Dr. William Soto | “El compromiso de las naciones con los Derechos de la Madre Tierra”

Dr. William Soto | “El compromiso de las naciones con los Derechos de la Madre Tierra”

Muy buenos días a todas y a todos los presentes en este teatro al aire libre de la Universidad de Antioquia.

Un saludo a los miembros del presidio; a la Dra. Luz Marina Betancourt, representante de Corantioquia; a los distinguidos Ing. Iván Sarmiento; a las diferentes autoridades políticas, académicas y civiles; a las comunidades originarias, representadas aquí; a los Activistas por la Paz; y a la sociedad civil de Antioquia; señoras y señores.

“El compromiso de las naciones con los Derechos de la Madre Tierra”, ese es nuestro tema a tratar en esta ocasión, veamos:

La Madre Tierra es un ser vivo. Esto no es un concepto nuevo; nuestros pueblos originarios y nativos de los diferentes continentes así lo consideran, y por ello la cuidan, la protegen, la respetan y la honran.

Desde 1972 diferentes organizaciones sociales luchan por este reconocimiento y han tenido grandes avances en este propósito.

La ONU aprobó en 1982 la Carta Mundial de la Naturaleza; en 1992 se realizó la Declaración de Río sobre medio ambiente y desarrollo, que declara la naturaleza integral e independiente de la Tierra (nuestro hogar); y en el año 2000 fue aprobada la Carta de la Tierra, la cual exhorta al respeto y cuidado de la vida en toda su diversidad, con entendimiento, compasión y amor.

Entonces, ¿qué esperamos los pueblos del mundo, y en especial las Américas para reconocer, respetar y proteger los derechos de nuestra Madre Tierra? La Madre Tierra nació libre, los seres humanos no la creamos, nosotros fuimos creados de ella, por eso estamos llamados a comportarnos fraternalmente con nuestra Madre Tierra y con los demás seres vivos.

Pero en vez de cuidar la Madre Tierra como nuestra fuente de vida, nos hemos dedicado a dañarla, a destruirla, sin darnos cuenta que nos estamos destruyendo a nosotros mismos; hemos irrespetado sus propios ciclos y leyes naturales, y ha estado sometida a las decisiones o acciones inescrupulosas de los seres humanos.

Todos tenemos una madre que nos trajo a este mundo, a quien respetamos, protegemos, agradecemos por darnos la vida; así mismo tenemos a nuestra Madre Tierra y es necesario reconectarnos con ella y establecer las bases equilibradas que permitan su futuro sustentable, donde se reconozca la interrelación entre los derechos fundamentales del ser humano y los derechos fundamentales de la Madre Tierra y sus demás hijos.

Los daños causados a la Madre Tierra son problemas globales que requieren soluciones en el ámbito regional, nacional y mundial.

La Embajada Mundial de Activistas por la Paz, a través de nuestro Programa Internacional “Hijos de la Madre Tierra” se ha sumado a la labor de las diferentes instancias supranacionales que están realizando en pro del establecimiento de una sólida justicia ambiental internacional.

En este sentido, estamos trabajando en tres propuestas específicas: una nueva Declaración universal de los derechos de la Madre Tierra; la Ley Marco para la prevención y sanción del delito de ecocidio y el Pacto de las Américas y el Pacto de América Latina y el Caribe para la protección de la Madre Tierra.

La primera propuesta: Declaración Universal de los derechos de la Madre Tierra.

Es un trabajo fruto del consenso y la reflexión, el cual promueve que las Naciones Unidas declaren oficialmente a nuestra Madre Tierra como un ser vivo, reconociendo sus derechos inalienables, respetando sus ciclos naturales y dando uso adecuado y responsable a sus recursos, en armonía con el desarrollo sostenible de la humanidad.

Esta Declaración Universal de los derechos de la Madre Tierra es inclusiva en el marco de la paz y en armonía con los principios y valores universales, con la cual pueda identificarse toda la humanidad, ya que los seres humanos somos los únicos plenamente dotados de conciencia y razón.

Con el reconocimiento de nuestra Madre Tierra como ser vivo se desarrolla un sentido de pertenencia y empatía con ella, lo que prepara el escenario ideal para la consolidación de un sistema de justicia ambiental verdaderamente equilibrado.

La segunda propuesta es la Ley Marco para la prevención y sanción del delito de ecocidio.

Desde 1970 hasta la fecha, la sociedad civil, científicos, universidades, grupos de expertos en derecho ambiental y organizaciones no gubernamentales han trabajado para definir, tipificar, denunciar el delito de ecocidio.

Sin embargo, son pocos los avances que se han logrado; solo 10 países en Europa tipifican este delito, y los daños al ambiente son cada vez mayor. En América Latina solamente el Estado de Chiapas en México lo incluye en su Código Penal.

La Embajada Mundial de Activistas por la Paz promueve a la par de otras organizaciones internacionales la tipificación del ecocidio como un delito de orden nacional e internacional, a fin de responder al reto de frenar la impunidad de los delitos en contra de la Madre Tierra y perseguir, denunciar y castigar a quienes la están destruyendo; con la visión que el ecocidio se convierta en el quinto delito competencia de la Corte Penal Internacional.

Nuestra propuesta de Ley Marco para la prevención y sanción del delito de ecocidio, ya se ha presentado en organizaciones internacionales como el PARLATINO o Parlamento Latinoamericano y en la Confederación de Parlamentarios de las Américas (COPA), entre otras instancias; y está a disposición de los parlamentarios y legisladores para su socialización y promoción regional y nacional.

La tercera propuesta es el Pacto de América Latina y el Caribe para la protección de la Madre Tierra.

Es imperante lograr un sistema de justicia ambiental eficaz, efectiva y con serenidad en sus discusiones, pero son muchas las resistencias y los obstáculos que existen.

Estamos seguros que a través de la regionalización y la descentralización de la justicia ambiental, se puede dar efectivo cumplimiento a las demandas que tienen las comunidades, incluso los Estados (especialmente países latinoamericanos y caribeños) por los graves atentados que está sufriendo nuestra Madre Tierra, acercando así la justicia a los escenarios o territorios donde se cometen, o pudieran cometerse los delitos que atentan contra el ambiente.

Por lo tanto, en este Pacto consideramos que en el ámbito regional se puede crear la Corte Interamericana para la defensa de los derechos de la Madre Tierra con el consenso de todos los países latinoamericanos y caribeños, que tenga competencia amplia para conocer el delito de ecocidio y demás crímenes ambientales que se cometan en nuestra región.

Pero todo esto será en vano si no lo acompañamos con la educación. Por eso, sobre la base del reconocimiento universal de la Madre Tierra como un ser vivo, la Embajada Mundial de Activistas por la Paz considera la educación ciudadana y ambiental como el medio para concientizar a la sociedad, y en especial a nuestros niños y jóvenes, sobre la importancia de amar, cuidar, respetar, proteger y ayudar a la restauración de la Madre Tierra de manera que podamos restablecer el equilibrio sustentable entre la Madre Tierra y todos sus hijos.

Es importante que se tomen todas estas acciones para revertir o al menos detener los daños que se la han causado al ambiente, construyendo bases sólidas para un desarrollo sostenible y resiliente, que permita a las generaciones presentes y futuras una mejora continua en sus condiciones de vida y en su dependencia armoniosa con la Madre Tierra.

Los ciudadanos y ciudadanas de la Madre Tierra somos seres libres e iguales a toda la naturaleza, con derecho a disfrutar responsablemente de sus recursos, pero con la obligación de amarla y protegerla, comportandonos fraternalmente con ella. Y ese debería ser el mensaje para todos los niños, niñas, jóvenes y adultos de la humanidad.

Nosotros somos los llamados a sembrar en los corazones de esta generación y de las futuras generaciones el amor por nuestra Madre Tierra y la conciencia de que somos sus ciudadanos y ciudadanas, porque la Madre Tierra está pasando por una etapa difícil; así como el ser humano pasa por diferentes etapas y cambios en su vida, la Madre Tierra también, queremos que dichos cambios sean para bien, y hay mecanismos, soluciones para prevenir y hacer más suave esa etapa.

Este es el tiempo de que los ciudadanos y ciudadanas de la Madre Tierra trabajen por un desarrollo armónico y sostenible de los seres humanos a la par del Acuerdo Mundial de las Naciones Unidas.

Esperamos que estas propuestas que estamos promoviendo sean de beneficio e inspiración para todos los que desean estudiarlas; y les exhortamos a unirse a nosotros en un mismo pensamiento y acción. Solo unidos en armonía lo lograremos.

América Latina y el Caribe es el continente del futuro, y es momento de que nosotros, latinoamericanos y caribeños alcemos nuestra voz por los derechos y la restauración de nuestra Madre Tierra. No podemos desligarnos de la Madre Tierra, somos parte de ella, si nos perdemos, pagaremos las consecuencias.

Hay una ley universal de las causas y las consecuencias, así como hay un texto bíblico cristiano que habla de la ley de la siembra y de la cosecha; efectivamente cosecharemos lo que sembramos, efectivamente, si usted siembra maíz va a cosechar maíz, si siembra arroz va a cosechar arroz, si siembra otro fruto, aguacate, va a cosechar aguacates.

Por lo tanto, efectivamente, cosecharemos lo que sembremos. Si deseamos un mejor mañana para todos, debemos empezar desde ahora a trabajar para restaurar la salud y bienestar del único lugar que tenemos los seres vivos, nuestra Madre Tierra.

Lo que todos queremos es la paz y la felicidad plena de todos los seres humanos, viviendo en un mundo mejor, justo, equilibrado y en armonía con nuestra Madre Tierra.

Muchas Gracias.