y lo hemos hecho prácticamente desde la universidad, desde el centro de investigación. Aún no tenemos apoyo.
Entonces ahí empieza la labor; porque si yo espero que alguien me apoye, que alguien me dé, que alguien me asigne un presupuesto, no estaría aquí hoy contando mis experiencias. Entonces ese es el primer consejo del “cómo”. Bueno, empiezo yo sola a ver cómo me va, empiezo yo solo a ver cómo inicio. Tal vez algún día alguien se quiere unir y me apoya.
Y los muchachos han reaccionado muy bien. Nosotros hemos logrado mediar muchos conflictos. Mediamos muchos conflictos, no permitimos que llegaran a episodios de violencia escolar, que ese es el segundo paso, cuando un conflicto no se media va a un episodio de violencia escolar; y hemos resuelto muchas situaciones en beneficio de nuestros estudiantes.
Los espacios pedagógicos, como decía al inicio, ya están. La investigación-acción se considera como una herramienta estratégica que se puede utilizar para el desarrollo de una sociedad pacífica. ¿Cómo? A través de una planificación, de una implementación, que eso es muy importante; hay que echar andar el proyecto y además evaluarlo, que es todavía aun más importante, a ver qué tal estoy por ahí (lo que yo les contaba al inicio). Tenemos que ir evaluando y no sesgarnos: “No, yo voy por aquí. No. Bueno, regreso, replanteo, porque no me está dando resultados positivos”.
Proyectos de investigación enfocados en el tema en formación en valores, eso es lo que necesitamos: temas, proyectos, investigaciones, trabajos, actividades, prácticas en valores.
Dicen los papas: “Ay profe, los valores ya se perdieron”. No, los valores no se pierden, nosotros dejamos de usarlos; pero no se pierden. Ahí están como muchas cosas que dejamos de usar. Entonces necesitamos, para desarrollar sociedades pacíficas, eso, enfocarnos en temas en formación de valores, en el marco de Derechos Humanos.
Una formación en valores nos va a dar con el tiempo, a través de las generaciones, desarrollar sociedades pacíficas. Recordemos que las prácticas son reproducciones sociales; si no, miren cómo están los partidos políticos. No podemos avanzar porque esta generación de mi familia era de este partido, y esta de esta.
Igual pasa con las prácticas de reproducción; hagámonos la pregunta: ¿qué están reproduciendo nuestros estudiantes?, ¿que reproducen nuestros estudiantes en el primer ciclo básico?, ¿que reproducen en Educación Básica?, ¿y que van reproduciendo en el sistema de educación universitario? Esa es la cuestión. Esos espacios ya están, entonces hay que evaluar esos proyectos. Llevemos a nuestros estudiantes desde la casa a la universidad, desde la casa a la Educación Superior, llevemos a nuestros estudiantes a trabajar en el tema; no a planificar proyectos. Enfoquémonos en que se implementen, se evalúen y se replanteen, si es necesario.
La UPN tiene un modelo en su institución; es la institución estatal cuya misión es la Educación Superior en la formación de docentes, y define dentro de su modelo educativo los pilares y estrategias institucionales a través de los siguientes pilares: enseñanza personalizada, aprendizaje creativo, aprendizaje basado en experiencias concretas (vuelvo a las prácticas, las prácticas son necesarias en el tema de formación en valores), el aprendizaje autónomo, la educación centrada en el aprendizaje. Esta dinámica institucional permite contar con un soporte de competencias pedagógicas que se convierten en la base de la innovación e investigación. La base ya la tenemos, el soporte ya lo tenemos, lo que tenemos que hacer es empezar a ejecutar aún más de lo que ya estamos ejecutando, porque sí se está ejecutando.
Para finalizar, investigación-acción es la investigación emprendida por personas, grupos o comunidades que llevan a cabo una actividad colectiva para el bien de todos. Si nuestros estudiantes enfocan sus proyectos en ese bien colectivo, tendremos mejores resultados, aun cuando la frustración sea mayor que los beneficios. Yo les cuento del proyecto que hemos tenido en el CIE hace cinco años, y hasta ahora estamos viendo algunos frutos, hace cinco años que lo tenemos; consistente en una práctica reflexiva social en la que interactúan la teoría (muy importante; no vamos ahondar en esto porque no era el punto), la práctica, con miras a establecer cambios apropiados en la situación estudiada.
Lo que decía al inicio, la investigación-acción nos permite “jugar” con nuestra investigación, en el buen sentido de la palabra: Si algo no me está dando el resultado que yo esperaba, regreso y entonces lo planteo desde la población que estoy estudiando, para que entonces me dé los resultados que quizá yo no había logrado percibir aún, y en la que no hay distinción entre lo que se investiga, quién investiga y el proceso de investigación; porque el ciclo en el que usted va, viene, replantea, evalúa, ejecuta, entonces lo hacen convertirse en “parte de”; ya no es usted, yo soy el investigador, usted es parte de esa población investigada, y por lo tanto va a encontrar muchos resultados positivos.
La investigación-acción se presenta en este caso, no solo como un método de investigación sino como una herramienta epistémica orientada hacia el cambio educativo social; que eso es lo que queremos. ¿Queremos sociedades pacíficas? Tenemos que trabajar en valores. Los valores son prácticas. Para poder ponerlos en práctica, entonces hay que desarrollar proyectos de investigación-acción. Necesitamos buenas prácticas para el desarrollo de las sociedades pacíficas.
Y finalmente, ya estamos en el CIE, nuestros muchachos tienen el primer comité de paz escolar; se instituyó antes de que la ley lo promulgara, nosotros lo hicimos (era lo que yo les contaba al principio). Los docentes hacemos muchas cosas pero no las divulgamos. Antes de que la ley de violencia escolar de Willing de Honduras pidiera la instalación (se me escapa el nombre, cómo lo llaman ellos), nosotros ya teníamos el comité de paz escolar. Aprendimos a involucrar a la población protagonista y aprendimos a no más hablar de violencia, ya no hablamos de prevención de prácticas de violencia escolar, ya no hablamos de violencia escolar; hablamos de paz escolar. Y en ese intento estamos, los muchachos están respondiendo; hay representantes desde grado cero hasta último año de Educación Media. Se reúnen, hacen sus actividades, planifican sus actividades, y nosotros nos hemos convertido en espectadores.
Entonces, al final de todo este tiempo, la investigación-acción nos dio muy buenos resultados; y esa es la propuesta de la Universidad Pedagógica para ustedes.
Muchas gracias.