Dr. William Soto | Palabras de Inauguración Foro sobre “El Holocausto, paradigma del genocidio”.
Video Relacionado:Mi cordial saludo a los distinguidos miembros del presidium, representantes académicos, políticos, comunidad estudiantil y a todos los presentes. Sr. Abraham Meinster, sobreviviente del Holocausto. Agradezco a las autoridades académicas el respaldo a este proyecto.
La juventud es el buen terreno para sembrar la semilla de la paz.
La palabra holocausto, según su etimología se deriva del griego y significa “sacrificio por fuego”. El Holocausto consistió en el exterminio de más de seis millones de judíos por parte del régimen nazi y sus colaboradores, bajo la errónea convicción de que los perpetradores alemanes pertenecían a una “raza superior”: la “raza aria”. Según esa convicción, la raza aria era la más fuerte y apta para desarrollarse, debía dominar el mundo, para lo cual era necesario conquistar el “espacio vital”.
El Holocausto también tuvo a otras víctimas, entre ellas los gitanos romaníes, a quienes también se les consideraba una raza inferior y fueron testigos de la masacre; los comunistas y socialistas, a quienes se les persiguió por motivos políticos o ideológicos; los testigos de Jehová, a quienes se les persiguió por sus convicciones y negativa a jurar lealtad al régimen; los homosexuales, a quienes se les persiguió por su comportamiento y forma de ser; los discapacitados y enfermos mentales, por constituir una amenaza para la pureza de la raza aria, quienes fueron asesinados en ejecución del “programa de Eutanasia”.
Independientemente de lo inverosímil que resulta la existencia de una supuesta raza aria, y peor aún, su tal superioridad, lo cierto es que nada, ningún suceso histórico ni ninguna circunstancia política o social, justifica la eliminación de un pueblo, el exterminio de todo un grupo humano.
Por la gravedad que implica pretender exterminar a todo un pueblo, el genocidio es el crimen de crímenes; y por ser el Holocausto uno de los genocidios más graves y con mayor connotación histórica, es que la Organización de Naciones Unidas lo catalogó como el paradigma del genocidio.
El hecho de que el Holocausto haya sucedido hace 70 años, en Europa y no en América, no puede dejar de alarmarnos. Por su extrema gravedad, y por las invaluables enseñanzas que nos trae ese genocidio, el Holocausto debe ser objeto de estudio permanente, serio y responsable en todas las escuelas, colegios y universidades del mundo.
Esa página tan negra de la historia de la humanidad no la podemos pasar desapercibida. Debe ser objeto de estudio constante, debemos repasarla y explicarla, preguntarnos el porqué de tal conducta, el porqué de la pasividad del mundo en ese tiempo; y traer sus enseñanzas al tiempo presente. Solo así detectaremos las señales de alarma del tiempo presente.
El Holocausto no comenzó con exterminios masivos, ni con el encierro en los campos de concentración o en los guetos, tampoco con expulsiones masivas a otros territorios. El Holocausto, como todo genocidio, comenzó con la siembra de la semilla del odio y de la discriminación.
Hoy esa semilla se sigue sembrando. Los diarios evidencian la discriminación contra grupos minoritarios por motivos religiosos, políticos, de género, entre otros; y esa conducta reprochable discriminatoria se va transformando en violencia irracional. Así se gesta el exterminio.
Esas señales de alarma que a diario vemos en los diarios del mundo nos deben mover a la acción, al rechazo de toda conducta, sea oficial o privada, irrespetuosa de la alteridad, como la extrema violencia que actualmente se ejerce contra los cristianos por parte de grupos extremistas. Es necesario reivindicar el respeto de la dignidad humana. Todos los seres humanos son diferentes, son únicos en su forma de pensar y de obrar, sin que por ello dejen de ser nuestros hermanos.
Aprender a respetar al otro es el primer paso para prevenir el genocidio. Por ello siempre he sostenido que la educación en valores y principios éticos es fundamental para prevenir toda forma de discriminación y para neutralizar los discursos de odio.
La educación en valores y principios éticos y constitucionales permitirá la construcción de la paz. Y en paz, la Gran Familia Humana alcanzará el bienestar y la felicidad.
Muchas gracias.