Dr. William Soto | “El poder de la Educación y del educador en la construcción de la paz”
(Transmisión vía Skype)
Dr. Ignacio Soto Suárez, Director de la Universidad Cooperativa de Colombia; su señoría, capitán Luis Alfredo Cufiño Valero, Juez Penal militar; Ing. Iván Sarmiento, Coordinador de la Embajada Mundial de Activistas por la Paz en Colombia; profesores, estudiantes y público presente, muy buenos días; y gracias por acompañarnos en este seminario cuya temática es de gran importancia para la familia humana.
Mi conferencia del día de hoy: “El poder de la Educación y del educador en la construcción de la paz”, la he dividido en tres partes fundamentales:
1.° La importancia de la Educación como herramienta para alcanzar la paz.
2.° El poder de la educación.
3.° ¿Cómo se educa para la paz?
1.° La importancia de la Educación como herramienta para alcanzar la paz
A través de la Educación podemos sembrar en el corazón de las personas valores y principios que luego proyectarán a través de sus acciones, y debemos cuidar que todo lo que sembremos dé buenos frutos. Porque el mensaje que se siembra en el corazón pasa a la mente, y como bien dice la Unesco, las guerras nacen en las mentes de los hombres; y es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), la Educación es el punto de partida para la construcción de la paz y el fomento de los principios de dignidad, igualdad y respeto mutuo entre todos los miembros de la familia humana. Así lo establece el Artículo 26/2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos y religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
De conformidad con el Artículo 2° de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, suscrita en la Conferencia Especializada Interamericana sobre Derechos Humanos, conocida como el Pacto de San José, los Estados tienen la obligación de formular políticas públicas, planes, programas o proyectos dirigidos a proteger los Derechos Humanos y a evitar toda forma de discriminación.
De igual manera lo consagra la Declaración de Viena, adoptada por la Conferencia Mundial de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, del 25 de junio de 1993, en el numeral 1, párrafo 3:
“Los derechos humanos y las libertades fundamentales son patrimonio innato de todos los seres humanos; su promoción y protección es responsabilidad primordial de los gobiernos”.
En la Conferencia Mundial Contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, celebrada en Durban, Sudáfrica, del 31 de agosto al 8 de septiembre de 2001, en las “Medidas de prevención, educación y protección destinadas a erradicar el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia en los ámbitos nacional, regional e internacional”, numeral 95, se consagró por parte de la Organización de Naciones Unidas:
“Reconocemos que la educación a todos los niveles y a todas las edades, inclusive
dentro de la familia, en especial la educación en materia de derechos humanos, es la clave para modificar las actitudes y los comportamientos basados en el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia, y para promover la tolerancia y el respeto de la diversidad en las sociedades. Afirmamos además que una educación de este tipo es un factor determinante en la promoción, difusión y protección de los valores democráticos de justicia y equidad, que son fundamentales para prevenir y combatir el avance del racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia.”
Todo lo expuesto nos permite reflexionar en la importancia de la Educación y del educador en la construcción de una sociedad más justa y en paz, donde se respeten todos los derechos fundamentales del ser humano.
En esta oportunidad quiero compartir con cada uno de ustedes un tema que ha estado relegado a un tercer plano en muchas agendas internacionales, pero que es de fundamental importancia para producir un cambio en la situación actual del mundo, convulsionado por la violencia que genera la falta de valores en que vive la sociedad. Me refiero al poder de la educación.
2.° El poder de la educación.
“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar al mundo”. Esta frase de Nelson Mandela expresa la importancia de la educación en el proceso de aprendizaje de los seres humanos, y por ende, en la formación de sus ideas y pensamientos, que luego se ven reflejados en sus acciones, las cuales impactan la forma de vida de la sociedad y, consecuentemente, en la forma de ser del mundo.
Actualmente la raza humana atravieza por una crisis de valores que ha desencadenado extremas manifestaciones de violencia, la pérdida de respeto por la vida, por la dignidad humana, y la falta de sensibilidad y solidaridad con el prójimo.
Tanta insensibilidad e intolerancia nos lleva a pensar y a repensar en el proceso de formación al cual están expuestos nuestros niños y jóvenes, quienes en muchos países pasan en la escuela más de siete horas al día recibiendo un cúmulo de información sobre diferentes disciplinas y destrezas. Es la intensidad y frecuencia de ese proceso de formación lo que nos da la certeza de que la educación, sea pública o privada, juega un papel determinante en la formación de las capacidades y habilidades del ser humano, pero también la formación de la conciencia individual y colectiva.
Hoy en día existe una Educación básica gratuita, al alcance de la mayoría de la población, y una proliferación de centros educativos de alto nivel, donde los niños y jóvenes adquieren mayor conocimiento, información y tecnología. Paradójicamente vemos cómo han crecido los índices de criminalidad y la falta de humanidad. Por la violencia que exhibe el mundo actual, pareciera que entre más conscientes estamos del mal y de sus consecuencias, más nos acercamos a él.
Ante este panorama de violencia, cabe la pregunta: ¿Qué tan eficiente y eficaz ha sido el sistema educativo actual? ¿Ha llegado a ser obsoleto para nuestro tiempo? El sistema educativo actual fue diseñado para una época diferente a la nuestra, una época marcada por la Revolución Industrial, pues antes de la mitad del siglo XVIII no existía sistema educativo público y gratuito. Hasta aquel entonces la Educación era privilegio de unos pocos.
Con posterioridad a la llamada Época del Oscurantismo, de manera imperceptible se fue adoptando lo que hoy se conoce como modelo educativo, fundamentado en la orientación, fundamentado en las orientaciones ideológicas del sistema económico, las costrumbres sociales y la religión de cada país o continente.
La educación actual se ha caracterizado por el adoctrinamiento con ideas aceptadas socialmente, y la imposición de puntos de vista e ideales determinados, que responden a esos intereses económicos y sociales, que luego son reforzados por los mensajes de los medios de comunicación.
La historia evidencia que la educación como simple transferencia de conocimientos es, además de deficiente, ineficaz para lograr una cultura de paz y de respeto de los Derechos Humanos. Hemos visto en muchos casos crímenes contra la humanidad, y genocidios perpetrados por líderes académicamente bien preparados. La historia muestra destacados profesionales llevando a cabo actos de discriminación, intolerancia y violencia contra diferentes grupos minoritarios conformados por personas consideradas diferentes; y constantemente las noticias del mundo muestran a jóvenes formados en las mejores universidades y en los más importantes centros de estudio, involucrados en hechos vandálicos producto del odio, la discriminación y la intolerancia.
Precisamente, a través de la Educación deben repasarse los ejemplos que nos da la historia, buenos o malos, y procurar un modelo que ayude a formar adecuadamente a ciudadanos de paz, porque hasta el momento tal modelo no existe. Por el contrario, nos hemos ocupado de la Educación como transmisión de conocimiento, y hemos asumido la paz como un anhelo y no como lo que realmente es: una necesidad; y ante todo, un derecho para todo ser humano.
Uno de los ejemplos de cómo se ha utilizado la Educación con perversos propósitos es el Holocausto. Hitler utilizó la Educación como herramienta de adoctrinamiento ideológico acerca de una supuesta superioridad racial para sembrar el odio, para formar una generación violenta, intolerante, insensible y desigual.
La Educación impartida formó personas capaces de cometer los peores crímenes, producto de la insensibilidad y la falta de respeto por la vida. Hitler educó para la guerra. La idolatría al Führer condujo al pueblo a la obediencia ciega. Por ello pocos cuestionaron la orden de exterminio de un pueblo indefenso; al contrario, la acataron sin dubitación alguna.
Si bien Hitler sembró el odio en el corazón de sus seguidores, lo que a la postre condujo a la atrocidad genocida, nosotros también podemos sembrar para la paz, sembrar la semilla de amor por la vida a partir del respeto por la dignidad humana; nosotros también podemos educar sobre la base del respeto por las diferencias.
Con una Educación fundamentada en valores éticos y principios constitucionales podemos formar personas que convivan armónicamente y pacíficamente, en medio de las diferencias ideológicas, políticas, económicas, religiosas y culturales. Y depende de cada uno de nosotros tomar esa herramienta tan poderosa como la Educación, para promover la paz en la familia humana.
Y precisamente con base en este fuerte ejemplo que la historia nos muestra, y poniendo por obra todas las resoluciones de las Naciones Unidas, es que desde el año 2012 vengo trabajando con el apoyo de la Embajada Mundial de Activistas por la Paz en el proyecto “Educando para no olvidar”, tema adoptado para el desarrollo de este importante seminario que se está llevando a cabo con el apoyo de la Universidad Cooperativa de Colombia, y que como Embajada Mundial de Activistas por la Paz hemos venido realizando en todos los países de América Latina con el respaldo de diferentes universidades y entidades educativas.
¿Cuál debería ser el objetivo del sistema educativo? El modelo educativo que propongo debe ser integral y holístico, para el desarrollo del ser humano a plenitud y su interrelación armónica con la naturaleza y con sus semejantes. El proceso de aprendizaje también es un proceso de formación. El proceso educativo es ante todo, un proceso constructivo; como tal, tiene que ofrecer alternativas al individuo, a la familia y a la comunidad, para armonizar y equilibrar su existencia alcanzando la paz; la paz interior, que luego se reflejará en una vida de relación respetuosa de sus semejantes.
La Educación debe ser un proceso continuo de crecimiento para la superación integral del ser humano.
La Educación debe tener como objetivo formar personas integrales que con su diario trasegar contribuyan a la construcción de una cultura de paz en la sociedad y en el mundo.
El objetivo del ser humano es la felicidad, sin embargo no hay felicidad sin paz, no hay paz en una nación si no se respetan los Derechos Humanos de los ciudadanos; para vivir en una sociedad donde se respeten los derechos fundamentales, es necesario que las personas sean educadas con ese fin.
En la Educación está la semilla del bien y del mal. Se educa para la paz o para la guerra, para el bien o para el mal.
Todo lo anteriormente expuesto nos muestra que para formar personas más humanas, que contribuyan a la construcción de la paz, se precisa de un nuevo sistema en educación: “La Educación del siglo 21 para la paz del ser humano integral y de las naciones”.
3.° ¿Cómo se educa para la paz?
La educación para la paz requiere de cuatro actores principales:
-la persona
-los padres de familia
-los gobernantes, y
-los profesores.
Primeramente tiene que existir el deseo en el individuo, de educarse para ser una persona de paz. Los padres son los que forman la conciencia y los valores desde la cuna; son ellos quienes le enseñan a hablar a sus hijos; son los primeros maestros del ser humano, quienes educan con su ejemplo.
Además de los padres, tiene que existir en los gobernantes de la nación la voluntad para crear las condiciones de una educación valorada, que supere la transmisión de conocimientos, para crear conciencia y cultura de paz; pues son los gobernantes y legisladores quienes implementan las leyes y regulan la vida de toda una nación.
Por otra parte, el profesor juega un papel fundamental, ya que es el sembrador de la semilla, y como tal, un formador de conciencias.
Existe un mecanismo, un programa, que hay que seguir para poder obtener la paz. Y en ese proceso, el ser humano es el eje y actor principal.
Las personas han olvidado que el ser humano es alma, espíritu y cuerpo. Y cuando hablo de alma, me refiero al corazón del ser humano, donde es sembrada esa semilla del bien o del mal, donde se depositan las raíces de amargura o de felicidad, donde son colocadas las cosas positivas o negativas, que luego se verán reflejadas en las acciones.
Hasta ahora el ser humano en la sociedad, a través de los sentidos del cuerpo, ha estado expuesto a mensajes y estímulos negativos; y por medio de los canales del espíritu, como la imaginación, el afecto, la razón, la memoria y la conciencia, ha interiorizado una serie de antivalores.
Es en el corazón donde la persona tiene libertad de elección con base en toda esa enseñanza recibida.
El ser humano tiene libre albedrío, libertad para escoger lo que va a asumir como sus creencias y valores, y para proyectarlos a través de sus acciones.
En el ser humano, la expresión de su personalidad y de su forma de ser comienza de adentro hacia fuera; y si colocamos a través de los diferentes medios una enseñanza negativa en el interior del ser humano, esos antivalores y creencias negativas se van a exteriorizar. Y como esos antivalores se transforman en acciones, no podremos ver algo distinto a personas intolerantes, conflictivas y sin respeto por el prójimo ni amor por la vida.
El ser humano no está conformado solamente por cuerpo físico y mente. El ser humano también tiene corazón, que es el depositario del alma, donde se siembran las cosas positivas o negativas.
Si fuera solo el cuerpo físico cuando este muere, moriría con sus hechos; sin embargo, cuántas personas a pesar de estar muertas han dejado un legado valioso, que ha impactado a la humanidad de manera positiva y constructiva.
Si se educa para la guerra, también se puede educar para la paz. A nuestros niños y jóvenes debemos brindarles una enseñanza integral en todos los campos, para formar mediadores de paz que se conviertan en agentes multiplicadores del respeto por las diferentes formas de pensar.
Definitivamente la educación es un poder. Y con el poder de la educación se pueden formar ingenieros, médicos, periodistas y maestros, entre muchas otras profesiones. Sin embargo, debemos usar el poder de la educación para formar personas de paz. Así como formamos profesionales en diversas áreas, con el poder de la educación también podemos formar personas más humanas, mediadores de paz, activistas por la paz, y por ende, una sociedad igualitaria, justa, inclusiva y en paz.
La Educación está llamada a evolucionar de acuerdo a las necesidades del siglo XXI. Por ello es necesaria la formación en los Derechos Humanos, la promoción de los derechos universales y principios constitucionales.
En las personas está la capacidad de tener las acciones más nobles con el prójimo, pero también la capacidad de cometer las peores barbaries; y nos preguntamos: ¿Qué factores provocan estas acciones irracionales tan negativas en el ser humano? La respuesta es compleja. Pero hay algo que sí tenemos claro: el actuar del hombre es producto de lo que ha escuchado, ha visto y ha leído. Es decir, de lo que ha aprendido a través de sus sentidos y ha llevado hasta su corazón.
La educación no debe ser dirigida solamente a la razón, debe también apelar al corazón de cada individuo, donde se fortalecen todos los valores y principios éticos y morales, que una vez introyectados son exteriorizados por cada persona en su entorno, al relacionarse con sus semejantes.
Volviendo a la historia del Holocausto, hecho histórico que nos muestra con fuertes evidencias cómo la educación puede ser utilizada para el bien o para el mal, para la paz o para la guerra, es necesario recalcar que el Holocausto surgió en la mente de Hitler, quien utilizó la Educación como una herramienta de adoctrinamiento.
Sin el apoyo de los intelectuales el régimen nazi no hubiera podido llegar al poder ni tampoco conservarlo. Fue en las filas de la intelectualidad en donde reclutaron las personas que dirigieron los crímenes nazis.
Obviamente la conclusión es que el conocimiento por sí mismo no garantiza un enfoque humanístico de la vida, y que no hay nada tan peligroso como asesinos masivos inteligentes.
Un pueblo puede ser muy culto, tener mucho conocimiento, y ser maleducado, en la medida en que violente los Derechos Humanos.
Hitler y sus secuaces ejecutaron este genocidio en medio de las naciones más civilizadas, cultas y científicamente adelantadas de la época; y llevó adelante estos crímenes con la ayuda de científicos, médicos, académicos, entre otros profesionales, formados en los mejores centros de estudio.
Una de las más fuertes enseñanzas del Holocausto es que la Educación como simple transferencia de conocimientos es insuficiente y que se precisa de la formación en valores y en Derechos Humanos para alcanzar la paz. Por lo tanto, la educación en valores es uno de los instrumentos claves para evitar que el genocidio se repita.
Se puede educar para la guerra o para la paz. Actualmente los centros de estudio tienen una responsabilidad mucho más grande, ya que están educando a una generación que vive en una sociedad globalizada, con grandes avances científicos y tecnológicos, y con armas de destrucción masiva.
Por lo tanto, es fundamental que los niños y jóvenes reciban una enseñanza basada en el respeto al prójimo y el amor por la vida, para que tomen conciencia de que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y en derechos.
El objetivo del ser humano es la felicidad; sin embargo no hay felicidad sin paz, no hay paz en una nación si no se respetan los derechos humanos de los ciudadanos; y para vivir en una sociedad donde se respeten los derechos fundamentales, es necesario que las personas sean educadas con ese fin y que trabajen por él.
La paz no es una utopía. La paz es más que un anhelo: es una necesidad. La paz es un derecho inalienable para todo ser humano.
En este siglo XXI los especialistas en Educación deben dar inicio a la tarea de discernir las lecciones de la experiencia y proponer el diseño del sistema educativo que reuna las condiciones y requisitos para ser el modelo a seguir; aquel que además de ayudar a formar adecuadamente a los ciudadanos en habilidades y competencias, les eduque para la paz.
Y con el apoyo de todos ustedes, respetables profesores, desde el trabajo que realizan en favor de la familia humana esta meta será una realidad; porque es mejor educar para prevenir, que juzgar para castigar.
Muchas gracias