Doctor William Soto Santiago, y en él y en su nombre a todo el equipo que le acompaña en este formidable esfuerzo por la paz, a su líder y a su militante, me ha impresionado conocer a su gente; señor Arturo Estrada y en él a todo el equipo que le acompaña de administración pública del estado y del municipio; doctor Carlos Luna y en él a todos los rectores que nos están acompañando; académicos; profesores y estudiantes; alma de la universidad.
Me siento muy honrado estar aquí, permítanme contarle unas notas, unas razones por las cuales las instituciones que representamos el doctor Carlos Luna y yo, el licenciado Ricardo Winter y yo, estamos hablando de alrededor de 200 universidades de este continente, y de esta región, sus líderes, con lo cual nos permite a nosotros ser interlocutores con los presidentes de nuestras naciones, con los ministros y con los líderes políticos, actores importantes en este proceso de construcción de paz.
Quiero decirles a ustedes académicos, profesores y estudiantes la razón por la cual una universidad cualquiera que sea está aquí. En la baja edad media cuando el mundo conocido se debatía en la guerra, una guerra que desangraba el alma de las personas fundamentada en la religión aparece la universidad como el lugar donde se decidió construir el conocimiento, defender la cultura y predicar la paz, y era a escondidas en los monasterios.
Esa universidad que todavía no era institución, sino que sólo era educación de alto nivel, es la que llega a América Latina con el descubrimiento, septiembre 1635, en Santo Domingo nuestra isla, ahí llego la Universidad de Santo Domingo amarrada de la mano de un hombre cuya voz preño el continente de esperanza, Montesino, defendiendo los derechos humanos y los dominicos, su congregación, creo la Universidad de Santo Domingo para educar a nivel superior la gente que debía hablar de la paz, de la cultura y de los derechos humanos, porque los colonizadores decidieron acabar con los indígenas, como ocurrió en nuestra tierra, pero no se cansaron con eso, cogieron el mar Caribe llegaron a Cartagena, llegaron a Veracruz, cruzaron todo el continente acabando y sembrando odio y guerra, mientras la gente apenas trataba de sobrevivir.
Y llegó a Perú el conocimiento septiembre de 1655 y se creó la Universidad de San Marcos, lugar para sembrar nuevamente la predica de la paz, y precisamente San Marcos todos ustedes por cultura saben quién era Marcos el evangelista, él le permito hacer de teólogo, profesor, él defendía de manera muy especial aquella gente que en el corazón todavía no tenía la fe, pero estaban desvalidos por la ignorancia y amo la paz. Marco es el profeta de la paz, el evangelista de la paz.
Esa universidad fue creciendo pero en los procesos de construcción de las independencias de las Américas, descubrieron que para poder construir la independencia y controlar el poder, de ahí la importancia de los políticos, debían callar la voz de la conciencia que era la universidad naciente en América Latina, y los gobiernos acallaron la universidad, tomaron la universidad y decidieron poner sus autoridades, ponían el rector y los vicerrectores, ponían a los decanos, decidían quien daba la cátedra en la universidad y así la universidad en América Latina estuvo callada, mientras nos desangrábamos en todos los rincones del continente en esa lucha fratricida por construir la independencia y la patria, por romper los límites.
Solo pensemos en la Gran Bolívar, pensemos en México, pensemos en esta guerra de México con Estados Unidos, producto de lo cual se llevaron la mitad de esta nación, así callaron la universidad durante siglos, pero luego esa universidad resucito de nuevo, 1918, Córdoba, de ahí esta universidad en la que ustedes están y en la que estamos todos producto de esa rebeldía de los estudiantes y los académicos por construir una universidad que fuera voz de la libertad, voz de la paz, voz de la cultura, y centro en el que se construyera el conocimiento, para construir e impulsar el desarrollo de la nación, de la patria, del continente.
Hoy todos somos herederos de esa universidad de 1918, que ahora cumplimos años de esa revolución conocida como la Revolución de Córdoba, pero en ese proceso de construcción de paz, la universidad jugo un papel muy importante, así lo entendió Federico Mayor Zaragoza, director de la UNESCO, quien propuso la cultura de la paz, y en torno a él, se fue girando en Paris todo este proceso hasta que la ONU lo asumió y ahí le dieron el reconocimiento a nuestro digno líder de este proceso en el marco de esa discusión y de ese levantamiento, tanto así que la UNESCO creo una universidad llamada “La Universidad para la Paz” que tiene sede de la UNESCO en Costa Rica.
La paz se convirtió en un eje muy importante de la educación superior, sin embargo el liderazgo de la educación superior no logró concretarlo, hace falta más acción, hace falta que nos unamos los líderes, porque al final ésta también es una decisión de liderazgo institucional, del liderazgo que debe comprometerse con este proceso para hacerlo, esa es o son algunos de los motivos por los cuales nosotros nos encontramos aquí, para reafirmar el compromiso del liderazgo de las universidades por construir la paz, por construir ese esfuerzo que dijo Carlos, la cátedra para que se convierte en tribuna, en el pulpito de Montesino nueva vez en el siglo XXI, para que podamos anunciar que la paz tiene lugar para construir la esperanza, que la paz es el mejor escenario para desarrollar el conocimiento, que la paz es el instrumento, el canal a través del cual corre el conocimiento para devolver nuevamente la ilusión de vida, inclusiva a todos los que formamos esta tierra que todavía sigue siendo promesa e ilusión. Muchas gracias.
MODERADOR
Destacada la participación del doctor José Ramón Holguín Brito, quien nos hablo acerca del rol de la educación superior en el proceso de la construcción de la paz en América Latina y el Caribe.