Vicerrector de la Universidad Santa María
Palabras de bienvenida
Buenos días para todos. Para la Universidad Santa María es un honor, de verdad, recibir a tan calificados personajes de la vida internacional, que giran en torno a un proyecto de gran trascendencia, de la cual la Universidad Santa María no ha querido sustraerse bajo ningún aspecto.
Cuando se nos habló de poder realizar esta jornada en el seno de nuestra institución decidimos de inmediato aprobar la realización de este (y los eventos que fueran necesarios a partir de este) en la sede de la Universidad Santa María, para la materialización de los logros que ustedes por años han venido sembrando en la conciencia de muchos países del mundo.
Quiero saludar, en nombre de las autoridades universitarias, al Dr. William Soto Santiago, embajador mundial y presidente de la ALIUP; para nosotros es un honor su visita; a la Embajada Mundial de Activistas por la Paz, grupo de damas, que debo reconocer aquí en público que son el baluarte fundamental para la realización de este evento en esta institución, que no lograron hacer mucho esfuerzo para convencernos, porque realmente el propósito y el alcance de una jornada de esta naturaleza es de un propósito de verdad invalorable.
También un saludo para la Alianza Internacional Universitaria por la Paz, un saludo para las universidades que nos visitan del continente, los representantes diplomáticos, a los invitados especiales y a todos los que hoy día comparten con nosotros esta jornada.
Yo quiero señalarles dos cosas importantes que ustedes deben saber: La Universidad Santa María es la única universidad en Venezuela que ha iniciado el tratamiento para la construcción de un contenido programático dentro del pénsum de estudio de la carrera de Estudios Internacionales, de lo que denominamos la Cátedra de la Paz.
Es la única universidad que tiene concebido ahora, como señalé, la conformación de un contenido que tienda realmente a sensibilizar a los estudiantes de una carrera tan importante como la de Estudios Internacionales; la posibilidad de incorporarle dentro de su pénsum de estudios una concepción filosófica que oriente realmente al tratamiento de lo que es obligatorio de todo los países realizar: concientizar y hacer lo que sea necesario para culturizar el problema de la paz y no el de la guerra.
En primer lugar, señalarles que hemos tenido un convenio con la Universidad Soka University de Japón, la cual la preside un hombre honorable, extraordinario, el Dr. Daisaku Ikeda, un hombre que vivió en sus tiempos de niño los horrores de la guerra en Japón; y tuve la oportunidad de compartir con él, con mucha tristeza, porque estuve en el sitio donde cayeron las bombas de Hiroshima y Nagasaki; y la verdad que debo confesarles a ustedes que siendo americano pero del sur (porque hay como una discriminación entre el del norte, el del centro y el del sur, pero somos americanos, de este lado del planeta)... y estando allá yo sentí una profunda tristeza de pensar en lo que pudo haber ocurrido o lo que ocurrió allí; y la verdad que sentí como hasta pena para decirle al anfitrión del acto que nos acompañaba, que yo sentía como un poco de corresponsabilidad en un hecho histórico en la cual, por supuesto, no habíamos participado, pero como americanos sentíamos el horror de lo que allí pasó.
Si vamos por el otro lado y le preguntamos a los judíos, a los que la Segunda Guerra Mundial masacraron a más de treinta millones de personas, tendríamos que medir en la balanza de lo que es el conflicto de la guerra, el daño que se le puede causar a los países. Porque he llegado a un convencimiento (y es propio, no es político, porque no somos activistas políticos): es que yo creo que la guerra no la hacen los pueblos, la guerra la hacen los gobiernos; y en la medida en que no haya cultura realmente para la paz... y yo creo que el propósito que los orienta a ustedes está dirigido realmente a sembrar los fundamentos de mayor conciencia y fortaleza en el espíritu de las nuevas generaciones, para incentivar este propósito que ustedes en su labor diaria acometen día a día.
En otro sentido, quería también señalarles que en el año de 1986 nosotros cambiamos la estructura de una materia que se llamaba Derecho Minero, para darle paso a una concepción moderna que tiene que ver con la ecología; y sembramos, por primera vez en las universidades venezolanas, la creación de la Cátedra de Derecho Ecológico que actualmente todavía se sigue dictando en nuestra institución.
Fuimos los pioneros por entender que el problema de la extracción de la producción de materias fundamentales (tanto petroleras como acuíferas y mineras), no solamente constituían la vieja concepción histórica de lo que era el derecho minero como tal, sino que aquí había que pasar la página para poder hacer entender que el problema de la extracción de crudos o de minería le estaba causando un perjuicio grave al sistema y a los ecosistemas, sobre todo en el estado de Bolívar y en la Guayana venezolana; y de ahí nace la concepción del Derecho Ecológico, que ustedes también tienen dentro de sus propósitos de trabajo cotidiano tan bien estructurado.
Yo creo que la promoción de una cultura por la paz es un mandato de los pueblos y debe ser concebido así, pero de manera integral: desde la formación desde el niño hasta el nivel universitario, de manera continua y permanente, para lograr propósitos de reafirmación y de fortalecimiento de los propósitos que los pueblos del mundo persiguen: la paz y no la guerra.
Y de manera colateral con este propósito de la promoción de la cultura, que sé que es el argumento de mayor preeminencia que ustedes tienen, y de la cual nosotros queremos públicamente señalarles, Dr. William Soto y a su equipo, que esta universidad siente profundo orgullo por la visita de todos ustedes, y compartir de manera absoluta (y así lo decimos públicamente) con los propósitos que ustedes orientan cada día su actividad; y que entiendan que la Universidad Santa María a partir de hoy será un embajador más para la integración de la Embajada Mundial de Activistas por la Paz; y así lo propongo formalmente.
Y de manera conjugada, para terminar, debo decir: la promoción de la cultura de la paz también tiene que estar íntimamente ligada al propósito de la preservación fundamental del ambiente.
Ese Programa de los Hijos de la Madre Tierra, que guarda una absoluta coordinación con el propósito de la cultura para la paz... porque creo que la Tierra es parte integral de la vida del hombre y no se puede sustraer de ella, porque hay que vivir en armonía el hombre y la tierra donde vive, y no lesionarla, no perjudicarla, no afectarla; porque esa armonía que se busca, realmente, debe ser tutelada fundamentalmente por todos y cada uno de los venezolanos y los países del mundo.
Nosotros estamos conscientes y participamos de la teoría del Dr. Luis Ortiz, magistrado del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, quien ha venido planteando que el ecocidio debe ser considerado el quinto delito tipo en el Estatuto de Roma, para castigar realmente el daño colectivo que se le hace al medioambiente, a los ecosistemas del mundo; y que si no se castiga esto, le estaremos haciendo el piso para las nuevas generaciones de los nietos de los nietos, para vivir en un planeta estéril, árido y sin fundamento para poderle dar paso a las nuevas generaciones que quieren vivir en paz con la naturaleza y en paz con sus connacionales.
Y pensamos, realmente, que estos propósitos que los orientan a ustedes es el fundamento esencial para el tratamiento que los países del mundo deben darle a dos aspectos fundamentales: la cultura integral de la paz y el problema de la preservación del medioambiente para permitir que el hombre y la naturaleza vivan en paz.
Quiero, para finalizar, decirles que estamos complacidos, Dr. Soto y sus colaboradores, los distinguidos invitados que hoy día nos acompañan, que la Universidad Santa María se siente profundamente complacida por la visita de ustedes y ser un soldado más, a partir de hoy en día, de los propósitos que a ustedes a diario los animan.
Muchísimas gracias por haber venido.
Lcdo. Francisco Guerra
Moderador
Damos las gracias al doctor Carlos Enrique Peña, vicerrector de la Universidad Santa María, por estas palabras de bienvenida y por ese compromiso que ha expresado en favor de la paz, para trabajar por esa cultura de paz a través de la educación.
Antes de seguir con el programa, queremos darles la bienvenida a nuestros invitados especiales: al embajador de Paraguay en Venezuela, Enrique Jara, sea bienvenido. También le damos la bienvenida a una gran aliada por la paz y defensora de los derechos humanos, a la senadora de Paraguay, Blanca Beatriz Fonseca, sea bienvenida. También le damos la bienvenida al excónsul de Venezuela en Israel, el Dr. Román Delgado y a su distinguida esposa, sean bienvenidos.
También agradecemos la presencia de representantes y directivos de instituciones que nos están acompañando en esta mañana, voy a mencionar aquí algunos de ellos: Al Instituto Politécnico Tecnológico Luis María Rivera, al MUD*, la Universidad UCAB, al Bombeo de Sangre Municipal del Distrito Capital, a la Universidad IBG, Puerto Ordaz, a Estudiantes Pedagógicos de Caracas, a la Cátedra de Microbiología de la Escuela de Medicina Vargas de la UCV, a la Universidad de Margarita, al Cuerpo de Bomberos del Distrito Capital, a los representantes de la UPEC, a la Universidad Panamericana del Punto*; sean todos bienvenidos.