Gonzalo Higinio Carrillo | Firmas de Convenios ALIUP y Universidades en México

Gonzalo Higinio Carrillo | Firmas de Convenios ALIUP y Universidades en México

México | 15.11.2016
Gonzalo Higinio Carrillo | Firmas de Convenios ALIUP y Universidades en México

Magistrado

Consejo de la Judicatura Federal

Nuevo León, México

Muy buenos días tengan todas y todos ustedes, agradezco muchísimo a los organizadores de este evento, en concreto a la Alianza Internacional Universitaria por la Paz, y desde luego a la Embajada Mundial de Activistas por la Paz, encarnada aquí en su Director Ejecutivo el doctor William Soto Santiago; por la oportunidad que me confieren esta mañana de compartir con ustedes este evento, tan trascendental no solamente para la historia de este pujante estado de nuestra república, nuestro querido estado de Nuevo León, sino también me parece que para todo el orden educativo del país, saludo con mucho respeto, afecto, aprecio a quienes integran el presídium y cuyos nombres ya han sido reiteradamente anunciados, a todos y todas ustedes por acompañarnos esta mañana.

Tal vez algunos de ustedes se pregunten qué tendría que estar en un evento como estos diciendo o compartiendo un magistrado de circuito, un magistrado del poder judicial de la Federación y ciertamente yo me hago esa misma pregunta, pero me entusiasma mucho poder ser partícipe de un evento más de la Embajada de Activistas por la Paz, a la que he venido siguiendo ya desde hace un buen número de años y sobre todo por el tema tan importante que nos convoca esta mañana, como lo es el reconocimiento de la necesidad de una cultura por la paz que tiene que partir desde las mismas  universidades, desde los mismos centros educativos.

Nuestra constitución general de la República que es nuestra máxima norma, que es nuestro máximo ordenamiento, en todo el país, diseña desde su artículo 3º cómo debe ser nuestra constitución y establece una serie de principios rectores, que disponen con mucha claridad como debe ser la educación que imparte el estado, pero también como debe ser la educación que imparten las corporaciones particulares que como concesión del estado tienen la oportunidad de formar a nuestras próximas generaciones.

 Entre otros atributos la educación que se imparte en México dice nuestra constitución federal debe de pugnar sensiblemente y pujantemente por la libertad de creencias y por la libertad de convicciones, debe también pugnar por el progreso científico, lo que nos permita a todos alejarnos de fanatismos, alejarnos de ideas retrógradas, debe ser democrática, dice nuestra constitución, entendiendo a la democracia no solamente como un sistema jurídico o como un régimen político.

Esta parte a mí me gusta mucho enfatizarla con mis alumnos de derecho procesal constitucional, entendiendo a la democracia como todo un sistema de vida fundada en los valores del respeto por la dignidad de los demás, entendiendo a la democracia como todo un sistema de vida basado en el respeto por la dignidad de los demás.

Dice nuestra constitución que nuestra educación en México también debe ser nacionalista, y que bueno que así sea, amar profundamente a nuestra nación, defender a nuestras instituciones con todo lo que ello representa, pero hay una parte que particularmente a mí me llama la atención y que cobra mucho sentido para una actividad como la que estamos teniendo esta mañana, debe contribuir mejor a la convivencia humana a fin de fortalecer el aprecio y el respeto por la diversidad cultural, por la dignidad de la persona, por la integridad y felicidad de la familia y desde luego por los ideales de la fraternidad y de la igualdad.

Se pregunta uno bueno si nuestra constitución desde 1917 consagra estos principios rectores, estos valores supremos con los que todos nos estamos identificando, por qué es entonces que estamos viviendo un clima de tanta violencia, de tanta fragmentación social, de tanto odio, de lamentablemente tanta inseguridad y seguramente que en este tema, quienes hemos dedicado por pasión propia gran parte de nuestra vida a la enseñanza, tendríamos que formularnos esa pregunta: yo estoy cumpliendo desde mi trinchera con los ideales constitucionales acerca de cómo deber ser impartida la educación desde nuestras primarias, desde nuestras secundarias, desde nuestras universidades, desde nuestros programas de postgrado, valdría la pena en este magno evento formularnos esa pregunta y animarnos ciertamente a propugnar todos porque se establezca desde nuestras universidades una cátedra por la cultura de la paz.

Yo me identifico profundamente en ello, yo creo firmemente que en nuestro país tiene que haber necesariamente una cátedra por la cultura de la paz, y sobre todo por la cultura de legalidad desde los estratos más principiantes, desde los primeros años de nuestra formación, pero desde luego con mucha mayor razón en la etapa terminal de nuestros estudios profesionales.

Yo aderezo este mandato rector constitucional con lo que hoy establece nuestro renovado artículo primero constitucional, un compromiso que establece a cargo de todas las instituciones públicas en cualquiera de sus ámbitos, desde el ámbito municipal, estatal, federal transversalmente de todas las autoridades constituidas del país, todos debemos de luchar por que se proteja y se garantice la dignidad de las personas,  y en este compromiso que está dirigido en una doble vía, es decir, ciertamente esa es una carga que nos corresponde a quienes somos autoridades, estamos comprometidos todos, porque no solamente las autoridades tenemos la obligación de proteger, garantizar, respetar los derechos fundamentales de las personas y asegurar su dignidad, sino también me parece que es un compromiso que nos corresponde a todos los ciudadanos entre sí.

Por razones de mi profesión, por razones de mi actividad profesional me toca a veces la triste encomienda de individualizar el castigo para aquellas que entran en conflicto con la ley penal, me toca a mí no solamente aplicarles un castigo, sino definir de manera terminal si ese es el castigo correcto, y cuando estudio, analizo las constancias de los expedientes, lo primero que me encuentro en el perfil criminológico de las personas es una ausencia de formación de una cultura por la paz, entran en conflicto con la norma, propician la inseguridad de todos, porque desde sus primeros años nacieron en familias desintegradas, porque no tuvieron la oportunidad de una guía oportuna, porque no tuvieron la oportunidad de acceder a alguna institución educativa que los formara y eso tarde que temprano cobra caras facturas para todos los mexicanos.

Yo celebro mucho de verdad, ver en este escenario a tantos rectores y rectoras de universidades de nuestro país, pero sobre todo estos impresionantes consorcios de universidades de Latinoamérica y del Caribe que piensan, que uno de sus objetivos primordiales con los cuales por cierto yo me identifico, es que todos debemos poner nuestro granito de arena, por garantizar que tengamos un país, una nación, un mundo más próspero, más feliz, empezando  precisamente por difundir y propiciar la cultura por la paz, la cultura por el respeto, por la tolerancia y desde luego sobre todo por facilitar y posibilitar la dignidad de las personas.

Agradezco mucho que me hayan permitido este espacio para dirigir estas breves palabras y desde luego mi felicitación por este evento tan trascendental. Muchas gracias.

 

MODERADOR

Agradecemos su participación al magistrado, el doctor, Gonzalo Carrillo de León; siguiendo con nuestro programa vamos a tener que reducir un poco los tiempos de los demás sucesores, quien tendrán a su cargo la siguiente participación.